El Aaron Sorkin más reivindicativo vuelve a las pantallas gracias a Netflix, que acaba de estrenar su drama inspirado en hechos reales El juicio de los 7 de Chicago, que se va directa a las nominaciones de los Oscars. Ya adelanto que la crítica va a ser muy positiva.
PUNTUACIÓN: 8/10
En 1969 se celebró uno de los juicios más mediáticos de la Historia de Estados Unidos, en el que siete individuos fueron juzgados tras ser acusados de conspirar en contra de la seguridad nacional. Este hecho traería una serie de conflictos sociales (manifestaciones, movimientos ciudadanos) que pasarían a la posteridad en una época de grandes cambios en todos los niveles del pueblo norteamericano. (FILMAFFINITY)
Aaron Sorkin (La red Social, Molly´s Game, El ala oeste de la Casa Blanca) comenta que empezó a trabajar en una historia basada en los disturbios de Chicago de 1968 en 2006, a petición de Steven Spielberg. A lo largo de los años, una huelga de guionistas, problemas de agenda y presupuestarios que obligaron a abandonar a Spielberg la dirección fueron retrasando este proyecto, hasta que Paramount dio luz verde a la producción en 2018 ya con Sorkin dirigiendo su propio guión, que fue rodado durante 2019 en localizaciones de Chicago y Nueva Jersey.
Aunque esta película sobre El juicio de los 7 de Chicago tenía todas las papeletas para encabezar las nominaciones para los Oscars es esta año debido a la naturaleza social y política de la historia, la pandemia del COVID paralizó su estreno en salas comerciales, por lo que finalmente Paramount decidió vender a Netflix los derechos de distribución de la película, para que pudiera ser estrenada a nivel mundial. Para Paramount, esta venta significó un control de daños, dado que vendió por 55 millones una película que le había costado 35 de producir, consiguiendo un importante beneficio dadas las circunstancias.
Sorkin a la hora de plantear cómo contar los disturbios que tuvieron lugar en Chicago de 1968 durante la celebración en la ciudad de la convención Demócrata, planteó desde el principio el enfoque del drama judicial que mostrara gota a gota lo que había sucedido, con el añadido de dar la máxima relevancia al desastroso juicio que puso en riesgo las libertades civiles en los Estados Unidos.
La película de 130 minutos es un prodigio de síntesis tratándose de un tema complejo como este, que muestra gran parte de los problemas estructurales de la sociedad americana de esa época: El racismo de la sociedad puesta en marcha desde las estructuras del estado, el rechazo a la Guerra de Vietnam, el auge de los movimientos sociales y la lucha que las estructuras políticas levantaron contra estos movimientos.
La película cuenta con fotografía de Phedon Papamichael, montaje de Alan Baumgarten y música de Daniel Pemberton que nos traslada perfectamente a estos convulsos años 60.
El otro gran valor de la película es su increíble reparto coral, en el que destacan Mark Rylance como el abogado defensor William Kunstler, Joseph Gordon-Levitt como el fiscal Richard Schultz, Eddie Redmayne y Sacha Baron Cohen como los activistas Tom Hayden y Abbie Hoffman, y Yahya Abdul-Mateen II como el líder de los Panteras Negras Bobby Seale, involucrado en el juicio por motivos raciales cuando no tuvo nada que ver en los hechos.
Junto a estos actores, quiero destacar al siempre competente Frank Langella como el Juez Julius Hoffman que juzgó el caso y, aunque tiene un pequeñísimo papel, es una pasada ver a Michael Keaton como el antiguo Fiscal General del Estado Ramsey Clark.
Entrando ya en materia, si Aaron Sorkin quería transmitir con el El juicio de los 7 de Chicago la idea que cuando el Gobierno deja de trabajar por los ciudadanos, los hombres libres están en su derecho y casi hasta en la obligación moral de enfrentarse a la injusticia, la película es un éxito brutal. Algo claramente trasladable al mundo real y a la presidencia de Donald Trump.
La película, como toda buena obra política que se precie, arranca poniéndonos en situación mostrando los principales hechos que afectaron a los Estados Unidos durante los años 60 tras el asesinato de John F. Kennedy en 1963. La decisión del presidente Lyndon B. Johnson de ampliar el reclutamiento de jóvenes para ir a luchar en Vietnam, llegando a enviar a zonas de combate a más de 30.000 soldados al mes. También la lucha de Martin Luther King y su posterior asesinato en 1968, así como el asesinato de Bobby Kennedy cuando se postulaba a candidato demócrata a Presidente de los Estados Unidos también en 1968. Todo ello muestra unos Estados Unidos que eran un polvorín social a punto de estallar. Y estalló ese verano de 1968 en Chicago por culpa de una actuación criminal por parte de la policia y la guardia nacional contra los manifestantes que protestaban pacíficamente.
Más allá de los hechos y la brutalidad policial, la película impacta por la forma en que los poderes públicos aplastan los derechos civiles de los ciudadanos encausados para servir de chivos expiatorios ante unos hechos gravísimos que fueron provocados por la policía y un alcalde que tomó todas las decisiones equivocadas que podía tomar. El papel del juez Hoffman nos muestra además lo fácil que era (¿es?) para el gobierno y los jueces amigos aplastar a la gente corriente, lo que hace que me hiele la sangre. Unido a esto, el racismo en el gobierno americano reflejado en todo lo que le pasa al líder de los Panteras Negras Bobby Seale en la película es buena muestra de ello.
Este es quizá el único punto débil de esta historia. Sorkin nos cuenta al final de la película que aún hoy la labor del juez Hoffman en este juicio se estudia en las facultades de derecho como ejemplo de persona no preparada para el cargo y de actuaciones arbitrarias rayando lo ilegal. No se hasta qué punto lo que nos cuentan pasó realmente, pero si todo lo que muestran es así, ¡madre mía de mi vida! Frank Langella creo que hace un gran papel, pero la historia le obliga a interpretar a un anciano tan desequilibrado que en parte no llego a creerme que algo así llegara a pasar en la vida real.
Que Sacha Baron Cohen se sale en la película no es noticia, hace años que me gusta más su faceta dramática frente a la locura de sus Borat y similares. Junto a él, la calidad de Mark Rylance es otro elemento clave de la película, y hace que cada escena suya brille de forma espectacular. En general todo el reparto está super bien, y encuentro super interesante el contraste entre el “happy flower” interpretado por Baron Cohen con el serio estudiante universitario interpretado por Eddie Redmayne. Su personaje tiene un aire prepotente que no se si es fruto de una buena actuación de Redmayne o que él es así es la vida real, pero trasmite de maravilla la “superioridad moral” de los universitarios.
Sorkin entrega un guión super sólido, lo cual no es noticia. Me parece super curioso comprobar cómo los mejores diálogos de Sorkin no están durante la celebración del juicio, sino en las disputas dialécticas de los acusados entre si. Y en este sentido, dentro que los 130 minutos pasan en un suspiro, me ha gustado más la labor del Sorkin escritor frente al director que tiene que trasladar a imágenes la palabra escrita.
El juicio de los 7 de Chicago me parece una película notable que saca la vena más política y reivindicativa de Sorkin, apoyado por el (nada) sorprendente resultado del juicio en la vida real, que significó un escándalo más sumado a unos hechos terribles de por si.
Comparto el trailer de la película:
El juicio de los 7 de Chicago es un éxito total para Aaron Sorkin que gracias a su estreno en Netflix va a conseguir una difusión extraordinaria en estas semanas previas a la celebración de las elecciones en los Estados Unidos.
PUNTUACIÓN: 8/10
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