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Crítica de Batman & The Joker: The deadly duo de Marc Silvestri (DC Comics)

Ha terminado de publicarse en USA Batman & The Joker: The Deadly Duo, el comic creado por Marc Silvestri dentro del sello Black Label de DC Comics. Es buen momento para analizar sus pros y sus contras.

PUNTUACIÓN: 7.5/10

El Joker hará lo que sea para recuperar a Harley Quinn después de que ésta sea secuestrada por un extraño culpable. ¿Pero quién? Misteriosos monstruos parecidos al Joker acechan las calles de Gotham recogiendo cabezas cortadas. ¿Pero por qué? Jim Gordon ha desaparecido y, tras recibir un paquete con un trozo ensangrentado del comisario de Gotham, Batman sabe que debe estar dispuesto a todo para salvarlo. ¿Pero cómo? Cuando el Joker propone una incómoda alianza con Batman, las respuestas a esas preguntas empiezan a aclararse y sacudirán Gotham City y a la Bat-Familia hasta sus cimientos. Esta historia meticulosamente elaborada del equipo más letal del Caballero Oscuro lleva años gestándose. Sé testigo de una Gotham sombría y descarnada que sólo Marc Silvestri podía ofrecerte, y vive una historia que te dejará sin aliento.

Marc Silvestri (Florida, 1958) es un dibujante, creador y editor de cómics estadounidense, director general de Top Cow Productions e Image Comics. Silvestri comenzó su carrera dibujando para DC Comics y First Comics. Se incorporó a Marvel Comics a mediados de la década de 1980 (ya había trabajado como dibujante invitado para Marvel en 1982, en el número 119 de Master of Kung Fu) y se convirtió en el dibujante de Uncanny X-Men de 1987 a 1990. Posteriormente pasó dos años dibujando el título derivado Lobezno. En 1992, Silvestri se convirtió en uno de los siete artistas originales -junto con Jim Lee, Whilce Portacio, Rob Liefeld, Erik Larsen, Todd McFarlane y Jim Valentino- que formaron Image Comics. La primera colección de Silvestri en Image fue Cyberforce, formando más adelante el sello Top Cow donde se han publicado comics super populares en su momento como The Darkness y Witchblade, así como los comics de creación propia de J. Michael Straczynski Rising Stars y Midnight Nation. Además, Top Cow se hizo con la licencia de Lara Croft, Tomb Raider.

Aunque algunos de los primeros trabajos de Silvestri en el mundo del cómic fueron para DC Comics, en números de House of Mystery, Weird War Tales, etc., a principios de los años ochenta, realmente no ha trabajado prácticamente nada para DC. Una participación en una historia corta de un Batman: Black & White en 1996 era la única colaboración previa de Silvestri con la Batfamilia.

Para esta serie de Batman de siete números editada dentro del sello Black Label de DC Comics Silvestri estuvo trabajando más de dos años. Obviamente no todo el rato, dado que mantiene su trabajo como CEO de Top Cow, pero sí se nota que lo ha dado todo para que esta primera historia suya de Barman con el Joker resultara memorable. Sobre la motivación detrás de esta historia, Silvestri comentó en la nota de prensa promocional que «Batman y el Joker son dos de los personajes más icónicos del mundo y llevan más de 80 años enfrentados. Siempre pensé que sería muy divertido tenerlos en el mismo bando, así que escribí una historia sobre ello. No hace falta decir que pasan cosas».

Leyendo Batman & The Joker: The Deadly Duo, me quedé con la sensación que estamos ante el típico tebeo que sólo su arte justifica más que de sobra la compra y el disfrute. Silvestri cuenta en este comic con la colaboración de Arif Prianto en el color, pero sus tintas son tan detalladas y potentes que el comic se hubiera disfrutado igual o más si se hubiera editado en una edición en blanco y negro.

Creo que se nota que Silvestri lo ha dado todo. Por si acaso este es su único trabajo con Batman, quería que quedara un comic del que sentirse orgulloso y que destacara dentro de la saturada parrilla editorial del Hombre Murciélago, que publica todos los meses un montón de comics protagonizados por él o su Batfamilia. Tras leer la serie en su totalidad, creo que DC tiene un bestseller que dentro de 10 años se seguirá vendiendo como churros.

En este sentido, la flexibilidad que da el sello Black Label como contenedor de historias fuera de continuidad resulta la herramienta perfecta para enganchar a autores de primer nivel que no quieren estar limitado por la continuidad de las grapas normales. Al final, tener a una mega estrella del dibujo dibujando a un personaje mega popular es garantía de éxito económico para DC, es normal que los comic Black Label no dejen de aumentar, sintiéndose a veces casi más importantes que los comics normales. Por cierto, sobre la problemática de Black Label vs DC en continuidad ya escribí hace unas semanas, te invito a que leas también esta reflexión.

El Batman de Silvestri incorpora elementos novedosos sobre todo en el cinturón, pero se siente como una versión atemporal que gustará a todo tipo de lectores, actuales y clásicos. Joker y Harley Quinn también vienen con versiones vintage, algo que se aprecia sobre todo en Harley, que ha sufrido una gran evolución en los últimos años alejada de la sombra del payaso del comic. Dentro de unas elecciones bastante atemporales, me ha sorprendido ver a Batgirl con la versión de 2014 diseñada por Cameron Stewart, Brenden Fletcher y Babs Tarr. Aunque ese traje mola tanto que entiendo que Silvestri haya elegido la mejor versión para cada personaje.

Esta versión de Silvestri creador completo nos ha traído una historia orientada a la acción en la que cada grapa tiene varios momentazos visuales alucinantes. Además, este Batman es el detective que tiene que investigar el misterio de unos seres mejorados genéticamente que muestran rasgos peligrosamente parecidos a los de Joker, además de una fuerza y capacidades regenerativas que les convierten en una amenaza capaz de destruir todo Gotham. De hecho, Silvestri transmite muy bien la sensación de peligro que obliga a Batman a tener que recurrir a Joker para intentar detenerles.

Puesto a ponerle un pero a este comic se me ocurren dos. Por un lado, Silvestri se tiene que parar en varias grapas para soltarnos varias parrafadas explicativas para justificar los avances en la investigación, empezando por la pseudo-ciencia que justifica el avance genético que ha creado a estas criaturas, algo que no encajan demasiado bien con la historia orientada hacia la acción.

El segundo elemento es que el último número con el climax final resulta demasiado apelotonado, pasan demasiadas cosas en muy poco tiempo, y el conjunto se hubiera beneficiado de haber contado con más páginas. El comic construye bien una tensión creciente ante el convencimiento que Joker en algún momento va a acabar traicionando a Batman. Sin embargo, aquí tenemos unos giros sobre giros que resultan un tanto absurdos. Aparte, aunque es algo que ya hemos visto en alguna ocasión, el último giro en el que Joker decide no saber la identidad de Bruce Wayne porque entonces el juego con «SU» Batman acabaría me ha parecido un elemento realmente tonto.

Hechas estas matizaciones a la historia de Silvestri, lo cierto es que The Deadly Duo es un comic super entretenido con un artista en plenitud creativa que domina como nadie el medio y sabe lo que tiene que ofrecer para dar al lector un estupendo entretenimiento. La edición americana de Black Label incluye como extra en cada grapa algunas páginas entintadas de Silvestri sin color, y el nivel de detalle que plantea me parece una locura. Este comic tiene montones de páginas que servirían como posters mega molones con imágenes que te quedarías mirando durante horas.

Pero además, la fluidez narrativa de Silvestri me parece que sigue estando a la altura de sus comics de los 80 de X-Men y Lobezno, consiguiendo contar la historia de forma modélica. Como entretenimiento escapista mainstream me parece una pasada, incluso a pesar del exceso de verborrea que encontramos en algunos momentos. Obviamente Silvestri es mejor artista que escritor, pero globalmente diría que cumple más que bien con el encargo de DC.

Comparto las primeras páginas del comic:

Batman & The Joker: The Deadly Duo es un comic que merece la compra solo por el espectacular apartado artístico de Marc Silvestri y Arif Prianto. Si Silvestri se animara a una continuación sería compra segura.

PUNTUACIÓN: 7.5/10

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Black Label vs. el Universo DC

Mi hermano Fernando no pudo evitar comprar Batman & The Joker – The Deadly Duo #1 de Marc Silvestri al verlo en una librería de Barcelona. Y no hay duda que Batman + Marc Silvestri = COMBINACIÓN GANADORA. El hecho de ser un comic típico de la línea Black Label de DC Comics en la que la editorial da mayor libertad creativa al autor para crear la historia que prefiera fuera de continuidad, me ha llevado a reflexionar ante el estado de DC Comics en la actualidad.

Desde el traslado de DC Comics a Burbank (California) en 2015 desde su sede de toda la vida en Nueva York, las cosas no acaban de funcionar del todo bien para la editorial de Batman y Superman. Previamente a eso, el reinicio de toda su línea editorial de 2011 (Los Nuevos 52) empezando desde cero casi todas las colecciones ofreciendo versiones más jóvenes y cool de los personajes clásicos, provocó un aumento de ventas puntual durante unos pocos meses a lo que siguió un enorme abandono de lectores enfadados por unos cambios que no mejoraban lo existente y que en la mayoría de los casos demostraba muy poco respeto de DC Comics por su propia historia y algunos de sus personajes más queridos.

Mi hermano Fernando y yo aprovechamos precisamente el traslado de las oficinas de DC a California en 2015, dos meses que fueron ocupados por el «evento» Convergencia que no era más que un gran fill-in sin interés, para abandonar el barco definitivamente y dejar de comprar series regulares de DC en continuidad. Eso no quiere decir que no compremos o leamos comics de DC, gracias a varios amigos hemos podido leer lo que nos ha interesado en cada momento, a lo que hay que sumarle el auge del sello Black Label que ofrece historias fuera de continuidad de autores TOP trabajando en sus personajes favoritos. Por ejemplo, Wonder Woman Dead Earth de Daniel Warren Johnson es uno de mis comics favoritos, y reconozco que compramos mensualmente el Nightwing de Tom Taylor y Bruno Redondo y que acabo de leer el Hawkman de Robert Venditti y Bryan Hitch y me ha gustado mucho.

Pero eso no quita que las ventas de DC Comics no han parado de disminuir, al menos en el canal de las librerías especializadas que hasta hace dos años distribuía Diamond. (Inciso, se que no es el único canal de ventas, pero de momento sigue siendo el principal para la venta de grapas mensuales). Si en 2011 durante el reinicio de los Nuevos 52 DC llegó a superar en ventas a Marvel durante dos meses, lo cierto es que en los últimos años ya no existe competencia, llegando Marvel en algunos meses de 2019 a doblar las ventas de DC. Actualmente el cambio en la distribución de los comics de Marvel y DC ha hecho que ya no hayan cifras de ventas como las que en su día recopilaba todos los meses Comichron, haciendo que el análisis y la comparación sean casi imposibles. (Otro inciso, también se que lo importante no es estar en un puesto u otro en un ranking sino si tus comics son rentables y la empresa tiene beneficios vendiéndolos). Los comentarios de libreros sugieren que Marvel sigue manteniendo un dominio arrollador, aunque no exento de problemas, con DC con unas ventas cada vez menores (nada se vende fuera de la Batfamilia) en un lejano segundo puesto más interesado en no ser superado por Image Comics, la tercera editorial del mercado USA, que en intentar acercarse a Marvel.

La actualidad del universo DC en continuidad, hasta donde yo se, es que se ha apostado y ampliado el Multiverso comiquero como marco donde desarrollar sus historias. Varios multiversos, en realidad. Esto es su forma de decir que todas las historias jamás publicadas existen y tienen su importancia, pudiendo situarlas si no en la Tierra principal, seguro si en alguno de estos universos. Esta decisión que en si misma me parece correcta y que es lógica con la historia de los comics de DC a lo largo de las décadas anteriores, viene lastrada por un problema fundamental de falta de calidad de los autores de DC, a nivel general. Y no me malinterpretéis, en DC trabajan estupendos guionistas como Tom Taylor, Robert Venditti, Mark Waid o Geoff Johns, a cuyos comics no les pongo un pero. Pero aparte de esta minoría, el resto en un páramo desértico terrible para los lectores: Tini Howard, Joshua Williamson, Matthew Rosenberg, Leah Williams, Evan Narcisse… la lista de escritores incapaces que no solo no consiguen crear historias interesantes sino que parece que no conocen ni habían leído nada previo del personaje que se supone escriben, es abrumadora. Convirtiendo el intento de leer un comic de DC actual en una misión imposible.

Justo en este momento, el auge de estos comics Black Label pone de alguna manera en cuestión la importancia de los comics de DC en continuidad, en mi opinión resaltando su condición de «secundario o menos importante», cuando debería ser completamente al revés. Por ejemplo, en un momento en el que los comics de Batman estaban de capa caída, Sean Murphy ofreció una interesante vuelta de tuerca a sus mitos en su comic Batman: Caballero Blanco, que dio lugar a la creación de un Murphy/WhiteKnightverso con varias miniseries sucesivas. En general, cada vez que un equipo creativo TOP es anunciado en una miniserie Black Label con libertad creativa y pudiendo dar su versión de su personaje favorito en una historia autoconclusiva, de alguna manera se desmerece los comics «normales» en continuidad indicando que los Black Label son los comics buenos del personaje o grupo en cuestión. ¿Quién quiere comprar el comic mensual de Batman con dibujantes intercambiables y que muy probablemente te va a obligar a compras que no quieres cada pocos meses al involucrarle en crossovers y eventos sucesivos, cuando puedes comprar un comic de Batman dibujado por Marc Silvestri, Andrea Sorrentino o Dustin Nguyen, que ofrecen una lectura completa y satisfactoria en si misma? Por poner dos ejemplos más o menos recientes de artistas de gran personalidad que están trabajando o han trabajado recientemente en comics Black Label del Caballero Oscuro. En un momento en que Aquaman languidece en la mediocridad, tenemos una versión Black Label llena de personalidad de Ram V y Christian Ward. O un Swamp Thing de Jeff Lemire y Doug Mahnke. Y la lista sigue y sigue…

Y está claro que el objetivo de DC es vender comics, y es más probable que un lector compre un comic de Batman de Marc Silvestri que de cualquier otro dibujante. (Y eso que al menos en lo referido al dibujo Batman no tiene queja en los comics mensuales, al tener a Jorge Jiménez, Mikel Janín y tantos otros artistas estupendos, sin duda lo mejor de lo mejor de la DC actual). Pero al final el lector no puede comprar todo y DC parece que prioriza y pone por delante a los comics Black Label frente al resto de ofertas normales. Entre otros motivos por su indudable gancho comercial y que los tomos recopilatorios de estas historias tienen una rotación enorme en el canal de las librerías generalistas, lo que puede suponer mayores ventas que las del canal de librerías especializadas de comic. Pero lo sorprendente no es tanto que DC busque a autores TOP para su línea Black Label, sabiendo que estos comics se van a vender estupendamente, sino que el nivel de calidad de los autores que trabajan en la DC normal sea tan mediocre y tras varios años en esta situación, parece que los editores no les importe que sus comics se vendan cada vez menos.

Y es curioso, pero esta apuesta editorial por los Elseworlds frente a los comics normales en continuidad es algo que de alguna manera se ha visto trasladado al mundo del cine, con un Universo compartido de DC Comics en imagen real que no llegó nunca a despegar por culpa del desastre de Zack Snyder, mientras que la trilogía de Batman de Christopher Nola, el Joker de Todd Phillips o el reinicio de The Batman de Matt Reeves triunfan en la gran pantalla siendo historias sin conexiones con otras películas que forman sus propios universos autónomos. O tal vez es al revés, dado que los ejecutivos de DC Comics ven como las películas de directores de prestigio usando a sus personajes como ellos prefieren sin interferencias triunfan, eso mismo es lo que habría que plantear en los comics.

Aunque las comparaciones son odiosas, es curioso como Marvel Comics ha construido toda su narrativa de estos 60 años a partir de las ventajas de la continuidad y como todas las historias realmente cuentan y son importantes. De momento, justo como el MCU. Sin embargo, con la apuesta de DC Comics por los comics Black Label y con sus comics en continuidad en la UVI creativa, los editores de DC parece que manejan la continuidad como un lastre del que hay que desembarazarse lo antes posible. Y lo cierto es que no hay una única opción correcta y la otra es errónea. Al final todo se reduce a un problema de calidad de los autores y editores que deciden las líneas maestras de los comics, y lo cierto es que en ese aspecto los comics actuales de DC en continuidad son muy deficientes. De nuevo, recordando que dentro de todo el catálogo de DC por supuesto hay comics muy buenos como Nightwing de Taylor y Redondo, o Batman y Superman: Los mejores del mundo de Mark Waid y Dan Mora. Pero la calidad media restante es super deficiente.

En este sentido, tiene narices que los mejores comics de Wonder Woman de los últimos cinco años no estén en sus numerosos comics regulares, sino en la versión de Daniel Warren Johnson. Ni me acuerdo cuando fue la última vez que Flash tuvo un comic leíble, y lo mismo podría decirse de la Liga de la Justicia y un sinfín de personajes, con el añadido en este caso que NO me gusta el estilo o el tipo de historias que nos cuentan guionistas como Scott Snyder, Tom King o un Brian Michael Bendis que ya abandonó la editorial.

Si los autores que trabajan en Black Label son mejores y tienen más libertad creativa que los que trabajan en el universo DC tradicional, la única ventaja que le quedaba a estos comics era la propia experiencia de pertenecer a un universo compartido de héroes e historias entrelazadas. Pero en el momento en que los editores de DC se cargaron esta experiencia puteando durante años a héroes muy queridos como fue el caso de Wally West y desmereciendo la historia de los personajes al reiniciarlos una y otra vez, consiguieron que los lectores desconectáramos completamente del universo DC. Y da igual las llamadas al legado y a recuperar el espíritu clásico, prefiero volver a mis grapas de Mark Waid de Flash que comerme el marrón de los comics actuales del velocista. Porque alguno he leído, y madre mía… Aparte de estar desenganchado de la actualidad en continuidad, excepto cosas puntuales, es que cuando leo un comic de DC no encuentro nada que me invite a querer leer el siguiente número, con historias deficientes en la mayoría de los casos. Y cada vez es más difícil que nada de lo que hagan me interese, ya que cuando abandoné la compra mensual de DC descubrí que no lo echaba de menos porque sigue habiendo buenísimos comics que disfrutar, lo que ya fue el último clavo en el ataúd.

En el caso del dibujo, la verdad es que gracias al nivel de los artistas españoles la media sube respecto al guion, pero excepto casos super puntuales como Jorge Jiménez en Batman, no lo suficiente como para comprar el comic únicamente por el dibujo. Que es precisamente lo que SI hicimos en el caso de Marc Silvestri, comprar un comic sin saber nada de la historia simplemente porque él lo dibujaba. Y que nos ofrece en su primer número en Batman y Joker un dibujo super potente. Y entiendo que en cierto sentido es super injusto comparar un comic mensual en el que artistas competentes sufren por cumplir los plazos de entrega mensuales, lo que obliga a múltiples fill-ins al cabo de un año, con un comic como el antes mencionado Batman & Joker – The Deadly Duo en el que si las crónicas no nos engañan Silvestri ha empleado varios años para poder terminarlo (aunque seguro que no estuvo trabajando sólo en eso, sigue siendo como es el dueño de Top Cow), momento en el que DC ha empezado a publicarlo. Pero, por otro lado… ¿Cómo no compararlos? Ambos son productos de entretenimiento mainstream, y ambos tienen un precio elevado teniendo en cuenta el contenido que ofrecen que demandan mi tiempo y dinero para consumirlo. ¡Claro que deben ser comparados!

El lector ocasional no sabe nada de continuidades y sólo quiere ser entretenido aquí y ahora con una buena historia con un buen dibujo a un precio razonable. Unido a esto, la idea de tener que volver a una librería cinco o seis veces en meses sucesivos para conocer el final de la historia es visto como una locura imposible en unos tiempos en los que Netflix te lo da todo a la vez de golpe. Este cambio cultural me apena, porque yo crecí en los 80 con los comics como principal afición, y la parte de la búsqueda del tesoro era una parte importante de dicho hobby. (Dicho esto, benditas librerías y bendito Previews en su día que evitaban que me perdiera ningún comic que me interesaba). La proliferación de los tomos recopilatorios va en esta dirección y ofrece una lectura completa a nuevos y viejos lectores, y creo que es el futuro en el que los lectores nos vamos a sentir más a gusto.

Creo que la popularidad de los diferentes comics Black Label están diluyendo y perjudicando al universo tradicional, porque cuando un lector va a una FNAC a comprar un comics de Batman, ¿quién le dice qué comic es el bueno? ¿Dónde pone que un comic está en continuidad y el otro no? Ambos están ahí disponibles para su compra. Y al final, el «bueno» será el que esta persona acaba comprando, que se ajusta a sus gustos. De esta forma, la importancia y la preponderancia de las historias «en continuidad» irá disminuyendo a medida que aumenten los Black Label, creando un efecto que se retroalimenta a si mismo y que seguirá perjudicando a las colecciones de grapas tradicionales. En este contexto, entiendo que los comics Black Label ofrecen historias y el formato perfecto para estas ediciones recopilatorias, de forma que no veo que vayan a disminuir en el futuro. Más bien al contrario, lo normal es que DC apueste por los comics que se venden y veamos cada vez más más historias Black Label.

Por todo lo anterior y puesto a especular, aunque me apenaría por lo que supondría para mi yo lector de toda la vida, realmente no me extrañaría si Warner Discovery, propietarios de DC, anunciaran dentro de uno o dos años ante ventas cada vez menores que cierran el universo DC tradicional y centran la actividad de DC (con un staff super reducido) en publicar arcos de los diferentes personajes fuera de continuidad con versiones icónicas más o menos reconocibles. Los comics Black Label, vamos. Esperemos que esta especulación no llegue a suceder, pero tengo claro que en caso de tener que elegir, los dueños de DC optarán sin duda por los comics que se venden por encima de los que no lo hacen.

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