Llevo varios años no conectando con los comics de Tom King. Sin embargo, gracias a que nuestro amigo Félix nos dejó su tomo de Gotham City: Año Uno junto al artista Phil Hester, publicado por ECC Ediciones, me animé a leer este ejercicio de estilo de noir de la vieja escuela.
PUNTUACIÓN: 5.5/10
Por increíble que resulte, hace escasas décadas Gotham era un bastión de esperanza entre las grandes ciudades de los Estados Unidos. El bienestar y la prosperidad parecían su único horizonte. ¿Qué ocurrió para que se convirtiera en la devastada urbe que dio origen al Caballero Oscuro? Dos generaciones antes de la de Bruce Wayne, el detective Slam Bradley acepta el encargo de investigar la desaparición de la pequeña heredera de su familia tras “el secuestro del siglo”. El desenlace de sus pesquisas llegará a oídos del Hombre Murciélago en el presente, cuando un envejecido Slam le cuente los detalles, aunque no dejará de ser tan atroz como revelador…
Tom King y Phil Hester colaboran por primera vez en este crudo relato de seis episodios con aspectos jamás narrados sobre el deterioro de la ciudad de Batman. Gotham City: Año uno es una desgarradora y épica historia de serie negra destinada a dejar una profunda huella en sus protagonistas y en sus lectores por igual.
Tom King es un autor best-seller del New York Times y ganador de varios premios Eisner por Batman, Superman, Mister Miracle, Vision, El sheriff de Babilonia, Omega Men, Strange Adventures y muchos otros. Antes de convertirse en escritor, King sirvió en la CIA como oficial de operaciones en el Centro Antiterrorista. Vive en Washington DC con su mujer y sus tres hijos. En la actualidad King es uno de los principales escritores trabajando para DC Comics.
Phil Hester (Iowa, 1966) es un dibujante y guionista de cómics estadounidense con más de 25 años en el mundo profesional. Entre sus trabajos como dibujante figuran Green Arrow, La Cosa del Pantano, Brave New World, Flinch, Ultimate Marvel Team-Up, Clerks: La escena perdida, El cuervo: Waking Nightmares, The Wretch (nominada al premio Eisner 1997 a la mejor serie nueva), Aliens: Purge y The Irredeemable Ant-Man.
Gotham City: Año Uno está ambientada en 1961 y es una historia protagonizada por Slam Bradley, el mítico detective que apareció en el Detective Comics #1 (1937), muchos meses antes que Bat-Man hiciera su aparición. En este momento temporal los Wayne que dominan Gotham son (a priori) los abuelos de Bruce: Richard Wayne y su mujer Constance. El caso por el que Slab se verá arrastrado por el agujero de conejo por el secuestro de Helen Wayne, en ese momento la única hija de la pareja. Lo que Slam descubrirá romperá todo lo que se conocía de Gotham City hasta ese momento, y significarán unas revelaciones impactantes que revolucionará todo lo que Bruce Wayne conocía de sus parientes.
El guion de King parece un ejercicio de estilo con el que busca descubrir si puede escribir una historia noir de vieja escuela, incorporando todos los tópicos imaginables. El detective ex-policía con fuertes valores morales, aunque haya cometido muchos errores en su pasado, que nos cuenta la historia a través de la voz en off. Un Slam Bradley que viene con sorpresa de King en lo relativo a su árbol genealógico. Una historia de secuestro que será el desencadenante que saque a la luz la podredumbre de la sociedad oculta bajo el mundo luminoso de los años 60. Una femme fatale que jugará con Slam y parece que siempre está un paso por delante de él. En realidad, son dos las mujeres fuertes con una importancia en la historia, de formas sorprendentes. También tener a una policía sin escrúpulos que tortura primero y luego investiga qué ha pasado entra dentro de estos elementos esperables del género.
El guion de King plantea una buena historia plagada de giros y sorpresas a lo largo de los seis números que componen esta miniserie. Su lectura plantea una buena progresión dramática y de tensión a medida que avanza la serie, y los cliffhangers de cada uno de los números me parece que funcionan y son estupendos. Dentro de estar en un comic ambientado en el mundo de Batman en el que Bruce Wayne no juega ningún papel, DC Comics vendió el comic como una historia que iba a provocar importantes revelaciones para esta franquicia. Y en realidad, tengo que comentar que unas de las revelaciones del comic, el motivo que provocó el nombre Crime Alley me ha parecido un poco «chorra».
El apartado artístico es para mi lo más destacado de este comic. Phil Hester colabora con el entintador Eric Gapstur y con la colorista Jordie Bellaire para conseguir un comic que es puro noir. El color de Jordie Bellaire plantea el tono noir perfecto, luminoso en algunos momentos y tétrico cuando tiene que serlo. Tener una ambientación de los años 60 plantea una situación atemporal en la que el dibujo resulta imprescindible para resultar creíble, cosa que Hester aprovecha para realizar uno de sus trabajos más completos y satisfactorios.
El dibujo de Hester me parece casi perfecto, con una buena narrativa y una mejor expresividad de los personajes, si bien una vez has leído muchos comics del artista te das cuenta que las caras por ejemplo de Slam Bradley o Richard Wayne son siempre las mismas. Y lo mismo para los personajes femeninos. Esto que es así en realidad no es un problema, al tener este comic entidad propia y transmitir Hester una personalidad super interesante.
Dentro que la mayoría del tiempo creo que Gotham City: Year One es una buena lectura muy asentada en los clichés del género noir, hubo varios elementos de este comic que a medida que avanzaba la historia no me han dejado disfrutar de esta historia. Estos aspectos son SPOILER y los voy a comentar tras esta imagen, para que en caso de no haber leído este comic dejes de leer ahora mismo.
¡Estás advertido!!
Uno de los convencionalismos del noir es que aparte de los criminales, los malvados y en muchos casos los degenerados siempre son los poderosos. Los políticos por supuesto, con policías corruptos a su servicio. A este triángulo le falta la figura del empresario sin escrúpulos, que es el factor que compra voluntades y cree que la ley no se le aplica a él. Que Richard Wayne sea el malo de la historia no supone a priori un elemento extraño dentro del género.
Y en realidad, esto no sería un problema si no fuera por todo lo demás que Tom King añade a la historia y que busca destruir los cimientos conocidos de la ciudad de Gotham. Pensando sobre todo que las teorías woke americanas plantean que el hombre blanco es la fuente de todos los males de la sociedad americana. No es un problema puntual de una persona, sino que hablamos de algo sistémico que permea y corrompe toda la sociedad.
Resulta terrible asistir al secuestro de un bebé por su propio padre para conseguir el dinero que se ha fundido en mujeres, juego y alcohol, dilapidando la fortuna Wayne. Un secuestro que acaba con la muerte accidental del bebé. Pero en realidad King plantea que los dos Waynes son corruptos, por supuesto con distintos niveles de degradación moral. Richard Wayne es una escoria a todos los niveles, pero tras sufrir la pérdida de su hija, Constance se concentra en otro tipo de corrupción, el que busca acumular riqueza a costa de lo que sea. Algo que significa provocar la degradación social, económica y medioambiental de Gotham que se convierte en el caldo de cultivo para las amenazas a las que tiene que enfrentarse su nieto Bruce en el presente. Esto se muestra con la planta de productos químicos ACE, la fabrica abandonada donde Joker cayó en la cuba de productos químicos que le convirtió en el maestro del crimen, y que King muestra que era propiedad de los Wayne y les dio su principal fuente de ingresos, antes de abandonarla para no responsabilizarse del daño medioambiental que provocó a la ciudad. Mostrar que el desastre actual de Gotham es culpa de los Wayne del pasado, de ricos hombres y mujeres blancas, en realidad no es algo rompedor, sino lo más mainstream imaginable pensando en las teorías sociales woke a las que antes aludía. Y me cansa leer comics o ver película en las que este elemento está tan telegrafiado. O que resulta tan maniqueo.
En poco tiempo dentro del entretenimiento mainstream hemos asistido a la detención de Bruce Wayne por defraudar impuestos en la serie de animación de Harley Quinn en HBO Max. En Joker, Todd Phillips también situaba a Thomas Wayne como una mala persona, y en la franquicia de comics de Caballero Blanco de Sean Murphy Bruce Wayne también acababa entre rejas, aunque en este caso 10 años más tarde inicia un camino hacia la redención. Ver como Constance Wayne mata a su marido Richard por venganza por haber provocado la muerte de su hija y salir indemne, para a continuación destruir Gotham con su codicia, es una china más en esta tendencia de convertir a los ricos blancos en los villanos de cualquier historia.
Por cierto, aparte de las sorpresas finales, que una mujer ninguneada y engañada por su marido se vengue asesinándole entra dentro de las historias de venganza de ámbito feminista que también se han vuelto super mainstream en los últimos años. Con el añadido que se sale con la suya sin pagar por el crimen, planteando King que de alguna manera esa piltrafa humana que es Richard Wayne merecía morir. Las caracterizaciones de Richard como un desgraciado mentiroso, inmoral y sin coraje, con todo un rango de cualidades todas negativas, mientras que Constance es una mujer bella, inteligente y resolutiva, todas cualidades positivas, aunque sus actos no lo sean, entre también en el elemento maniqueo y panfletario que impregna la historia. Un maniqueismo con el que no comulgo que es lo que ha hecho que no disfrutara con la resolución de este comic.
Y acabo de caer que King hace que Slam Bradley se convierta en un mestizo hijo de un hombre blanco que le abandonó al nacer (cualidad negativa) que fue criado por su madre asiática (buena) que le crio con amor a pesar de los problemas raciales que esto suponía. Un Slam que tuvo que ocultar su origen para poder optar a un trabajo en la policía. Y en este caso estoy seguro que esto es algo real que pasaba sistemáticamente en los Estados Unidos de la época, pero utilizado en este comic de esta manera no hace otra cosa que sumar otro elemento identitario más en la historia de King.
Gotham City: Año Uno podía haber sido un gran comic, pero King no puede evitar convertirlo en un catálogo de wokismo in-your-face que me ha fastidiado leer. Esta visto que Tom King no es para mi. Y a pesar de intentarlo una y otra vez, la experiencia no acaba siendo nunca lo buena que me hubiera gustado. Definitivamente, que a King le disfrute quien pueda, yo no soy uno de ellos.
Comparto las primeras páginas del comic:
Gotham City: Año Uno es un noir de vieja escuela bien realizado y con un dibujo estelar. Lo malo es que el elemento woke desmitificador de la familia Wayne me impidió disfrutar del comic como me hubiera gustado.
PUNTUACIÓN: 5.5/10
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