Tenía ganas de ver The Brutalist, la película de Brady Corbet que parece ser una de las favoritas para los Oscars de este año, gracias a la espectacular interpretación de Adrien Brody, que se va directo a su segundo Oscar.
PUNTUACIÓN: 8/10
Huyendo de la Europa de la posguerra, el visionario arquitecto László Toth llega a Estados Unidos para reconstruir su vida, su obra y su matrimonio con su esposa Erzsébet tras verse obligados a separarse durante la guerra a causa de los cambios de fronteras y regímenes. Solo y en un nuevo país totalmente desconocido para él, László se establece en Pensilvania, donde el adinerado y prominente empresario industrial Harrison Lee Van Buren reconoce su talento para la arquitectura. Pero amasar poder y forjarse un legado tiene su precio…
Brady James Monson Corbet (Arizona, 1988) es un actor y cineasta estadounidense. Corbet comenzó su carrera actuando en películas como Thirteen (2003), Mysterious Skin (2004), Funny Games (2007), Martha Marcy May Marlene (2011). Corbet debutó como director de largometrajes con La infancia de un líder (2015), y también dirigió el drama musical Vox Lux (2018). The brutalist ha ganado el León de Plata en la 81 edición del Festival Internacional de Cine de Venecia, y el premio al Mejor Director en la 82 edición de los Globos de Oro. Además, la película tiene 10 nominaciones a los Oscar, incluyendo Mejor Película, Mejor Director y Mejor Guion Original.
La película de 215 minutos de duración y un presupuesto de apenas 10 millones de dólares ha sido rodada en localizaciones en Hungría y en Carrara (Italia). Corbet produce, dirige y escribe el guion junto a Mona Fastvold. La fotografía es de Lol Crawley y el montaje de Dávid Jancsó. La banda sonora de la película fue compuesta por Daniel Blumberg, que ya había trabajado con Corbet en el cortometraje Gyuto (2019), colaborando durante siete años hasta poder finalizar esta potente banda sonora.
Adrien Brody es László Tóth, un arquitecto judío-húngaro y superviviente del Holocausto del campo de concentración de Dachau que emigra a América. Felicity Jones es Erzsébet Tóth, la esposa de László. Guy Pearce interpreta a Harrison Lee Van Buren, un industrial rico, guapo y esnob que se convierte en el cliente más importante de László. Joe Alwyn es Harry Lee Van Buren, el pomposo hijo de Harrison, Raffey Cassidy como Zsófia, la sobrina adolescente huérfana de László, Stacy Martin como Maggie Van Buren, la hermana gemela de Harry, Alessandro Nivola como Attila, propietario de una tienda de muebles en Filadelfia y primo de László, Emma Laird como Audrey, la esposa católica de Attila, Isaach de Bankolé como Gordon, amigo de László y padre soltero, completan el reparto en sus papeles principales.
Hay un debate sobre la duración de las películas «importantes» que se están estrenando en cine en los últimos tiempos. Pero la realidad es que cuando la película es buena, o mejor dicho, cuando me gusta a mi, la duración no es un problema. Y The Brutalist es un ejemplo estupendo de esto con sus tres horas y media de duración a lo que hay que sumar un intermedio de 15 minutos. Para ser una película con un drama de las características de The Brutalist, tiene mucho mérito que la película nunca se haga larga y siempre te esté mostrando cosas interesantes que me mantuvieron enganchado.
The brutalist está dividida en cuatro partes: Obertura, en la que asistimos a la llegada de László Tóth a Estados Unidos; Parte 1, «El enigma de la llegada», con la vida de László en Pennsilvania con su primo Attila y como conoce al rico industrial Harrison Lee Van Buren interpretado por Guy Pearce, que se convertirá en su empleador para la creación de su primera y a la postre única obra americana. El intermedio sirve para plantear una elipsis temporal para que en la Parte 2, «El núcleo duro de la belleza», asistamos a la llegada de Erzsébet Tóth, la mujer de László que está interpretada por Felicity Jones. En esta parte llega la construcción del edificio proyectado por László, con el drama y la tragedia con que terminará todo. Por último, en el epílogo «La Primera Bienal de Arquitectura» llegaremos a conocer la clave que le llevó a László a imaginar ese edificio de la forma en que lo higo, algo que resulta sorprendente y resignifica todo lo que hemos visto a lo largo de toda la película.
Creo que la primera parte resulta más redonda que la segunda, aunque al mismo tiempo la llegada de Felicity Jones en la segunda parte añade una complejidad dramática aún mayor, apoyado además en todos los problemas que tienen László para poder realizar su sueño en Estados Unidos. En Castellón la copia con que vimos la película era digital, por lo que el intermedio fue artificial, ya que no hay que cambiar las cintas de película, como entiendo que pasa en los cines en que se proyecta con su versión de 70mm. Pero creo que este intermedio tiene todo el sentido pensando en la historia que ha creado Corbet. Una historia que como digo es siempre interesante.
Me ha volado la cabeza descubrir que The Brutalist sólo ha costado 10 millones de dólares. Porque los valores de producción me parecen impresionantes. The Brutalist tiene muchas cosas muy buenas, empezando con la música de Daniel Blumberg, con una fanfarria (que sale en el trailer) que aporta la sensación épica y arquitectónica que igual la película igual no tiene en muchos momentos, dado que la historia no es la que igual yo esperaba. Junto a la música, el montaje de Dávid Jancsó me parece también increíble, creando momentos en los que la potencia de la imagen se amplifica y consigue momentos que quedarán para los Perfect shots de Twitter.
La fotografía de Lol Crawley creo que está muy bien, consiguiendo transmitir una fuerza tremenda en muchas imágenes. Sin embargo, también tengo que decir que al rodar con película real y no sea una grabación digital, algunas escenas resultan un poco oscuras y poco claras. Por ejemplo la llegada de László a los Estados Unidos (posiblemente provocado por la falta de medios y para que no se notara que no estaban en un barco de época. De hecho, lo más probable es que ni estuvieron en un barco). También sucede en la escena de la fiesta en Carrara, en la que la iluminación naturalista hace que se vea todo demasiado oscuro. Pero en realidad estos son momentos muy puntuales de una película que me ha gustado.
Dentro de este presupuesto limitado, parece claro que NO han construido nada, así que tengo duda si se ha roda con maquetas, con fondos mate o una combinación de ambas. U otra técnica, que igual es posible. Que no se note el truco me parece otro de los elementos destacadísimos de The Brutalist. Y me parece que han creado oro con muy poco.
The Brutalist me ha gustado mucho. Pero a la vez, no creo que estemos ante la obra maestra que Film Twitter ha establecido. Igual parte del problema es que yo esperaba una preminencia de la arquitectura y una narración de escala majestuosa, y eso es algo que en realidad no vemos salvo en un par de momentos concretos. Porque en realidad The Brutalist no es una historia de arquitectura sino un drama de los problemas que sufre un inmigrante judío en Estados Unidos donde emigra tras sobrevivir a un campo de exterminio.
La verdad es que nadie sufre en pantalla como lo hace Adrien Brody. Creo que Brody se va directo a su segundo Oscar. De hecho, sólo el odio que genera Israel actualmente y el antisemitismo creciente en los Estados Unidos sería lo único que explicaría que no lo ganara. Brody está inmenso en la película. Y al mismo tiempo, creo que el director Brady Corbet plantea todos los checks que se piden a un personaje torturado para que sea premiable. Sufriendo racismo, un trato despótico de su empleado, el rico hombre de negocios que actúa impulsivamente en varias ocasiones, siempre provocando el drama para László. Si a eso le sumamos los problemas con las drogas e incluso sufrir una violación que le traumatiza y le hace portarse mal con las personas a su alrededor, lo cierto es que el personaje lo tiene todo para ser premiado.
No vimos la película en versión original ya que llevamos a mi madre de 81 años a verla. (A mi madre le gustó mucho también The Brutalist y tampoco se le hico larga). Pero me hubiera gustado verla en V.O. para disfrutar el acento húngaro de Brody y de Felicity Jones. Porque Jones también está maravillosa en la película, y me gusta mucho la forma en que su personaje cambia toda la dinámica previa. Jones está sobresaliente, y me sabe muy mal que ella no haya sido nominada como su pareja en la película. Y aunque es un papel secundario, Guy Pearce me parece que está muy bien también, bordando este tipo de personajes cabrones que se creen superiores a sus semejantes y tiene actitudes racistas y violentas, acostumbrado a salirse siempre con la suya.
Cuando veía Heretic me hizo mucha gracia una escena que probablemente no estaba planteada como una broma. En ella, el personaje de Hugh Grant afirmaba que si las religiones cristiana y musulmana habían crecido muchísimo de fieles mientras que el judaismo se mantenía era porque el judaismo no se «publicitaba» como si hacen las otras dos. Y digo que me hace gracia porque qué mejor publicista puede desear una religión que tener a todo HOLLYWOOD mostrando los dramas, persecución y racismo que sufren los judíos de todas las formas imaginables. Y en cierto sentido, The Brutalist es justo eso también. Y tal y como está el tema de Israel, es posible que eso pueda perjudicar sus opciones de éxito. Pero volviendo a la película, de nuevo tenemos todos los ticks que se pueden esperar y alguno inesperado.
En cierto sentido, The Brutalist baja un poco en la segunda parte por la forma en que se amplifica el drama de László, que sufre de todas las formas posibles, empezando por su abuso de las drogas (que empezó a tomar en la guerra para aliviar sus problemas físicos). Pero tenemos al judío menospreciado por los protestantes, aparte de un artista cuya obra sin duda no iba a ser entendida ni valorada por el pueblo «normal». En segundo plano vemos también el drama de unos judíos que tuvieron que renunciar a su religión para poder encajar en la sociedad anglosajona protestante americana. Hasta el punto que los judíos tuvieran que emigran a Israel para poder desarrollar su profesión y su creatividad en libertad, sobre todo pensando en el despótico jefe de László, el empresario Harrison Lee Van Buren. Que es despótico pero también un agresor. Es todo tan dramático que adquiere tintes un poco de folletín, incluso pensando que la película me ha gustado mucho.
El epílogo que resignifica el sentido de la obra de László plantea un giro muy interesante que habla de la creación artística y como en muchas ocasiones no puede ser entendida por la gente normal. También me provocó una reflexión la idea que lo importante no es el camino, sino el destino que cada uno está destinado a hacer. Lo digo porque es una idea que va al contrario que el 99% del cine comercial actual en el que lo importante es precisamente el viaje y como esas vivencias cambian al protagonista. En The Brutalist, lo importante es la creación que estaba destinado a crear el artista.
En cierto sentido, el oficio de arquitecto tiene conexiones con la de cineasta. Sobre todo si pensamos que ambos crean cosas de la nada, que no existirían sin su impulso creativo. Esa analogía se me ha hecho muy evidente nada más terminó la película. Pero no es algo que surgiera durante el visionado, lo cual creo que es mérito de la propia capacidad de Corbet para tenerme enganchado durante la duración de la película. Es verdad que no creo que The Brutalist es una obra maestra, pero tengo claro que si creo que es notable. Y sin duda merece la pena verla en pantalla grande.
Comparto el trailer de la película:
The brutalist es una muy buena película, pero se me queda muy lejos de la obra maestra que parece que FilmTwitter ha acordado por adelantado.
PUNTUACIÓN: 8/10
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