Ver una serie de David Simon es siempre una obligación. Y me ha flipado y acongojado conocer que la historia de La ciudad es nuestra (We own the city, en HBO Max) está basada en hechos reales que realmente sucedieron en la ciudad de Baltimore.
PUNTUACIÓN: 8/10
6 episodios. Baltimore, 2015. La muerte en circunstancias sospechosas de Freddie Gray, un joven negro bajo custodia policial, ha provocado una ola de disturbios. La ciudad alcanza un nuevo récord de asesinatos. Bajo presión por la oficina del alcalde y por una investigación federal sobre la muerte de Gray, la policía de Baltimore recurre al Sargento Wayne Jenkins y a su unidad de élite de agentes de paisano, para librar las calles de armas y drogas. Sin embargo, una conspiración criminal sin precedentes se desarrolla en el departamento de policía, mientras Jenkins decide explotar la crisis.
Creada por David Simon y George Pelecanos, La ciudad es nuestra ha contado con Reinaldo Marcus Green como director de todos los episodios. A partir del libro del mismo título del periodista del periódico Baltimore Sun Justin Fenton, Simon y Pelecanos escriben los guiones de los seis episodios con Ed Burns, William F. Zorzi y D. Watkins. La serie cuenta con fotografía de Yaron Orbach y música de Kris Bowers.
Como es habitual en las series de Simon y Pelecanos, nos encontramos ante un reparto coral en el que destaca Jon Bernthal como el sargento Wayne Jenkins, figura central del Grupo de Trabajo de Rastreo de Armas (GTTF) del Departamento de Policía de Baltimore. Treat Williams, Josh Charles, Jamie Hector, Domenick Lombardozzi, Don Harvey, Delaney Williams, Rob Brown, Tray Chaney, Wunmi Mosaku, Darrell Britt-Gibson, Dagmara Dominczyk y David Corenswet, entre otros, completan el reparto de la serie.
Más allá del elemento televisivo, lo más aterrador de La ciudad es nuestra es pensar que los hechos reflejados en esta serie sucedieron realmente en la ciudad de Baltimore durante un montón de años. Esta crónica de una corrupción policial que ha contaminado a toda una ciudad me parece increíble. Simon y Pelecanos aprovechan esta historia real para criticar no sólo a un cuerpo policial super corporativista que primero de todo protegen a los suyos sin importar lo clamorosas que sean las evidencias contra los agentes, sino a todo el entramado político-económico que bajo la excusa de la «guerra contra la droga» se ha cargado una convivencia ya de por si complicada por la existencia de crimen y pobreza extremas. Como comenta la series, antes la policía podían hablar con la gente, y la gente les contaba cosas de la calle, tras años de brutalidad policial, nadie quiere hablar con agentes que detuvieron sin motivos a algún familiar o amigo, hasta el punto que es complicado formar un jurado que confía en la limpieza de la policía. Tremendo.
La serie plantea una narración fragmentada cronológicamente que hace que en algunos momentos sea difícil seguir en qué momento está sucediendo cada cosa. Supongo que al adaptar un libro que a su vez hace una narración de hechos «probados» de brutalidad policial o de actos criminales cometidos por policías normalmente contra población normal, no hay sitio para el análisis psicológico de las personas (policías) que cometen esos delitos. Sin embargo, esto hace que la narración al final quede un tanto deslavazada, porque no llegamos a ver una evolución en estos policías, aparentemente en un momento no estaban sucios y al siguiente ya habían formado un entramado criminal con los miembros de su unidad.
El proceso mental que lleva a unas personas a creer que quedarse con dinero ajeno está mal, a empezar a quedarse parte de cantidades incautadas en un registro anti drogas y terminar robando el dinero que un transeúnte lleva en el bolsillo cuando le detienen porque sí es acojonante. Esto provoca que el título sea muy representativo, porque esos policías realmente pensaban que podían hacer lo que quisieran sin consecuencias, y al final fue esa confianza lo que afortunadamente les condenó.
Dentro de todo, la duración de 6 episodios la encuentro perfecta para transmitir de la mejor manera posible el mensaje que quieren transmitir. Un mensaje un tanto desalentador, ya que el final de la serie nos muestra que tanto la recién nombrada alcaldesa como el nuevo jefe de policía tuvieron que dimitir al descubrirse delitos de corrupción de ambos. Si esas personas son las que tienen que mejorar la situación de la ciudad, parece que van apañados.
El casting coral de la serie me parece que está muy acertado, dentro que tienen un trabajo más funcional que emocional. La figura de los abogados de derechos civiles es fundamental para la historia, porque son los que ponen el contexto social a todo este drama y resaltan el mensaje que no es sólo un problema policial, sino que también está provocado por unos políticos inútiles a los que sólo les interesa maquillar la realidad para mostrar lo que a ellos más les interesa en cada momento. Y en muchos momentos, el mensaje era que estaban bajando los delitos violentos, aunque para ello se pisotearan los derechos civiles de cientos de personas a los que se detenía sin causa y les obligaban a pasar varios días entre rejas para luego quitarles los cargos inventados que justificaron la detención en primer lugar. Buff, como digo, es todo tremendo.
Comparto el trailer de esta serie:
La ciudad es nuestra es una serie estupenda que nos pone ante lo peor de la corrupción policial que acosa a los Estados Unidos. Visionado obligado.
PUNTUACIÓN: 8/10
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