Para muchas generaciones de espectadores, el cine forma parte de nuestras vidas. Y una parte importante de esta afición gira en torno a la experiencia de ver cine en salas cinematográficas, un hobbie que debido a la actual crisis provocada por el COVID-19 está pasando por una situación sumamente compleja.
En los últimos años, el negocio cinematográfico ha sufrido un cambio de paradigma provocado por una evolución en las modas y los hábitos de consumo de ocio provocado por la irrupción en nuestras vidas de los smartphones y los canales de streaming como Netflix, HBO, Prime Video, Filmin y, más recientemente, Disney+. Aparte del precio de la entrada, ¿quién quiere “perder” tiempo en desplazarse a los multicines para ver una película que en muchos casos no va a ser mejor que la última serie estrenada en HBO o Netflix que puedo ver sin moverme del sofá de casa? Esta es la gran pregunta que en muchas ocasiones los estudios de cine no han sabido responder de forma adecuada, estrenando películas que no encajan con los gustos actuales de los espectadores y que han pasado totalmente desapercibidas en salas comerciales.
De hecho, varias encuestas realizadas en los últimos años muestran como el 50% de la población española afirma no ir NUNCA al cine, mientras que menos de un 20% de los encuestados va al cine una o más veces al mes. Aparte de los hábitos de consumo, hay otra realidad añadida, y es que las multisalas se concentran en las grandes ciudades, lo que complica el acceso de este tipo de ocio a los habitantes de pueblos pequeños.
La solución planteada por las productoras americanas para atraer a público a las salas en los últimos años ha venido con los estrenos de los grandes estrenos “blockbusters”, películas que transmiten la idea de “evento” que hay que ver obligatoriamente en pantalla grande para poder disfrutarla en toda su amplitud, ya sea en versión normal, en 3D o, más recientemente, en el alucinante formato 4DX sólo disponible en salas seleccionadas en toda España (la más cercana se encuentra en Valencia).
El cine mainstream de superhéroes de Marvel Studios, otras películas pertenecientes a franquicias como Star Wars, Misión Imposible o Piratas del Caribe y las películas de animación de Pixar y Disney (que en los últimos años ha cosechado también un gran éxito con la adaptación a imagen real de sus clásicos animados como Aladdin o La Bella y la Bestia) han conseguido llevar a los cines a millones de espectadores en todo el mundo, siendo de hecho la gasolina que mantiene en funcionamiento el motor de esta industria, que son las salas comerciales.
2019 fue un buen año para las salas de cine en España. Más de 100 millones de espectadores dejaron unos ingresos por venta de entradas de 625 millones de €uros, lo que supone una subida de más del 7% respecto al año anterior. Sin embargo, analizando estas cifras, comprobamos que las 10 películas más taquilleras del año, nueve americanas y la comedia española Padre no hay más que uno de Santiago Segura, suponen el 35% por ciento del total de los ingresos de las salas, indicando que es el denostado cine “comercial” el que ha ayudado a que esta industria siga siendo rentable en España.
Si miramos los datos del cine español, las cifras son preocupantes. La cuota de pantalla del cine español en 2019 fue de tan sólo un 15%, lo que supone el peor dato en los seis últimos años. En 2019 se produjeron en España un total de 118 películas de imagen real y 5 películas de animación. Sin embargo, las 5 películas españolas más taquilleras del año acumularon el 57% del total de la taquilla, porcentaje que aumenta hasta un 72% cuando contamos las 10 películas españolas más populares. Los datos son claros, sólo comedias protagonizadas por actores conocidos o las películas de directores de renombre como Almodovar o Amenábar consiguen atraer al público español a las salas de cine. El resto de películas fuera de este Top-10 no interesan al gran público, y si no fuera por las ayudas de las distintas administraciones y la cuota producida por las televisiones, estas películas serían claramente deficitarias.
Estos datos y las previsiones de un buen 2020 cinematográfico saltaron por los aires en marzo con la explosión de la crisis del COVID-19. Como consecuencia del estado de alarma y el confinamiento, las salas de cine han estado cerradas durante prácticamente 4 meses, desde primeros de marzo a finales de junio.
A pesar de estar abiertas desde finales de junio, las salas de cine se están enfrentado a dos importantes problemas. En estos momentos en los que el uso de mascarilla es obligatoria y la distancia social imprescindible, es más que lógica la aprensión de una parte importante de sus consumidores habituales a meterse en un espacio cerrado en el que se reúne un grupo grande de gente para ver una película, independientemente del aforo reducido establecido en las salas. Esto en si mismo es un problema muy importante.
El siguiente problema, casi mayor, es que para que un espectador vaya al cine, la cartelera debe ofrecer estrenos potentes que provoquen que queramos volver al cine. Como decía antes, para ver una película “mala” en el cine, prefiero quedarme en casa viendo una serie de HBO, el último estreno de Netflix, las películas independientes de Filmin o el cine familiar de Disney+ para los niños. De hecho, ya llevamos 5 meses haciéndolo, y casi hasta nos hemos acostumbrado a no necesitar ir al cine. Con el añadido que la opción elegida por muchas familias para pasar el verano ha sido volver a las casas de los abuelos en los pueblos, alejados de los grandes núcleos urbanos donde se sitúan las multisalas.
La ausencia de estrenos importantes en las carteleras ha hecho que en los cuatro fines de semana tras el desconfinamiento, desde el 26 de junio al 19 de julio, las salas de cine en España no consiguieron ninguno de estos cuatro fines de semana superar el millón de €uros de recaudación, lo que supone unas caídas del 90% respecto a las taquillas del mismo fin de semana del año pasado.
Varios análisis están indicando la posibilidad cada vez más real que la facturación total de las salas de cine pueda caer más de un 67% respecto a la de 2019, motivado no sólo por los casi 4 meses sin actividad, sino por un verano que se estima puede ser catastrófico por la falta de estrenos potentes y la incidencia de los nuevos rebrotes, que por ejemplo han provocado la limitación del aforo en los cines de Aragón y Cataluña a un 30%. Con estas cifras, es inevitable intuir que van a haber seguro cierres de cines en los próximos meses, si no se han producido ya, y sólo las cadenas más grandes y financieramente solventes podrán sobrevivir.
Este fin de semana ha traído un rayo de esperanza para las salas de cine con el estreno de Padre no hay más que uno 2, continuación de la exitosa comedia de Santiago Segura que fue la película más taquillera del cine español el año pasado. La película ha recaudado sólo el miércoles 29 de estreno 460.000€ y se estima que podría conseguir 2 millones de €uros en todo el fin de semana, lo que supondría que ella sola ha recaudado más del doble de la recaudación total en España del fin de semana pasado (840.000 €uros). Un dato que se sigue quedando corto respecto a los 8 millones que se recaudaron en el último fin de semana de julio de 2019, pero que indica que el público sí está dispuesto a acudir a una sala de cine si se estrenan películas con el suficiente gancho comercial.
Sin embargo, esta evidencia de que el público estamos deseando ver más cine comercial de entretenimiento, choca con las últimas decisiones de los estudios de Hollywood, que al querer rentabilizar sus estrenos a nivel mundial y están retrasando los estrenos de sus películas debido a la incertidumbre que se vive en todo el mundo. Disney ha terminado cancelando el estreno en pantalla grande de Mulán, versión en imagen real del clásico animado que a priori se estimaba que podía convertirse en uno de los estrenos más taquilleros del año, y la va a estrenar en Disney+ en modo de alquiler a primeros de septiembre, lo que ha significado un auténtico jarro de agua fría para las empresas exhibidoras. Además, Jungle Cruise, su película familiar para este verano basada en la atracción de DisneyWorld, también se ha pospuesto y se estrenará en 2021.
Pero no es sólo Disney. Top Gun 2, Un lugar tranquilo 2, Expediente Warren, Los Minions 2, Godzilla vs Kong, Ghostbusters afterlife, The Tomorrow War, Eternals, The forever purge, Fast & Furious 9, Morbius, Halloween kills o Peter Rabbit 2 son algunas de las películas que se tenían que retrasar este 2020 y han optado por retrasar su estreno hasta el año que viene.
Aún quedan grandes estrenos durante lo que queda de 2020. En octubre se estrenará Wonder Woman 1984 (cuyo estreno inicialmente era en junio), en noviembre tenemos Viuda Negra de Marvel Studios, Sin tiempo para Morir, la última película de Daniel Craig como James Bond 007, y Soul, la última película de Pixar. Y en diciembre llegarán Dune, nueva versión del clásico de la ciencia ficción de Frank Herbert dirigida por Denis Villeneuve y West Side Story, nueva versión del clásico musical dirigido por Steven Spielberg. Lamentablemente, todas estas fechas están en el aire, ya que la incidencia de la tan temida segunda ola del COVID en otoño podría provocar su modificación.
Volviendo a las salas de cine españolas, Warner ha tomado una decisión valiente al confirmar que TENET, la nueva película de Christopher Nolan, se va a estrenar en Europa el 28 de agosto. Esto rompe la norma del estreno simultáneo en todo el mundo y da un balón de oxígeno a las salas de cine en España al darles un nuevo gran estreno que seguro va a generar un gran interés para la comunidad cinéfila. El miedo que me queda es preguntarme si esto no es demasiado poco, demasiado tarde, al llegar esta película un mes después del reciente estreno de Santiago Segura, y cinco semanas antes de Wonder Woman 84. Muy poco, si tenemos en cuenta que durante un verano normal, habían estrenos “potentes” todos los fines de semana.
Los cines necesitan clientes todas las semanas, y veo poco probable que estos negocios puedan ser viables económicamente sólo con una película “importante” cada mes. Entiendo que los estudios americanos también quieren que sus películas sean taquilleras y les den beneficios, pero en estos momentos de crisis, deberían considerar la posibilidad de estrenar su películas pase lo que pase como forma de apoyar a las salas de cine, que al final son una parte fundamental del negocio. De hecho, poniéndonos en el peor escenario (que creo no va a suceder), podría darse el caso que para cuando quieran estrenar sus grandes blockbusters no hubieran suficientes salas abiertas para que generaran una buena recaudación.
En todo caso, esta reflexión sobre mi preocupación por el futuro de salas de cine en ningún caso significa que crea que el CINE vaya a desaparecer. Por supuesto se seguirán haciendo películas y si no hay cines se estrenarán en las plataformas, en modo VOD (Video on Demand) online para poder verla directamente en casa, o mediante canales de distribución completamente nuevos que a día de hoy no podemos ni soñar. El cine como medio de entretenimiento y expresión va a sobrevivir. No me cabe duda.
Lo que sí parece claro es que los cambios que ya se estaban viviendo en el sector audiovisual en los últimos años se van a ver incrementados exponencialmente debido a las consecuencias derivadas del COVID, y el futuro del sector de las salas de cine se presenta realmente incierto. Los grandes Blockbusters americanos seguirán atrayendo al público a las salas, sean las que sea que permanezcan abiertas, ofreciendo un nivel de espectáculo y entretenimiento que hará que merezca la pena ir al cine a ver estas películas.
Sin embargo, el llamado “cine medio” creo que prácticamente va a desaparecer y probablemente encontrará una nueva vida en plataformas, como indica el éxito hace unas semanas de El Hoyo de Galder Gazelu-Urritia, estrenada con gran éxito de audiencia en Netflix y cuyo estreno en salas a final de año pasado pasó sin pena ni gloria al limitarse a unas contadas salas dentro del circuito independiente. Esta distribución online en todo caso puede que sea una buena opción para unas películas cuyo público cada vez va menos a las salas comerciales, lo cual podría ser incluso bueno.
Si no queremos que las salas de cine cierren, está en nuestra mano ayudar. Si os gusta el cine, seguid consumiendo cine en las salas. Esa el la mejor (y única) opción que tenemos para intentar evitar su cierre. Soy un gran defensor de “poner mi cartera donde pongo mis opiniones”, así que yo ya voy a aportar mi granito de arena.
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Fuentes:
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