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Crítica de La forma del agua, de Guillermo del toro

La forma del agua es el nuevo cuento para adultos creado por el director mexicano Guillermo del Toro, convertida en la gran favorita para los Oscars de este año.

PUNTUACIÓN: 7.5/10 

En un inquietante laboratorio de alta seguridad durante la Guerra Fría, se produce una conexión insólita entre dos mundos, aparentemente alejados. La vida de la solitaria Elisa (Sally Hawkins), una huérfana muda que trabaja limpiando el laboratorio cambia por completo cuando descubre un experimento clasificado como secreto: un hombre anfibio (Doug Jones) que se encuentra ahí recluido.

 Escrita por Guillermo del Toro y Vanessa Taylor, la nueva película del mexicano vuelve a introducirnos por la madriguera de conejo para llevarnos a un mundo oscuro y depresivo, los Estados Unidos de la Guerra Fría y la Caza de Brujas del McCarthismo.  Frente al teórico optimismo de los 60, del Toro nos muestra un mundo en el que las mujeres eran silenciadas como si no existieran, el racismo corría rampante por todos los estratos de la sociedad y los homosexuales debían reprimir sus sentimientos por miedo a ser estigmatizados socialmente. A lo que habría que añadir el miedo a lo diferente, como podría ser un emigrante, que es lo que subyace de la aparición del ser acuático en el centro de investigación. Diría que estamos ante la película más reivindicativa de del Toro, que aprovecha para resaltar algunos de los problemas que aquejan a nuestra sociedad actual. 
Lo mejor de la película como viene siendo habitual es la construcción de este mundo, que es un regalo para la vista. Ayudado por la excelente fotografía de Dan Laustsen, un sobresaliente diseño de producción de Paul D. Austerberry, dirección de arte de Nigel Churcher, decorados de Jeffrey A. Melvin y Shane Vieau  y el vestuario de Luis Siqueira, los espectadores somos transportados inmediatamente dentro de la propuesta de Del Toro.
A esto hay que unir la excelente y emocionante banda sonora a cargo del gran Alexandre Desplat, uno de los músicos más en forma del mundo cinematográfico.
Además de los aspectos técnicos, lo cierto es que el reparto es otro gran acierto que consigue emocionarnos en muchos momentos. Me ha encantado la protagonista Sally Hawkins como la muda protagonista de esta fabula. Sin palabras nos muestra la determinación de la menuda joven, que tiene que luchar contra todo para salir adelante y para hacer lo que ella cree que es correcto.
Michael Shannon es el malvado agente del gobierno Richard Strickland que resume todos los males del hombre blanco de la época, un ejemplo de racismo, machismo, xenofobia con muy pocos matices.
Octavia Spencer es Zelda, una amiga que trabaja con Elisa en la limpieza de las instalaciones militares, y Richard Jenkins es Giles, el único amigo de Elisa fuera del laboratorio, un homosexual solitario al no encontrar su media naranja. A ellos añado a un sorprendente Michael Stuhlbarg como el Doctor Robert Hoffstetler, un científico que oculta un secreto y que no quiere que el ser acuático sea diseccionado.
Y por último, tenemos a Doug Jones como el monstruo, el único actor que se atreve a sufrir las interminables horas de maquillaje que del Toro necesita para crear este ser, a medio camino entre un animal salvaje y un ser mitológico. Un personaje que es un prodigio técnico increíble, haciendo real algo que sabemos que no lo es, mediante la combinación de maquillaje, protésis super realistas y efectos digitales para algunos elementos como los ojos. Globalmente, es otro de los hallazgos visuales de la película.

 

Hay sin embargo algunas cosas que no me han acabado de encajar. Me encanta la construcción del mundo de Del Toro, pero hay algunos elementos que en mi opinión no han funcionado. Por un lado, hay varias escenas de desnudos totalmente explícitas de la protagonista que me rompen el feeling de cuento que del Toro construye, aún siendo una fábula para adultos. Mira que no soy pudoroso para estas cosas, pero estas escenas rompen en parte la «magia» de la película.

Además, la propia historia y el villano sin matices me parecen demasiado obvios. Es muy poco sutil mostrar que el hombre blanco heterosexual sea el malo que oprime a mujeres, afroamericanos y homosexuales. De hecho, pensando en la película, diría que todos los blancos heterosexuales son representados como tontos o demostrando actitudes negativas. Y son las mujeres y las minorías las que hacen lo correcto. Como digo, me ha parecido muy poco sutil, aunque precisamente por eso entiendo que ha podido tener tantas adhesiones desde grupos sociales variados que al final votan sus películas favoritas para los Oscars.

Fruto de este interés en agradar a todo el mundo, los protagonistas viven encima de un viejo cine desvencijado y devoran películas clásicas que les alejan del mundo oscuro en el que tienen que vivir. Shirley Temple, el caballo Mister Ed y homenajes a películas clásicas como el musical Mardi Grass de 1958 parecen estar pensados para derretir incluso a los críticos más duros.

La propuesta artística de Del Toro tiene muchos elementos positivos, pero en este sentido me parece un concepto demasiado pensado para agradar a todo el mundo. Pensando en la película, es un cruce muy claro de»La Bella y la Bestia» se encuentra con «El Monstruo de la laguna» con unos toques de «Amelie», y a la hora de transmitir una historia original, se queda un poco en tierra de nadie.

Además, el final quizá era el único posible para crear la fábula, pero está contado de una forma que parece sacado completamente de la manga, para creando un deus-ex-machina de libro.

A pesar de todo lo anterior, creo que de las nominadas de este año, es la más completa y la que más posibilidades de conseguir más premios este año.

Comparto el trailer de la película:

La forma del agua me ha parecido una buena película que nos sumerge en un mundo diferente al nuestro, pero que no es tan buena como dicen los críticos. En todo caso, una película que merece verse en pantalla grande.

PUNTUACIÓN: 7.5/10