El décimo volumen de W. Maxwell Prince y Martín Morazzo, con color de Chris O´Halloran nos ha traído posiblemente la mejor historia de toda la serie.
PUNTUACIÓN: 9/10
El cómic más extraño que se publica en la actualidad sigue… ¡publicándose!
Aquí, algunas desviaciones francamente disparatadas: un Apocalypse Now lleno de Figglybumps; una ciudad entera de Gary; y una descompresión en 2 partes sobre descompresión y compresión y ciertas impresiones que esas cosas suelen causar. Esa música familiar viene de la vuelta de la esquina… ¡prepara tu cartera!
Recopila ICE CREAM MAN #37-40 USA.
W. Maxwell Prince escribe en Brooklyn y vive con su esposa, su hija y dos gatos. Es autor de ICE CREAM MAN, KING OF NOWHERE, ONE WEEK IN THE LIBRARY, and THE ELECTRIC SUBLIME.
El artista argentino Martín Morazzo hizo su gran debut en los cómics estadounidenses con la saga de ciencia ficción ambiental de 2012, Great Pacific, la primera serie de Image Comics que co-creó con Joe Harris. Desde entonces, Martín ha co-creado Snowfall, una epopeya de ciencia ficción, nuevamente con Joe Harris e Image Comics, y la elegante serie de aventuras criminales, The Electric Sublime, con el escritor W. Maxwell Prince en IDW Publishing. Ice Cream Man, su colaboración con W. Maxwell Prince, está siendo publicada por Image Comics. She Could Fly, una miniserie con el escritor Christopher Cantwell, co-creador y showrunner de Halt and Catch Fire de AMC, y la editora Karen Berger, también está siendo publicada por Berger Books, una editorial de Dark Horse Comics.
Tiene mucho mérito que tras nueve volúmenes de Ice Cream Man repletos de historias desesperanzadas, nihilistas y perturbadoras, W. Maxwell Prince consiga sorprenderme y volarme la cabeza en este décimo volumen. Un volumen que resulta novedoso por numerosos motivos. Por supuesto por la temática de las historias, pero también por el formato de las mismas, al encontrarnos con la primera historia en dos partes de la colección. Una historia sobre la que luego comentaré pero que ya adelanto que va a marcar un hito en la colección.
La primera historia sobre unos hermanos revisando las pertenencias de su hermano fallecido mientras leen una de las historias es un drama doble, por un lado sobre el drama del suicidio y lo que supone para los familiares. Y por otro tenemos una recreación de las típicas historias bélicas protagonizada por unos peluches que plantean un contraste terrible entre la ricura de los peluches y el sangriento desenlace de la historia, que transmite que las guerras no son heroicas, sólo masacres terribles e las que la maquinaria bélica aplasta al individuo.
La segunda historia con la prisión de Garys es un drama existencial que puede servir de metáfora de las vidas monótonas, repetitivas y sin objetivo que vivimos en las sociedades modernas. Unas sociedades que buscan homogeneizarnos a todos y eliminarnos como seres diferentes con objetivos propios. La historia mantiene el todo desesperanzado general de la colección, pero tiene una diferencia fundamental. ¡Prince nos da un final final! Este planteamiento resulta tan original que me ha gustado muchísimo.
La joya de este volumen es la primera historia en dos partes que a partir de un accidente de tráfico Prince reflexiona sobre un fenómeno casi exclusivo del mundo del comic: El «decrompresing storytelling» o narrativa descomprimida. Prince reflexiona sobre la naturaleza del tiempo y cómo incluso en cinco segundos pueden contarse historias de gran complejidad. Esta historia en dos partes, la primera desde el punto de vista de la familia que va en el coche que tiene el accidente y un segundo con el punto de vista de los conductores del camión, es uno de los ejercicios más brillantes que he leído en un comic que de por si ya me gusta mucho.
Martín Morazzo con el color de Chris O´Halloran sigue siendo un seguro de vida capaz de dibujar cualquier cosa y hacerlo bien. El primer número con los personajes de peluche son una ricura que contrasta con el ambiente bélico, culminando con un combate que más que una guerra acaba siendo una masacre terrible. El segundo número con la prisión de Garys transmite perfectamente la situación kafkiana que viven los protagonistas.
Pero donde realmente se desata Morazzo es en el díptico del choque descomprimido. Dos números alucinantes en los que el paso del tiempo deja de ser una ley inmutable y se convierte en un factor narrativo más que ayuda a que el comic sea sobresaliente. La forma en que vemos los efectos del accidente y los detalles de la vida de los personajes me ha parecido una pasada. Porque las historias de W. Maxwell Prince son super originales, pero es Morazzo el que tiene que trasladarla a imágenes, y en este décimo volumen tenemos algunas de las mejores historias de esta colección también gracias al consistente trabajo del artista argentino.
Tras 40 números publicados de Ice Cream Man, me alegra comprobar que W. Maxwel Prince sigue con una imaginación y una creatividad intacta como el primer día. Espero que las ventas estén funcionando y la colección les salga rentable a sus autores, porque al menos yo seguiré comprándola mientras se siga publicando.
Comparto las primeras páginas del número 37 USA que abre este décimo volumen de Ice Cream Man:
Ice Cream Man sigue siendo una lectura única diferente a todo. Y en este décimo volumen incluso es diferente a las historias vistas hasta la fecha. Muy fan de este comic.
PUNTUACIÓN: 9/10
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