Tras el desastre que supuso X-Men: La Decisión final (Brett Ratner, 2006) la franquicia cinematográfica de los mutantes de Marvel estaba herida de muerte, y tuvieron que pasar 5 años hasta que Matthew Vaughn asombrara a los fans con la mejor película de la serie X-Men: First Class, película ambientada en los años 60 en el contexto de la crisis de los misiles de Cuba, que consiguió insuflar nueva via a la franquicia.
PUNTUACIÓN: 9/10
Antes de que los mutantes se dieran a conocer y adoptaran los nombres de Profesor X y Magneto, los jóvenes Charles Xavier (James McAvoy) y Erik Lehnsherr (Michael Fassbender) empezaban a descubrir sus poderes. No había animadversión alguna entre ellos, sino que los unía una sincera amistad y el deseo de trabajar juntos y entrenar a un grupo de jóvenes mutantes para evitar el Armagedón nuclear. Su enemigo común: el malvado Sebastian Shaw (Kevin Bacon), un mutante con el que Erik tiene una cuenta pendiente. (FILMAFFINITY)
Fox de había metido en un lío con el estreno en 2006 de X-Men: La decisión final, película en la que un mal guión había matado a tres de los principales personajes y dejaba a la franquicia sin un rumbo claro. La solución de la productora Lauren Shuler Donner fue la de crear películas en solitario de los personajes más carismáticos de la franquicia, con la esperanza de mantener con vida la franquicia mientras planteaban su siguiente película grupal.
Fruto de este plan, en 2009 se estrenó la desastrosa X-Men Origins: Wolverine, dirigida por Gavin Hood. Mientras esta película se producía, prácticamente en paralelo se estaba trabajando en la que sería la segunda película de orígenes, en este caso protagonizada por Magneto. En el guión inicial de Sheldon Turner, que acabaría acreditado en la película en el apartado de historia, conoceríamos el origen de Erik Lehnsherr, quien tras escapar de Auschwitz de dedicaría a cazar criminales nazis ayudado por un joven soldado llamado Charles Xavier.
Aunque X-Men Origins: Wolverine no fue un fracaso de taquilla, recaudó 370 millones de dólares a partir de un altísimo presupuesto para la época de 150 millones, sí fue machacada despiadadamente y con razón por crítica y público, y en la actualidad sigue considerada una de las peores películas de superhéroes del siglo XXI. Esto, sumado a la negativa de Ian McKellen a retornar al papel de Magneto debido a la edad fue lo que provocó que los planes de Fox cambiaran y optaran por una nueva historia coral, en este caso para presentarnos cómo se conocieron Charles Xavier y Erik Lehnsherr y se formó la mítica Escuela para jóvenes talentos del profesor Xavier.
Tras dirigir la decepcionante Superman returns (2006), Brian Singer quiso volver a dirigir esta nueva película, por lo que escribió su propio tratamiento. Finalmente Singer abandonó el proyecto en 2010 porque prefirió dirigir Jack El Cazagigantes (2013), pero mantuvo labores de producción a través de su compañía Bad Hat Harry Productions y fue acreditado en la historia junto a Sheldon Turner. En ese momento, Ashley Edward Miller y Zack Stentz fueron contratados para escribir el guión definitivo.
Para sustituir a Singer, los productores Lauren Shuler Donner, Simon Kinberg y Gregory Goodman finalmente escogieron a Matthew Vaughn, que ya estuvo vinculado con la franquicia cuando casi dirigió X-Men: La decisión final. Vaughn veía mucho potencial a la idea de poder reiniciar la franquicia centrando la historia en la relación de Charles y Xavier pero sin estar limitado por las películas anteriores, al estar esta ambientada en 1962, durante la crisis de los misiles cubanos.
Vaughn reescribió el guión junto a su colaborada habitual, la escritora Jane Goldman, y prometió una película rápida de rodar y relativamente barata que diera un nuevo rumbo a la franquicia. Y lo cumplió. Vaya si lo hizo. Fue contratado en mayo de 2010, comenzó el rodaje en agosto de 2010 y entregó la película a tiempo para su estreno el 3 de junio de 2011, un tiempo ridículamente corto teniendo en cuenta la gran cantidad de efectos digitales y localizaciones que cuenta la película.
La película cuenta con John Mathieson como director de fotografía, un estupendo diseño de producción de Chris Seagers y vestuario de Sammy Sheldon que nos trasladan sin problemas a los años 60, montaje de Eddie Hamilton y Lee Smith, y una estupenda banda sonora de Henry Jackman que nos devuelve el feeling de las películas de espías de la época, en especial James Bond 007.
Con un coste final de 140 millones de dólares, X-Men First Class fue un éxito de crítica y público, aunque acabó recaudando ligeramente por debajo de X-Men Origins: Wolverine, consiguiendo 353 millones de dólares en todo el mundo. En todo caso, igual que pasó con la notable Batman Begins (Christopher Nolan, 2008), los productores entendieron que habían acertado en la diana y que esta película había dado viva nueva a la franquicia.
Uno de los grandes aciertos de la película es su espectacular casting. James McAvoy interpreta a un joven Charles Xavier / Profesor X. Frente al veterano profesor que parecía un maestro zen en la versión de Patrick Stewart, McAvoy muesta a un Xavier engreído, mujeriego y quizá demasiado listo para su propio bien. Junto a él, Michael Fassbender como el joven Erik Lehnsherr / Magneto roba completamente la función con su espectacular actuación. Vaughn quería que Fassbender transmitiera el carisma del Sean Conery 007, una personaje que suda personalidad y que puede ser a la vez implacable y peligroso. Con el añadido del trauma sufrido por Erik, que le aporta una mayor dosis de profundidad y complejidad al personaje gracias a os matices que Fassbender aporta a su interpretacion.
Jennifer Lawrence es Raven Darkholme / Mystique. Recién salida de su Oscar por Winter´s Bone, Lawrence buscaba una película más ligera, además de querer trabajar con McAvoy y Fassbender. Su Raven es otro de los pilares de la película, ya que muestra el drama de los mutantes que debido a su apariencia sienten que son monstruos que deben esconderse. Su evolución es gradual y lógica, conectado de forma orgánica con la primera película de X-Men.
Me gusta mucho el carisma alucinante que Kevin Bacon aporta a su Sebastian Shaw, antiguo científico nazi y líder del Club Fuego Infernal que será el villano de la película y hará la función de mentor ideológico de Magneto, muy a su pesar. Shaw es un líder carismático de gustos refinados y educación exquisita bajo la que se esconde un sociópata de manual que realmente se cree que su plan va a beneficiar a los mutantes, aunque provoque la destrucción de la humanidad y la muerte de cientos de millones de personas.
Rose Byrne es Moira MacTaggert, una joven agente de la CIA inteligente y llena de recursos que tiene que luchar contra el mal y contra el machismo de la sociedad de la época que busca relegarla a mera secretaria. Su papel tiene una humanidad que me parece encaja a la perfección con el trio formado por Charles, Erik y Raven.
La formación de jóvenes X-Men se completa con Nicholas Hoult como Hank McCoy / Bestia, un científico super inteligente que cree que su mutación es una maldición y quiere desembarazarse de ella, Lucas Till como Alex Summers / Havok, un mutante con la capacidad de absorber energía solar que luego puede lanzar en forma de rayos desde su cuerpo, Zoë Kravitz como Angel Salvadore, una mutante con alas de libélula y saliva ácida, Caleb Landry Jones como Sean Cassidy / Banshee, un mutante con la capacidad de generar potentes gritos ultrasónicos, estallidos sónicos y ondas sonoras, pudiendo llegar a volar y Edi Gathegi comoArmando Muñoz / Darwin, un mutante super adaptativo a todos los ambientes.
Por el lado del Club Fuego Infernal, la parte menos desarrollada de la película, tenemos a January Jones como Emma Frost, una mutante telépata que puede convertir su cuerpo en diamante. Jones transmitió perfectamente la personalidad snob y engreida de la Frost de los comics, además de llevar un traje super sugerente que es clavado al de los comics y además encaja con la ambientación de los locos años 60.
Jason Flemyng es Azazel, un miembro del Club Fuego Infernal con la habilidad de teletransportarse, lo que le convierte en un feroz luchador, y Álex González es Janos Quested / Riptide, un mutante con la habilidad de crear poderosos torbellinos de viento que diría no tiene ni una línea de diálogo en toda la película. Por último, destacaría el pequeño papel de Oliver Platt como un Hombre de Negro de la CIA que conecta con los primeros comics de los X-Men de los años 60 en los que Charles Xavier colaboraba con el FBI y tenía de enlace al agente Fred Duncan.
Entrando en la valoración de la película, X-Men First Class me parece un triunfo arrollador y de largo la mejor película de toda la franquicia. Si, mejor que X-Men 2. Es alucinante volver a ver una película planteada por Matthew Vaughn como una película de James Bond con toques de thriller político a lo John Frankenheimer, que utiliza elementos históricos reales (la crisis de los misiles de Cuba), y que además es una entretenida aventura de gente con super poderes que consigue que empatices con los dramas y con la evolución que van a sufrir los personajes durante la película.
Aunque X-Men First Class se estrenó en 2011, el mismo año que Capitán América: El primer Vengador, película que mezclaba los superhéroes con el cine bélico, en algunos aspectos Matthew Vaughn se adelantó a Marvel Studios creando una película de superhéroes que temáticamente se alejara de los clichés del género, como luego vimos más claramente en Capitán América: Winter Soldier (Thriller conspiranoico), Guardianes de la Galaxia (ciencia-ficción espacial) y Ant-Man (comedia de robos).
Ambientar la película en los años 60 me parece además una decisión super acertada, ya que el feeling pop de la época conecta en parte con algunas locuras que visualmente vamos a ver y consigue que el choque no sea tan grande. En ese sentido, aunque es uno de los elementos menos importantes, me flipa ver cómo Vaughn introduce en la película los clásicos trajes amarillos y negros de los X-Men originales, aportándoles detalles distintivos a cada héroe, haciendo que funcionen perfectamente en pantalla. Esto obviamente deja en mal lugar a Bryan Singer y sus trajes de cuero negro genéricos, demostrando que el problema no son “los trajes de licra”, sino los prejuicios del profesional que no sabe hacerlos funcionar.
Siguiendo con las comparaciones, el guión en lo relativo a los personajes me parece maravilloso, y consigue dar herramientas para que unos grandísimos actores se luzcan. Frente a X-Men 1 y 2 en los que los fans estábamos tan contentos de ver a nuestros personajes favoritos en imagen real que perdonábamos que en la mayoría de ocasiones estos no hicieran cosas realmente interesantes en pantalla, Vaughn con la guionista Jane Goldman crean unos personajes complejos entre los que destaca el espectacular Magneto interpretado por Fassbender. El choque moral entre Xavier y Erik es perfecto y las decisiones que toman casi inevitables, pero me gusta mucho también el viaje de Raven para llegar a aceptar sus poderes y no verse a si misma como un monstruo, con el contraste de un Hank McCoy que acaba convertido literalmente en una Bestia al intentar eliminar la deformidad provocada por la mutación.
Otro detalle muy chulo del guión es la forma en que utiliza la Guerra Fría y el miedo nuclear de los años 50 y 60 para construir la amenaza de la película, y como Sebastian Shaw ve este miedo nuclear como la oportunidad de provocar el salto evolutivo definitivo que aniquile al homo sapiens y coloque a los mutantes como especie dominante del planeta. El diseño de producción y el vestuario de la película me parece también una pasada, haciendo que el salto entre las numerosas localizaciones recuerde para bien a las clásicas películas de 007 en las que pasaban muchas cosas y todas ellas eran interesantes.
Que una película de 130 minutos de duración tenga tiempo de mostrar perfectamente la relación de Charles – Xavier, la conexión de ambos con Raven, la amenaza y carisma de Sebastian Shaw, y el drama que viven en sus día a día Moira y Hank McCoy, además de ser un excelente entretenimiento, habla muy bien de la habilidad como escritores de Vaughn y Goldman, y de Vaughn como director, que dota a la película de un ritmo frenético espectacular.
Aunque tienen pocos minutos en pantalla, Vaughn consigue crear momentos de lucimiento para Banshee, Havoc y Angel que molan. Incluso la Emma Frost en modo “zorra fría manipuladora” me gusta y creo que hace una buena traslación del personaje en imagen real. Sí debo reconocer que Darwin, Azazel y Riptide quedan como meros figurantes, pero es inevitable en una película de esta envergadura en la que pasan tantas cosas en tan poco tiempo.
Otro elemento que quiero destacar unido al carisma y la personalidad que Vaughn sabe aportar a los personajes, es que es un director visual bestial, y crea un montón de momentazos alucinantes durante la película que, de nuevo, dejan en bastante mal lugar a Bryan Singer y a Brett Ratner. Además, sabe construir una tensión creciente que nos lleva a un climax en Cuba que triunfa gracias a la brillante resolución de la venganza de Magneto contra Shaw, pero también por la confirmación que el gran enemigo de los mutantes no es el Club Fuego Infernal sino los gobiernos del mundo que ven a los mutantes como una amenaza.
En este sentido, aunque me gusto mucho el Charles Xavier interpretado por James McAvoy, es Michael Fassbender el que se sale y roba completamente la película. El hecho que la película comience repitiendo la escena del Erik niño en la Polonia de la 2ª Guerra Mundial sirve para recordarnos el drama que sufrió y por el qué quiere venganza. Posteriormente, aunque la historia construye muy bien la relación entre Xavier y Mística, ver a Erik cazando nazis en Suiza y Argentina ofrece momentos excelentes que le sitúan en el centro emocional de la película. Y finalmente, aunque entiendes el punto de vista compasivo de Xavier que busca la coexistencia pacífica de humanos y mutantes, dado el pasado de Erik y los actos presentes de los gobiernos, el nacimiento de Magneto se ve inevitable, y casi la única opción posible para el personaje. Esto, para mi, es un ejemplo de gran escritura.
Si tengo que decir algo menos bueno, hay que reconocer que las coreografías de acción no son gran cosa, pero entiendo que en First Class el choque de ideas es el gran desafío al que tienen que enfrentarse los mutantes protagonistas.
Sin embargo, teniendo en cuenta que First Class tuvo un presupuesto inferior a X-Men origins: Wolverine y muestra a muchos más mutantes en pantalla de forma con muchísima más personalidad, tiene multitud de localizaciones por todo el mundo (recordando, de nuevo, las películas de James Bond), y un climax que funciona sin necesidad de enfrentamiento físico, creo que estamos ante una película bestial que rompe muchos de los tópicos del género de superhéroes.
Comparto el trailer de la película:
X-Men: First Class es la mejor película de toda la serie, una historia repleta de carisma y entretenimiento que encantará no solo a los fans de los super héroes, sino a todo aquel que ha disfrutado alguna vez una película de James Bond.
PUNTUACIÓN: 9/10
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