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Crítica de Midsommar, de Ari Aster

Ari Aster sorprendió al mundo cinéfilo el año pasado con la excelente Hereditary. Midsommar, su segunda película, es de difícil clasificación y me ha parecido fallida en varios aspectos.

PUNTUACIÓN: 6.5/10

Una pareja estadounidense que no está pasando por su mejor momento acude con unos amigos al Midsommar, un festival de verano que se celebra cada 90 años en una aldea remota de Suecia. Lo que comienza como unas vacaciones de ensueño en un lugar en el que el sol no se pone nunca, poco a poco se convierte en una oscura pesadilla cuando los misteriosos aldeanos les invitan a participar en sus perturbadoras actividades festivas.

Además de dirigir, Ari Aster vuelva a escribir el guión de su segunda película, centrado en el mundo las sectas y religiones norteñas, y los ritos de celebración del solsticio. Midsommar cuenta con una brillante fotografía de Pawel Pogorzelski, así como de una impactante música de Bobby Krlic.

La película está protagonizada por Florence Pugh y Jack Reynor como Dani y Christian. Dani ha sufrido una pérdida familiar y Christian sigue con ella a pesar de que le gustaría romper para no golpearla de nuevo ahora que lo está pasando mal.

Junto a ellos tenemos a Vilhelm Blomgren como Pelle, su amigo sueco que les llevará a su pueblo para compartir con ellos las festividades del solsticio, William Jackson Harper como Josh, un estudiante que busca hacer su tesis doctoral sobre las culturas del solsticio, y Will Pouter como Mark, un tonto engreido que solo busca fiesta, drogas y chicas guapas.

Empezando por lo positivo, Ari Aster compone unas imágenes de belleza hipnótica durante toda la película apoyado en una sobresaliente fotografía de Pawel Pogorzelski. La composición de cada fotograma podría estudiarse y casi ser tratada como una obra de arte y me ha flipado de forma máxima.

Aunque el ritmo es pausado, yo conecté desde el primer momento en el estilo de Aster y dejé que me introdujera poco a poco por la madriguera de conejo hacia esta pesadilla. En medio de esta narración tranquila, los estallidos de violencia te golpean de forma increíble, aunque son momentos más gores que de terror.

Otro hecho que creo que merece destacar es que casi todo sucede a plena luz del día en medio de un estallido de color del verano sueco en plena naturaleza. Acostumbrados a los clichés del género de terror en los que todo sucede en oscuros sótanos, este cambio es muy destacable, y Aster consigue que incluso en medio de una comunidad acogedora en la que todo son sonrisas y flores puedes sentir que hay algo horrible bajo la superficie.

Aunque la película son unos largos 145 minutos, debo reconocer que no se me hizo larga, aún reconociendo que probablemente se hubiera podido contar lo mismo mejor con 10 o 15 minutos menos.

Al igual que en Hereditary, Aster vuelve a contar una historia marcada por una pérdida familiar y se muestra obsesionado con los ritos antiguos, mostrando todos los elementos de la festividad sueca con profusión de detalles. De hecho, en varios momentos parece que los ritos del solsticio son más protagonistas que los personajes que los están viviendo y sufriendo.

Me ha gustado también el uso de tapices y pinturas en las paredes para contarnos el transfondo y la historia de esta comunidad, así como adelantarnos elementos que veremos más adelante, un elemento mucho más interesantes que ver a cabezas parlantes contarnos lo que va a pasar.

Y aquí acaba lo bueno. El guión me ha parecido muchísimo más flojo que el de Hereditary, al igual que las interpretaciones de Florence Pugh y Jack Reynor, que aunque correctas, están varios peldaños por debajo de los excelentes Toni Collette, Gabriel Byrne y del resto del reparto de dicha película.

Siempre me han dado igual las etiquetas, pero se me hace muy difícil calificar a esta película como terror cuando en muchos momentos Midsommar parece más conectado con un documental del National Geographic, al empeñarse en mostrar con todo lujo de detalles los ritos de verano de esta comunidad.

Hay dos momentos que forman parte del climax de la película que deberían ser terroríficos, o al menos perturbadores, y que provocaron la risa entre el público, en unos momentos en que seguro no buscaban provocar ese efecto. Eso indica que algo no le ha funcionado a Aster, aparte del hecho que realmente no hay un climax en esta película, sino una sucesión de hechos consecutivos hasta que llegamos al final.

Voy a entrar a comentar elementos de la película CON SPOILERS, por favor, no sigáis leyendo si tenéis intención de ver la película.

El problema principal de Midsommar es que al final es la típica película de unos estudiantes que llegan engañados a un lugar desolado para ser asesinados. Quitando el bello elemento estético y la liturgia del solsticio y sus ritos, la base de la historia es igual a decenas de slashers ya vistos con anterioridad, pero Aster ha eliminado de su película todo elemento que recuerde el género de terror.

Esto, por supuesto, no es malo de por si, pero lo que ofrezcas en su lugar debe ser mejor para que la experiencia sea satisfactoria. En Hereditary lo consiguió de forma brillante creando una película que era más el drama de una mujer que caía en la locura que una cinta de terror al uso. Lamentablemente, Midsommar en ese sentido es un fail en toda regla.

Fail empezando por que no hay ni una sola sorpresa o giro en toda la película, se ve venir la muerte de todos y la única duda es la forma, en muchos casos fuera de plano. Todo sucede como estaba previsto y luego la película termina. Fin.

Y fail también en lo referido a los personajes. No tengo claro que el problema sea realmente de los actores sino más bien de lo que Aster les pide que muestren en pantalla. Pero tenemos a unos jóvenes sin casi personalidad que son corderos de camino al matadero y Aster está tan embelesado en mostrar la liturgia de las celebraciones que no nos da nada para que empaticemos con ellos, provocando que sus muertes nos traigan sin cuidado.

Y luego tenemos a Florence Pugh, que interpreta a una joven que ha perdido a su familia recientemente y toma antidepresivos. A diferencia de Toni Collette, su interpretación sólo tiene un registro, la niña al borde del llanto que hace «pucheros». O dos registros, cuando llora desconsoladamente. Ese es su personaje durante toooooda la película. No hay matices ni casi empatía posible. O al menos yo no conseguí conectar ni con ella ni con los demás.

Cierto que los personajes toman drogas y están flipados en muchos momentos, de forma que no pueden controlarse y se convierten en casi esclavos de su destino desde el momento en que llegan al pueblo, pero es obligación de Aster de dotarles de algo que genere empatía con el público. Aunque quizá no era eso lo que estaba buscando trasmitir, quien sabe.

Y es que Ari Aster Midsommar intenta dar una versión ecologista a los asesinatos de este culto alucinado, de equilibrio con la naturaleza que «obliga» a que para que nazcan más niños primero mueran adultos. A la vez, los sacrificios humanos que ofrecen a sus dioses sirven para que estos provean al pueblo de alimentos y garanticen la continuidad de su modo de vida.

Y por eso también, para evitar la endogamia necesitan a jóvenes de fuera que fertilicen a las jóvenes de la secta, de forma que su linaje esté garantizado para las próximas generaciones.

En medio de esta locura pagana, el personaje de Florence Pugh encontrará por fin la felicidad dentro de una secta que está igual de loca que su mundo interior, y donde posiblemente ha encontrado el equilibrio que no tenía en Nueva York.

Veo que hay muchas buenas intenciones en la historia de Aster, pero una ejecución que no ha estado a la altura de las expectativas. Una lástima.

Comparto el trailer de la película:

Midsommar tiene elementos muy interesantes, pero me ha parecido fallida en su conjunto. En todo caso, no me arrepiento de haberla visto, y reconozco que no es una obra de fácil visionado, por lo que hay que aproximarse a esta película con el estado mental apropiado.

PUNTUACIÓN: 6.5/10

 

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Crítica de Detroit, de Kathryn Bigelow

Detroit es la nueva película de Kathryn Bigelow (Point Break, Strange days, En tierra hostil, Zero Dark Thirty), en la que realiza una dramática reconstrucción de los disturbios de agosto de 1967 provocados por los excesos y racismo de la policía, trazando unos claros paralelismos con la actual situación social de los Estados Unidos.

PUNTUACIÓN: 8/10

El guión está escrito por Mark Boal, colaborador habitual de Bigelow, y que fue quien contó la historia real a la directora californiana e hizo que se interesara en ella. La película fue rodada en escenarios reales y tiene un marcado tono documental en la que alterna imágenes reales de época con una cuidada reconstrucción de los hechos gracias a las numerosas entrevistas que el equipo realizó a algunas de las personas que vivieron los horribles hechos que Bigelow nos muestra con frialdad y asepsia. El éxito narrativo de Detroit hay que buscarlo no solo en la directora, sino también en los excelentes trabajos del director de fotografía Barry Ackroyd, y el montaje de William Goldenberg.

Kathryn Bigelow es una extraordinaria directora que crea imágenes impactantes y escenas que rozan el terror mientras mantiene un tono frío y neutral. Ella no cuenta al espectador quién son los buenos y los malos, simplemente muestra unos hechos brutales de forma que cualquier espectador con dos dedos de frente entienda sin duda lo asqueroso que es el racismo. Este es  para mi uno de los mayores aciertos de la película. La película es brutal y aterradora porque los sucesos que nos cuenta se sienten terriblemente reales. Han pasado 50 años desde que estos hechos sucedieron, pero la sensación que te deja Detroit es que hoy en día esto mismo podría pasar casi en cualquier ciudad de los Estados Unidos, ya que el racismo y la violencia siguen muy presentes en su sociedad.

En este sentido, aunque los disturbios de 1967 tuvieron como chispa que prendió la mecha unos actos racistas de la policía blanca de Detroit, Bigelow no elude tocar temas peliagudos que le han valido críticas desde ámbitos de la sociedad afroamericana. Y es que la policía era racista y machacaba a los afroamericanos. Pero cuando los disturbios empezaron, fueron esos mismos afroamericanos los que quemaron edificios y saquearon negocios propiedad de sus propios vecinos. Por tanto, mucha parte de culpa sin duda recae también en los agitadores y en los violentos que se esconden en la masa para actuar con impunidad. Por supuesto que la mayoría de habitantes de Detroit no eran así, pero lo mismo podría decirse de la policía, que aunque tenía muchas manzanas podridas, también tenían entre sus filas a personas decentes. Esto también pone de relieve la complejidad social y como no podemos aplicar los estereotipos de buenos y malos.

Tras disfrutar de la película busqué algunas críticas negativas para ver qué decían, aunque lo cierto es que mayoritariamente los comentarios son positivos. Una de las cosas que se critica de la película de Bigelow es que no llegamos a conocer quienes son personajes afroamericanos por una casi nula caracterización. Esta apreciación es altamente discutible, ya que sí nos cuentan de manera básica quienes son los personajes y cómo llegan al Hotel Algiers que es el corazón de la película. Pero lo importante de la película no es quien son los personajes, sino lo que les sucede. El racismo es ciego y no discrimina entre buenas o malas personas, machaca a todo el que es diferente. Por tanto, es importante que Bigelow muestre que puede sufrirlo cualquiera, simplemente estando en el lugar equivocado.

En este sentido, la película de Kathryn Bigelow me ha parecido que está en las antípodas de otra cinta basada en hechos reales como es Dunquerke de Christopher Nolan, acertando donde Nolan falló. Aunque ambas películas están centradas en el hecho histórico que nos cuentan y esto tiene más peso que los personajes que lo viven, en Detroit Bigelow hace que suframos con los personajes y nos preocupemos por su supervivencia, mientras que Nolan provocó intencionadamente que nos diera igual si los soldados aliados vivían o morían, porque de hecho eran casi intercambiables e impersonales. Este éxito de Detroit es sin duda gracias a la habilidad como narradora de Bigelow, que hace que nos sintamos dentro de la acción y junto a las víctimas.

Me ha gustado mucho el casting de la película, creo que todos realizan un trabajo excelente. Pero es Will Pouter como el policía racista Philip Krauss el que ha conseguido helarme la sangre, por la normalidad de sus actos, la forma en que parece que lo que está haciendo es el pan de cada día, nada raro de lo que extrañarse. Dentro de los personajes afroamericanos, mencionar a John Boyega (Melvin Dismukes) como un guardia de seguridad que acude al hotel cuando surge la alarma, Anthony Mackie (Greene) un soldado veterano que se aloja en el hotel y sobre todo, Algee Smith (Larry Reed), un cantante de un grupo de soul que se refugia en el hotel buscando escapar de los disturbios para encontrarse un horror aún mayor. Estos son los principales actores que quiero resaltar, aunque lo cierto es que estamos ante una película coral en la que todos realizan un gran trabajo.

Si tuviera que comentar algo negativo de Detroit es su duración. La película dura 140 minutos, y creo que con 10 minutos menos el resultado final hubiera sido mejor. Los sucesos del hotel Algiers son el centro de la película, en lo emocional y en lo intenso. Así que todo lo que sucede a continuación se siente como el final, final que no acaba de producirse y que tarda en llegar. En todo caso, desde un punto de vista narrativo, entiendo que algunos de los supervivientes merecían una conclusión a su historia y al drama que vivieron.

La película triunfa totalmente en lo que nos propone, que es mostrar lo horrible que es el racismo y que pensemos en lo que está pasando en la actualidad. Sinceramente, creo que Kathryn Bigelow merecería ser nominada al Oscar como mejor director este año. Creo que la película lo merece sin duda. Lamentablemente, mi lado cínico me dice que Hollywood va a nominar a Patty Jenkins por Wonder Woman, película que no me gustó nada pero que ha sido un enorme éxito comercial, y eso la va a cerrar la puerta, ya que con una mujer los académicos van a pensar que ya han cubierto el cupo femenino.

Además, aluciné al saber que hubieron críticas minoritarias sobre que una directora blanca no debería rodar una película sobre racismo que sufrieron los afroamericanos de Detroit, continuando la peor tradición de cuando Spike Lee atacó a Tarantino por hacer Django Desencadenado. Por supuesto son comentarios ridículos y minoritarios, pero refleja un sentimiento tóxico cada vez más extendido en redes sociales que me repugna, que es el hecho que solo un gay puede escribir sobre personajes gays, o lo mismo sobre las mujeres, minorías raciales, etc.  Estos comentarios son lamentables, pero Hollywood no es tampoco muy partidario de polémicas si pueden evitarlo, lo que lamentablemente creo que también juega en contra de la película de cara a la temporada de premios. De hecho, a pesar de ser una película notable sobre un tema polémico y de actualidad en los Estados Unidos, la película ha sido un fracaso de taquilla, recaudando solo la mitad de su presupuesto de 35 millones.

Comparto a continuación el trailer de la película.

https://www.youtube.com/watch?time_continue=2&v=4ErKTSSzS6A

Detroit es una película honesta y muy necesaria en este momento, que creo que merece ser vista por todo el mundo. Una película que nos muestra como la sociedad americana no ha evolucionado demasiado en estos 50 años. Pero también resalta que la única manera de no repetir los errores del pasado es conocerlos. Y en este aspecto, la película es un éxito sin paliativos. Este es el único mensaje positivo e importante que podemos sacar de su visionado.

PUNTUACIÓN: 8/10