Gracias a Netflix he empezado a ver el experimento de La calle del Terror, serie de tres películas basadas en las novelas de terror juveniles de R.L. Stine, ambientadas cada película en un momento temporal diferente. 1994, la primera película dirigida por Leigh Janiak me ha parecido un entretenimiento más que digno que celebra las múltiples referencias que homenajea.
PUNTUACIÓN: 7/10
Tras una serie de brutales asesinatos, una adolescente y sus amigos deciden plantarle cara al poder maligno que asola Shadyside, su famosa ciudad, desde hace siglos.
Trilogía de películas basadas en los libros de R.L. Stine, estrenadas consecutivamente en Netflix y cada una ambientada en diferentes épocas.
La calle del Terror Parte 1: 1994 es una película de terror adolescente estadounidense dirigida por Leigh Janiak, con un guión coescrito por Phil Graziadei y Janiak, a partir de una historia original de Kyle Killen, Graziadei y Janiak, basado en la serie de libros del mismo nombre de R. L. Stine. Janiak es una directora principalmente adscrita al terror televisivo. Tras Honeymon (2014), su opera prima, trabajó en series de televisión como Scream u Outcast.
Esta primera parte ambientada en 1994 cuenta con fotografía de Caleb Heymann, montaje de Rachel Goodlett Katz y música de Marco Beltrami y Anna Drubich y una banda sonora alucinante de canciones de la época, entre los que encontramos a Nine Inch Nails, Garbage, Iron Maiden, Bush, Portishead, Cypress Hill, Radiohead o White Zombie, que sinceramente me alegraron el día y me hicieron sentir 25 años más joven.
La película está protagonizada por Kiana Madeira como Deena, Benjamin Flores Jr. como su hermano Josh, Olivia Scott Welch como Samantha, la mejor amiga y pareja lesbiana de Deena en una época en la que era una rareza, Julia Rehwald como Kate y Fred Hechinger como Simon, formando ellos cinco el grupo de chavales que se enfrentará a las fuerzas del mal.
Dado que no he leído las clásicas novelas de terror adolescente de R.L. Stine, no se que vino primero, si el huevo o la gallina. Lo digo porque La Calle del Terror es un catálogo de referencias de multitud de clásicos del cine de terror siendo el primero y más obvio Scream, pero con detalles que van desde La noche de Halloween, el cine de zombies y de maldiciones satánicas, aparte por supuesto de todo el cine basado en novelas de Stephen King. Pero dado que Stine empezó a publicar su serie de novelas en 1989, igual resulta que una gran parte del género de terror ha bebido de él y el homenaje fue en dirección contraria para empezar.
Independientemente de este detalle que al final carece de importancia, lo cierto es que me ha gustado la primera parte de La Calle del Terror. De hecho, al verla con mi hijo de 13 años puedo confirmar que la película es un gran éxito para el target de edad al que se dirige, los jóvenes adolescentes, pero también entre sus padres. En primer lugar, me parece que a pesar de los numerosísimos homenajes (que yo pillo pero mi hijo no), la película me funciona gracias a unos protagonistas con los que curiosamente me hacen empatizar, involucrados en un mundo en el que se encuentra concentrado todo el terror que a uno se le pueda ocurrir, con maldiciones, brujas, zombies o serial killers indestructibles. Hay referentes evidentes, pero creo que los autores los han utilizado desde el respeto máximo y creo que eso se nota durante el visionado.
Como toda buena película adolescente de los 80 y 90, Deena la protagonista es una inadaptada que se sale de la norma y tienen que luchar por ser como ella quiere. Que en este caso es una chica adolescente que sufre porque su amor de toda la vida, su mejor amiga Sam, se ha mudado al pueblo vecino de Sunnydale y siente que la ha perdido para siempre. Los amigos encajan en parte en los estereotipos esperables, con un hermano pequeño friki estudioso de la historia sangrienta del pueblo, o la amiga camella con poca cabeza pero gran corazón.
Y a pesar que toda la película suena a pastiche de cosas ya vistas anteriormente, Stranger Things también viene a la cabeza inmediatamente, lo cierto es que me ha funcionado y me lo he pasado de maravilla viéndola. No es cosa de mi hijo, aunque me gustó verla con él, sino que realmente me ha gustado a mi. Por un lado, a pesar de lo arquetípico de los personajes, con el ligero cambio de la relación de amor lésbico adolescente, lo cierto es que todos me caen simpáticos y creo que es mérito de los chavales actores por un lado, pero también del guión y la puesta en escena que nos da elementos con los que empatizar, a pesar de que sabes que no todos saldrán con vida a esta noche mortal.
El segundo detalle chulísimo es la banda sonora, que me ha flipado de forma increíble, repleta de temazos a cual mejor. Sólo con estas canciones ya me tenían medio ganado. Además, debo reconocer que la película está bien rodada, con unos sustos telegrafiados pero efectivos y una historia que es casi más aventura adolescente que terror, entiendo que debido a la fuente original de las novelas de Stine, aunque con un par de toques gores que estuvieron muy bien.
Es cierto que La Calle del Terror: 1994 no me ha cambiado la vida y puedo sin duda pensar 10 películas mejores de terror que esta. Pero ha cumplido con el objetivo fundamental de entretenimiento, y me deja con ganas de ver las dos siguientes películas que cierren la historia, ambientadas en 1978 y 1966, en las próximas dos semanas. Ojalá acierten con esta historia y se abra la posibilidad de este tipo de narrativa serializada que ofrece unas posibilidades más que interesantes.
Comparto el trailer de la película:
La Calle del Terror Parte 1: 1994 es un entretenimiento más que digno que nos deja con ganas de que llegue el viernes para ver la segunda parte. ¡A ver con qué nos sorprenden!
PUNTUACIÓN: 7/10
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