HBO Max ya está disponible en España desde el pasado 26 de octubre. Uno de los anuncios estrella que hicieron los representantes de HBO durante su presentación fue el anuncio que todas las películas de Warner Bros estarán disponibles en su plataforma de streaming tan sólo 45 días después de su estreno en salas comerciales a partir de 2022. Hoy quiero hablar de mi afición al cine y analizar las repercusiones que puede tener este anuncio en el hobby de ver cine en pantalla grande, sobre todo si esta ventana se extiende y se convierte en norma del sector.
Mis dos grandes aficiones son los comics y el cine. Desde que tengo uso de razón recuerdo la experiencia de ir a una sala de cine para ser deslumbrado por historias más grandes que la vida, aventuras increíbles, dramas, comedias, terror o ciencia ficción. Durante muchos años todas las semanas iba al cine al menos una vez, muchas veces sin importar la película en cuestión. Dentro de esta afición, tan importante como la historia era la experiencia de verla en pantalla grande, con el plus añadido que esas historias sólo podían verse en los cines ya que tardaban meses en llegar a los video-clubs, y luego a las tiendas en sus versiones en DVD primero y blu-ray actuales. Y si hablamos de su estreno en las cadenas generalistas de televisión, los plazos se alargaban años (exceptuando la revolución que supuso en su día el nacimiento en España del canal de pago Canal+). Reconozco que esta batallita es casi arqueología, desde luego historia antigua, porque la irrupción de Netflix a partir de 2013 lo ha cambiado todo.
La forma en que el streaming ha modificado en los últimos 5 años los hábitos de ocio a nivel mundial me parece algo revolucionario. En medio de un debate cíclico (y algo estéril) sobre lo caro que era el hobby de ir al cine en España, a menudo expresado por gente que sin embargo no tiene problema de pagar 10 €uros por un gin-tonic premium o incluso más por una entrada de fútbol, Netflix desató una tormenta perfecta, al ofrecer una suscripción mensual por menos de lo que cuestan dos entradas de cine. La necesidad de ir al cine a ver una película “normal” empezó a dejar de tener sentido cuando en Netflix tenías contenidos similares todas las semanas que podías ver cómodamente en cualquier dispositivo en casa o fuera de ella. El razonamiento de “para qué ir al cine a ver una película malilla cuando en casa tengo lo mismo” se ha ido extendiendo entre todos los segmentos de población, y no es una locura afirmar que hoy en día más gente ve cine en sus móviles de forma regular que en las salas comerciales.
Prime Video de Amazon y Disney+ se lanzaron a disputarle el dominio del streaming a Netflix, multiplicando la oferta de ocio disponible para los consumidores sin salir de casa. Y eso sin contar a Filmin, a la propia HBO o propuestas de momento minoritarias como Apple TV. Por menos de 20 €uros al mes (el precio de dos suscripciones) hay factualmente más oferta interesante que ver en estas plataformas, eligiendo cada consumidor las que más le encajan, que tiempo para hacerlo.
Estas plataformas llevaron un paso más su estrategia de creación de contenidos originales y se lanzaron también a ofrecer películas “de prestigio”, contratando a directores reconocidos para que crearan con ellos sus últimas propuestas. A raiz de esto, muchos de los premios de cine de los últimos años han recaído en películas producidas por el streaming. Poder ver las últimas películas de Scorsese o Cuarón en casa ofrecía a sus suscriptores un contenido “objetivamente” mejor que las películas que se estrenaban en el cine ese mismo fin de semana.
La consecuencia a grandes rasgos es que los estudios de cine han dejado de producir películas “normales” de presupuestos medios de 40-50 millones, dado que es cada vez más complicado recuperar la inversión de una comedia o un drama genéricos si los espectadores no van al cine a verlos, al tener en casa películas similares que cumplen la misma función de entretenimiento ligero. Los estrenos cinematográficos en los últimos años se han segmentado en grandes blockbusters palomiteros que ofrecen un espectáculo visual que de momento sólo podía disfrutarse en pantalla grande en toda su amplitud, y producciones de bajo presupuesto que pueden ofrecer una gran rentabilidad a los estudios. Ejemplo paradigmático de esto último serían las películas de terror de Blumhouse que por regla general nunca superan los 10 millones de presupuesto, con lo que a poco que funcionan generan casi siempre grandes beneficios para la productora.
Hasta 2019 las películas de Marvel Studios, Disney o Star Wars marcaban records de recaudación a nivel mundial, estrenando películas-evento que transmitían con éxito la idea que era un acontecimiento que tenía que verse sí o sí en pantalla grande. Gracias a esto Vengadores Endgame se convirtió durante varias semanas en la película más taquillera de la historia a nivel mundial, recaudando más de 2700 millones. La clave para vender una película no es vender que es buena, sino que es “importante”.
La llegada del COVID paralizó la industria durante meses y ha acentuado los cambios en los hábitos de ocio. Ahora es casi más normal ver series o películas en las pantallas de los móviles o tablets que en la televisión del comedor de casa, y se ha extendido la idea tras estar varios meses confinados sin ir al cine, que teniendo el streaming el ir al cine no es ya un hobby que merezca la pena. (Yo no lo creo, pero entendedme).
La apertura de los cines con restricciones de aforo y los retrasos en las fechas de estreno provocaron que los estudios de cine buscaran fórmulas novedosas para rentabilizar sus inversiones. En algunos casos, los estudios optaron por llegar a acuerdos con Netflix, Prime, etc para estrenar sus películas directamente en las plataformas. Disney probó una experiencia piloto de estrenar simultáneamente sus grandes estrenos Mulan, Viuda Negra y Jungle Cruise en salas comerciales y simultáneamente en modo alquiler dentro de Disney+, con un precio de alquiler alto de 21,99 €uros que marcaba una clara diferencia respecto al precio de una entrada normal de cine. Esto en lo referido a sus grandes blockbusters, porque los estrenos de Pixar Soul o Luca se estrenaron de forma gratuita en la plataforma, una solución de compromiso para dotas de contenido a una cadena que sufrió en 2020 por la falta de nuevos contenidos originales. Tras 90 días, estas películas que ya no estan en los cines pasan a estar disponibles en Disney+ dentro del paquete normal de contenidos incluidos con la suscripción normal.
Warner y HBO son propiedad de AT&T. El gran conglomerado mediático lanzó su propio canal de streaming HBO Max en mayo de 2020 en Estados Unidos (y que ahora llegó a España). Tras varios meses con unas cifras de suscripciones muy inferiores a las de Netflix, Prime Video o Disney+, el lanzamiento corría el riesgo de ser considerado un fracaso, algo impensable para estas grandes empresas que cotizan en bolsa. AT&T WarnerMedia lanzó una idea radical durante todo 2021 en Estados Unidos para intentar reflotar HBO Max, estrenando todas las películas de Warner en streaming el mismo día que se estrenan en los cines SIN COSTE ADICIONAL, incluidas en dentro del precio normal de la suscripción. Algo que se hizo con la excusa del COVID y teniendo en cuenta las limitaciones de aforos de los cines y los reparos de una parte de los consumidores en entrar en una sala con más gente,
La gratuidad del visionado de estas película de Warner al estar incluidas en la suscripción standard ha sido la gran novedad respecto a las películas Disney estrenadas en modo alquiler. El precio alto del alquiler de Disney hacía que muchos espectadores (yo por ejemplo) hayamos preferido pagar para ver Viuda Negra o Jungle Cruise en los cines, no en casa, para disfrutar de la experiencia widescreen de las salas comerciales, algo que no tengo en casa. Y el experimento le salió bien a Disney al menos en el caso de Viuda Negra, NO en el de Jungle Cruise, de forma que Marvel consiguió obtener beneficios cuando sumamos los ingresos de la taquilla en los cines con el acceso Premium de Disney+.
Sin embargo, en el caso de HBO Max y para sorpresa de nadie, todos los estrenos de Warner en los Estados Unidos han fracasado en taquilla, con la excepción de Godzilla vs Kong y a falta de ver el resultado de Matrix 4 estas navidades. ¿Quien va a pagar por ver Maligno o Cry Macho en el cine cuando la tienes de forma gratuita en streaming? Casi nadie, obviamente. Pero no solo ha fallado el cine “normal”, los grandes blockbusters de Warner The Suicide Squad o Dune que para mi merecen ser vistos en patalla grande también han fracasado y no van a cubrir costes con las recaudaciones de los cines. Apostar por la captación de suscriptores ha provocado un año de pérdidas, un año perdido para Warner. Calificarlo de desastre es poco.
De cara a 2022, HBO Max NO va a estrenar simultáneamente las películas de Warner, menos mal, pero en lugar de los 90 días actuales de ventana de exhibición que por ejemplo Disney respeta, ha anunciado que lo reduce a la mitad, tan sólo 45 días. Y si bien esto es menos malo que si lo comparamos a lo vivido en Estados Unidos este año, es un clavo más en el ataúd del hobby de ver cine en salas de cine, una nueva traba que puede hacer que se convierta en una actividad en peligro de extinción.
Porque excepto los muy fans del cine de superhéroes que vamos a ver las películas el fin de semana de estreno, la mayoría de espectadores no tiene ninguna urgencia en ver una película. De hecho, en muchos casos hasta que el boca a boca no empieza a funcionar ni siquiera saben que la película está en cartelera para empezar. Hacer que en apenas 6 semanas la película esté disponible en streaming tengo clarísimo que va a provocar que muchos espectadores no hagan el esfuerzo de ir al cine si en 2/3 semanas la van a poder ver en casa. El efecto, si se extiende a otros estudios puede ser catastrófico para el negocio de las salas comerciales.
Las películas que mayoritariamente atraen público a las salas se engloban en el cine comercial de efectos especiales para todas las edades tipo Endgame, Star Wars o la franquicia de James Bond. Un tipo de cine carísimo de producir que necesita de grandes taquillas para conseguir ser rentables. La tendencia de este 2021 muestra que debido a las disminuciones de espectadores / taquilla en Estados Unidos, películas de este tipo como The Suicide Squad o Dune con presupuestos superiores a 150 millones de dólares van a terminar con pérdidas su periodo de exhibición comercial. Lo lógico es pensar que una vez se estrenen las películas que actualmente están en producción y que aún sufren los retrasos provocados por el Covid (por ejemplo Top Gun 2), las nuevas producciones tengan en cuenta una previsión de ingresos acorde a la nueva realidad menguante. Esto provocará que películas con presupuestos de 200 millones o más que hace 4/5 años se les hubiera dado luz verde no llegarán a hacerse.
Esto a la vez puede generar una bola de nieve, porque si hay pocos espectáculos widescreen aún menos espectadores irán a los cines, generando recaudaciones aún menores que a su vez provocarán que los estudios sólo produzcan películas cada vez más económicas, lo que atraerá a menos espectadores… empeorando aún más la situación del negocio de exhibición. Esta previsión catastrofista sólo con Warner / HBO Max no creo que vaya a suceder, aunque diría que las cuentas de Warner van a sufrir en durante 2022. Sin embargo, si otros estudios como Sony, Paramount, Dreamworks o la propia Disney incorporara esta ventana de 45 días, no tengo duda que muchas cadenas de cines estarán abocadas al cierre por falta de negocio.
Creo que el futuro y el presente del entretenimiento pasa por el streaming. Este análisis se centra sólo en el hobby de ver cine en pantalla grande, en ningún caso creo que el cine en general esté en peligro, seguiremos viéndolo en un formato u otro. De hecho, el streaming trajo como positivo que se produjeran películas como Roma o El Irlandés que no se hubieran estrenado por los canales normales de distribución en salas comerciales debido a su coste estratosférico. Pero una cosa es eso y otra que una gran empresa como AT&T WarnerMedia ponga en riesgo el exitoso negocio cinematográfico de Warner Bros, que en 2023 cumplirá un siglo desde su fundación, por conseguir más suscriptores.
Como espectador y consumidor de cine que soy, lo único que puedo hacer es seguir mi filosofía de fan friki, poniendo mi cartera donde pongo mis opiniones. Eso significa que en la medida de mis posibilidades, seguiré yendo al cine siempre que pueda, llevando a mi familia para compartir la experiencia. Si reconozco que mantengo una actitud crítica con aquellas obras o autores que no conecten con mis gustos, aunque intento ver obras que me saquen de mi zona de confort como me pasó con Titane. Pero sin boycotts absurdos que sólo van a empeorar la situación. Esta iniciativa de AT&T favoreciendo a HBO Max frente a Warner me parece penosa, pero no por ello voy a dejar de ir a ver Matrix 4 en el cine cuando se estrene estas navidades. Que mi dinero hable por mi.

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