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Crítica de The Boys temporada 3 (Prime Video)

La tercera temporada de The Boys recién emitida en Prime Video ha vuelto a volarnos la cabeza con este mundo de superhéroes sangriento y over-the-top. Con este nivel, pueden mantener la serie en emisión las temporadas que quieran.

PUNTUACIÓN: 8/10

Teniendo lugar un año después de los acontecimientos de la temporada anterior, la historia sigue a The Boys titulares que ahora trabajan para la Oficina de Asuntos de Superhéroes de Victoria Neuman para detener a los Supes problemáticos, habiendo superado sus problemas con los Siete. Sin embargo, el conflicto se reanuda cuando Butcher comienza a investigar la verdad sobre la aparente muerte de Soldier Boy, uno de los primeros superhéroes americanos de Vought, con la esperanza de matar a Homelander para siempre. Mientras tanto, la estabilidad mental de Homelander comienza a deteriorarse a medida que Vought intenta restringir su poder, mientras que otros miembros de los Siete, como Starlight y la Reina Maeve, ayudan a The Boys en sus complots contra él.

La tercera temporada de The Boys, basada en los cómics de Garth Ennis y Darick Robertson, ha sido desarrollada por el escritor y productor Eric Kripke. Los ocho episodios de esta temporada han sido dirigidos por Phil Sgriccia, Julian Holmes, Nelson Cragg y Sarah Boyd, con un equipo de 9 escritores para realizar los guiones de la serie además del propio Kripke, que se mantiene como showrunner.

En el reparto de The Boys volvemos a encontrarnos a Karl Urban como William «Billy» Butcher, Antony Starr como Homelander, Jack Quaid como «Hughie» Campbell Jr, Erin Moriarty como Annie January / Starlight, Dominique McElligott como Maggie Shaw / Queen Maeve, Jessie T. Usher como Reggie Franklin / A-Train, Laz Alonso como Marvin T. «Mother’s» Milk / MM, Chace Crawford como Kevin Moskowitz / The Deep, Tomer Capone como Serge / Frenchie, Karen Fukuhara como Kimiko Miyashiro, Nathan Mitchell como Earving / Black Noir, Colby Minifie como Ashley Barrett, Claudia Doumit como la responsable de la Oficina de Asuntos de Superhéroes Victoria Neuman. La gran incorporación de la temporada es Jensen Ackles como Soldier Boy, una versión psicótica del Capitán América.

La segunda temporada de The Boys se emitió hace casi dos años y no me di cuenta lo mucho que la echaba de menos hasta que empecé a ver esta tercera. Y hay que reconocer que el showrunner Eric Kripke y su equipo han sabido mantener el nivel con las nuevas narrativas incorporadas este año. Si la NAZI Stormfront indicaba que la serie no iba con sutilezas, en esta tercera temporada hemos tenido dos narrativas muy claras que van un paso más allá: Por un lado la aparición de Soldier Boy, la versión de The Boys del Capitán América convertido en alguien que no luchó en la 2ª Guerra Mundial y fue allí únicamente para servir a la propaganda del gobierno, que es un psicótico peligroso con estallidos incontrolados de poderes. Y por otro lado, un Homelander que alcanza el poder tras liberarse del control (y el chantaje) de Vought, creando una farsa inspirada nada sutilmente en la estancia de Donald Trump en la Presidencia de los Estados Unidos.

The Boys nunca ha sido una serie sutil. De hecho, su brocha gorda golpea en muchos momentos al espectador. Pero toda la parte de Homelander / Trump negando la realidad y acusando de antipatriota a todo aquel que le recuerde que aunque no quiera hablar de algo, la realidad es la que es, me parece que nos ha dejado momentos brillantes. Unido además a la polarización de una sociedad a la que mienten a la cara y acepta las mentiras creando un estado mental alejado de la realidad a partir de la «post-verdad». Esta parte de la trama ha dejado momentos espectaculares, con un Antony Starr que me parece se encuentra a un nivel interpretativo bestial.

Como no hay duda del posicionamiento político de The Boys, todo el arco de A-Train en este temporada centrada en su enfrentamiento contra Blue Hawk, un héroe blanco que trabaja en barrios afroamericanos empleando fuerza excesiva que mata inocentes en lugar de enfrentarse al crimen, es una excusa para criticar el movimiento «White lives matter» y «Police lives matter» que surgió a partir del Black Lives Matter, ridiculizado como una estrategia de la ultra-derecha. Un A-Train que a pesar de intentarlo, no deja de ser un tipo penoso.

A pesar de todas las salvajadas de la serie, hay un interesante desarrollo de los protagonistas, en especial todo lo relacionado con un Butcher (genial como siempre Karl Urban) que es una persona traumatizada por un padre violento cuya idea de familia es alejar a todo aquel que le importa y hacer lo que sea necesario para conseguir realizar su plan para acabar con Homelander sin importarse a quien deje en el camino. Hughie en esta temporada con el uso del V24 que le da a él y a Butcher poderes de forma temporal, sirve para destacar la masculinidad tóxica que no acepta que una mujer pueda ser más fuerte que él y ni que haya mujeres que no necesitan ser salvadas.

Como tengo claro cómo es la serie, no me supone ningún problema que sólo Starlight, Kimiko y Maeve sean mostradas con rasgos positivos que las calificaría como BUENAS, mientras que todos los hombres con poderes, incluidos Butcher y Hughie, sean seres egoístas a los que sus traumas y sus deficiencias dominan sus personalidades y acciones. Hubiera estado bien que hubiera un hombre super poderoso mostrado desde una óptica positiva, pero obviamente The Boys no es esa clase de serie. Dicho esto, hay elementos en la serie como el machismo que sigue dominando las tomas de posición en las altas esferas, por ejemplo con el talent-show para decidir los nuevos miembros de The Seven que rechaza a mujeres mucho más capaces que los hombres que acaban siendo elegidos, que me parecen muy chulos y me gusta que una serie de entretenimiento los ponga de relevancia con tanta claridad y sin medias tintas.

Además de todo lo anterior, los momentos gores super over-the-top siguen dominando todos los episodios, con unas escenas de acción super sangrientas que son diferentes a todo lo que puede verse en televisión ahora mismo, exceptuando quizá la serie de animación Invincible basada en el comic de Kirkman, Ottley y Walker, también emitida en Prime Video. La verdad es que para ser televisión, la temporada de the Boys luce increíble, y deja en mal lugar otras series que se están emitiendo ahora mismo como por ejemplo Ms. Marvel en Disney+.

Si tengo que ponerle algún pero a la serie, me centraría en la promoción del 6º episodio con el «Herogasm», un episodio que traslada una de las historias más bufas del comic de Ennis y Robertson con una orgía de seres con superpoderes a cual más extravagante. En la serie, la orgía aparte de no ser para tanto, fue de largo lo menos interesante del episodio y eclipsó los importantes sucesos que tenían lugar, con el primer combarte sorpresa de Homelander contra Soldier Boy, Butcher y Hughie.

También habría que decir que el papel de The Deep ha quedado aún más limitado a tipo penoso centrado en perversiones sexuales con pulpos cualquier ser acuático que se le ponga a tiro. A lo que habría que sumarle un Noir que ha sido un quiero y no puedo en toda la serie.

Una vez comentados estos elementos menos buenos, lo cierto es que tengo que resaltar lo mucho que me ha gustado esta tercera temporada, incluso reconociendo el wokismo extremo, me ha parecido una pasada. De hecho, al ser todo tan exagerado y over-the-top el elemento más panfletario queda dentro del tono exagerado general. Aparte que cuando empiezas a ver la tercera temporada de The Boys, ya sabes a lo que vienes, y yo lo estoy disfrutando mucho. Y es que recordando algunos momentazos super chungos de la serie, por ejemplo el momento The Deep comiendo el pulpo o los usos sexuales de una persona con poderes tipo Ant-Man, que me sigo sorprendiendo que una serie tan bestia como esta haya llegado a rodarse y sea una realidad.

Teniendo en cuenta el final de esta temporada, diría que la cuarta temporada ya confirmada será la última, dado que la trama de Butcher vs Homelander que es el núcleo de la serie está en el límite de empezar a ser repetitiva. Eso sumado al hecho que nos estamos quedando sin superhéroes de los que reirse me indicaría que los creativos de Prime harían bien en plantear el final de la historia. Mientras tanto, como digo The Boys es un entretenimiento super recomendable para todos aquellos que busquen salvajismo y en general una historia de superhéroes diferente.

Comparto el trailer de esta temporada:

Manteniendo el nivel de temporadas anteriores, The Boys se confirma como uno de los grandes entretenimientos de Prime Video y nos deja en todo lo alto para una cuarta temporada que se supone visto lo visto que debería ser la última.

PUNTUACIÓN: 8/10

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¡Saludos a todos!

El problema de Netflix con las adaptaciones de comics

A pesar de lo incorrecto de la afirmación, el mundo del comic y en concreto el comic de superhéroes siempre ha sido considerado de alguna manera el “hermano pequeño” del cine y la televisión.  Y es incorrecto porque antes incluso que Stan Lee, Jack Kirby, Steve Ditko y otros autores dieran inicio a la Marvel Age of Comics en 1961, los comics de superhéroes ofrecían en las páginas impresas un nivel de espectáculo, épica, ambientaciones fantásticas y acción más grande que la vida imposible de recrear en imagen real, ofreciendo un tipo de entretenimiento que el resto de medios no podía igualar.

Esto fue así durante más de 40 años, hasta que el director Sam Raimi nos mostró en 2002 a un Spiderman en imagen real que miraba de tú a tú a su versión comiquera.  El avance exponencial de la calidad de los efectos especiales no se ha detenido y la ventaja en espectacularidad de los comics respecto al cine se ha ido acortando con cada film. En 2019 se estrena Avengers Endgame y pocos podrán discutir que su batalla final es mucho más espectacular que la mayoría de las peleas que podemos encontrar en los comics. Pero para conseguir este nivel de espectáculo visual, es necesaria la inversión de enormes sumas de dinero, algo que no está al alcance de todas las producciones.

El avance de los efectos especiales desde los años 90 y sobre todo en el siglo XXI ya permiten crear cualquier cosa que un director pueda imaginar. Los comic con temática fantástica y superheroica se han convertido de esta manera en un filón de historias en las que los grandes estudios de cine invierten grandes presupuestos que suelen ser recompensados con buenos resultados de taquilla y rentabilidad.

En los últimos años los superhéroes también han saltado a la pequeña pantalla y cada vez hay más series de este género en la televisión. Las primeras series de este tipo también solían ser éxitos, a pesar de tener presupuestos menores, ya que la curiosidad que generaba el poder ver a tus personajes favoritos en imagen real suplía la falta de efectos especiales y medios. Pero cada vez hay más series superheroicas y cada vez más series fracasan en su búsqueda de audiencia debido a la saturación de contenidos que ofrecen todos los canales.

Y esto es lo que le ha pasado a Jupiter´s Legacy, la serie de Netflix que adapta los comics de Mark Millar y Frank Quitely. Como ha quedado demostrado, Netflix no es infalible y la serie ha sido cancelada tras la emisión de su primera temporada. En mi opinión este es el último ejemplo de una forma de hacer televisión que busca aprovecharse de la popularidad de las obras originales del mundo del comic, pero olvidándose en muchos casos de los motivos por los que esos comics son queridos y populares en primer lugar. Y no es un caso único. En los meses previos los lectores de comics sufrimos numerosas decepciones con las adaptaciones a imagen real de comics muy queridos como The Umbrella Academy (comic creado por Gerard Way y Gabriel Bá) o Locke and Key (de Joe Hill y Gabriel Rodríguez), entre otros muchos.

El primer y más obvio motivo de queja es que el comic es ante todo un medio visual en el que el lector disfruta de la acción espectacular que viven los personajes. Partimos que trasladar las aventuras y peleas de seres super poderosos a imagen real resulta muy caro, en caso de que quiera hacerse bien. Y excepto casos muy puntuales como el final de Juego de Tronos, The Mandalorian o las series de Marvel Studios estrenadas en Disney+, las cadenas de televisión no tienen a su disposición150-200 millones de dólares para producir una serie de televisión. De forma que lo que en los comics es un despliegue de imaginación y acción más grande que la vida, en las adaptaciones a la pequeña pantalla quedan convertidos en sitcoms con cabezas parlantes que ocupan el 90% del metraje del episodio, repletos de diálogos redundantes que repiten situaciones que funcionarían mejor con una imagen potente.

Esa limitación presupuestaria acaba convirtiendo las historias superheroicas en dramas en los que los personajes verbalizan sus sentimientos y la trama avanza a partir de dichos diálogos, no de la acción que se supone deberían mostrarnos. Casi parece que Netflix sabe que los espectadores durante los fines de semana tenemos la televisión puesta mientras limpiamos, cocinamos o hacemos labores de la casa, por lo que la sensación que están creando “series para escuchar” aumenta con cada nuevo visionado decepcionante.

La prueba del algodón para separar las buenas series de televisión del fast-food es muy sencilla: ¿Cuánto tiempo pasan estas series en las mismas tres localizaciones? ¿Cuánto metraje se destina a conversaciones rodadas en plano-contraplano genéricos? Cuando ves The Mandalorian o Wandavision, es imposible despegar los ojos de la pantalla porque las imágenes son las que cuentan la historia y consiguen que a los espectadores nos interese lo que está sucediendo. Con Jupiter´s Legacy, puedes tender la ropa o poner el lavaplatos y no te pierdes nada esencial porque los personajes verbalizan las situaciones y convierten lo que debería ser especial en mundano y sin chispa.

Esto por supuesto es todo lo contrario de lo que debería ser, y acaba generándose una sensación pobre, de un producto que no está a la altura del original. Si hay una constante que debería ser obligatoria es la aventura y el espectáculo. Y lamentablemente, cada vez es más habitual ver una serie con capítulos de 50 minutos en los que la falta de presupuesto hace que sólo muestren una única escena de acción y efectos especiales por episodio.

Existe otro problema añadido que es el de las escenas de acción. Te gustarán más o menos, pero son algo consustancial al género y no rodarlas bien transmite un feeling mediocre. Puestos a tener que mostrar acción espectacular, querer rodarla bien debería ser lo más importante para los productores y creativos, y sin embargo habitualmente se nota que se plantea como un trámite que hay que despachar de la forma más mecánica, impersonal y barata posible, copiando la película de moda en ese momento. Por ejemplo, John Wick.

Otro de los elementos fundamentales que explica las diferencias entre las series de televisión y los comics es la capacidad de síntesis. En las 20 páginas mensuales del comic los autores tienen que condensar las escenas más potentes y los mejores diálogos que ayuden a contar la historia, con la obligación añadida de dejar a los lectores con ganas de volver a comprar el comic el mes siguiente gracias a unos cliffhangers que son otro elemento consustancial del medio. Sin embargo, cuando ves que un comic de 6 números que se lee en 30 minutos se intenta convertir en una serie de televisión de 8-10 episodios  y al menos 45/50 minutos de duración, ya puedes intuir que la cosa no puede acabar bien.

El virus «Lost» es otro problema que aqueja a una parte de la narrativa televisiva de género. Debido a la influencia de la histórica serie creada por Damon Lindeloff, las series dividen en dos sus historias, una mitad en el presente de los personajes y la otra en un pasado que explica su origen y los posibles problemas emocionales que sufren, y que debería servir para dar pistas del misterio al que se enfrentan. Realmente esta técnica narrativa es correctísima si se utiliza bien, pero lamentablemente en los casos a los que me refiero su mala utilización hace que las historias queden partidas en dos y ninguna de las dos contiene elementos interesantes que me apetezca saber cómo terminan.

Netflix cambió el paradigma televisivo con su concepto de “binge-watching” o estrenar sus series en su totalidad el día del estreno para permitir que los espectadores puedan verse la serie entera en modo maratón. Al principio, poder ver series como House of Cards o la primera temporada de Daredevil se convirtió en un vicio tremendamente adictivo. Pero lo que antes era un acontecimiento ha mutado a una saturación de contenidos en los que Netflix estrena cada semana varias series y películas simultáneamente que hace imposible estar al tanto de todo. Mucho menos verlo.

La sensación de “serie de la semana” y que a Netflix le da igual qué serie emite mientras sigamos conectados, genera una sensación “montonera” e intercambiable en la mayoría de sus estrenos recientes de fantasía y género superheroico. Con el añadido (a peor) que en Disney+, Prime Video o HBO el estreno semanal ayuda a que el boca a boca de los espectadores genere interés por su estreno, de forma que las audiencias en muchos casos crecen semana a semana a medida que se va emitiendo. Sin embargo, Netflix prácticamente sólo promociona una serie o película la semana de su estreno y, excepto pelotazos puntuales, pasan a segundo término casi inmediatamente ante la necesidad de promocionar el estreno de la semana siguiente, con lo que el posible impacto que pudiera tener se reduce, quedando oculto entre el propio catálogo. Jupiter´s Legacy se estrenó en Mayo y a los 15 días nadie se acordaba de ella. Loki terminó en Julio y aún seguimos analizando las consecuencias de lo que ha sucedido en esa serie y sus repercusiones en el MCU.

Y esto no quiere decir que Netflix no tenga series muy disfrutables, El Método Kominsky o Gambito de Dama por ejemplo me han encantado. Pero en lo referido a adaptaciones en imagen real de historias nacidas en el mundo del comic, la cadena de streaming está mostrando una preocupante falta de calidad y personalidad.

La personalidad, o la falta de ella, es otro problema recurrente en estas adaptaciones de Netflix. Los comics reflejan ante todo la personalidad de sus autores, y no se entiende Locke & Key sin la imaginación oscura de su dibujante Gabriel Rodríguez o Jupiter´s Legacy sin el poderío visual de Frank Quitely y los golpes de efecto de Mark Millar. Sin embargo, cuando se estrenaron las series de televisión, buscando un producto que pueda gustar a un público mayoritario de todas las edades eliminaron precisamente todo lo que hacía especial el comic, consiguiendo unos personajes planos y un aspecto visual mediocre, que casi podría intercambiarse con el de otras series de la cadena.

Quizá lo primero que habría que pedir a Netflix es que si realmente quieren seguir produciendo series basadas en comics de superhéroes o de temática fantástica, que inviertan en ellas para que luzcan de la mejor manera posible. Pero no es sólo cuestión de dinero, también influye la calidad de los profesionales contratados y si realmente son fans del género y conocen qué es lo que hace que la historia sea especial, o estamos ante alguien con un contrato “alimenticio” al que le da igual hacer esto mientras le paguen y probablemente estuviera más a gusto en otro tipo de historias.

También es importante recordar que el aspecto visual por supuesto es importante, pero lo es incluso más crear historias potentes que resalten los valores que poseen los personajes. Superman o el Capitán América no han sobrevivido 80 años desde su creación por lo llamativo de sus uniformes o sus poderes, sino por el carisma y la personalidad que han transmitido a varias generaciones de lectores que queremos seguir leyendo sus aventuras, porque nos interesan Clark Kent y Steve Rogers.

Lamentablemente, mientras la política de Netflix siga siendo la de inundar la parrilla de novedades en lugar de cuidar cada uno de sus estrenos, no veo un final feliz a la vista. Si mantienen esta tendencia y no saben crear personajes interesantes que se enfrenten a amenazas originales con historias visualmente atractivas, tal vez sea mejor seguir disfrutando de los superhéroes en su medio natural, el comic.

**Escribí este texto el pasado mes de junio para la revista – fanzine El Colmo editada en Alcora (Castellón). Problemas de producción han provocado que la revista aún no haya sido publicada por lo que, debido el tiempo transcurrido, he decidido compartirlo en el blog para que llegue a más lectores y no se pierda. Espero que os guste.

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¡Saludos a todos!

Crítica de Superman y Lois temporada 1 (HBO)

Aprovechando las vacaciones y tras escuchar las alabanzas unánimes, me he animado a terminar de ver la primera temporada de Superman y Lois en HBO. Y a pesar de algún pero que también comentaré, la experiencia me ha parecido positiva gracias al corazón que transmite la serie.

PUNTUACIÓN: 7/10

Crítica SIN spoilers.

Serie de TV (2021-). Sigue a la periodista y al superhéroe más famoso del mundo y los cómics, y cómo lidian él y Lois todo el estrés, las presiones y las complejidades que conlleva ser lo que son y además ser padres trabajadores en la sociedad actual. (FILMAFFINITY)

Greg Berlanti, el capo del Arrowverso del universo superheroico de The CW, ha creado esta serie junto a Todd Helbing, aprovechando la nueva versión de Superman que apareció en el pasado crossover Tierras en Tierras Infinitas. The CW / HBO ya ha confirmado la segunda temporada de Superman y Lois antes de terminan la emisión de esta primera, lo que confirmaría el éxito de la serie.

La serie está protagonizada por Tyler Hoechlin como Kal-El / Clark Kent / Superman, con Elizabeth Tulloch como Lois Lane, la mítica periodista del Daily Planet y esposa de Clark. Jordan Elsass y Alex Garfin son sus hijos Jonathan y Jordan Kent. Jonathan es abierto, deportista y extrovertido, mientras que Jordan es más retraido y ha sufrido problemas de ansiedad toda su vida. Completaría el reparto Dylan Walsh como el General Samuel Lane, padre de Lois y centrado que América este a salvo de las múltiples amenazas existentes, sean las que sean, Emmanuelle Chriqui como Lana Lang, una vieja amiga de Clark de su niñez en Smallville madre de Sarah (Inde Navarrette), joven que se hará amiga de Jonathan y Jordan en el instituto local.

En el lado de los antagonistas, tenemos a Wolé Parks interpretando a El Extraño, un misterioso visitante de una Tierra paralela no identificada , y a Adam Rayner como el multimillonario Morgan Edge, un magnate que llega a Smallville con la intención de dar nueva vida al pueblo y crear cientos de trabajos, pero que esconde unas oscuras intenciones.

Vi el pasado mes de marzo los dos primeros episodios de Superman y Lois, y lo cierto es que me gustaron mucho. Mucho más de lo que esperaba a priori, de hecho, encontrándome probablemente con la mejor representación del Hombre de Acero en imagen real de todo el siglo XXI. Lo cual es mérito de Berlanti y de Tyler Hoechlin, que han creado un héroe lleno de humanidad que es todo corazón, preocupado por sacar adelante a su familia ante los problemas que encuentra en Smallville con sus hijos adolescentes Jonathan y Jordan.

Sin embargo, me quedé muy chafado tras ver los episodios 3 al 5 emitidos antes del primer parón que sufrió la serie durante su emisión, encontrando todos los problemas que han provocado a lo largo de los años que NO vea series de The CW. Escenas de acción limitadas a una por episodio que además lucen cutres, una casi ausencia total de Superman con unos villanos que hasta ese momento que no podían lucir más random, y unas tramas secundarias alargadas en exceso para disimular (sin mucho éxito) las limitaciones presupuestarias en lugar de mostrar lo realmente importante, me sentaron como un jarro de agua fría.

Tan chafado me quedé tras acabar de ver el quinto episodio que no sentí la necesidad de seguir viendo la serie cuando HBO retomó la serie en mayo. Sin embargo, tras estar escuchando alabanzas generalizadas durante todo el verano, finalmente me animé a ver los 10 episodios restantes que han formado esta primera temporada. Y como explicaba al comienzo, estos episodios me han reconciliado en parte con la serie y he podido apreciar los elementos positivos de la serie.

Empezando con los elementos positivos, creo que Superman y Lois es la serie en imagen real que mejor ha mostrado el ideal de lo que significa Superman, el boy-scout que cree en la verdad, la justicia y el estilo de vida americano y que siempre hace lo correcto, no lo más fácil o lo que resulte más cool. En ese sentido, la primera media hora del episodio 11 puede tener la mejor representación del triángulo Superman / Lois / Clark de todo el siglo XXI, consiguiendo que el amor que sienten se transmita sin necesidad de ser verbalizado. Esta parte del episodio puede mirar de tu a tu a la mítica versión de Donner, mejorándolo en muchos aspectos al pasar página del «tímido y torpón Kent» popularizado por la película de 1978.

Superman es positivo y busca con su ejemplo y sus actos mejorar la vida de todo el mundo. No necesita ser «serio y adulto», sigue siendo igual de relevante en este mundo cínico y descreído sin necesidad de caer en el «grim-n-gritty». Simboliza el ideal al que todas las personas debemos aspirar, y puede protagonizar todo tipo de historias que conecten con las nuevas generaciones sin necesidad en caer en metáforas ridículas del cristianismo o intentar aplicarle una capa oscura de photoshop. En este sentido, que abrace este positivismo a pesar de los problemas existentes en nuestra sociedad actual (la americana en este caso) y busque soluciones morales mediante el ejemplo me encanta.

Me parece muy chulo que las tramas superheroicas beban de numerosos elementos y personajes super reconocibles de los comics, lo que hace las delicias de los lectores veteranos como es mi caso. Y al mismo tiempo, diría que la serie es perfectamente accesible para cualquier espectador que no conozca nada de Superman, aparte de los tópicos.

Escuchaba esta semana el podcast de Sala de Peligro sobre los 10 años del reboot de los Nuevos 52 de DC Comics en 2011, y me recordó como en aquella época, uno de los errores garrafales que DC cometió al intentar convertir a sus personajes en «frescos y novedosos» para los adolescentes fue establecer la norma que sus superhéroes no se casan ni por supuesto tienen hijos, porque eso transmitiría la idea de «adultos», algo con lo que los chavales no podrían conectar. Es cierto que esto, sobre todo en lo relativo a Superman cambió pasados los años, pero que la serie nos muestre esta versión del Hombre de Acero casado y con dos hijos adolescentes con problemas típicos de su edad confirma que no hay malos personajes, sino autores mediocres que no saben sacarles partido. En este sentido, creo que Greg Berlanti tiene el corazón en el sitio correcto.

Me ha gustado Tyler Hoechlin (cada vez que recuerdo que es el niño de Camino a la Perdición me estalla la cabeza), y me parece un perfecto Clark Kent. Su interpretación de un padre lleno de preocupaciones que no va a abandonar su defensa de la Tierra pero ve que está perdiendo a sus hijos porque no puede dedicarles el tiempo que le gustaría, me ha gustado mucho y, como padre me he sentido muy identificado con sus problemas. Para mi lo mejor de Superman es su humanidad y en eso Hoechlin acierta de pleno. Con lo que no he conectado es físicamente con su Superman, creo que no consigue ser el héroe «más grande que la vida» que se le supone, aunque sobre eso comentaré más adelante.

En general, también me ha gustado Elizabeth Tulloch como Lois Lane. Si Clark es el centro moral, Lois es claramente el corazón y el pegamento que mantiene unida a la familia, y creo que tiene una buena química con Hoechlin cuando interpreta a Clark, además de protagonizar un super emocionante octavo episodio. Sobre los hijos de Lois y Clark, me ha gustado Jonathan (interpretado por Jordan Elsass), el hijo deportista, mientras que su hermano Jordan (Alexander Garfin) deprimido y con cara de aburrido me ha caído realmente gordo durante muchos episodios. Al resto del casting lo veo funcional sin más.

Globalmente, no me ha sabido mal ver estos 10 episodios y los buenos momentos, algunos brillantes, compensan de sobra los elementos menos buenos.

Y entramos en los elementos menos buenos de Superman y Lois. Y es que sí, las partes buenas son muy buenas. Pero la serie sufre terriblemente del «virus The CW». El primero y principal es que ¡han hecho una serie de Superman en el que Superman casi no aparece!! Y ya comentaba en mi reseña inicial que asumía sin problemas que la historia fuera mayoritariamente de Clark Kent y su familia y no tanto de Superman, pero si sólo vas a hacer una escena de acción de Superman por episodio, esta no puede lucir “cutre” en pantalla. Y esto pasa en TODOS los episodios.

Excepto algún buen momento aislado sobre todo en los dos primeros episodios, la serie se ve cutre casi siempre, lo cual es un lastre tremendo, teniendo que estamos ante una serie ¡de SUPERMAN! Y ya no es sólo que la acción esté mal rodada y sea casi inexistente, o el CGI se note que está limitadísimo por las carencias presupuestarias. El problema es que teniendo el corazón en el sitio correcto y bebiendo el lore de décadas de comics, los guionistas eligen crear una historia pequeña en escala al tener claro desde la concepción las limitaciones presupuestarias, de tiempo y de recursos que tienen para rodar la serie, eligiendo conscientemente la forma más barata y, lo siento, cutre, de contar cada situación concreta.

Veo situaciones con mucha emoción que tienen a la familia Kent en el centro, pero tras un excelente episodio 11 que me dejó en lo más alto, los cuatro últimos episodios han sido lamentables con unos anti-climax realmente cutres. Y como digo, es algo planteado desde el guión, pero acentuado por una dirección funcional televisiva que no intenta ofrecer ningún detalle medianamente interesante ni visual, ni narrativo, algo que me dejó algo chafado.

En este sentido lamento ser radical, pero precisamente si me enganché a los comics y en concreto a las aventuras de Superman, empezando con John Byrne, es por supuesto por el corazón del personaje, pero también por las aventuras y la acción más grande que la vida. No puedes crear una historia de Superman y no mostrar acción (o mostrarla mal), porque estás desechando casi el 50% de la diversión y dejas coja la mesa sin dos patas. Es como querer hacer una película de acción y en lugar de mirar a The raid como fuente de inspiración buscas el último subproducto de Steven Seagal: en lugar de John Wick te va a salir Xtremo. Y los espectadores lo que queremos es más John Wicks, no películas cutres.

En este sentido, ante la necesidad de cubrir 45 minutos en cada episodio sin mostrar a Superman ni escenas de acción obliga a alargar unas tramas secundarias de la familia de Lana Lang, de los chavales en el instituto o con Chrissy, la dueña del periódico local de Smallville, que en muchos momentos no sólo no interesan, sino que son reiterativas y parecen verdaderos minutos de la basura, usando jerga baloncestística. Con el añadido de una amenaza de un villano que cuando se descubre aranca super bien y planteaba posibilidades chulas, pero que con el paso de los episodios estas eexpectativas se han visto completamente defraudadas por una resolución flojísima (siendo generoso y sin intentar buscar sangre).

Comentaba que no veo a Tyler Hoechlin como Superman. Y dentro que es cierto empezando porque no le veo físicamente capaz de cubrir las expectativas que vienen con el traje, lo cierto es que la serie, el guión y el aspecto visual no le dan tampoco momentos para que pueda lucirse, convirtiendo un trabajo difícil en una misión imposible. En este momento, es significativo que durante el climax del episodio 14 en el que se supone va a ver una gran batalla en Metrópolis, EL momento clave no sea de Superman, sino de su aliado. Tener la sensación que Superman no ha podido brillar porque los creativos no le han dejado es también una sensación fatal con la que quedarse.

Durante muchos años, la actitud ante series como las de The CW o tantas y tantas películas de superhéroes cutres que se estrenaron durante muchos años podía optar entre dos posibilidades. Viendo el vaso medio lleno, agradeciendo la posibilidad de ver aventuras de nuestros personajes favoritos en imagen real, en algunos casos por primera y única vez, compensaba la cutrez del resultado final, asumiendo estas limitaciones y no teniendo en cuenta las situaciones y la acción de cartón piedra. Por el contrario, si ves el vaso medio vacío, mediocre no es suficiente, y esperar tantos años para ver una buena serie de Superman y que el apartado visual o el guión no estén a la altura es inevitablemente decepcionante. Yo soy del segundo grupo, me resisto a contentarme con cualquier cosa, no todo vale.

El espíritu está en el sitio correcto y los buenos momentos han sido muy buenos. Pero hay muchos elementos mediocres o cutres que poner en la balanza. Como decía al principio globalmente quiero quedarme con las cosas buenas, y voy a darle buena nota a esta primera temporada de Superman y Lois. Pero con estos medios, no tengo claro que vaya a ver una segunda temporada. ¡Warner, dadle un presupuesto cinematográfico a Berlanti, por favor!!

Comparto el trailer de Superman y Lois:

A pesar de caer en el «virus CW», Superman y Lois tiene el corazón en el sitio correcto. Sólo por eso me ha compensado ver esta primera temporada.

PUNTUACIÓN: 7/10

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¡Saludos a todos!

Crítica de Wonder Woman 1984 de Patty Jenkins

Wonder Woman 1984 de Patty Jenkins comete el peor pecado que se le puede achacar a una película comercial mainstream, resultar aburrida y sin gracia ni inspiración. Voy a comentar todo acerca a la última producción de Warner del personaje de DC Comics, tanto de la película en si como de algunas curiosidades generadas a su alrededor.

PUNTUACIÓN: 3.5/10

En 1984, en plena Guerra Fría, Diana Prince, conocida como Wonder Woman, se enfrenta al empresario Maxwell Lord y a su antigua amiga Barbara Minerva / Cheetah, una villana que posee fuerza y agilidad sobrehumanas. (Filmaffinity).

Voy a empezar este artículo con un disclaimer previo y un aviso. En primer lugar, mi opinión aquí desarrollada no significa que piense que los que no opinéis igual no sabéis de lo que habláis. Tampoco me mueve escribir este post ninguna intención de «fastidiar» nada a nadie o arruinar la afición al personaje de nadie, tan solo desarrollar mi punto de vista sobre la película. Confío que los lectores seáis lo bastante maduros para entender esto, aunque luego desarrollaré por qué digo esto y en todo caso me alegro por los que os haya gustado la película. Bien por vosotros. En segundo lugar, dado que hace más de 15 días desde su estreno, para poder comentar los numerosos elementos que no me han cuadrado, este crítica va a ser CON SPOILERS

¿Estáis preparados? ¡Vamos allá!!

Patty Jenkins regresa al dirección de la secuela de su exitosa Wonder Woman (2017), película que significó uno de los pocos éxitos de taquilla para Warner dentro de su última etapa de películas basadas en los personajes basados en los comics de DC Comics. Debo reconocer que yo fui uno de los pocos a los que esta primera película no le gustó, ya que entendí que, entre otras cosas, la película traicionaba unos valores que decía defender pero no mostraba jamás en pantalla. Si te interesa leer mi crítica de esa película, puedes leerla aquí.

De lo que no hay duda es que el enorme éxito de crítica y taquilla permitió a Jenkins no solo repetir como directora, sino aumentar su control de la película, dado que además de productora, aparece acreditada como guionista junto a Geoff Johns (con el que comparte la autoría de la historia original), y Dave Callaham en la realización del libreto definitivo. Dado el poder y control que tuvo de esta película, los éxitos y fracasos de la película son suyos y sólo suyos. Bueno, Geoff Johns tampoco sale demasiado bien parado, las cosas como son.

Wonder Woman ha acabado siendo una larguísima película de 151 minutos (146 minutos quitando los títulos de crédito), que ha contado con fotografía de Matthew Jensen, que también trabajó con Jenkins en la primera Wonder Woman, montaje de Richard Pearson, veterano del cine de acción de Warner que ha trabajado en Justice League o Kong: Skull Island, y música de Hans Zimmer (Gladiator, Inception, Man of Steel, Blade Runner 2049 entre otras muchas).

Dado que la primera película de Wonder Woman tuvo lugar durante la primera guerra mundial, la idea clave de 1984 era de servir de puente entre la primera aventura de Diana, la princesa de las Amazonas interpretada por Gal Gadot, y su primera aparición en el mundo actual que tuvo lugar en la fallida Batman v Superman (Zack Snyder, 2016). Además, se notaba un claro y evidente intención de aprovechar la nostalgia ochentera existente en el mundo del entretenimiento, que ha convertido en grandes éxitos en todo el mundo a series como Stranger things o Cobra Kai, como un elemento adicional con el que asegurar el éxito económico y creativo de la película.

Para esta continuación volvemos a tener a Chris Pine como Steve Trevor, el piloto y espía estadounidense de la Primera Guerra Mundial que se convirtió en el gran amor de Diana ¿antes de morir al final de la primera película? Connie Nielsen como Hipólita, la reina de Temiscira y la madre de Diana, y Robin Wright como Antíope, la tía de Diana y hermana de Hipólita, tienen también un pequeño cameo en la escena inicial de la película.

Para esta segunda parte, los antagonistas de Diana / Wonder Woman son Pedro Pascal (Juego de Tronos, Narcos, The Mandalorian) en el papel de Maxwell Lord, un empresario y celebridad televisiva que busca un objeto de gran poder, y Kristen Wiig como Bárbara Minerva / Cheetah, una arqueóloga y geóloga que se hace amiga de Diana a pesar de su nula capacidad social, encarnando el típico villano de origen nerd que llevamos viendo desde Batman Vuelve (Tim Burton, 1992), o más recientemente, en The Amazing Spiderman 2 (Marc Webb, 2014). ¿Es este un primer problema de la película? Mejor no adelantarse.

Empezando por los elementos que más me han gustado de Wonder Woman 1984, creo que los cuatro protagonistas cumplen para lo bueno y para lo malo lo que Patty Jenkins les pidió que mostraran en pantalla. En especial Gal Gadot, que a pesar de seguir siendo una actriz muy limitada, sí transmite la humanidad y amor de Diana hacia una humanidad a la que intenta inspirar para que consigan ser su mejor versión. Además de mostrar el dolor ante lo que perdió una vez y volverá a perder durante la película. El corazón de la película es Gadot y creo que ella ayuda a mantener a flote la película, en la medida de sus posibilidades y de lo que el guión la manda hacer.

También me gusta Chris Pine. Si en la primera película era el hombre del mañana que enseñaba a la inocente Diana el mundo moderno de 1918, y que acababa inspirándola con su sacrificio, en esta segunda parte es él el hombre fuera de su tiempo al que Diana enseña el mundo de 1984 y es utilizado durante la película de alivio cómico. Alivio cómico que NO funciona nunca, pero no por culpa suya, sino del deficiente guión, al que me referiré más adelante. Pine asume con deportividad este elemento cómico sobrevenido a su personaje, y vuelve a ser el faro moral que le dice a Diana (2 veces) lo que debe hacer porque es lo correcto.

Pedro Pascal está super over-the-top y pasado de rosca en su interpretación de Maxwell Lord, pero de nuevo creo que eso es lo que le pidieron que hiciera en pantalla y cumple con profesionalidad y oficio a pesar de interpreta a un personaje vacío con un esbozo de personalidad. Teniendo en cuenta su minimalista interpretación en The Mandalorian, sorprende verle tan loco y exagerado en todas sus expresiones, pero teniendo en cuenta que está poseído (aunque él crea controlarlo) por fuerzas sobre naturales, creo que transmite bien que es una persona que ha tragado más de lo que su cuerpo o su mente puede soportar.

La pobre Kristen Wiig tiene muy poco con lo que trabajar y su personaje es el menos importante de los cuatro, hasta el punto que si lo eliminaran no afectaría de forma sustancial a la trama, pero realiza bien la parte de Barbara Minerva nerd, mal vestida, nula en habilidades sociales (a pesar de ser un estereotipo andante), y también acierta en su interpretación de una Diana oscura que se intoxica de poder y va perdiendo su humanidad. Globalmente, creo que Wonder Woman 1984 andaba sobrado de talento interpretativo, lo malo es que el nefasto guión no parece saber qué hacer con ellos. La película tiene muchos problemas, pero el casting no es uno de ellos.

También me encanta la música de Hans Zimmer, creando una música espectacular que sabe transmitir el sense-of-wonder, la aventura, el amor e incluso la locura que fueron (vistos con ojos de 2020) los años ochenta. Zimmer me parece un seguro de vida en este tipo de producciones y aquí volvemos a tenerle a un gran nivel. La música de la película tiene un pero enorme, pero prefiero comentarlo luego ya que de hecho no es nada achacable a Zimmer sino a Jenkins y su montaje o el editor de la música.

Jenkins comenta que para esta película tuvo como gran referente al Superman de Richard Donner, y creo que hay una parte de aventura inocente ligera y optimista en la segunda escena en el mall que apuntaba maneras, aunque quedan en nada luego, y una parte con Diana intentando inspirar a la humanidad a hacer lo correcto en la parte final que si me gustaron y que creo que transmiten este espíritu de las películas clásicas que intentan transmitir valores positivos. Espíritu que Warner en los últimos años decidió dejar de lado hipnotizados por el grim-n-gritty de Zack Snyder, todo sea de dicho.

Visualmente Wonder Woman 1984 me ha parecido normalita por no hablar de mediocre. Hay dos escenas de acción correctas, la persecución en la carretera en Egipto y la pelea en la Casa Blanca, pero eso, me parecen sólo correctas y muy muy alejadas del momentazo visual que supuso el primer combate de Diana en la zona de nadie entre trincheras de la primera película. El momento de Diana y Steve en el avión invisible entre fuegos artificiales me parece bonito pero vacío.

El MOMENTAZO de la película, este si con todas la letras, es cuando Diana recupera todo su poder y descubre que puede volar, aprovechando el recuerdo de su amor hacia Steve. Un momento magnífico en el que por fin vemos a Diana en toda su gloria.

Lástima que en parte Jenkins me arruinó el momento colocando el Adagio en D Menor en este momento clave de la película, un tema explotado hasta la locura en todo tipo de películas, series y hasta en publicidad. ¿Quién decidió que teniendo a Hans Zimmer era mejor colocar otra música no original diferente a la suya en el momento clave de la película? Emocionalmente me provocó un bajonazo, porque usar una música tan sobada en el momento en que la película más tiene que mostrar el carisma y la personalidad única de Diana me parece uno de los fails musicales más estrepitosos del año. De los últimos años.

Y con esto empiezo con los elementos negativos de la películas que hacen que mi nota sea suspenso. El principal problema es el gran pecado de hacer una película de Wonder Woman ABURRIDA, algo que debería ser impensable en una película comercial mainstream de más de 200 millones de presupuesto. Los 146 minutos de metraje se convierten en una losa insalvable al tener más de una hora central insufrible en el que sólo vemos locuras y situaciones «por que si» una detrás de otra que encima son aburridas.

Por otro lado, no tenía ningún problema a priori en que Jenkins planteara la película con un feeling más ligero que las películas previas de Warner, pero lo cierto es que hay un intento de humor a costa de reírse de lo que fueron los años 80 en lo referido a vestuario, peinados, etc que no funciona nunca y adquiere niveles sonrojantes en varios momentos, lo que acaba siendo otro de los problemas graves de la película.

El humor y las situaciones que se van sucediendo son cualquier cosa menos interesantes, pero es que encima todos los diálogos son muy flojos también y resulta imposible encontrarle la chispa a ninguna escena, malogrando a los actores que tienen. De hecho, me resulta incomprensible que Geoff johns tenga algo que ver con este desastre de guión a todos los niveles. Tras ver la película me hice un minutaje aproximado de lo que pasa durante los larguísimos 146 minutos, y el esqueleto de una historia que podría haber sido correcta está ahí, pero todo muy mal hilado, con diálogos fallidos, sin conexiones emocionales ni apenas momentos visuales de interés. En mundo al revés de lo que debería ser una película de Wonder Woman.

Sólo Chris Pine consigue aportar carisma y rectitud moral a lo que le hacen decir mejorando el material con el que cuenta. Kristen Wiig es una buena humorista a la que no le dan ninguna posibilidad. Sin embargo, veo a Pedro Pascal entendiendo la broma que la película no había que tomarla en serio y lanzándose sin paracaídas a una explosión de gestos y movimientos imposibles casi como si fuera un villano chungo de una película de la Canon, lo que le ha granjeado más de una crítica, aunque yo le veo como el que más claro tuvo la condición de película de humor involuntario que tiene esta Wonder Woman 1984 y la abrazó sin complejos. Bien por él.

No se a quien se le ocurrió hacer que el villano fuera la «Piedra Filosofal» que concede deseos a su portador como si fuera el genio de Aladdin, pero me parece uno de los fail creativos más grandes en mucho tiempo. Esta «Dream Stone» en la versión original aparece de la nada porque si sin ninguna conexión con Diana, y crea situaciones que van escalando en ridiculez a medida que avanza la película, y desaparece sin el menor rastro al final. Centrar una trama en un Maxwell Lord concediendo deseos absurdos para acumular poder provoca una cascada de situaciones ridículas en lugar de intentar crear personalidad o carisma a Lord o Minerva para que cuando llegue el momento de sus enfrentamientos con Diana tenga cierta potencia dramática. Pero eso nunca pasa y lamentablemente nunca pasan de comparsas y elementos del guión necesarios para que la trama avance de A hasta B luego C.

De hecho, es todo una locura tan grande detrás de otra, que el climax en el que el final en el que Diana conecta con todo el planeta para conseguir que renuncien a su deseo es tan sólo otro elemento loco más que tampoco llega a provocar ninguna conexión dramática o emotiva. ¿Cómo lograrlo, si para ese momento ya hacía tiempo que me habían perdido? Hay gente que hace paralelismos de ese final con el de Superman de Donner, pero a) Donner establece que Superman no es de este mundo y tiene habilidades más allá de los mortales. Incluso creo recordar que Jor El llega a decir en un momento que Kal dominará el tiempo y el espacio, aunque no lo recuerdo con exactitud. b) En todo caso, obviamente echar para atrás la tierra para cambiar el pasado obviamente es una locura absoluta que no podría hacerse hoy en día en una película de Superman. Y no debería intentarse hacer una locura de ese calibre en una de Wonder Woman de 2020, porque los tiempos han cambiado.

Todo esto claramente es un problema de un guión mal escrito y peor trasladado en imágenes, por supuesto, pero también creo que hay un problema más complejo de identificar, desde luego no en el momento de la escritura del guión, y es el tono. La película equivoca el tono en todo momento y parece que no tiene claro el tipo de película que quiere ser o en qué tenemos que centrarnos los espectadores. Este es un elemento complicado, ya que es un intangible que realmente no se puede valorar hasta que la película no está acabada, montada, con música y efectos especiales. Y además, reconozco que también es muy subjetivo, ya que para mi veo clarísimo este problema, pero quien sabe si otro espectador justo este tono loco y ligero es lo que le gustó. Ya se sabe que para gustos…

Este error en el tono presupone que como la historia está ambientada en los 80, no pasa nada si en la película hay elementos cutres o poco trabajados, porque los 80 eran cutres, como bien se ve en la ropa de Steve y los intentos de humor a su costa. Lo cual es una falta enorme de respeto a los creadores de esa época. Porque una cosa es que las limitaciones presupuestarias y de avances tecnológicos han hecho que algunas película de los 80 hayan envejecido mal con los ojos de 2020, y otra es pensar que los creadores hacías las cosas mal a propósito. Si, en los ochenta hubo mucha basura, pero no más que en otras épocas, y sus autores se rompían los cuernos para solucionar sus limitaciones técnicas con imaginación y cariño por su trabajo. De hecho, si ahora recordamos los 80 de nuestra niñez, es gracias aun montón de películas que ahora son historia del cine a pesar de estar hechas con muy pocos recursos. Es por esto que no se qué me molesta más, si ver elementos cutres creados por Patty Jenkins en una película de 2020, o a gente justificándolo diciendo que «es que los 80 eran así». No señor, nada de eso.

Hacer una película es algo muy complejo y no es tan fácil que todos los elementos encajen, y esta Wonder Woman 1984 es un gran ejemplo de esto. A pesar que tan a menudo gente «intelectual / seria» intenta desmerecer el éxito cuando es de películas populares para todos los públicos (en el sentido más amplio del término), como son las películas de Pixar como Soul o de Marvel Studios como Vengadores Endgame. Si fuera tan fácil repetir una fórmula de éxito, ¿por qué tanta gente, tantos estudios, no lo consiguen? Hay muchos ejemplos de buenas películas arruinadas por un mal casting, por un montaje demencial, una mala música o incluso una mala campaña de publicidad. En este caso, por un tono errado y un guión muy muy deficiente. Tengo claro que Jenkins no ha gastado dos años de su vida en hacer una película «mala» ni quería fastidiarme el día ni a mi ni a nadie, y en la medida de sus capacidades, lo ha hecho lo mejor que ha sabido. De hecho, pensándolo bien alejado del «fanboyismo», da pena que el trabajo de tanta gente vaya a ser recordado por ser aburrido y sin gracia cuando claramente ese no era su objetivo.

Lo que ya no es una casualidad y pone de relevancia otro problema más profundo es que Patty Jenkins vuelve a ofrecer una pelea final en el climax realmente mal rodada y con un CGI para la creación de Cheetah penoso que, al igual que pasó en la primera Wonder Woman, muestra que el problema NO es de la película, sino de la directora. Volviendo al elemento «cutre» que comentaba antes, le guste a Jenkins o no, las escenas de acción son consustanciales al género y debes crear escenas que muestren al héroe en toda su gloria. Sin embargo, si realmente no te gustan las escenas de acción o crees que todo vale, las escenas no te van a salir bien. Es imposible, porque tú para empezar no estás buscando que luzcan perfectas.

Y luego, en contraste, tenemos a directores visionarios como James Cameron o Jon Favreau que creen que no todo vale y todo puede lucir perfecto si todos trabajan al máximo. Y la diferencia es abismal. Recordando los extras de The Mandalorian, Favreau comentaba como muchos directores aún creen que los problemas de rodaje pueden arreglarse en post-producción con los efectos especiales, mientras que él no lo cree, y opina que hay que planificar perfectamente todo antes, lo que hace que luego los efectos luzcan perfectos. Tras dos películas, diría que Jenkins no pertenece al grupo de Favreau, desde luego no en lo relativo a las escenas de acción y los efectos especiales. Las escenas de acción y los efectos especiales son elementos centrales del cine de superhéroes, no puedes hacerlos mal, ni siquiera mediocres, porque el producto final lucirá cutre. Y no es cutre por estar ambientado en los 80, es cutre porque tu trabajo lo ha sido. Ver el CGI de Cheetah en una película de 2020 de gran presupuesto da vergüenza ajena, no se puede calificar de otra manera, como es ambientar esa escena de noche para intentar disimular esos defectos que ellos mismos saben que están ahí y no los corrigen sino que lo estrenan tan cual. Justo estas navidades volví a ver Vengadores Infinity War (Joe y Anthony Russo, 2017) y en ella ves a personajes digitales como Corvus Glaive y te los crees y los ves con unas texturas reales, mientras que Cheetah es un horror imposible sacada del infierno de Cats. No es un tema de presupuesto, sino de falta de pericia o de ganas de hacer las cosas bien. De nuevo, no todo vale.

Volviendo a los problemas del guión de Jenkins, Johns y Callahan, me asombra lo mal conectado que está todo y lo endeble que acaba siendo todo el conjunto. Empezando por una escena inicial en Temiscira en la que una Diana niña compite en una especie de Juegos Olímpicos contra otras amazonas adultas. La escena me dejó frío por un exceso de CGI no sólo en los decorados sino en los momentos atléticos de las amazonas que lucen super irreales. Pero lo peor no es eso, es que Antiope descalifica a Diana cuando ella cree que va a ganar por que hizo trampas al salirse del circuito y dejar sin tocar una baliza. Y mientras la niña llora diciendo que no es justo, Antiope le dice que «la verdad te hará libre, te convertirá en la diosa que estás destinada a ser», cosa que no pinta nada con lo que acabamos de ver (Diana hizo trampa), y queda como una conexión muy floja del mensaje final cuando Diana entiende la verdad de que debe dejar ir a Steve para salvar al mundo y para que ella pueda pasar página en su vida.

Otro detalle de este prólogo es que vemos en el estadio olímpico una estatua de Asteria, la portadora de la armadura dorada que Diana lleva en el climax. (Offtopic, creada visualmente por Alex Ross en Kingdom Come, cuyo trabajo Warner no le agradece en los créditos finales a pesar de que sí cita a Mark Waid, guionista de dicho comic, lo que es un detalle feo de Warner -fin offtopic). De repente, en 1984 descubrimos que Diana ¿tiene esa armadura en su casa? WTF?!! Y aunque luego la usa en el climax, su importancia real en la historia más allá del estético es nulo.

Lo que nos lleva a una escena post-créditos ridícula en la que Lynda Carter, la actriz que interpretó a Wonder Woman en la famosa serie de los 70, aparece como un cameo interpretando a Asteria, que está viva en el presente. Por un lado creo que es un detalle bonito que Jenkins se acuerde de Carter y quiera incluirla aunque sea al final. Sin embargo, la escena no funciona porque está mal planteada de inicio, al hacer que ¿Carter nos mire a los espectadores directamente y nos guiñe el ojo? ¿En serio? Se que estas escenas en muchos casos son puro fan-service para que los fans nos vayamos con una sonrisa, pero esto es un contrato no escrito (porque no hace falta) entre el director y los fans, para que sepamos que estamos en el mismo equipo. Que Carter nos mire rompiendo la cuarta pared es como pegarnos un bofetón en la cara ante la falta de sutileza con lo que acaban de hacer. Aparte de la locura que se plantea con que si está viva y venció el combate, ¿cómo pudo perder la armadura para que siglos más tarde Diana la encontrara? Es otro todo vale de la película que plantea una duda donde no hubiera sido necesario si se hubieran esmerado un poco más en el guión.

Hablaba en mis reseñas de The Mandalorian o Cobra Kay que nos ofrecen un gran entretenimiento de calidad que puede verse como fan-service, pero apariciones como Ahsoka fueron fundamental para construir la historia. Esta escena post-créditos de Wonder Woman 1984 es ejemplo de fan-service del malo, en mi opinión.

Y entre medias de todo esto, tenemos una película de Wonder Woman en la que de nuevo Steve es el héroe de la película que se sacrifica por el mundo y le dice en dos ocasiones a Diana que tiene que dejarle ir, a pesar que eso será su muerte definitiva. Porque es necesario para salvar a la humanidad y Diana debe hacer lo correcto, no lo que sus deseos egoístas le piden. Steve se convierte en el ancla moral de Diana en las dos películas, pero se supone, porque las películas nos lo dicen, que es una amazona que es un ideal de mujer mucho mejor que el humano «normal» que viene a guiarnos moralmente. ¿No es eso en si mismo una contradicción repetida en dos películas consecutivas? Lo que seguro hace es dejar en mejor lugar a Steve que a Diana, lo cual, como en la primera película, me parece incomprensible. Una Diana que exceptuando la pelea inicial en el mall realmente no hace nada importante o clave para acabar con el mal que Maxwell Lord ha lanzado al mundo hasta que Steve no la convence de dejarle ir pasados los 115 minutos de película. En serio, el guión es sin duda el gran enemigo de Diana, no Lord o Minerva.

Y mejor no entro por no extenderme con la locura que Steve renazca pero poseyendo el cuerpo de otra persona, que es «secuestrado» de su vida durante varios días. Que Diana de repente tenga el poder hacer invisible cualquier objeto o de rellenar mágicamente los depósitos de gasolina de un jet robado. O que Maxwell Lord termine sin ser detenido ni pagar por sus delitos, y ha cometido un porrón. Como en toda la película todo vale, nada se explica y o lo aceptas o el bochorno es importante.

Odio los spoilers y siempre busco ver una película «virgen», conociendo lo menos posible. Sin embargo, reconozco que en este caso los avisos de gente conocida que me comentaron que era muy mala, e incluso conocer algún detalle absurdo de la película hizo que la experiencia de ver la película no fuera desastrosa como por ejemplo Escuadrón Suicida. Saber que iba a ver una película mala hubiera podido provocar que con un hype tan bajo, la película hubiera podido entrar en la categoría «no es tan mala como me dijeron». Pero lamentablemente, por todo lo anterior, véis que no es el caso. Suspenso total y absoluto, incluso intentando buscarle elementos positivos, no hay por donde cogerla.

Globalmente, tras ver las dos películas de Wonder Woman, debo concluir que Patty Jenkins ha sido el enésimo error de Warner en la contratación de sus directores. Claramente es una buena directora de dramas como mostró en Monster (2003), pero ha demostrado ser una mala elección como directora de cine de acción y aventuras. Lo cual no me alegra para nada, y me deja temblando pensando que Disney la ha contratado como directora de X-Wing: Rogue Squadron. Por mucho que intentara mostrar una conexión emocional al ser su padre un piloto de combate, mucho tendría que cambiar para crear una buena película de acción, con el problema adicional que la película llegará después de Top Gun Maverick, en la que Tom Cruise ha rodado en cazas de combate de la fuerza aérea norteamericana, con lo que un mal CGI puede ser desastroso para la película.

No quiero alargarme más sobre la película, pero no quiero dejar de comentar otro elemento que me ha resultado curioso comprobar en los días posteriores al estreno, y es leer a varias personas expresar que NO les había gustado demasiado la película, desde luego no les había entusiasmado, pero que no lo iban a desarrollar aunque lo pensaran para no arruinar la experiencia a sus seguidores. O peor, para no crear negativismo hacia la película, se planteaba de alguna manera no hablar de la película o sólo decir lo positivo, ocultando lo negativo que obviamente leyendo entre líneas esas personas sí habían visto. Hasta el punto que he leído a gente diferente plantarse si sólo deberían hablar de las cosas que le gustan y no hablar de una serie o película si nos les ha gustado. Por un lado, entiendo que toda opinión es respetable, tanto las que se dicen como las que no se dicen, y cada uno es libre de hacer lo que prefiera. Pero por otro, veo que esta ¿auto censura preventiva? (no se ni como llamarlo), es una locura, porque precisamente lo que los espectadores queremos son críticas ponderadas que te digan lo bueno y lo malo, para poder valorar en su justa medida la obra en cuestión antes de tomar una decisión de compra y no llegar con un hype excesivo que sólo aboca a la decepción. A mi caso me remito.

¿Les sabe mal a la gente criticar una película dirigida por una mujer con una protagonista mujer por miedo a ser tachados de alguna manera de machistas, sin importar lo justificadas que estén sus opiniones? Lo encuentro una locura total, aunque por otro lado sería muy ilustrativo de los tiempos en que vivimos. No pretendo ser el poseedor de la verdad absoluta ni quiero convencer a nadie de nada, pero si la he visto a pesar de que la cosa pintaba mal era precisamente para poder crearme mi propia opinión al respecto, que espero haber justificado suficientemente.

Si, es cierto que hay campañas de haters que critican películas antes del estreno para boicotearlas. Pero eso no se debería «combatir» con fanboyismo extremo que también oculta la realidad. La única opción «normal» es ofrecer todos los datos y las opiniones más contrastadas y objetivas dentro del subjetivismo que todos tenemos, para que a su vez los lectores decidan una vez leídos varios puntos de vista diferentes. Pensar que hay gente que llega a esos extremos porque Wonder Woman 1984 (en este caso) es de alguna manera de «mi bando» y por eso no puedo decir nada que sean alabanzas para no dar ¿munición al otro bando? me parece incomprensible. En serio. Aparte que esto es sólo entretenimiento, ¿de qué bando estamos hablando? ¿Nos estamos volviendo locos?

Si estuviéramos en 2000 cuando ver una película basada en los personajes de comic era una rareza, incluso entendería que la gente decidiera apoyar una película mala ante la disyuntiva que era eso o nada, porque no había otra cosa. Pero en 2020 estamos viviendo una edad de oro, jamás tuvimos tanta oferta variada a nuestra disposición. Es por tanto justo en este momento cuando más exigentes debemos ser los fans para que los estudios sepan que solo los buenos productos serán apoyados por el público y que no todo vale. En todo caso, hay que reconocer que el COVID lo ha cambiado todo y que la mala taquilla, a día de hoy lleva recaudado 118 millones sobre un presupuesto de mast de 200, es por culpa de la pandemia y de su estreno simultáneo en HBO Max en USA, no a si la película es buena o mala.

Soy el primero al que cuando algo me entusiama (The Mandalorian, Wonder Woman: Dead Earth de Daniel Warren Johnson) quiero gritarlo a los cuatro vientos y recomendarlo a todo el mundo porque realmente me ha emocionado. En el caso de Wonder Woman 1984, publico esta crítica pero intentaré pasar página lo antes posible, y centrarme en el resto de cosas que me hacen felices. Como Diana aprende al final de la película, «La verdad te hará libre». Pero toda la verdad, no sólo una parte interesada.

Comparto el trailer de la película:

Wonder Woman 84 me ha parecido un suspenso en toda regla, y resalta lo difícil que es hacer una buena película, de forma que incluso algunos detalles menores (y otros mayores) pueden echar por tierra las mejores intenciones.

PUNTUACIÓN: 3.5/10

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Crítica de Cable Vol. 1: Gran Calibre de Gerry Duggan y Phil Noto (Marvel Comics – Panini)

Dentro de las numerosas novedades que encontré en el reinicio mutante diseñado por Jonathan Hickman, una de las más gordas fue comprobar la existencia de un Cable adolescente, en lugar del duro y veterano guerrero del futuro de toda la vida. La llegada de su nueva serie de Cable a cargo de Gerry Duggan y Phil Noto asegura la diversión.

PUNTUACIÓN: 7/10

¡El amanecer de la rebelión! Cable era un viejo veterano de las guerras por salvar el futuro. Algún día, volverá a serlo. Mientras tanto, es un joven mutante viviendo en el paraíso. Nathan Summers tiene un destino al frente de los mutantes más jóvenes. ¡Es hora de empezar!

Este primer volumen recopila los números 1 a 4 USA.

No voy a negarlo, la franquicia mutante con todos los líos de viajes temporales ha tenido numerosas locuras de continuidad durante estos últimos años. Y el propio concepto de un Cable adolescente que mató al Cable adulto porque piensa que él puede hacerlo mejor es uno de esos WTF!! absolutos sobre el que mejor no pensar en él porque entonces mejor no comprar este comic. De hecho, este cambio cataclísmico sucedió justo antes del reinicio mutante de Hickman, con lo que el cómo sucedió ha perdido importancia y lo único a tener en cuenta es el hecho que en los próximos años el Cable del Universo Marvel va a ser adolescente.

Entrando en materia, contar con Gerry Duggan y Phil Noto en esta serie es garantía de calidad. El primer hecho que me ha gustado es que Duggan plantea un tono de aventura ligera adolescente que rompe con las oscuras historias clásicas del personaje y que suponen una divertida novedad. Hacer que Nathan abandone los pistolones por una espada grande no tiene el más mínimo sentido desde un punto de vista táctico militar, y en casos como este siempre me viene a la cabeza la clásica escena de En busca del Arca Perdida en la que Indy dispara al espadachín. Pero cuando Nathan grita “¡Siempre quise tener un jodido espadón!!!”, qué queréis que os diga, no pude evitar sonreir de oreja a oreja.

Este es un ejemplo pero hay varios que resaltan la intención de Duggan de pasar del “Grim-n-gritty” paramilitar de Liefeld y compañía y ofrecernos una aventura más acorde con los tiempo actuales y el público adolescente, con momentos super divertidos como cuando Nathan quiere ligarse a TODAS las gemelas Cuckoo, las ahijadas de Emma Frost, por lo que cada día ha quedado con una gemela diferente, lo que crea una situación super chula.

Otro detalle chulo es que Duggan evita utilizar a villanos clásicos de la franquicia mutante y opta por la sorpresa de utilizar los Caballeros Estelares de Galador, de los cuales ROM fue su personaje más recordado. La aventura tiene también alguna locura relativa a viajes temporales que nos recuerda algo de la complicada historia del personaje y que, por otro lado, tampoco hay que tomarse este comic demasiado en serio, al no estar planteado más allá de su objetivo de entretenimiento que consigue ofrecer a raudales.

En el apartado artístico, Phil Noto tiene un estilo de dibujo muy característico que rebosa personalidad. En Cable, la alegría de vivir y la vitalidad adolescente están perfectamente plasmadas en las páginas del comic, aunque sus páginas son quizá un pelín demasiado estáticas. Además, la explosión de color de sus viñetas hace que no siempre lo que pasa en ellas se vea de la mejor manera posible, pero estos pequeños peros se compensan con la personalidad y la potencia de unas imágenes que consiguen crear momentos super icónicos.

No se qué pasara con esta serie una vez finalice el evento X de Espadas, pero este primer volumen al menos a mi me ha dejado con ganas de seguir las aventuras de este joven Nathan Summers, lo cual es en si mismo un gran éxito y el objetivo último que todo comic debe conseguir.

PUNTUACIÓN: 7/10

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