Disfruté tanto del visionado de las películas de Studio Ghibli para la grabación del podcast de El Colmo, podéis enlazar aquí con la parte uno y dos, que me dije a mi mismo que por qué no seguir viendo más películas de Hayao Miyazaki y compartir mis impresiones. Es por esto que planteo dos nuevos artículos en los que haré comentarios generales de seis películas del estudio, empezando por El Castillo en el cielo, El viaje de Chihiro y Cuentos de Terramar.
EL CASTILLO EN EL CIELO (1986)
Una aeronave se desliza sobre un mar de nubes, en una noche de luna llena. Muska, un agente secreto del gobierno, acompaña a una chica llamada Sheeta a la fortaleza de Tedis. Repentinamente la nave es atacada por los piratas que, al igual que el gobierno, buscan el secreto de la piedra mágica de levitación que Sheeta lleva alrededor del cuello. La piedra es la llave que abrirá las puertas de La Fortaleza celeste, una isla flotante en medio del cielo creada por una misteriosa raza que hace mucho tiempo desapareció del planeta. Pazu, un joven muchacho, se hace amigo de Sheeta, le ayuda a escapar de sus seguidores y juntos se disponen a resolver el misterio de la Fortaleza Celeste. Cuando Sheeta y Pazu inician su viaje hacia la Fortaleza Celeste, ponen en marcha una cadena de acontecimientos irreversibles. En este misteriosos lugar encontrarán un tesoro mucho más grande que el poder de gobernar el mundo. (FILMAFFINITY)
El castillo en el cielo es la primera película realizada y producida por Ghibli, dado que Nausicaä en realidad fue realizada por Miyazaki en otro estudio antes del nacimiento de Ghibli. La película de 124 minutos es una aventura en estado puro en el que dos jóvenes intentan escapar a la persecución de unos piratas y del ejército mientras intentan encontrar el camino al mítico castillo que da título a la película.
Aunque la película es de 1986, yo la vi muchos años después. Y es curioso ver ya aquí muchos de los lugares comunes de la filmografía de Miyazaki, como el amor por el mundo de la aviación, que se muestra en las naves que utilizan los diferentes grupos, o que los protagonistas son huérfanos. También se nota un fervoroso antimilitarismo que hace que los chavales al final se hagan amigos de los piratas en la carrera por evitar que el poder establecido se haga con el control de una ciudad con armas con un enorme potencial destructor.
La animación es alucinante, y nos ofrece escenas gloriosas como la persecución en tren y la llegada del ejército atacándoles con cañones. Pensar que la película empleó técnicas de animación tradicional me vuela la cabeza pensando en el increíble detalle que tienen algunos de estos momentos. Los personajes son marca de la casa (parecen casi Heidi y Marco, para entendernos), y dan una estupenda sensación de familiaridad a la película. Sin embargo, el diseño del robot es realmente amenazante, me parece super acertado.
El hecho de ambientar El castillo en el cielo en un mundo mezcla de fantasía y ciencia ficción steampunk hace que haya una sensación atemporal que consigue que ver la película siga siendo un placer. De hecho, la animación tradicional también ayuda a crear este feeling atemporal. Además, estamos ante una película para toda la familia en la que están pasando cosas todo el rato y además de la aventura los personajes transmiten mucha ternura y emoción.
Hay películas que aún gustándote, no te dejan ganas de volver a verlas. No es el caso con El castillo en el cielo, una película que en mi casa la hemos visto un montón de veces.
EL VIAJE DE CHIHIRO (2001)
Chihiro es una niña de diez años que viaja en coche con sus padres. Después de atravesar un túnel, llegan a un mundo fantástico, en el que no hay lugar para los seres humanos, sólo para los dioses de primera y segunda clase. Cuando descubre que sus padres han sido convertidos en cerdos, Chihiro se siente muy sola y asustada. (FILMAFFINITY)
Hasta el estreno de El chico y la garza, sólo había visto dos películas del estudio Ghibli en el cine: La princesa Mononoke y El viaje de Chihiro. Y aunque por temática para mi Mononoke es LA PELÍCULA de Ghibli, sin duda la que más me gusta, El viaje de Chihiro es también un peliculón que merece también el calificativo de OBRA MAESTRA. Esta película confirmó la popularidad del estudio fuera de Japón y asentó el standard de calidad que Mononoke presentó al público de finales del siglo XX. Aparte de convertirse en la película más taquillera de la historia de Japón desbancando precisamente a Mononoke, Chihiro consiguió el Oscar a Mejor película de animación, la única película japonesa en conseguirlo.
Desde una óptica europea, El viaje de Chihiro puede verse como una actualización de Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carroll, añadiendo el contexto de los mitos y las tradiciones japonesas. La entrada de Chihiro y sus padres en el mundo de los espíritus tiene múltiples lecturas, empezando por una aventura en la que Chihiro pasará de la infancia a la madurez. También puede verse una lucha entre las costumbres y deidades que cada vez están menos presentes en la sociedad japonesa, y los cambios que impone el mundo moderno. Hay tantos simbolismos en la película que darían para un libro. Para varios, en realidad. Pero ante todo, la lucha y el drama de una niña que intenta recuperar a sus padres perdidos ofrece un conflicto sencillo y directo que consiguen que los espectadores estemos super involucrados emocionalmente con la protagonista. Y que consigue que la conclusión sea super satisfactoria.
La imaginación que desprende cada uno de los fotogramas, con un diseño que es cercano a nuestro mundo pero a la vez completamente diferente, es otro de los puntos fuertes de la película. La animación siendo Ghibli ya se sabía que iba a ser perfecta, pero en El viaje de Chihiro ascendió un peldaño más si cabe en la maravilla que genera en el espectador que ve la película por primera vez. Cada uno de los seres, deidades o demonios que vemos en la película transmiten historia y realidad, ofreciendo un viaje alucinante por una parte de la cultura japonesa.
Frente a la idea occidental, que no existe en Japón, que la animación en general es un género menor destinado para niños, El viaje de Chihiro ofrece una historia compleja con multitud de temas adultos que puede ser vista por toda la familia, aunque igual es mejor que no la vean los niños más pequeños dado que hay muchas imágenes que pueden resultar super perturbadoras. Aparte del propio momento sacado de una pesadilla en que los padres de Chihiro se conviertes en cerdos, que para un nene puede ser un shock tremendo. Como aventura sin más la película está super bien, pero cuando sumas los simbolismos que comentaba antes y unos personajes maravillosos, el éxito está mas que asegurado.
Comentaba también el elemento atemporal de las películas de Ghibli, y en este sentido El viaje de Chihiro sigue siendo un peliculón cada vez que la veo. No sólo no ha envejecido nada, es que cada vez que la vuelvo a ver descubro algo nuevo que me flipa igual o más que la primera vez que la vi. ¡QUÉ PELICULÓN!
CUENTOS DE TERRAMAR (2006)
Película de anime del Studio Ghibli dirigida por Goro Miyazaki, hijo de Hayao Miyazaki. Está basada en el tercer libro de la serie «Terramar: La costa más lejana», escrita por Ursula K. Le Guin. Una adaptación en manga se ha publicado en Japón. La historia nos sitúa en el archipiélago de Terramar, donde hay dragones, magos y espectros, talismanes y poderes. Es un mundo gobernado por la magia y, ante todo, por las palabras, pues cada cosa posee su nombre verdadero, el designado durante la Creación, que otorga a los hechiceros el dominio sobre los elementos y los animales. Sus gentes, sencillas y tranquilas, tienen como único objetivo conseguir paz y sabiduría… (FILMAFFINITY)
Aunque tengo esta película comprada en DVD desde hace un montón de años, acabo de descubrir que Cuentos de Terramar NO está dirigida por Hayao Miyazaki sino por su hijo Goro Miyazaki, que también escribió el guion junto a Keiko Niwa. Y esto explica muchas cosas.
Iba a decir que Cuentos de Terramar es probablemente la película más aburrida de todo el catálogo de Ghibli, hasta el punto que cada vez que la veo me he quedado dormido. Y no podía entender cómo era posible que esto me pasara en una película que además se basaba en las maravillosas novelas de Ursula K. Le Guin. De hecho, volvió a pasarme esta semana cuando me la puse otra vez. Tras despertar de la cabezada, tuve que volver a ponerme los últimos 45 minutos para buscarle el sentido a todo. Y la diferencia está clara. Aunque compartan el apellido, la calidad de uno no tiene nada que ver con la del otro. El talento no tiene que transmitirse en los genes.
En las historias de Ghibli normalmente hay un contexto super imaginativo e interesante en la que tienen lugar las historias de los protagonistas. Y en esta película conoceremos el reino de Terramar, un mundo medieval donde la magia y los dragones existen. Estamos en un momento de crisis en el que parece que la magia está desapareciendo y en la que los dragones que antaño marcharon a otros territorios han vuelto a avistarse en las costas. La historia sigue el camino de Arren, un joven príncipe que intenta escapar de un tremendo pecado de su pasado. Tras ser salvado de la muerte por el archimago Gavilán tendrá que enfrentarse a los fantasmas de su pasado y mirar hacia el futuro, al conocer a Tenar, una vieja amiga de Gavilán, y Therru, una joven huérfana que Tenar acogió en su casa. Pero antes, tendrán que enfrentarse al mago Cod, antiguo enemigo de Gavilán que amenaza el equilibrio del mundo.
En positivo, la animación de Ghibli es estupenda como siempre, con unos diseños de personajes y casi de edificios y animales que se sienten familiares dentro del amplio catálogo del estudio. La película se estrenó en 2006, y mantiene el feeling de historia atemporal alejada de las modas puntuales, con vocación de perdurar en el tiempo.
Sin embargo, el problema es que todo es muy aburrido, con situaciones insulsas que se acumulan una detrás de otra y diálogos interminables siempre anticlimáticos. Aparte que los viajes vitales de los protagonistas resultan absurdos. Empezando por el poderoso Gavilán, que no hace nada (literalmente) en la última media hora de película, el príncipe Arren y su crimen sin sentido seguido por una historia muy floja e incomprensible, y una Therru cuya sorprendente identidad es un porque si de libro que se sacan de la manga ya que nada previo lo habían anticipado o preparado narrativamente. La excusa de que «Cod alteraba el equilibrio» resulta endeble por no usar palabras más gruesas. Hay además una desconexión total del viaje de los protagonistas y la amenaza de Cod, que no hubieran tenido nada que ver si no fuera porque el villano se empeña en querer encontrarles una vez conoce que están en su reino. Porque desde luego Gavilán no le buscaba, estaba de paso.
De todo el catálogo de Ghibli Cuentos de Terramar es la película más decepcionante. La diferencia como narrador de Hayao Miyazaki respecto a su hijo Goro es abismal. Me sabe mal, pero esta película es super decepcionante.
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