El estreno en Netflix de la decepcionante adaptación televisiva de Locke and Key ha servido para recordarnos lo maravilloso que es el comic de Joe Hill y Gabriel Rodríguez, que personalmente está dentro de mis 5 comics favoritos de este siglo XXI.
PUNTUACIÓN: CLÁSICO, NO TE LO PUEDES PERDER
(Artículo sin spoilers)

El aclamado autor de El traje del muerto, la novela de terror que ha sorprendido a todos los amantes del género, salta al cómic con una obra que te sobrecogerá. En Nueva Inglaterra hay una vieja mansión cuyas fabulosas puertas transforman a todo el que se atreve a cruzarlas. El pasado de la familia Locke vuelve para atormentar a sus actuales miembros, en un escalofriante cómic en el que Hill demuestra una capacidad narrativa equiparable a la de su padre, Stephen King. Guión de Joe Hill. Dibujo de Gabriel Rodríguez.
Conocí a Joe Hill gracias a Locke & Key, y gracias al comic descubrí su faceta de escritor y sus estupendas novelas El traje del muerto, Horns o Fuego. Hill es el segundo hijo de Stephen King y decidió usar una abreviatura de su nombre completo, Joseph Hillstrom King, para intentar triunfar por sus propios méritos y no por ser el hijo de. Hill tiene 47 años y no hay duda que ha recibido los genes de su padre, ya que escribe historias de fantasía y terror que saben apelar a nuestros miedos más profundos y las cosas que más queremos, como la familia.
Gabriel Rodríguez es un artista chileno nacido en 1974 que estudió arquitectura e incluso llegó a trabajar como tal durante varios años hasta que pudo cimentar su carrera como dibujante de comics y obtener la suficiente independencia económica. Locke and Key es su trabajo más celebrado, pero obtuvo también una nominación a los Eisner por su comic «Little Nemo: Return to Slumberland». Más recientemente, ha escrito y dibujado La espada de las eras, un comic de fantasía que busca reinventar las leyendas artúricas y que tengo muchas ganas de comprar y leer en cuanto tenga ocasión.

Locke And Key fue publicada en Estados Unidos por la editorial IDW entre febrero de 2008 y diciembre de 2013. El formato elegido para su publicación fueron seis miniseries, que aqui en España Panini publicó entre 2009 y 2014. Las seis miniseries fueron Bienvenidos a Lovecraft (febrero-julio 2008) y Juegos mentales (enero-junio 2009), que formarían el primer acto, mientras que Corona de Sombras (noviembre 2009 – abril 2010) y Las llaves del reino (agosto 2010 – marzo 2011) formarían el segundo acto. El tercer arco con el climax final llegó con Mecanismos de relojería (junio 2011 – abril 2012) y Alfa y Omega (noviembre 2012 – diciembre 2013). Todas las miniseries tuvieron una duración de seis números excepto Alfa y Omega que tuvo siete, algo necesario e imprescindible para cerrar todo de forma satisfactoria. De esta forma, podría decirse que Locke and Key se publicó con una periodicidad de un volumen anual.
El formato de miniseries sucesivas permitió a los autores a realizar el mejor trabajo posible sin la presión añadida de tener que cumplir con un plazo de entrega mensual como pasa por ejemplo en los comics de Marvel o DC. Y la diferencia se nota, consiguiendo Gabriel Rodríguez, junto al colorista Jay Fotos, realizar un despliegue artístico maravilloso.

Locke & Key es la historia de la familia Locke. Tras la muerte de su padre, Tyler, Kinsey y Bode Locke se mudan con su madre a la finca de la familia, Keyhouse, situada en Lovecraft, Massachusetts. Allí, los niños descubrirán que la casa es un nexo de energías sobrenaturales que oculta unas llaves que les otorgarán habilidades que les servirán para descubrir la historia oculta de su familia y del mundo que les rodea.
El primer elemento a destacar de Locke and Key es que se trata de una historia de fantasía oscura que utiliza muchos elementos de las historias de terror. En el comic existe una sensación de aventura mientras los niños van descubriendo las llaves y sus habilidades, pero el tema general es ver cómo los Locke asumen la pérdida de su padre y esposo, algo que cada miembro de la familia interioriza de una forma diferente. En este sentido, la muerte y otros temas escabrosos como las relaciones tóxicas o el abuso juegan un papel fundamental y explican los traumas de varios personajes, notándose en este aspecto la influencia que las historias de Stephen King han tenido en su hijo.
Además, Joe Hill crea un puzzle maravilloso en la que todo, incluido el detalle más nimio y a priori insignificante, tiene su razón de ser y juega una función en la historia, haciendo que el final fuera perfecto y super satisfactorio, en el que todo encaja pero que además consigue ser super emocionante.

Hay números como «Febrero» en el cuarto volumen «Las llaves del reino» que transmiten un maravilloso sense-of-wonder mientras vemos las habilidades que los niños adquieren con las llaves mientras luchan contra el malvado Lucas «Bode» Caravaggio, que busca la llave para abrir la Puerta Negra. Además, en otros números, como «Gorrión» Hill y Rodríguez cambian de estilo imitando lo que sería una tira de Calvin & Hobbes para contar la historia desde el punto de vista de Bode, un niño de 8 años. Otros números super chulos son por ejemplo los contados desde el punto de vista de Rufus, un chaval retrasado mental amigo de Bode, que adquieren forma de comic-book de hazañas bélicas.
La contrucción de los deferentes personajes me ha parecido maravillosa. Tyler es un adolescente claramente traumatizado que se culpa a si mismo de la muerte de su padre debido a las discursiones que tuvo con él antes de su muerte. Su personalidad y acciones muestran claramente que tiene un trauma que le impide ser feliz, al igual que su hermana Kinsey, cuyo mecanismo de defensa para intentar sobrevivir tras quedar paralizada cuando mataron a su padre es quitarse el miedo y las lágrimas de la cabeza (literalmente), algo que la ofrece cierta felicidad en el corto plazo hasta que descubra que hay que aprender a vivir con tus miedos.
El hermano pequeño Bode también me parece una pasada. Hill y Rodríguez nos cuentan de maravilla lo que significa ser un niño que ve y experimenta cosas increíbles y la frustración inicial cuando nadie le cree o no le dejan intentar ayudar. Además, su joven mente funciona de forma sencilla y no puede evitar ser engañado y utilizado durante la historia. Por último, la madre ha caído en la bebida como forma de evitar enfrentarse a la muerte de su marido, una salida muy poco ejemplar a sus problemas, pero muy real.

Como pasa en las mejores historias de terror, Locke and Key es cruel con los personajes. Al igual que pasa en la vida real los buenos no siempre ganan ni sobreviven aunque hagan lo correcto. Hay en ese sentido algunos momentos muy duros emocionalmente ante el destino de varios personajes, y sobre todo en el clímax final hay una verdadera sensación de amenaza y de que cualquiera puede morir.
Dodge, el villano de la historia, es un ser amoral verdaderamente peligroso, pero es su inteligencia la cualidad más destacable. De hecho, la realidad es que a pesar de algunos retrasos provocados por los niños, es refrescante ver cómo sus planes van teniendo éxito mientras engaña a todo el mundo y les manipula para obtener lo que desea.
Esto, unido a ver a unos adolescentes que sufren, se equivocan, cometen errores y aprenden de ellos son elementos que hicieron de la lectura algo muy especial. Porque es cierto que el elemento fantástico y terrorífico funciona, pero lo hace porque Hill y Rodríguez han creado a una familia que se siente muy real, con personalidad, virtudes y defectos con la que es muy fácil empatizar y preocuparnos por ellos. Y esa personalidad se forja también por la forma en que afrontan sus problemas y sus errores.

Comentaba al comienzo que el apartado artístico me parecía maravilloso. Y es que Gabriel Rodríguez con la ayuda de Jay Fotos en los colores ha creado un comic espectacular, de una narrativa limpia en la que siempre cuenta todo de la forma más clara posible. Su lápiz construye de maravilla la personalidad de todos los personajes y consigue en los pequeños detalles la magia de que todos parezcan reales. Además, consigue que el paso del tiempo se note en sus caras, algo muy difícil también de conseguir.
Además de una sobresaliente caracterización, Rodríguez consigue que toda la historia tenga el tono perfecto en todo momento, transmitiendo el sentido de maravilla cuando los niños usan sus llaves, pero también el terror ante los abusos y los momentos dramáticos que sufren varios personajes, creando situaciones super perturbadoras. No sólo eso, hay algunas muertes que son super gores e impactan muchísimo, y sus seres de sombra transmiten un feeling realmente terrorífico. La vida y la muerte parecen elementos «baratos» en otras historias, aquí el peso de cada vida cuenta, y nos duele cada una que se pierde. Y se pierden muchas.
La guinda del pastel es además la habilidad de Rodríguez en la creación de espacios que se sienten reales. En este aspecto se notan sus estudios de arquitectura, porque la mansión Keyhouse, cuyo plano se incluye en uno de los cómics, y toda la orografía de la finca con las cuevas en el acantilado se convierten en elementos fundamentales en la historia, y están perfectamente reflejadas en la historia. De esta manera, cuando un personaje se mueve por la casa sus movimientos siempre están claros y sabemos dónde están y hacia donde se dirigen. Esto es otro plus importante, acostumbrado como estoy a otros comics casi sin fondos en los que los personajes se mueven por espacios genéricos sin personalidad.

No quiero terminar sin destacar otro elemento fundamental de Locke and Key y es su propia condición de cómic, que permite una narrativa única difícilmente trasladable a otros medios y que hacen que este cómic sea algo muy especial.
Empezando por las elipsis que se producen entre viñetas donde somos los lectores los que rellenamos los huecos. Por ejemplo, cuando vemos a Kinsey sufrir ante la perspectiva de empezar las clases en Lovecraft y lo absurdo de hacer amigos que puede acabar perdiendo, en una única página con tres viñetas Hill y Rodríguez condensan toda la ansiedad del momento, una página super chula que funciona porque está muy bien contada y porque los lectores rellenamos los huecos con nuestras propias experiencias, de forma que no tenemos que ver cada clase a la que asiste para sentir que está sufriendo.

De igual modo, en el ya comentado cómic «Febrero», los hermanos viven maravillosas aventuras mientras experimentan con diferentes llaves, pero esas aventuras quedan condensadas en muchos casos a una única viñeta con el momento más potente de la aventura, de forma que, como comento, seamos los lectores los que imaginemos los detalles no mostrados. Un recurso maravilloso.
Además, las páginas del cómic marcan un ritmo de lectura y generan una sorpresa cada vez que pasas la página. El ritmo puede acelerarse o frenarse en función de lo que pasa y se van creando cliffhangers estupendos a medida que avanza la historia, y en todos estos aspectos Hill y Rodríguez muestran su gran habilidad como storytellers, como contadores de historias.
Durante estos seis tonos hay un montón de giros inesperados y sorpresas impactantes mientras vamos conociendo toda la historia y como se crearon las llaves, pero en todo momento mantenemos la sensación de reloj perfectamente ensamblado que nos lleva en volandas hasta el emocionante final.

Por tanto, es la propia naturaleza de cómic lo que ayuda a que esta historia sea tan maravillosa y especial, y como vimos en la desastrosa serie de televisión, hay cosas que se pierden en la adaptación que solo son posibles en los cómics.
Joe Hill y Gabriel Rodríguez crearon una historia muy especial que merece todas las alabanzas del mundo. Si no la has leído todavía no lo dudes, Locke and Key es una maravilla, un clásico que ningún fan de la literatura fantástica y el terror debería perderse.
PUNTUACIÓN: CLÁSICO, NO TE LO PUEDES PERDER
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