Hollywood y el problema de la narrativa no finalizada. Reflexiones de domingo 16/2023

¡Feliz domingo! ¿Ya habéis visto Spiderman: Cruzando el multiverso? Dentro que la película de Sony Animation producida por Phil Lord y Christopher Miller me gustó mucho, hoy quiero entrar a valorar la tendencia actual que estamos viendo en el entretenimiento mainstream cinematográfico en la que las películas no tienen final, aplazándolo hasta una próxima entrega.

Para empezar a hablar de esta moda de dejar las películas a medias habría que empezar con la trilogía de El Hobbit de Peter Jackson estrenada entre 2012 y 2014. Peter Jackson comenta que él quería hacer dos películas, pero Warner a través de New Line Cinema exigió tres películas para dar luz verde al proyecto. Teniendo en cuenta el exitazo de crítica y público de El Señor de los Anillos, los ejecutivos debieron pensar que estarían tontos si no exprimían la gallina de los huevos de oro con esta precuela-continuación. Y el resultado, obviamente, no fue bueno. Ya en su momento comenté sobre las películas lo absurdo que es que se tarde menos en leer El Hobbit de Tolkien que en ver las tres películas inspiradas en él. Y eso sin entrar que con El Señor de los Anillos adaptaron un libro en cada película, mientras que tuvieron que estirar el chicle para que la pequeña novela les diera para tanto.

En medio de esta problemática, el final de La desolación de Smaug (2013) hizo que saliera indignado del cine, dado que Jackson inició la tendencia actual a estrenar películas que NO tenían un final y dejaban todo colgado de cara a la siguiente película en medio de un cliffhanger monumental. Y dentro de lo malo, al menos La batalla de los cinco ejércitos se estrenó un año después de Smaug, en las navidades de 2014.

Pensando en otras trilogías cinematográficas, Matrix Reloaded y Matrix Revolutions se estrenaron en mayo y octubre de 2003, con 5 meses de diferencia. En la franquicia de Harry Potter, el final de la serie tuvo lugar en Harry Potter y las reliquias de la Muerte: partes 1 y 2, que se entrenaron con 8 meses de diferencia (noviembre 2010 – julio 2011). El último libro de la trilogía de Los Juegos del Hambre, Sinsajo, también adaptado en dos películas, se estrenaron en noviembre de 2014 y 2015. Dentro de lo poco habitual que es tener películas sin final como parte de una narrativa mayor, al menos el tiempo de espera era de máximo un año, algo que encuentro que es bastante adecuado.

Marvel Studios ha cambiado el mundo del entretenimiento mainstream cinematográfico. Y tras el hito que supusieron Vengadores Infinity War (mayo 2018) y Vengadores Endgame (mayo de 2019) al convertirse en dos de las películas más populares y taquilleras de la historia, la consigna en Hollywood estaba clara. Hay que hacer más franquicias con múltiples películas, y cuanto más grandes sean, mejor. En este análisis a menudo económico (si gano mucho dinero con una película de una franquicia popular, ganaré mucho más si en lugar de una película estreno dos), se olvida un elemento clave a la hora de copiar a Marvel Studios, y es el aspecto creativo.

Y es que Infinity War y Endgame significaron el final de la «trilogía del Infinito» de Marvel Studios, pero realmente son dos películas totalmente diferentes. De hecho, Infinity War sí tiene un final dado que la película narra el viaje de Thanos para conseguir Las Gemas del Infinito, asistiendo a su triunfo frente a los Vengadores. Infinity War SI tiene un final, lo original es que posiblemente no fuera la historia que los espectadores esperábamos. Por eso es tan buena y su final tan impactante y satisfactorio. Y por eso Endgame resulta tan satisfactoria al ver por fin el contraataque de TODOS los héroes. Pero este pequeño matiz que la historia mandaba sobre todo lo demás en las películas de Marvel, ofreciendo siempre una historia completa aunque presentando elementos que serán desarrollados más adelante, no se ha tenido en cuenta quedándose como digo en lo superficial.

En la actualidad, esta manía de los blockbusters palomiteros de no terminar y dejarn la historia colgada en dos se está yendo de las manos. Empezando por la doble tomadura de pelo de Dune Parte 1 en 2021. Por un lado por el papelón de Denis Villeneuve y de Warner sobre que la segunda parte no estaba garantizada y dependía que tuviera una buena taquilla, intentando trasladar SU responsabilidad de producir o no una película al público. Porque no hablamos que el éxito de una película permite que se hagan más de esos personajes y franquicia, sino de la adaptación de una novela superventas planteada desde el comienzo por el director, productores y guionistas como dos películas. La segunda tomadura de pelo ha venido por los más de 2 años que van a trascurrir entre el estreno de la Parte 1 en septiembre de 2021 y la parte 2 en noviembre de 2023. No, el COVID no es excusa, hace tiempo que no cuela invocar ese comodín. Estos dos años para conocer el final de la novela ha roto completamente la tradición imperante de estrenar este tipo de películas con como máximo un año de diferencia.

Y no es sólo Dune. Hace un mes escaso descubrí para mi sorpresa negativa que Fast X terminaba sin final con un final en cliffhanger en la que Toretto y su hijo están en una situación de vida o muerte y el resto de miembros de la familia parece que han muerto al ser derribado su avión. Obviamente no van a morir ni unos ni otros, pero los productores nos han colado una película sin final cuya continuación no tiene ni fecha de estreno. De hecho, se comenta oficiosamente una fecha de estreno de Fast 11 de ¡2025/26! y por eso han confirmado deprisa y corriendo una película de The Rock para cubrir el tiempo de espera entre ambas películas. Si dos años de espera para Dune me parecen demasiado, imaginar lo que opino ante la perspectiva de esperar 3 años para ver una película que tampoco ha sido nada del otro mundo. A lo que hay que sumar la realidad del agotamiento de la franquicia y sus taquillas cada vez menores.

En mi reseña de Spiderman: Cruzando el multiverso ya comenté que me gustó muchísimo y la disfruté de principio a fin, incluso reconociendo que es 10/15 minutos demasiado larga, al recrearse demasiado con las carreras, persecuciones y en general, con el balanceo en Nueva York. Como la película me encantó, que la historia se quedara colgada con un cliffhanger monumental no me importó demasiado. Pero la realidad es que estamos ante la siguiente película/franquicia que se suma a esta moda, a la que hay que sumar la nueva Misión Imposible: Sentencia mortal parte 1 que se estrena en julio. En ambos casos, al menos las segundas partes se entrenarán en 2024, con menos de un año de diferencia. Pero conozco gente que opina con razón que el gran problema de Cruzando el multiverso es hacer una película al que le falta el tercer acto y que deja colgado a los espectadores.

Aparte de la propia experiencia social de desplazarse y ver la película en pantalla grande con más gente, la gran diferencia entre el cine y la televisión (y en mi opinión la principal ventaja histórica del cine) es el hecho que las películas ofrecen una historia completa con principio y final en dos horas, cosa que la televisión no. Las películas exigen una capacidad de síntesis al tener que plantear una presentación, nudo y desenlace que fuerza una narrativa que no tiene nada con la narrativa serializada de la televisión. Por su parte, el streaming ha cambiado la forma en que se consumen las series de televisión, pero siguen exigiendo un mayor esfuerzo de tiempo y, fuera de Netflix, obligación ante los estrenos semanales de sus episodios. El auge de las series y el gusto de los espectadores por historias que permitan una mayor evolución de los personajes a lo largo del tiempo, unido a la caída de de ingresos del cine, ha provocado que sobre todo los blockbusters hayan alargado sus duraciones para ofrecer historias que se sientan lo bastante importantes como para que el espectador pague por verlo en el cine, frente a la comodidad de ver la última mediocridad en Netflix en el comedor de tu casa.

Tengo claro que como me encanta Miles Morales no tengo inconveniente que se hagan 3 películas o 33 mientras mantengan la calidad de Cruzando el multiverso. Pero lo que en un caso concreto no es un problema puede acabar siéndolo si más ejecutivos sin escrúpulos piensan que les sale a cuenta cambiar el ADN del cine dejando de ofrecer una experiencia completa al espectador que entra a una sala, ante la promesa de ganar el doble con dos películas de lo que ganan con una sola. Que el espectador vea normal NO ver una historia completa en el cine rompe la propia experiencia cinematográfica, lo que creo que a la larga puede provocar que la gente se abstenga de ir al cine.

Obviamente esto no pasa en el 99% del cine que se estrena en salas, pero esta tendencia en el blockbuster palomitero de Hollywood no es casualidad. Hablamos de una consecuencia de la política de explotar al máximo los contenidos de sus franquicias más populares. Reconozco que probablemente no estaría escribiendo este artículo si Fast X y Spiderman se hubieran estrenado con un par de meses de diferencia en lugar del par de semanas que hemos tenido, pero ver seguidas estas películas me ha parecido muy fuerte. Y en 5 semanas, tendremos Misión Imposible, de la que espero que al menos planteen una historia con sensación de capítulo cerrado aunque le falte la segunda parte de la historia.

Espero que una vez las franquicias de Fast & Furious o Misión: Imposible terminen, los estudios se olviden de esta moda que estamos viviendo en el entretenimiento. Entiendo que la forma de dar a entender que estos finales van a ser apoteósicos se refleja en esta decisión de dividirlos en dos películas, y que para el resto de películas volveremos a la estructura clásica de «presentación-nudo-desenlace». El cine NO es como la televisión, sus historias no tienen nada que ver, y cuanto antes se entienda por todas las partes, mejor para los espectadores.

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