Hablemos de Joker. Han pasado dos meses desde su estreno y la película dirigida por Todd Phillips se ha convertido en un fenómeno social y mediático. Pero, ¿qué se esconde detrás de su brillantez formal y la estelar interpretación de Joaquin Phoenix? Voy a intentar desgranar mis impresiones sobre la película, así como la respuesta a la vieja pregunta: ¿qué hace que una película sea “buena”?
PUNTUACIÓN: 4/10
“Arthur Fleck (Phoenix) es un hombre ignorado por la sociedad, cuya motivación en la vida es hacer reír. Pero una serie de trágicos acontecimientos le llevarán a ver el mundo de otra forma. Película basada en el popular personaje de DC Comics Joker, conocido como archivillano de Batman, pero que en este film tomará un cariz más realista y oscuro.” (FILMAFFINITY)
Joker llegó a la cartelera tras su arrollador éxito en el festival de Venecia, donde ganó el León de Oro a mejor película. La propuesta de Todd Phillips (Resacón en Las Vegas) de contar el origen del clásico villano de Batman en un contexto “realista” cuenta con una estelar actuación de Joaquin Phoenix que le coloca con muchas posibilidades de ganar el Oscar de este año. Una película pensada para los espectadores que no son fans del cine de superhéroes que ha arrasado en la taquilla de todo el mundo.
Empezando por los aspectos positivos de Joker, tengo que aplaudir la creación de Joaquin Phoenix. Phoenix en pantalla se convierte en un portento y nos regala a un protagonista único con un trabajo corporal lleno de expresiones y movimientos nunca antes vistos en una pantalla. Arthur Fleck es un rechazado de la sociedad que es golpeado por gamberros en la calle, pero también por unos servicios públicos que dejan de atenderle en el momento que más lo necesita. Su Arthur es un enfermo mental que sufre, entre otros síntomas, ataques de risa incontrolables casi a modo de ataques epilépticos (unos síntomas reales encontrados en algunos enfermos mentales), creando momentos muy incómodos para el espectador. Con una extrema delgadez, tiene momentos de belleza hipnótica cuando casi desnudo baila y se expresa delante de la cámara, y sufre una increíble e imposible transformación delante de la cámara, pasando de víctima a asesino en serie de forma sorprendente.
Phoenix realiza una alucinante e increíble actuación que probablemente le abra las puertas del Oscar, aunque luego analizaré por qué me ha recordado a los fuegos artificiales, creando una explosión de carisma y brillantez actoral que se desinfla por el vacío de lo que nos cuenta. En todo caso, debo reconocer que a pesar de las objeciones que luego expondré, Joker es una película muy entretenida que pasa en un suspiro, sus dos horas jamás se hacen largas.
Técnicamente, Joker es también impecable. Me ha alucinado la música de Hildur Guðnadóttir, colaboradora del tristemente fallecido Jóhann Jóhannson (Sicario, Mother!, The Theory of Everything). 2019 es el año de su consagración al haber realizado las bandas sonoras de Joker y Chernobyl en HBO. Joker cuenta con una potente, perturbadora y emotiva partitura adornada con una brillante selección de canciones pop de los setenta súper icónicas que te atrapan de principio a fin.
Visualmente, la fotografía de Lawrence Sher es espectacular, ofreciendo una estilizada puesta en escena creando espacios con una gama cromática brillante que aportan una personalidad única a la película. Cada fotograma cuenta con una estudiadísima composición y, por qué no decirlo, una gran belleza, creando imágenes que son verdaderas obras de arte. Junto a Sher, Joker cuenta con un estupendo vestuario de Mark Bridges y un elegante montaje de Jeff Groth.
Destaco también sin duda el sobresaliente diseño de producción creado por Mark Friedman que nos traslada a una ciudad sin nombre que podría ser New York en un momento indeterminado de los años setenta. Esta elección de Todd Phillips no es casualidad, al ser los años 70 un momento clave en los Estados Unidos marcado por las luchas sociales, la crisis económica y el inicio del desmantelamiento del sistema de bienestar americano promovido tras la Segunda Guerra Mundial, además de ser una década marcada por el nuevo cine social de autores como Peter Bogdanovich, Sidney Lumet, Michael Cimino o Martin Scorsese, cuyas obras maestras Taxi Driver o El Rey de la Comedia han servido de clara inspiración para esta película. La ciudad se muestra como sucia y decadente, con una delincuencia y prostitución visibles en las calles, creando un espacio tóxico para que la gente decente pueda vivir una buena vida.
Todos estos elementos “técnicos” eran necesario para contar la historia que Phillips quería, y como comentaba al comienzo, si tengo que valorarlos el notable alto casi se me quedaría corto.
Hasta ahora me está quedando una crítica muy positiva de Joker, que bien, ¿no? Si dejara de escribir ahora mismo uno pensaría que me ha parecido un peliculón en consonancia con el 99% de los mortales que se han dejado embelesar por el indudable atractivo estético e interpretativo de la película. Lástima que ahora tenga que entrar en la parte chunga, que es LA HISTORIA, qué nos cuenta realmente y el mensaje que busca transmitir.
Aunque supongo que a estas alturas no queda nadie que no haya visto Joker, aviso que a partir de ahora entro en territorio FULL-SPOILERS. Estáis avisados. Además, lo que viene a continuación es una crítica a la película y los temas que expone. No es mi intención en ningún caso decir que los que opinen diferente a mi están equivocados, ni tengo ningún problema sabiendo que ha gustado a muchísima gente. Para gustos colores, y este es el mío:
JOKER es una de las películas más tramposas y deshonestas que he visto en muchísimo tiempo. Todd Phillips plantea una orgía de porno emocional que muestra de la forma más burda un catálogo de lugares comunes del anticapitalismo que justifican el uso de la violencia como instrumento de lucha social y única salida para los desfavorecidos de la sociedad frente a los ricos que les explotan.
Todd Phillips y Scott Silver escribieron el guión de Joker. Públicamente Phillips indicó que planteaba esta historia desde un punto de vista “realista” y adulto, ya que las historias del personaje creado por Bill Finger, Bob Kane y Jerry Robinson para DC Comics publicadas durante estos 80 años de historia no se lo parecían. Para Philips el origen del Joker no tiene sentido, y no se cree que alguien tras caer en una cuba de productos químicos vea transformada su piel y su psique.
Aquí viene la primera trampa, y es este supuesto empeño por un realismo que es una mera fachada superficial que no aguanta el menor análisis serio. Si vamos a ser REALISTAS, los enfermos mentales no se convierten en asesinos en serie de la noche a la mañana. Eso no pasa. Como tampoco es realista que un asesino en serie se dedique a castigar a los “culpables” de haberle tratado mal. Eso es falso e irreal. Precisamente los asesinos en serie suelen cebarse en las víctimas inocentes indefensas, por lo que el viaje de Joker como protagonista en esta película es tan falso y absurdo como lo es no morir tras caer en una cubeta de productos químicos.
Siguiendo con los elementos realistas, en uno de los giros más estúpidos que se recuerdan en una película “seria”, Arthur Fleck descubre que él NO es hijo de Thomas Wayne como afirmaba su madre, sino que esta le adoptó siendo niño y le maltrató física y psicológicamente durante meses hasta que fue detenida y llevada a una institución mental. Incluso llega a sugerirse que sus problemas mentales fueron provocados por este trauma. Un giro realmente estúpido porque un niño maltratado por una madre adoptiva no sería jamás entregado de nuevo a su maltratadora. Para querer ofrecer una historia “realista”, Phillips se regodea con las ideas más tontas y absurdas que se le pasaron por la cabeza.
Pero más allá de estas trampas de guión, Todd Phillips realiza un obsceno ejercicio de pornografía emocional destinado a que empaticemos con Arthur Fleck al convertirle en una víctima de un sistema capitalista que no cuida los servicios públicos como la recogida de basuras y que recorta los servicios sociales. Phillips muestra repetidamente a Arthur casi desnudo en calzoncillos para mostrarle en su forma más indefensa y descarnada, jugando a un burdo ejercicio de primero de interpretación para que sintamos pena por él. Y el caso es que consigue transmitir todo su patetismo y todo su dolor al no encontrar su lugar en el mundo, pero la herramienta utilizada es burda a más no poder.
Esta idea me lleva a recordar que un tema recurrente en la lucha de Batman contra el Joker ha sido que el Joker cree que Batman es su opuesto y que si tuviera un mal día cualquiera podría enloquecer igual que él. En La Broma Asesina y también de The Dark Knight de Cristopher Nolan el mensaje estaba claro: Joker enloqueció por un mal día, pero mucha gente sale adelante siendo decente aunque la vida les golpee. La gente “normal” no se convierte en Joker, JOKER SE EQUIVOCA Y ES EL VILLANO. Sin embargo, para Todd Phillips, Joker es una víctima del sistema. ¡Buff! ¡Qué horror!…
Este es el problema de muchas obras gafapastas con una supuesta pretensión de ser considerada “alta cultura”. Un creador puede dotar a su obra del tono, los giros y todas locuras y tonterías que quiera, pero si el director afirma que busca ser más importante, culta y relevante que otras obras similares de entretenimiento, luego no puede ofrecer un producto ensamblado a partir de estupideces y estereotipos exagerados sin el más mínimo matiz y construido con brocha gorda. Porque entonces está fracasando en el propio standard de calidad que él mismo se había autoimpuesto.
Más allá del imposible arco de Joker, la película tiene un mensaje recurrente muy claro durante todo el metraje, situando al capitalismo y a los ricos como los villanos de esta historia. Capitalismo como SISTEMA que merece ser derribado y ricos que se merecen lo que les pase. Este mensaje de lucha de clases sociales no se cuenta de forma elegante e inteligente como en Parásitos de Bong Joon-ho, sino que se lanza como bofetones a la cara del espectador. Para colmo, durante el clímax Arthur verbaliza esta locura argumental de Phillips: «¿Qué obtienes cuando cruzas a un solitario mentalmente enfermo con una sociedad que lo abandona y lo trata como basura? ¡Obtienes lo que te mereces!”.
Este mensaje inverosímil oculta otra gran mentira, y es que presenta como un grave problema social algo que NO ha pasado nunca. El sistema no abandona a un enfermo hasta el punto de convertirlo en un peligroso asesino en serie. Es un planteamiento tan absurdo que abochorna tener que explicarlo.
Tan empeñado está Todd Phillips en mostrarnos al CAPITALISMO y la SOCIEDAD como los grandes villanos de este mundo sin empatía que crea situaciones extremas ridículas, como que tras ser apalizado Arthur por unos chavales y estar lleno de moratones, su jefe ponga en duda que le han atracado y exija que devuelva el cartel de madera con el que ha sido agredido, descontándoselo del sueldo. O que el asesinato aleatorio de 3 personas en el metro espontáneamente provoque la aparición de un movimiento de “Muerte al rico”. Absurdo no llega a calificar lo tonto que es todo.
Thomas Wayne para Phillips simboliza todo lo malo del capitalismo, adoptando todos los tópicos y estereotipos con los que la una parte de la izquierda califica a las mayores fortunas del mundo, ese malvado 1% de la población que posee la gran mayoría de la riqueza del mundo y solo busca explotar al pueblo llano. Así, siempre que aparece en pantalla transmite que la gente somos estúpidos y no sabemos hacer nada bien, necesitando la guía de los ricos privilegiados que saben mejor que nosotros como solucionar nuestros problemas, porque ellos son listos y nosotros estúpidos.
En un momento en el que movimientos como el “Occupy Wall St” o el 15M en España están realizando una enmienda a la totalidad de la sociedad occidental, Todd Phillips se alinea con estos movimientos antisistemas hasta el punto de alentar y justificar su lucha. Aunque igual no se trata de sustituir el actual sistema sino de verlo arder, recordando la frase de Alfred en The Dark Knight.
Phillips da munición a todos aquellos “tiradores solitarios” que se consideren agraviados por la sociedad, sea verdad o una invención de una mente alucinada. Si Joker puede levantarse contra los que le tratan como basura, ¿por qué no lo van a hacer ellos? Aunque estamos ante una película, este mensaje pueril puede ser malinterpretado, sobre todo en unos Estados Unidos que sufren todas las semanas tiroteos realizados por locos que se creen fuera del sistema.
Todo esto me lleva al calificativo de “tramposo” que utilicé antes. Porque Phillips lanza la piedra convirtiendo a Joker en un ídolo de los antisistema y expresando el mensaje que están deseando oír estos desequilibrados, para luego no se atreve a llevar hasta el final este mensaje haciendo que la revuelta social surja casualmente a partir de las acciones de Joker sin que él tenga realmente nada que ver. Lanza la piedra y esconde la mano.
Si realmente hubiera querido crear un verdadero criminal, Phillips hubiera mostrado a Arthur matando a algún inocente y no solo a culpables que previamente se habían portado más con él. Oportunidad tiene para ello, cuando tras matar a su compañero de trabajo puede matar al enano, pero le deja ir porque “es el único que siempre se portó bien con él”. Es decir, no se atreve a llevar su maldad hasta el final porque eso robaría la posibilidad de ser el icono antisistema que quiere que sea. Frente al mal personificado de los comics o el cine que realiza actos terribles de forma aleatoria sin importar quien es la víctima, Phillips le convierte en algo diferente, una víctima que reacciona contra la injusticia de forma violenta, algo que desde luego no mejora lo ya existente y que confirma que “diferente” no hace que una obra sea “mejor”.
Y, por si fuera poco, me acabo de enterar que hay una teoría sobre el ambiguo final de la película que presenta la posibilidad de que todo lo visto no fuera más que un delirio de Arthur mientras está ingresado en el manicomio. Teoría no desmentida por Phillips y que, si fuera cierta, y hay elementos a lo largo de la película que indican que podría ser, significaría la tomadura de pelo más grande que jamás sufrí viendo una película.
Phillips ha creado una de las obras más tramposas y deshonestas que recuerdo que finge ser adulta igual que lo intentó Batman v Superman de Zack Snyder. Su brillantez formal y la gran interpretación de Phoenix pueden engañar al espectador gracias a una puesta en escena apabullante, pero trata de forma tan tonta y superficial temas complejos que provoca bochorno. He hecho, encuentro temas adultos mucho mejor planteados y resueltos en películas para todos los públicos como Toy Story 4 o en el comic de La Broma Asesina de Alan Moore y Dave Gibbons, obra de la que Phillips coge elementos pero tergiversa el mensaje. Phillips se aprovecha hipócritamente del Joker como icono cultural que es mientras desprecia el medio que le creó.
Al principio me preguntaba, ¿qué hace que una película sea “buena”? La respuesta corta obviamente es muy sencilla: Una buena película es la que me gusta a mí, y cada espectador tiene un gusto diferente totalmente respetable. Pero yendo más lejos, ¿puede un gran guion con una interpretación malísima ser una buena película? Y al revés, ¿puede una gran interpretación y un excelente apartado técnico disimular un mal guion? El cine es la unión de múltiples elementos, algunos técnicos más o menos objetivos y otros subjetivos como el carisma y la empatía, y los espectadores reaccionamos de forma diferente a cada uno de estos estímulos.
Por tanto: SI, una buena película puede tener un guion horrible, y también podemos disfrutar de una buena película que tenga unas interpretaciones nefastas. Pero en mi opinión, una película que toma por estúpido al espectador nunca puede ser calificada de “buena”, y creo que Joker de Todd Phillips es un gran ejemplo de esto.
Comparto el trailer de la película:
Joker es una enorme decepción que fracasa en alcanzar el standard de calidad que el propio director Todd Phillips planteó a la hora de vender la película. Una de las película más tramposas que recuerdo con un mensaje maniqueo y pueril.
PUNTUACIÓN: 4/10
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