Han pasado casi 10 meses desde que leí el octavo tomo de Deadly Class de Rick Remender y Wes Craig, con colores de Jordan Boyd, editada por Image Comics, y se me ha hecho larga la espera.
PUNTUACIÓN: 7/10
El examen final del segundo año en la King´s Dominion se acerca mientras el curso llega a su fin en la exitosa serie de Rick Remender y Wes Craig. Este volumen recopila los números 40-44 de la serie regular.
Bone Machine. 1989. Este es el título de este noveno volumen de Deadly Class, y Rick Remender parece que aprovecha para recordarnos cuales son las señas de identidad de este comic. A pesar de estar ambientado en 1989, Deadly Class no es para nada un comic nostálgico en el sentido de «cualquier tiempo pasado fue mejor», como vemos en otras obras como Stranger Things. Si acaso, Remender aprovecha este comic para enfrentarse a los fantasmas de su pasado, con largos monólogos internos de los protagonistas que lanzan bilis contra la sociedad de consumo americana, los hits pop de consumo rápido o el conformismo y borreguismo de la juventud que prefiere cambiar su personalidad para ser «guay» y no ser rechazado por sus amigos.
Y como tiene para todos, en este tomo Remender verbaliza además un ataque hacia la gente cínica y negativa que se queja de todo hasta el punto de que no ve la felicidad que pasa a su lado y son incapaces de abrazarla porque es más fácil vivir en el dolor y en el odio. Leo este comic y me parece que estamos ante un Remender tumbado en el diván del psicólogo soltando todo su dolor de adolescencia como forma de exorcizar sus demonios. Y por un lado, me gusta que Remender produzca unos comics totalmente únicos y personales, pero también reconozco que cada vez que leo algo suyo, acabo agotado de tanta negatividad por su tono depresivo.
Narrativamente, Remender emplea este noveno volumen con el retorno de Markus, María y Saya al King´s Dominion para crear un arco completo en el que establece en los primeros números el nuevo status-quo y las amenazas a las que tendrán que enfrentarse, que acaban explotando en los números cuarto y quinto. Tras el cartel y los yakuza, en este tomo les veremos enfrentarse a un culto satánico, y como en volúmenes anteriores, me mola mucho la sensación de que nadie está a salvo y que cualquiera puede morir, cosa que acaba sucediendo de forma dolorosa en estas páginas.
En el apartado artístico, no se si es debido a los meses pasados desde la lectura del tomo anterior, pero he encontrado el dibujo de Wes Craig bastante más flojo de lo habitual. Entiendo que en parte confía en que el estupendo color de Jordan Boyd le va a cubrir mientras crea el tono perfecto a cada escena, pero veo demasiadas viñetas en las que no hay expresiones faciales y las que hay son meros bocetos, cosa que no me ha gustado. Esto sin embargo se compensa con su notable narrativa y la fuerza que imprime a las escenas de acción, algo en lo que no ha levantado el pie del acelerador desde que comenzó la serie.
Tras leer este tomo, compruebo que el número 44, último publicado hasta la fecha, fue publicado en mayo en plena pandemia y de momento el siguiente no ha sido anunciado en agosto o septiembre. Esto que significa que, como pronto, hasta primavera o mediados de 2021 no tendremos un nuevo tomo, lo que se me va a poner muy costa arriba. Veo que voy a tener que asumir que Deadly Class va a ser un comic de un tomo anual, casi como los tomos del mercado europeo.
Llegados al noveno volumen de Deadly Class, reconozco que me ofrece un entretenimiento único que sólo me pueden ofrecer Remender y Craig , y no encuentro motivos para dejar de seguir comprando este comic.
PUNTUACIÓN: 7/10
Y si te gustó este artículo, te invito a que lo compartas en redes sociales, y que sigas mi blog para que te lleguen las notificaciones de las próximas publicaciones.
¡Saludos a todos!