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Crítica de Mowgli, la leyenda de la selva de Andy Serkis (Netflix)

Netflix ha estrenado una nueva versión de El Libro de la Selva con una sensibilidad más oscura y adulta. Mowgli, la leyenda de la jungla ha sido dirigida por Andy Serkis, el inolvidable Gollum de El Señor de los Anillos, empleando técnicas de captura de movimientos en las que se ha convertido en un gran experto. Sin embargo, aunque entretenida y a ratos brillante visualmente, me ha parecido inferior a la versión Disney de Jon Favreau de hace dos años, lo cual es un gran problema cuando tu película se estrena después.

PUNTUACIÓN: 6/10

Mowgli trata sobre la educación de Mowgli, criado por una manada de lobos en las selvas de India. Mientras aprende las reglas, a menudo complicadas, de la jungla. Bajo la tutela de un oso llamado Baloo y una pantera llamada Bagheera, Mowgli llega a ser aceptado por los animales de la jungla como uno más de ellos. Por todos menos uno: el temible tigre Shere Khan. Pero puede haber peligros mayores acechando en la jungla, cuando Mowgli se enfrenta a sus orígenes humanos.

Dirigida por Andy Serkis a partir de un guión de Callie Seresin que adapta la mítica novela de Rudyard Kipling, con una fotografía de Michael Seresin y música de Nitin Sawhney.

Lo primero que hay que tener claro al ver Mowgli es que esta no es una película para niños. Andy Serkis imprime un tono realista y duro que es mucho más fiel a la novela clásica de lo que fueron las películas de Disney. La jungla es cruel y puedes morir en cualquier momento, y eso queda perfectamente reflejado durante todo el metraje. Es por esto que Mowgli y los animales están llenos de heridas y cicatrices, de forma que provocan que en algunos momentos verles interactuar sea doloroso y casi desagradable. Sin duda, hay escenas super impactantes y crueles que no son para niños pequeños y pueden quedar super impactados.

El tema básico de la película es mostrar como Mowgli es un ser entre dos mundos. Ha vivido entre lobos pero no es uno de ellos, y es humano aunque tampoco se siente como ellos. Este sentimiento de no pertenencia y el sufrimiento que provoca está perfectamente transmitido durante la película, y se consigue gracias a la fenomenal actuación del joven actor Rohan Chand, que interpreta a Mowgli y que es el principal hallazgo de la película.

Además, destacaría que visualmente la película está llena de momentazos de gran belleza. La jungla cobra vida en muchos momentos y la pantalla se llena de colores increíbles que me dajaron con la boca abierta en varios momentos. Globalmente, me ha parecido un buen espectáculo y entretenimiento para disfrutar en casa, a pesar de los elementos que menos me han encajado y de los que voy a hablar a continuación.

Para hablar de lo que no me ha encajado durante el visionado debo empezar reflexionando sobre la propia creación de la película, que llega dos años después de la última versión de Disney creada por Jon Favreau. La comparación es inevitable, al contar la misma historia, y lamento decir que en casi todos los aspectos, la película de Andy Serkis sale siempre perdiendo. Lo malo de llegar segundo es que o lo haces extraordinariamente bien o puedes dar la sensación de repetitiva, por no usar el término “innecesario” que no me gusta nada cuando se aplica a un producto de entretenimiento.

Disney optó por crear una película 100% digital en la que solo un actor real, el personaje de Mowgli, interactuaba con personajes y espacios digitales. Grandes actores como Idris Elba, Christopher Walken, Scarlett Johansson o Bill Murray, entre otros, aportaron su voz a la película de Jon Favreau y la dotaron de carisma en todas sus escenas.

Andy Serkis optó por rodar la película utilizando tecnología de captura de movimientos con los actores que luego eran trasladados a las facciones y a los propios movimientos de los animales. Esto provocó un rodaje y una post-producción mucho más compleja que explica, en parte, el retraso en estrenarse la película.

Y no es que el reparto fuera menos bueno que el de Disney, ya que al propio Serkis como el oso Baloo se le unieron Benedict Cumberbatch como el tigre Shere Khan, Christian Bale como la pantera Bagheera o Cate Blanchett como la serpiente Kaa. El casting es brutal, aunque debo decir que siento que ha quedado muy infrautilizado y que no ha conseguido sacarle todo el partido que hubiera sido deseable.

Estamos ante una supuesta película “seria” y “realista” en la que hay animales que hablan y que tienen rasgos humanos en los ojos y en la forma de sus caras. Esta dualidad imposible provocó en mi una sensación de que algo no encajaba durante el visionado. La película de Disney era CGI y los animales se veían super realistas y encima hablaban. Los espectadores aceptamos, creo, un elemento no realista. Pero aquí hay dos, no solo que los animales hables, sino sus propias facciones humanas, lo que en mi caso me rompió toda sensación de credulidad y no me dejó entrar en el juego que proponía Serkis.

El tono adulto de la película aleja al público infantil pero sigue resultando demasiado fantástica para el público adulto al que pretende dirigirse, que claramente no va a querer ver dos veces la misma película en tan solo dos años. Y es que aunque hay momentos brutales como la pelea de los monos, en todo caso se siente como menos fresca que la versión anterior. Y no hay duda que el estreno en Netflix refleja que los ejecutivos de Warner Bros detectaron también estos problemas, porque prefirieron vender los derechos de exhibición a Netflix antes de arriesgarse a un más que probable fracaso en la taquilla de todo el mundo, evitándose todos los costes de publicidad y distribución de la cinta en todo el mundo.

Además, la película dura 105 minutos y me dió la sensación que muchísimo metraje se quedó en la sala de edición. Hay una primera parte con diferentes episodios de la vida de Mowgli en la selva que se muestran correctamente, pero en cuanto Mowgli llega a la aldea humana, el ritmo se precipita y acelera hasta llegar al climax. En este aspecto, la película casi parece partida en dos. Y en este sentido, hay personajes como los elefantes que aparecen de repente y me dejaron sorprendidísimo, y creo que detrás del personaje del cazador humano John Lockwood (Matthew Rhys) había una historia interesante que no llega ni a sugerirse. Por no hablar de que el climax final me pareció super confuso hasta el punto de no tener claro lo que había pasado.

Debo reconocer que si Mowgli se hubiera estrenado en cine no se si hubiera pagado por verla. Sin embargo, su estreno en Netflix me ha permitido verla en casa y, a pesar de todo lo anterior, creo que en una más que correcta aunque imperfecta película, y no me ha parecido que haya “malgastado” mi tiempo viéndola.

Comparto a continuación el trailer de la película:

Mowgli, la leyenda de la selva, no va a ser recordada como la versión definitiva de la novela de Rudyard Kipling, aunque se puede ver, más al tratarse de un estreno de Netflix.

PUNTUACIÓN: 6/10

Crítica de La Guerra del Planeta de los Simios

La Guerra del Planeta de los Simios es el excelente final de la trilogía de películas iniciada en 2011 para contarnos cómo se creó “El planeta de los Simios”, la mítica película de Charlton Heston de 1968 basada en la novela de Pierre Boulle. La película está escrita y dirigida por Matt Reeves, que realiza una obra de gran profundidad dramática que va más allá de lo que se espera de un blockbuster veraniego con altas dosis de efectos especiales.

PUNTUACIÓN: 8/10

Esta serie de películas se inició en 2011 con “El nacimiento del planeta de los simios”, dirigida por Rupert Wyatt. En ella, un joven científico (James Franco) creará a un mono superinteligente llamado César mientras investiga una cura contra el Alzheimer. Lamentablemente, durante esta investigación, los laboratorios crean un mortífero virus que acaban siendo liberado .

En 2014, la franquicia hizo un espectacular salto de calidad con “El amanecer del planeta de los simios”, dirigida por Matt Reeves. Ambientada 10 años después, en ella vemos como el 99% de la población humana ha muerto a consecuencia del “Virus de los simios”. César (Andy Serkis) y su comunidad de monos vive pacíficamente en los bosques hasta la llegada de un científico humano (Jason Clarke) que entrará en contacto con ellos pidiendo su ayuda para conseguir energía para un asentamiento humano en la vecina San Francisco. Aunque César y los científicos piensan en la coexistencia pacífica, esta acabará siendo imposible por la oposición de Koba (Tobby Kebbel), un mono torturado en un laboratorio que odia a los humanos, y de Dreyfus (Gary Oldman), el líder humano de San Francisco. Al final, el conflicto es inevitable, y nos lleva irremediablemente a la “Guerra”.

El argumento de esta tercera película nos cuenta el conflicto de César (de nuevo un sensacional Andy Serkis) y sus monos contra las fuerzas de un Coronel sin nombre interpretado por Woody Harrelson. Tras sufrir múltiples bajas, César tendrá que luchar no solo contra los humanos sino contra sus peores instintos si quiere salvar a su raza.

Matt Reeves vuelve a realizar un excelente trabajo construyendo una muy buena película a partir del guión, escrito en colaboración con Mark Bomback. La historia es lógica en todo momento y recurre a la construcción de los personajes como forma de ir moldeando la acción, planteando situaciones muy interesantes que son llevadas hasta sus lógicas consecuencias sin necesidad de golpes de efecto o giros absurdos. Además, ofrece una explicación razonable de por qué en las películas clásicas los monos son inteligentes mientras que los humanos habían involucionado y no tenían inteligencia ni podían hablar. No es sólo un gran final de trilogía, sino un perfecto nexo de unión con las originales.

César (Andy Serkis) es el omnipresente protagonista. Aparte de la increíble perfección técnica que supone verle en movimiento, que supone un nuevo hito técnico de Weta Digital (creadores de Golum para el Señor de los anillos), lo fundamental de la película es el conflicto interno que vive, enfrentando sus ansias de venganza con las necesidades de su pueblo. Es muy fácil ser noble cuando todo va bien o las pérdidas de vidas no te afectan directamente, pero el verdadero desafío está en ver cómo sobreponerse cuando el dolor se vuelve personal. El camino de César en muchos momentos me recuerda el viaje de un protagonista de un western crepuscular, irremediablemente atraído hacia su destino.

El Coronel también me ha gustado, y hace una más que correcta réplica a César. Woody Harrelson hace una actuación contenida de un soldado que sabe que tiene que hacer cosas terribles para salvar a la raza humana de la extinción. Al estar contada la película desde el punto de vista de los monos, claramente él es el villano. Pero si nos paramos a pensar en la situación desde el punto de vista humano, no hay duda que sus acciones, aunque crueles y salvajes, están justificadas ante la posibilidad de que los hombres no sobrevivan otra generación. Entiendo que si estuviera en la misma situación, mis acciones serían esas, o unas muy parecidas. De hecho, su destino final me parece super cruel y evidencia que estaba en lo cierto.

Un elemento interesante sobre el que la película nos hace reflexionar es que la caída de la raza humana tiene más que ver con enfrentamientos entre humanos que por la acción de los monos. En un momento en que hay gente que niega que exista el calentamiento global o que pueda afectarnos en el futuro, por poner un ejemplo, plantear un blockbuster veraniego con este tema encima de la mesa sin duda lo agradezco.

Quizá el único pero que se me planteó viendo la película es que en parte no fue lo que yo esperaba. Teniendo en cuenta las imágenes que nos presentaban, como el poster que incluyo a continuación, el trailer y el propio título, yo esperaba un enfrentamiento más épico o un mayor protagonismo de una guerra total que no acabó de llegar. Al final, es más importante el conflicto interno de César que la violencia que se genera a su alrededor.

Esto es un pequeñísimo pero, ya que analizándola a posteriori, probablemente la película sea mucho más redonda tal y como está. Y al final, el destino de los monos y la raza humana si queda definido por esta película.

Pero pensando en la trilogía, «El amanecer del planeta de los simios», la segunda parte, me pareció una película más redonda y compleja que esta película. Aunque estamos hablando en todo caso de notable alto, lo que tampoco está nada mal.

La música de Michael Giacchino también es brutal, mostrando un ámplio registro que transmite perfectamente alegría, tristeza, humor y drama en cada momento. Además, su uso de la percusión nos recuerda también la película original y ayuda a que la conexión entre ambas películas sea aún más evidente.

Y por si fuera poco, visualmente la película es increíble. Apoyado por la fotografía de Michael Seresin y unos efectos visuales  superiores, la película en todo momento transmite un tono crepuscular protagonizado por seres reales, no CGIs generados por ordenador. Estamos ante el fin de una era, y en varios momentos parece que estamos viendo un western crepuscular en el que un héroe viaja camino del matadero dispuesto a enfrentarse a una fuerza superior.

La perfección de la captura de movimientos está llegando a unos niveles de perfección alucinantes. Ya no es solo la intensidad de la mirada o el realismo de los pelos de los monos, en esta película los monos interactuan con lluvia, agua y nieve y no es que parezca real, es que se ve real. Están a otro nivel.

20th Century Fox ha conseguido un enorme éxito creativo con esta trilogía de origen del planeta de los simios. Por tanto, no me extrañaría que continuaran haciendo más películas, dado que aunque el final enlaza perfectamente con las películas clásicas, cronológicamente aún hay mucho margen para contar más historias de este mundo.

Comparto el trailer de la película:

La Guerra del Planeta de los Simios es sin duda una de las películas del verano, y probablemente del año, para los amantes de la ciencia ficción. Te recomiendo que no te la pierdas.

PUNTUACIÓN: 8/10