Crítica de Dios Emperador de Dune de Frank Herbert (Dune 4)

Me había planteado leer las 6 novelas de Dune de Frank Herbert antes del estreno de la nueva versión cinematográfica dirigida por Denis Villeneuve. El retraso a 2021 provocado por la crisis del COVID hizo que levantara el pie del acelerador, pero finalmente encontré el momento para ponerme con Dios Emperador de Dune, la cuarta novela de la serie publicada en 1981.

PUNTUACIÓN: 7/10

Dios Emperador de Dune es la cuarta entrega de la fascinante saga de ciencia ficción de Frank Herbert. Esta cuarta entrega de la saga «Dune» centra su trama en la figura mesiánica de Leto Atreides II (hijo de Paul Atreides, héroe cuya estirpe hunde sus raíces en la legendaria casa griega de los Atridas) y nos lleva, a través de diversos dilemas éticos, a comprender los mitos que necesita la humanidad y a los héroes que los encarnan. El futuro, en el mundo de Dune, pertenece solo a los que son capaces de pensar por sí mismos.

Esta saga apasionante plantea por primera vez de forma completa, racional y convincente todo un mundo absolutamente diferente del nuestro. Sus referencias a los problemas ecológicos, el poder de las drogas y la fuerza de los mitos la han convertido en una obra de culto para millones de lectores en todo el mundo.

Frank Patrick Herbert nació en Tacoma, Washington (1920). Antes de comenzar a escribir ciencia ficción, tuvo varias profesiones, desde fotógrafo y cámara de televisión a pescador de ostras. En 1965 presenta la serie de libros «Las crónicas de Dune», con gran éxito de la crítica y del público, donde describe un mundo imaginario con su propia política, ecología y estructura social. La primera obra de la saga, Dune, tuvo un grandísimo éxito por parte del público y de la crítica y obtuvo los premios Nébula y Hugo, además del Premio Internacional de Fantasía, que compartió con El señor de las moscas de William Golding. Falleció en el 11 de febrero de 1986.

Frank Herbert publicó Dios Emperador de Dune, la cuarta novela de Dune , en los Estados Unidos en 1981, y llegó 4 años más tarde a España, edición que es la que poseo. Aunque inicialmente Herbert había dado por finalizada la serie tras Hijos de Dune en 1976, la “presión” a manos de los editores, y el innegable interés por seguir cobrando unos cheques importantes, le hizo cambiar de idea. Y hay que reconocer que su publicación significó un nuevo éxito de crítica y de ventas para Herbert, que aún publicaría dos novelas antes de fallecer: Herejes de Dune (1983) y Casa Capitular Dune (1985).

Dios Emperador de Dune es un cambio de rumbo para la saga literaria, con un Herbert obsesionado por transmitir el mensaje que el futuro no está escrito, y sólo la imaginación y las nuevas ideas serán lo que conseguirán que la humanidad prospere. De hecho, hay una frase super potente que literalmente dice en la novela que “la mayoría de la gente cree que un futuro satisfactorio exige el regreso a un pasado idealizado, un pasado que de hecho nunca existió”. Algo que es precisamente lo que hay que combatir y que mirado con ojos de 2020 explica en parte la obsesión de nuestra sociedad de consumo por la nostalgia y el reciclaje de ideas ya vistas que sean confortables para el espectador.

En este sentido, la novela cuenta con un montón de citas al comienzo de cada capítulo con reflexiones de Leto II sacadas de sus memorias robadas que transmiten ideas casi más poderosas que la historia principal. Y eso es lo mejor y lo peor de la novela, porque hay una idea central muy poderosa que es lo que motiva todos los actos de Leto, que tras 3000 años de poder absoluto en la galaxia y un conocimiento casi profético de los sucesos del pasado y el futuro. La soledad de Leto al ser más gusano que hombre y encontrarse fuera de la raza humana, su búsqueda para evitar a la humanidad un estancamiento genético con un plan imposible de entender para los que le rodean, y el hecho que esto le lleve hacia un tormento inevitable, me parece elementos super interesantes.

Sin embargo, esta ideas se desarrollan mediante interminables diálogos de Leto con los principales personajes: Moneo su primer ministro y mayordomo, Siona la hija rebelde de Moneo, el ghola Duncan Idaho, copia genética del antiguo amigo y guardaespaldas de Paul Atreides, y Hwi Noree, la nueva embajadora Ixiana diseñada para hechizar a Leto, al ser su alma gemela. Estos diálogos, aún siendo interesantes, se me han hecho repetitivos al girar siempre sobre este concepto y la forma en que cada personaje debe asumir su papel en el plan de Leto, dado que todo, incluso la rebelión se ha desarrollado de acuerdo con sus designios (citando al Emperador en El Retorno del Jedi).

Esta reflexión que Herbert ha realizado en todas sus novelas sobre las figuras mesiánicas y en qué momento un ser “humano” se convierte en una divinidad me parecen interesantes y nadie ha tocado estos temas en la ciencia ficción como Herbert. Sin embargo, globalmente me parece que este Dios Emperador de Dune es la novela menos buena de Dune de las que he leído hasta ahora.

En todo caso, igual que digo esto, sigo empeñado en leer las dos novelas restantes escritas por Herbert, espero que tras el final de ésta las que quedan nos dirijan por nuevos caminos y quien sabe si incluso nuevas localizaciones.

PUNTUACIÓN: 7/10

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