Ellas hablan de Sarah Polley fue una de las sorpresas de las nominaciones de los Oscars, al ser nominada a Mejor película y Mejor guion adaptado. Por esto no pude evitar ir a verla para compartir mis impresiones.
PUNTUACIÓN: 6/10
Un grupo de mujeres, en una colonia religiosa aislada en medio de Bolivia, luchan por reconciliarse con su fe tras una serie de agresiones sexuales cometidas por los hombres de la colonia.
Sarah Ellen Polley (1979) es una cineasta, activista política y actriz retirada canadiense. Aunque llamó la atención por primera vez como actriz infantil, yo la conocí por Las aventuras del Barón Munchausen (1988). Trabajó como actriz en películas tan variadas como Exótica (1994), El dulce más allá (1997), Ginebra (1999), Go (1999), El peso del agua (2000), No Such Thing (2001), Mi vida sin mí (2003), El amanecer de los muertos (2004), Splice (2009) y Mr. Nobody (2009).
Polley debutó como directora de largometrajes con Lejos de ella (2006), por la que ganó el Canadian Screen Award a la mejor directora y fue nominada al Oscar al mejor guión adaptado. También dirigió Take This Waltz (2011), su primer documental, Stories We Tell (2012) y escribió la miniserie Alias Grace (2017), basada en la novela homónima de Margaret Atwood de 1996. Con Women talking Polley ha conseguido su segunda nominación a Mejor Guion Adapatado, además del premio que supone que la película esté nominada a Mejor Película.
Women Talking es un drama escrito y dirigido por Sarah Polley basada en la novela homónima de 2018 de Miriam Toews, inspirada en hechos reales ocurridos entre 2005 y 2009 en la Colonia Manitoba, una remota y aislada comunidad menonita de Bolivia donde un grupo de hombres realizaron violaciones masivas utilizando anestésico para ganado para dormir a sus víctimas. Violaron a más de 100 mujeres, pero también a niñas de 5 años y ancianas. Los hijos de p&%$ fueron condenados en 2011 a 25 años de prisión por las autoridades bolivianas, además de condenar también a 8 años de prisión al veterinario que les facilitó el somnífero.
La película de 104 minutos de duración cuenta con fotografía de Luc Montpellier, montaje de Christopher Donaldson y Roslyn Kalloo, y música de Hildur Guðnadóttir.
El brillante reparto femenino está formado en los papeles principales por Rooney Mara como Ona, Claire Foy como Salomé y Jessie Buckley como Mariche y Judith Ivey como Agata. Otras actrices que participan son Sheila McCarthy como Greta, Michelle McLeod como Mejal y Kate Hallett como Autje. Frances McDormand, productora de la película, se guarda un pequeño papel en la película, mientras que Ben Whishaw es el único hombre, August, la persona que tomará nota de las decisiones que toman las mujeres al no saber ellas escribir.
La película empieza con un letrero que indica que estamos ante «un acto de imaginación femenina». Esto que no acabé de entender cuando empecé a ver la película tiene su sentido en algo que comentaré más adelante.
Más que una película, Ellas hablan parece una obra de teatro planteada a modo de tesis. Aunque las películas panfletarias en general no me suelen enganchar, en este caso las fantásticas interpretaciones de todo el reparto me han atrapado. Rooney Mara , Claire Foy, Jessie Buckley y todas en general firman una película espectacular en lo actoral que es lo que sostiene la película. Las actrices transmiten tan bien el dolor de una mujer tras ser violada y la esperanza por dar a sus hijos una vida mejor que me sentí sobrecogido en muchos momentos. Casi de principio a fin, la verdad, porque la situación que sufren estas mujeres es muy fuerte. Un drama, el de la violación, cuyos efectos son mostrados en todas sus vertientes: Ira, dolor, negación, búsqueda del olvido, etc… De forma que cada mujer más que un ser de carne y hueso parece el arquetipo de la reacción que una mujer puede sentir ante esta agresión.
La película muestra una larga conversación ante la decisión imposible que deben tomar las mujeres. Tras ser detenidos los supuestos violadores, fueron llevados ante las autoridades ante el miedo que las mujeres les mataran (¿para protegerles de ellas?). Y ante su inminente salida de prisión tras pagar la comunidad la fianza, los jefes religiosos exigen a las mujeres que perdonen a estos hombres (que no han pedido perdón para empezar) bajo amenaza de ser expulsadas de la comunidad y poner en riesgo la salvación de su alma tras excomulgarlas.
Ante esta situación, las mujeres pueden a) perdonar a los violadores y seguir con su vida asumiendo que para la comunidad son seres de segunda categoría que los hombres pueden usar a su conveniencia. b) quedarse en la comunidad y luchar por sus derechos y contra los delincuentes y los que miran hacia otro lado, por difícil que eso parezca. c) Marcharse de la comuna ante la imposibilidad de poder garantizar que estas violaciones no se volverán a producir, para buscar en otro lugar donde ser felices y poder criar a sus hijos en libertad y con más derechos. La decisión que acaban tomando en este contexto creo que es obvia.
Las fantásticas interpretaciones, la música de Hildur Guðnadóttir y una ajustada duración de 100 minutos consiguen que el visionado pasara volando a pesar que el guion es redundante y repetitivo, al quedar claros en los primeros 15 minutos de película las diferentes opciones y los sueños a los que aspiran las mujeres, dando vueltas sobre lo mismo a partir de ahí. La suerte es que el reparto está de 10, consiguiendo que empatizara totalmente con el dolor que sienten sus personajes ante unas situaciones que son muy bestias. Y una vida en esta secta religiosa que las considera seres de segunda, empezando por ejemplo porque no se las permitió ir a la escuela y no saben leer. ¡Qué fuerte, por Dios!! Suele hablarse de la «cultura de la violación», y esta película se esfuerza en mostrar todas las posibilidades en que esto sucede, contando entre otras historias la de una mujer (McDormand) que a pesar de todo se niega a unirse al resto de mujeres al tener esta cultura demasiado metida dentro de su ADN, entendiendo que su obligación es estar con su marido y obedecerle a pesar de todo.
Tengo que alabar a la directora Sarah Polley, porque a pesar de la cualidad teatral de la historia, consigue rodar estas conversaciones de forma super emocionarse. ¿Quién no va a empatizar ante una madre que sólo aspira a que no violen a su hija? (buff, es que todo es fuertísimo). Y además de emocionar, la película como digo resulta interesante porque entiendo que Polley realiza un trabajo estupendo. Ellas hablan tenía todos los números para que me hubiera aburrido soberanamente, cosa que no llegó a suceder.
Como digo, la película me ha gustado. ¿Cómo no sufrir por unas mujeres cuya única aspiración en la vida es que no violen a sus hijas y que estas puedas aprender a leer cosa que ellas no han podido? La película y su etiqueta de «inspirada en hechos reales» hizo que me cagara en los muertos de las sectas y las religiones que denigran y tienen a las mujeres como personas de segunda subyugadas por el marido que las dice lo que pueden o no pueden hacer. Cosa que pasa y va a seguir pasando en el mundo de 2023 en grandes zonas del mundo, no sólo en una pequeña comuna fundamentalista situada en Bolivia. En cierto sentido, si la película sirviera para mostrar esta realidad a mucha gente, mostrando por supuesto lo erróneo de estas sociedades, habría que darse por satisfecho.
Sin embargo, hablaba del «acto de imaginación femenina» y de mi no apetencia por los panfletos. Y antes incluso de conocer los hechos reales que inspiraron a la novela que adapta esta película, me pareció muy fuerte la tesis de la película, según la cual las mujeres tienen que crear su propia sociedad alejada de los hombre para poder vivir seguras . Una tesis repetida machaconamente durante todo el metraje, indicando que los hombres somos unos violadores o consentimos estos hechos por acción u omisión. Excepto, claro, unos pocos aliados que se callan cuando hablan las mujeres y aprenden de sus experiencias. Y que para sorpresa de nadie precisamente es un aliado porque su madre y él fueron expulsados de la comuna por luchar contra la doctrina oficial, por lo que podría ser considerado un outsider del sistema.
Los hechos reales son que los violadores fueron condenados a 25 años de prisión por estos delitos terribles. Pocos me parecen. Además, que yo sepa, diría que las mujeres de esta comuna jamás la abandonaron y siguen viviendo allí con sus maridos, padres y hermanos. Puestos a crear una obra de ficción, Polley podía haber planteado un John Wick y hacer que este grupo de mujeres masacraran a estos HdP con hachas, cuchillos y azadas. O una historia de terror Lovecraftiano en la que un dios primigenio bebiera la sangre de los culpables en copas hechas de cráneos a partir de la invocación de las víctimas, que vivirían felices a partir de ese momento en una orgía sin fin. Y pongo estos ejemplos extremos para resaltar que puestos a inventarse algo, la escritora Miriam Toews y luego Polley plantean una historia que conecta con las teorías del feminismo radical que grita a los cuatro vientos que los hombres somos todos culpables del pecado original del machismo y el patriarcado que explota y subyuga a las mujeres. Ante lo cual la única opción lógica es derribar la sociedad actual para construir otra segregada. ¿Cómo se os queda el cuerpo?
El drama de las mujeres está super bien interpretado y con eso me ganan, pero la parte del panfleto es tan evidente que me deja perplejo y hasta preocupado. Y obviamente la situación de las mujeres en estas sectas religiosas (y en algunas religiosas mayoritarias, las cosas como son) es terrible y me parece bien que se denuncie a estas sociedades que parece se han quedado ancladas en el siglo XVIII. Pero dentro de esto, tengo claro que las metáforas que se desprenden de esta película no están pensadas únicamente para los menonitas, sino con la intención de que se trasladen a la sociedad occidental, generando una especie de enmienda a la totalidad. Por eso la línea de «acto de imaginación femenina» inicial, porque a partir de unos hechos reales, éstos se utilizan para transmitir un discurso político identitario muy muy concreto. Y muy radical. Y que sin embargo parece que es aceptado como si tal cosa por cada vez más personas que sufrimos el bombardeo de ideas radicales que van camino de convertirse en mainstream.
Y entiendo que tendría que estar hablando únicamente de la película y sus méritos, que los tiene. Pero es que su intención pontificadora es tan obvio que me parece una pasada.
En relación a los Oscars, me parece imposible que pueda ganar el premio a Mejor película, que esté en alguna quiniela en realidad, siendo la propia nominación premio en si mismo. Sin embargo, dada la corrección política extrema de la Academia de Cine, creo que tiene muchas posibilidades de ganar en la categoría de Guion Adaptado. En dos semanas saldremos de dudas.
Comparto el trailer de la película:
Ellas hablas es un potente alegato político y una película emocionante gracias a unas actrices impresionantes. Tú decides con qué te quedas.
PUNTUACIÓN: 6/10
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