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Crítica de Los Cuatro Fantásticos. 60 años explorando el Universo Marvel, de Pedro Monje, Lidia Castillo, David Aliaga y Sergio Aguirre (Dolmen Editorial)

Esta semana se ha cumplido el 60 aniversario de la publicación del primer números de Los 4 Fantásticos de Stan Lee y Jack Kirby, y poder leer el libro Los Cuatro Fantásticos: 60 años explorando el Universo Marvel de Pedro Monje, Lidia Castillo, David Aliaga y Sergio Aguirre ha sido la forma perfecta para disfrutar de este aniversario. Si a esto le uno que este artículo es el número 500 desde que empecé a publicar contenidos diarios sin faltar ni un día a mi cita, tengo motivos de sobra para estar de doble celebración.

PUNTUACIÓN: 8.5/10

LOS CUATRO FANTÁSTICOS. 60 años explorando el Universo Marvel.  En agosto de 1961, una nave espacial emprendió rumbo a las estrellas con un objetivo imposible, iniciar una nueva era en la industria del cómic USA. Del humo de aquel aterrizaje surgieron Míster Fantástico, la Chica Invisible, la Cosa y la Antorcha Humana. Habían sobrevivido a la experiencia, pero los rayos cósmicos les cambiaron para siempre. Bautizados como los Cuatro Fantásticos, prometieron utilizar sus nuevos poderes para defender a la humanidad y cartografiar esa galaxia de viñetas recién nacida y conocida como Marvel Comics

Durante 60 años y desde aquel viaje iniciático capitaneado por las leyendas Stan Lee y Jack Kirby, los mandos de la astronave fantástica han pasado por las manos de grandes autores como Roy Thomas, John Byrne, Walter Simonson, Tom DeFalco, Carlos Pacheco, Mark Waid o Jonathan Hickman. Gracias a ellos, la serie se ha convertido en una montaña rusa emocional y creativa no exenta de turbulencias y aterrizajes forzosos. Dentro de las páginas de este libro se encuentra un análisis del origen, evolución, adaptaciones, autores y grandes polémicas de los Cuatro Fantásticos.

Conozco a Pedro Monje desde hace un montón de años, cuando escribía en la web Zona Negativa. Su gran conocimiento comiquero, su gusto por las cifras de ventas y la vertiente del negocio de la industria y no tener miedo de entrar en el barro cuando la situación lo requería eran aspectos que me gustaban mucho de sus textos, a los que siempre sabía darle el toque justo de información pero también de entretenimiento. De ahí descubrí su faceta comunicadora en Dolmen, y más reciente en la web sala de peligro, que se ha convertido en mi principal fuente de información en castellano sobre el mundo del comic.

Otro ilustre escritor y divulgador del mundo del comic al que conozco desde su etapa en Zona Negativa es Sergio Aguirre, cuyos conocimientos enciclopédicos me maravillan con cada podcast en el que participa. Lidia Castillo es una escritora e ilustradora que colabora con Panini escribiendo artículos sobre Marvel. Reconozco que yo la descubrí gracias también a Sala de peligro, en la que ha escrito unos estupendos artículos sobre los principales comics de personajes como Wanda Maximoff y Visión y Loki, además de ser una habitual de sus podcasts. David Aliaga es novelista, escritor, editor y divulgador del mundo del comic, y diría que siente especial predilección por el Doctor Extraño, viendo los artículos que ha ido publicando en la web de Sala de Peligro.

Además de la web de Sala de Peligro, gracias a su fantástico podcast centrado en el mundo del comic me he aficionado a escuchar podcasts comiqueros. Y disfruto mucho escuchándoles a ellos y también a colaboradores como Enrique Machuca o Íñigo Rodríguez. El porcentaje de podcasts en que aciertan completamente con mis gustos me parece increíble, rayando la telepatía.

Hecha esta introducción, no es de extrañar que cuando descubrí la existencia de este libro la compra fuera obligada, sobre todo porque me considero fan de Los Cuatro Fantásticos, aunque no haya comprado todos los comics que se han publicado.

Más allá de lo majos que me caen los autores en su web, los podcasts o en sus cuentas de Twitter, la verdad es que leer este libro sobre Los Cuatro Fantásticos ha sido una pasada. Como comentaba antes, aunque me considero fan de los 4F, no soy de los fanáticos que compran todo lo que se publica aunque no me guste el contenido. De hecho, dejé de comprar la serie varios años tras el final de la etapa de Simonson durante una etapa con la que no conectaba nada. En los últimos años he comprado etapas concretas, como las de Waid y Wieringo, Millar y Hitch, Jonathan Hickman y, más recientemente, el inicio de la etapa de Dan Slott, teniendo varios agujeros en mi comiteca.

Lo bueno de este libro no es que rellena los huecos que tengo en las etapas que no compré en su día, como las de Lobdell y Larroca o la serie de Roberto Aguirre-Sacasa en el sello Marvel Knights. Aunque realmente si me ha venido muy bien para conocer y recordar todo lo bueno y no tan bueno que nos ha dado este comic a sus lectores durante todos estos años. No, para mi lo mejor que han hecho Monje, Castillo, Aliaga y Aguirre es que nos introducen de forma modélica en la intrahistoria, en los líos editoriales y en el contexto histórico que explica muchas de las decisiones, acertadas y equivocadas por igual, que los editores de Marvel fueron tomando con el paso de los años.

Otro elemento que me gusta mucho del libro es la forma en que presentan y contextualizan muchas de las polémicas, empezando por la propia creación de la serie en los años 60 y la disputa por su autoría por Lee y Kirby años después, dando la información disponible pero sin llegar a posicionarse en un bando entendiendo que ambos autores probablemente hicieron cosas muy buenas pero también cometieron errores, dejando que cada lector lleguemos a nuestras propias conclusiones. Unido a esto, hay comics que son historia viva del medio, pero eso no significa que sus autores fueran ejemplos de virtud. Volver a leer sobre el ego de John Byrne o los líos que provocó Jim Shooter en los 80 (o Bill Jemas en 2000) en el Bullpen Marvelita me ha maravillado.

Además de Reed, Sue, Ben, Johnny y el resto de la familia, me ha encantado ver que autores como Jonathan Hickman, Mark Waid, Steve Englehart o editores como Tom Breevort (por poner algún ejemplo) se convierten también en protagonistas mientras el libro navega de forma cronológica por la historia del grupo y sus vaivenes editoriales a lo largo de los años.

En general hay bastantes anécdotas sobre La Primera Familia y sus autores que ya conocía, otras muchas no. Pero sin duda agradezco tener ahora un libro de referencia en el que básicamente puedo encontrarlo todo, ya que es imposible recordar cada artículo, podcast o video sobre el tema que he visto a lo largo de los años. Me gusta también que se paren aunque sea brevemente para hablar sobre las películas o las series de animación protagonizadas por los 4F, que también están llenas de anécdotas y detalles super interesantes. Por no hablar de la etapa negra, que también es historia del grupo, en la que Marvel dejó de publicar el comic de los 4 Fantásticos por mandato de Ike Perlmutter por la disputa de Marvel y Fox por los derechos cinematográficos de los personajes.

Realmente me ha gustado mucho este libro y lo he disfrutado un montón. De hecho, tengo que alabar la cuidada edición de Dolmen en tapa dura, con un precio que creo que está super ajustado, y unas casi 400 páginas de contenidos que sin duda valen el precio que pagué por él.

Los Cuatro Fantásticos: 60 años explorando el Universo Marvel es un libro imprescindible para todos los amantes de los comics Marvel en general, y de La Primera Familia en particular. Si te gustan Reed, Sue, Ben y Johnnie, no te puedes perder este volumen.

Excelsior!

PUNTUACIÓN: 8.5/10

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Crítica de Hey Kids! Comics!, de Howard Chaykin

Howard Chaykin crea una de sus obras más personales en Hey Kids! Comics! un repaso nada amable a la historia de la industria del comic ameriano, dominada por las malas artes y por la explotación de los profesionales que trabajaron en el medio en esos años. Ahora que Dolmen lo ha publicado en España, ya no hay excusa para leer este comic.

PUNTUACIÓN: 7/10

En 1961, Stan Lee y Jack Kirby crearon los Cuatro Fantásticos para Marvel y el cómic cambió para siempre. No, perdón, no es eso, volvamos a empezar En 1961, Bob Rose y Sid Mitchell crearon el Cuartero Cósmico para Verve y el cómic cambió para siempre. Fue el paso definitivo, tras la creación de Powerhouse en 1938, para que los superhéroes acabaran convirtiéndose en el género por excelencia.

HEY, KIDS! COMICS! cuenta casi un siglo de turbulencias y triunfos, desesperación y drama en el mundo del cómic. Guionistas y dibujantes, timadores y payasos, crearon las bases del mayor negocio actual de entretenimiento, o al menos inventaron lo que lo hizo posible. Hay partes que sucedieron tal y como se cuenta aquí, por lo que se han cambiado los nombres para proteger a inocentes y culpables aunque, al final, todo el mundo fuera culpable de ALGO.

Howard Chaykin es un autor en el sentido más literal del término, creando obras que sólo él podría crear con una sensibilidad y un tono totalmente personales e intransferibles. Desde los clásicos American Flagg, The Shadow o Black Kiss, siempre ha sido un autor más cómodo fuera del mainstream comercial. A pesar de estar rondando los 70 años, en lugar de retirarse Chaykin se encuentra en un momento de interesante abullición creativa, contado lo que quiere contar de la forma que quiere sin pedir perdón a los estúpidos ofendidos que no entienden el concepto de obra crítica.

Si en Los Estados Divididos de Histeria ponía el foco en la cada vez más fragmentada y dividida sociedad americana, en Hey Kids! Comics! Dirige una mirada tremendamente despiadada hacia la historia de la industria del comic americana del pasado siglo, dominada por el desprecio a los autores que ayudaron a crear los mayores mitos americanos y que les explotó en condiciones de casi esclavitud.

Chaykin plantea Hey Kids! Comics! A partir de una historia con numerosos saltos temporales, algo habitual en otras obras previas, para ir presentando gotas de información que sirven para completar un puzzle que no pretende dar respuestas, solo presentar con bastante mala baba y cierta dosis de nihilismo la realidad de esta industria que los fans probablemente tengamos idealizad, en la que probablemente la mayoría de relaciones laborales fueron traumáticas y de explotación.

Para ello, veremos el estado de la industria en 1945, pocos años después del nacimiento de Superman (Powerhouse en este comic, cambiando DC por Yankee Comics) y con la 2ª Guerra Mundial recién finalizada; 1955 y la Caza de Brujas que echó del negocio a los comics de crimen y terror del mercado a partir del desastroso “Seduction of the Inocent” del Doctor Fredrik Wertham; 1665, tras la explosión de Marvel Comics de Stan Lee y Jack Kirby entre otros, (aquí convertidos en Verve Comics, Bob Rose y Sid Mitchell, respectivamente). Por último, asistiremos en 2001 al declive de toda una generación de autores que fueron falleciendo sin recibir el justo premio que merecerían por crear unos personajes que se han convertido en fábricas de hacer dinero, gracias a las películas, series de televisión y el desarrollo de todo tipo de elementos de merchandinsing.

A partir de 3 personajes principales, la secretaria, editora y escritora Benita Heindel y los dibujantes Ted Whitman y Ray Clarke, que no quieren ser traslaciones exactas de ningún profesional concreto sino servir de arquetipos en los que proyectar lo que significaba ser un profesional en esos años, Chaykin crea una narración fragmentada que muestra las miserias de unas personas llenas de complejos que no se creían lo bastante buenos y que pensaron que en los comics podrían ganarse la vida, teniendo en cuenta que eran publicaciones para niños de bajísima calidad. Y que, sin embargo, consiguieron de alguna manera, que ni siquiera ellos saben cómo, trascender sus limitaciones para convertir su obra, los comics de superhéroes, en la autentica mitología americana.

Chaykin no tiene reparos de mostrar a la industria del comic como unos explotadores con prácticas de casi esclavitud. Pero esto no fue un hecho puntual de DC Comics, sino que se convirtió durante décadas en la norma de la industria, con autores que se quejaban mientras eran trabajadores pero que luego se convertían en déspotas cuando llegaban a ser editores. Además, gracias a los personajes de Benita y Ted, comprobaremos que se trataba de un sector en el que las prácticas machistas y racistas eran la norma y, o agachabas la cabeza y lo asumías, o mejor que te buscaras otro trabajo.

Mención especial merece la figura de Stan Lee, aquí convertido en Bob Rose, a quien Chaykin despedaza al convertirle en un aprovechado que cimentó una fama planetaria construida sobre el trabajo de los autores que realmente hicieron lo más difícil que fue crear los comics con una imaginación desbordante, entre los que se encuentra Jack Kirby, entre otros. Algo que probablemente no sea algo tan descabellado, cuando nos ponemos a pensar en ello. Y del que incluso llega a decir que si tuvo trabajo en los comics en primer lugar fue gracias a ser el sobrino del editor de la Marvel de la época, otro hecho por otro lado cierto e incontestable.

Pero Chaykin no sólo tiene cera para las empresas, ya que muestra a unos autores ambiciosos y traidores que no dudaban en pegar puñaladas traperas a sus amigos con tal de conseguir un trabajo, que tenían aventuras extra matrimoniales, y que incluso llegaban a robar páginas originales de otros autores de las editoriales que revenderlas sin el menor escrúpulo.

Que en medio de este panorama, pudieran crearse los personajes más famosos del siglo XX no deja de ser un milagro, y quizá a pesar de todo lo anterior, Chaykin plantea de alguna manera esta historia para que sirva de carta de amor, amor tóxico si se quiere, al medio al que Chaykin ha dedicado la mayor parte de su vida.

En este sentido, da mucha de pena ver la forma en que Chaykin nos cuenta cómo unos jovencísimos Joe Shuster y Jerry Siegel “regalaron” a Superman a DC Comics (en ese momento National), pensando incluso que ese era el mejor día de sus vidas, al recibir un cheque y encontrar trabajo pagado. Triste e incluso con un punto de patetismo, que personifica claramente las miserias de los autores que trabajaron en este medio.

En el plano artístico, Chaykin es el autor del dibujo y tinta, contando como colores de Wil Quintana. Nunca fue excesivamente fan del estilo de dibujo de Chaykin, que siempre me ha parecido excesivamente estático, a parte de dibujar siempre las mismas caras, pero creo que en este Hey Kids! Comics! Realiza una gran trabajo de narrativa. Por un lado, por crear a unos reconocibles Stan Lee y Jack Kirby (entre otros), así como por mostrar el paso de los años de forma super convincente, lo cual no está nada mal para empezar. Además, el uso de escenas casi calcadas en momentos temporales diferentes, o en los funerales, sirve para resaltar como a pesar del paso del tiempo, todo seguía prácticamente igual. En este caso, creo que el apartado artístico cumple con nota el desafío que esta historia planteaba.

Hey Kids! Comics! Me ha gustado, aunque también debo reconocer que la narración fragmentada de Chaykin en ocasiones me ha parecido deslavazada, más centrada en contarnos anéctodas que en hacer un hilo narrativo coherente. Además, la historia al final es completamente desoladora, no encontrando ni un solo elemento positivo en toda la historia, todos los personajes son amorales y egoistas, las editoriales ni te cuento, y me cuenta pensar que Chaykin no haya conocido a nadie honrado en el mundillo que le inspirara a colocar algún rayo de esperanza en la historia.

Encuentro además que en los últimos años se está realizando un revisionismo de la historia para echar por tierra la contribución de Stan Lee en la creación de algunos de los comics más incónicos de la historia y en la expansión del hobby de la lectura de estos comics. Me cuesta aceptar la versión actual que se nos quier vender sin ir más lejos en este comic de un Stan Lee aprovechado que  no hacía nada relevante en los comics. Primero porque si Jack Kirby o Steve Ditko lo hacían todo y luego Lee ponía unos bocadillos por encima, ¿cómo es que ninguno de sus comics posteriores (o anteriores) han tenido ni la mitad de repercusión que tuvieron su obra junto a Lee? El comic es un mundo colaborativo, y creo que Lee supo entender el momento histórico que se etaba viviendo y dio al público uno contenido diferente a lo que se hacía en ese momento que significó una revolución. Dicho esto, obviamente que se adueñara del éxito de Marvel Comic y casi lo monopolizara fue algo muy sucio. Pero, por otro lado, lo que hizo Lee no es más que un reflejo de las prácticas habituales de la industria, como bien muestra el propio Chaykin en los años previos, por lo que no siendo bueno, no es ni mejor ni peor que lo que hacía todo el mundo.

Dicho esto, si el mensaje clave de este comic era poner de relevancia las prácticas corruptas y despóticas del sector durante más de 60 años, me parece que el éxito es arrollador.

Comparto a continuación las primeras páginas de este comic sacadas de la web de Dolmen, para que os hagáis una idea de lo que os váis a encontrar:

Hey Kids! Comics! De Howard Chaykin no es un comic para todo el mundo. Sin embargo, en una lectura obligada para todos los amantes de los comics de superhéroes interesados en la intra-historia, en como estos comics llegaron a ser creados.

PUNTUACIÓN: 7/10

 

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