Crítica de Tár de Todd Field

Los meses de enero y febrero están destinados a los estrenos con aspiraciones en los Oscars. Esta semana vi Tár de Todd Field, protagonizada por una increíble Cate Blanchett.

PUNTUACIÓN: 7.5/10

La mundialmente famosa Lydia Tár está a solo unos días de grabar la sinfonía que la llevará a las alturas de su ya formidable carrera. La notablemente brillante y encantadora hija adoptiva de Tár, Petra, de seis años, tiene un papel clave en la tarea. Y cuando los elementos parecen conspirar contra Lydia, la niña es un apoyo emocional importante para su madre en apuros.

William Todd Field (California, 1964) es un actor y cineasta estadounidense. Ha trabajado como actor, director, productor, compositor y guionista. Empezó su carrera como actor cuando Woody Allen le eligió para participar en Radio Days (1987), trabajando a continuación con directores como Stanley Kubrick o Carl Franklin. Franklin y el también director Victor Núñez animaron a Field a inscribirse como becario de dirección en el AFI (American Film Institute), lo que hizo en 1992. Como director sólo ha dirigido dos películas antes de Tár, ambas aclamadas por la crítica: In the Bedroom (2001) y Little Children (2006). En total, sus tres películas han sido nominadas a un total de catorce premios Oscars y Field ha recibido personalmente seis de esas nominaciones, dos a la mejor película, dos al mejor guion adaptado, una al mejor director y una al mejor guion original. Tár ha sido producida, escrita y dirigida por Field, y ha recibido seis nominaciones a los Oscars 2023: Mejor Película, Mejor Director y Mejor Guion Original para Field, Mejor Actriz para Blanchett, así como Mejor Fotografía y Mejor Montaje.

Cate Blanchett interpreta a Lydia Tár, una compositora y directora de orquesta de fama mundial. Field comenta que escribió el personaje pensando en Blanchett, y sin ella no hubiera hecho la película. Ella es el centro de todo y ofrece una interpretación llena de matices y personalidad, convirtiéndose en una firma candidata a ganar el Oscar a Mejor Actriz, tras haber conseguido ya los premios en el Festival de Cine de Venecia, en los Globos de Oro o en los Critic´s Choice Awards.

El resto del reparto está formado por Nina Hoss como Sharon Goodnow, concertino y esposa de Lydia, Noémie Merlant como Francesca Lentini, asistente de Lydia, Sophie Kauer como Olga Metkina, una joven violonchelista rusa recién llegada a la Orquesta de Berlín que dirige Tár, Julian Glover como Andris Davis, predecesor de Lydia y Mark Strong como Eliot Kaplan, banquero de inversiones, director de orquesta aficionado y gestor del programa de becas de Lydia.

Tár cuenta con fotografía de Florian Hoffmeister, montaje de Monika Willi y música de Hildur Guðnadóttir. La mayoría de la música se grabó en directo en el plató en los mismos planos que se ven en pantalla, incluido los temas interpretados a piano por Blanchett, el violonchelo de Kauer (Kauer es una violonchelista clásica británico-alemán que estudió en la Royal Academy of Music), así como los temas interpretados por la Filarmónica de Dresde. La película de 158 minutos ha contado con un presupuesto de 35 millones, recaudando de momento tan sólo 10 en todo el mundo.

Es complicado hablar de Tár. Por un lado, la construcción del personaje de Lydia Tár me ha volado la cabeza. Es tan complejo y verosímil que estuve más de medio visionado pensando que la película era un biopic de una directora de orquesta real, cosa que no es el caso, al tratarse de una historia totalmente original (e inventada) de Field. El éxito de la película recae totalmente en Blanchett, y se entiende tras ver la película que para Field solo había una opción capaz de hacer esta película con la fuerza que tiene ella. Por cierto, me sabe mal tener que admitir que vi la película en versión doblada dado que no se ha estrenado en V.O. en mi ciudad, lo cual me parece una pena. Si en castellano Blanchett es hipnótica, creo que en versión inglesa / alemana / francesa la cosa hubiera podido estar aún mejor.

Cinematográficamente me ha volado la cabeza toda la primera parte de la película realizada con larguísimas escenas planteadas casi como planos secuencia. La complejidad de la personalidad de Tár y su vasto conocimiento musical hace que sea complicado seguir algunos momentos sin perderte, al hablar de la historia de compositores clásicos o de tempos de partituras y otras estructuras musicales. Pero a pesar de esto y de que la película empiece en mitad de todo en la vida de la protagonista, la verdad es que se entiende bien.

Field plantea una historia original y compleja planteada con múltiples matices en la que habla del poder y del mal uso de los que lo ostentan, pero también incluye críticas hacia la cultura del wokismo actual que se niega a escuchar música clásica porque está escrita por «hombres blancos heterosexuales opresores». Dejando claro lo absurdo y ridículo de estas actuaciones, sobre todo dentro del colectivo de músicos que se suponen tienen que conocer las principales obras del medio al que se van a dedicar. (Inciso, esto me recuerda a la enorme cantidad de gente que dice querer dedicarse al cine mientras demuestra una terrible incultura cinematográfica, afirmando sin pudor que no conocen las obras maestras clásicas o actuales, o que no van a las salas comerciales a ver cine). También hacia la cultura de la cancelación que incluso pudiendo tener razón en la denuncia construye «pruebas» claramente falsas, como es el video editado con frases inconexas sacadas de contexto que se muestra burdamente como prueba contra Tár, y que sin embargo los poderosos no se atreven a cuestionar y sirven para cavar la tumba del condenado.

Ambos elementos pueden estar presentes a la vez que conocemos que Tár es una maestra en la música pero una mala persona movida por deseos egoístas, que es lo que por ejemplo provoca que cambie las normas de la Orquesta de Berlín para beneficiar a la que espera sea su próxima conquista. La forma en que de alguna manera se muestra la necesidad de separar al artista de la persona, o más concretamente que una mala persona puede ser la creadora de grandes trabajos artísticos, es algo interesante que está también presente pero sobre lo que no ofrece respuestas mágicas. Además, Tár se construyó una fachada para alcanzar y mantenerse en la cima que no tiene nada que ver con cómo era ella de niña, algo que crea otro de los momentos más potentes de la película. Como en la vida real, las personas no somos blancas o negras, todos nos movemos en los matices del gris y somos capaces de grandes cosas pero también de fallar espectacularmente y cometer actos egoístas que hacen daño a otras personas. Tár es también un reflejo de ello, y gracias a la brillante interpretación de Blanchett su personaje tiene unos matices y una fuerza tremenda.

Otro elemento a destacar es que además de un drama, a medida que avanza la película casi parece que evolucione hacia un thriller, al haber numerosos elementos cuestionables de su vida que no conocemos hasta casi el final que cambian el sentido de lo que hemos visto y nuestra valoración de la protagonista. Por cierto, en este sentido, resaltar que NO estamos (exageradamente hablando) en un whodunnit, porque muchas de estas revelaciones quedan también bastante ambiguas en pantalla y por tanto, a que sean interpretadas por el espectador.

A continuación entro a esto, pero aviso del SPOILER.

Y es que la parte clave de la historia, la relación de Tár con Krista Taylor, la músico que se suicida y que acaba provocando su cancelación, está contada de forma super ambigua, permitiendo lecturas diferentes. En mi caso, parece claro que la directora entró en un triángulo amoroso / sexual con Krista y su ayudante Francesca Lentini. También parece que Krista realmente estaba obsesionada con Tár tras la ruptura, por los múltiples email que envía, hasta el punto de quedar desequilibrada, algo puede no ser necesariamente culpa de Tár. O si, puede ser una depredadora sexual que tira a sus víctimas tras usarlas, pero esto directamente no se muestra, luego una interpretación es tan correcta como la contraria. En lo que si es muy culpable Tár es en el envío de mútliples emails recomendando a otras orquestas que NO contraten a Krista como respuesta a la persecución que sufre por su parte. Aunque dicho esto, si alguien te acosa y te envía decenas de emails e intenta provocar encuentros en persona tras haber finalizado tú la relación, ¿cómo va a recomendarla a nadie? En cierto sentido, la actuación de Tár podría ser considerada correcta, dadas las circunstáncias.

Aquí hay que hacer otro inciso para valorar la actuación de Francesca, la ayudante de Tár. Ella formó parte del trío sexual y se siente culpable por la muerte de Krista al no responder a sus emails en los que pedía ayuda. Sin embargo, esta culpa es inicialmente aceptable, como también que Tár la use a su conveniencia, porque aspira a convertirse en la directora asociada de la Orquesta de Berlín. No es hasta que Tár la informa (de nuevo, actuando egoístamente) que le va a dar el puesto a otra persona, cuando Francesca estalla y decide tirar de la manta enseñando los emails que tiene guardados. Francesca es tan egoísta como Tár, y sus actos son movidos por despecho hacia su jefa para hacerla daño, no por un deseo de reparar el daño que ella también causó. Francesca no es en absoluto un personaje positivo de esta historia, se mueve por los territorios del gris.

Como también Sharon, la esposa de Tár, que no tiene problema en las aventuras de su mujer mientras no afecten su posición en la orquesta. Y cuya respuesta ante el escándalo no es indignarse porque una persona muriera, sino que no la avisara y que tuviera que sufrir los cuchicheos de los miembros de la orquesta a sus espaldas. Podría decirse que el único personaje puro de la película es la hija de Sharon, una niña a la que Tár lleva a la escuela y que significa un remanso de paz para ella. Por cierto, me ha sorprendido leer la sinopsis de Filmaffinity, dado que da a la niña una importancia que no tiene en realidad en la película.

Quizá el problema del visionado es que no tengo claro si esperaba algo a priori de la película, pero ciertamente Tár no lo ha sido. Aunque intenté leer lo menos posible, fue imposible aislarme de todo, y los comentarios de estar ante la historia de una directora «mala» a lo mejor me hizo pensar en una versión femenina del brillante personaje interpretado por J. K. Simmons en Whiplash, cuando la propuesta de Field no tiene nada que ver con la de Damien Chazelle.

Lo que si tengo claro que en Tár se le va la mano a Field en lo referido a la megalomanía de firmar una película de 158 minutos que no debería haber superado las dos horas. Está genial que un director tenga libertad absoluta para hacer lo que quiera, pero en este caso la película sin llegar a aburrir plantea prácticamente dos horas de presentación de la vida de Tár, dejando para los últimos minutos el desmoronamiento de su calculada y estructurada vida. Y esta genial las largas escenas de ritmo pausado iniciales y cómo a medida que aumenta el desequilibrio el montaje se va haciendo más abrupto y las escenas más cortas, cambiando de alguna manera el tempo de la película. Esto me muestra que Field es un gran artista del cine que conoce a la perfección sus herramientas. Sin embargo, aparte de la hipnótica Blanchett, al final la parte inicial no es tan interesante cuando analizas lo visto en su totalidad.

De hecho, creo que Field tiene igual de claro que no estaba contando cosas realmente interesantes, porque introduce un misterio rayando lo sobrenatural para mantener el interés del espectador en la primera mitad de la película, con algo que realmente no acaba llevando a ningún sitio. ¿Quién puso el libro en casa de Tár o activó el metrónomo por la noche? Da igual, es una «trampa» como digo para activar de forma super forzada la sensación de desequilibrio. Aquí entraría las situaciones mientras hace footing, ¿de verdad escuchó a alguien pidiendo ayuda como si estuviera siendo violada o es de nuevo su creciente sensación de culpa? ¿O simplemente es la imaginación del director forzando las situaciones? Tu opinión es tan buena como la mía. Lo que casi no es opinable es que la escena en que acaba herida ¿por la caída en la escalera? está realmente mal rodada de forma que es imposible saber qué ha pasado realmente.

Otro elemento que quiero comentar es que fruto de mi desconocimiento musical tengo claro que me he perdido matices en la historia y posiblemente metáforas a partir de las similitudes de la vida de Tár con otras situaciones reales del ambiente musical. Dicho esto, el final de la película me ha emocionado y me parece casi perfecto, empezando con el discurso de Leonard Bernstein sobre ¿Qué significa la música? que hace recordar a la protagonista lo que es realmente importante y lo que parece que ha perdido, así como el golpe de realidad cuando Tár entiende el alcance de sus actos en su exilio musical, usando una metáfora visual brillante cuando va a un centro de masajes para que atiendan su espalda convaleciente.

Veo muy probable que Blanchett gane el Oscar a Mejor Actriz y Field el de Mejor Guion Original. Porque ambos aspectos resultan apabullantes. Sin embargo, dentro que la crítica se ha rendido ante la película, me vuela la cabeza que para el activismo feminista imperante, todo lo que no sea mostrar a una mujer como un haz de luz pura resulte «problemático». Sin ir más lejos, en El País Elsa Fernandez-Santos se preguntaba «por qué una película que habla del poder patriarcal no lo hace a través de un hombre sino de una mujer, concretamente una mujer lesbiana«. Hay un matiz importante de esta afirmación que ya muestra su sesgo ideológico importante, y es que Field habla del PODER y su mal uso, algo en lo que cualquiera puede ser culpable, ya sea hombre o mujer. De hecho, que todo lo malo deba tener el calificativo de «patriarcal», y por comparación entiendo que lo bueno será femenino, es una de muchas falacias que se está intentando colar como dogma de ley. Una idea absurda que sin embargo asusta ver cuanta gente compra esta mercancía averiada.

Si Tár fuera una película sobre un hombre acosador sexual, caería en un tópico que haría que la película perdiera interés y novedad, y la acercaría a los dramas de Antena 3 de domingo por la tarde. Field está más cómodo en los espacios que pueden plantear preguntas incómodas, y en este sentido que fuera una mujer la protagonista es la única respuesta correcta. Aparte que siguiendo el razonamiento de El País de tener que ser un hombre el villano, la película no se hubiera realizado, con lo que todos hubiéramos perdido. ¿Dónde queda la libertad creativa para todas estas activistas que hacen de periodistas? Queda claro que sólo puede hablarse de los temas que ellas quieran de la forma en que las hagan sentir bien a ellas, acercándose con cada comentario de este tipo al puritanismo más rancio.

Tár me ha gustado. Sin embargo, dada su duración, la temática y las pequeñas trampas narrativas que comentaba, no me veo viendo de nuevo la película en casa cuando se estrene en Prime o Disney+ o donde sea. Sin embargo, me ha flipado la calidad y atención al detalle que Todd Field ha transmitido en esta historia. Por ello, tengo claro que veré en pantalla grande la próxima película de Field, espero que no pasen otra vez 17 años para que la veamos.

Comparto el trailer de la película:

Por su temática y duración, no creo que vuelva a ver Tár, pero me ha parecido una película compleja y realmente interesante, con una Cate Blanchett alucinante cuya interpretación justifica de sobra el precio de la entrada.

PUNTUACIÓN: 7.5/10

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Crítica de Agencia Lockwood temporada 1 (Netflix)

Agencia Lockwood es la nueva serie juvenil de ámbito sobrenatural estrenada en Netflix. Creada por Joe Cornish (Attack the block), me ha parecido un más que correcto entretenimiento.

PUNTUACIÓN: 6/10

En Londres, los cazadores de fantasmas adolescentes más talentosos viajan todas las noches en un peligroso combate con espíritus mortales. Entre las muchas agencias corporativas con personal adulto, una pequeña empresa nueva está sola: Lockwood & Co., operada por dos adolescentes y una niña dotada psíquicamente que son un trío renegado sin motivos financieros, supervisión adulta y destinados a desentrañar un misterio que cambiará el curso de la historia.

Joseph Murray Cornish (1968) es un director de cine inglés, además de presentador de televisión y radio. Junto a Adam Buxton forma el dúo cómico Adam y Joe. En 2011 debutó como director de cine con la estupenda Attack the Block. Ha coescrito Las Aventuras de Tintin: El Secreto del Unicornio, con Steven Moffat y Edgar Wright, y Ant-Man, con Wright, Adam McKay y Paul Rudd. Su segunda película como director fue la aventura fantástica The Kid Who Would Be King de 2019.

Cornish adapta para televisión la serie de novelas Lockwood & Co de Jonathan Stroud, que consta de 5 novelas. Esta primera temporada toma elementos de las dos primeras novelas, The Screaming Staircase (2013) y The Whispering Skull (2014). Cornish escribe y dirige el primer y último episodio de esta serie de ocho. Los otros seis episodios han sido dirigidos por William McGregor y Catherine Morshead (tres cada uno), con guiones de Joy Wilkinson y Ed Hime (también tres cada uno), y Kara Smith.

Los protagonistas de esta serie y miembros de la Agencia Lockwood con Lucy Carlyle (interpretada por Ruby Stokes) una joven de 15 años y el miembro más reciente de Lockwood & Co., que sirve de punto de vista de la historia, al seguir su historia primero en un pueblo del norte de Inglaterra y su viaje posterior a Londres para empezar de cero tras ser culpada de un caso desastroso que supuso la pérdida de sus compañeros agentes. El talento de Lucy reside en su oído y su empatía a través del tacto.

Anthony Lockwood (Cameron Chapman ): El dueño de Lockwood & Co. Su talento es una «vista» aguda: ver fantasmas y resplandores de muerte, el residuo psíquico dejado por una muerte violenta. Lockwood es conocido por su enfoque rápido pero minucioso de los fantasmas y se enorgullece de sus habilidades. Es un joven misterioso, huérfano que se quedó con la propiedad familiar.

George Karim (Ali Hadji-Heshmati ) es el ayudante de Anthony, centrado más en la investigación y la preparación que los otros dos agentes. Como curiosidad, está muy apegado a una calavera que tiene en un tarro de cristal poseída por un fantasma.

La verdad es que no tenía ninguna expectativa con esta serie. De hecho, no pensaba verla hasta que me enteré que Joe Cornish era su creador, lo que me animó a ver el piloto. Y la verdad es que Agencia Lockwood me ha resultado moderadamente entretenida, dentro del ámbito Young Adults en el que se engloba. Se nota que la historia viene de una serie de libros, porque la premisa de un mundo asolado por fantasmas y elementos sobrenaturales en el que sólo los niños pueden captar a dichas entidades para combatirles me parece una idea genial que da mucho juego a la hora de poder plantear múltiples historias con las diferentes investigaciones, con unos protagonistas que obviamente apelan al público adolescente y que tienen que enfrentarse no sólo a fantasmas sino a otros grupos de agentes formados por chavales con los que compiten, en la mejor tradición de Harry Potter y similares.

En este sentido, el primer episodio me parece el mejor de toda la serie, presentando este mundo de forma muy guay y consiguiendo que conectemos inmediatamente con la protagonista, la joven super dotada Lucy Carlyle. Una Lucy obligada a abandonar su pueblo por culpa de una madre que no la quiere y que solo busca el beneficio económico con ella, y que tendrá que buscar su nuevo hogar en un Londres rebosante de sucesos paranormales que son investigados por varias agencias, entre la que se encuentra la pequeña Lockwood & Co. La serie se beneficia de la duración de tan sólo ocho episodios de 40 minutos aproximadamente. Esto hace que al empalmar varios casos y con las diferentes sorpresas que se van encontrando los chavales, la serie se vea en un suspiro y como digo resulte entretenida.

La música que incluye canciones de Bauhaus, the Cure, Siouxsie and the Banshees y This Mortal Coil me gusta y sirve para amplifiar la sensación gótica-punk juvenil de la serie. Y dentro de que estamos ante una serie de televisión sin alardes en lo relativo a la producción, creo que los elementos sobrenaturales están bien resueltos en la serie. En ese aspecto, ningún problema.

Quizá el problema principal de esta serie es que entendiendo que estamos ante la presentación de los personajes y su mundo, me quedo con la sensación que la historia realmente chula se ha quedado en el tintero. Y dada la política de Netflix de cancelaciones, es muy probable que no llegue a contarse nunca.

Y es que la serie va de más a menos. Como digo, me ha gustado la presentación y su potente premisa, además de la frescura y empatía que transmite Lucy. Sin embargo, el resto de personajes no es tan interesante como ella, empezando por el misterioso (pero anodino) Anthony Lockwood o el intrascendente George Karim. Aparte de todos los demás, desde el agente de policía al que Lockwood no le cae bien como los agentes adolescentes de las otras agencias, que no pueden ser más random. Pero quizá peor que esto es que los dos casos principales que tienen que resolver en esta temporada no acaban de interesar. O mejor dicho, su resolución es lo que resulta un pelín decepcionante.

Sin saber nada de los libros, la sensación que me queda de la serie es que parece implícito que los fantasmas no aparecieron porque si, sino que alguien los convocó o un experimento salió mal y lanzó a estos seres al mundo, muriendo millones de personas hasta que se descubrió que los niños podían captarles y, por tanto, combatirles. De hecho todo apuntaría a que es la mega organización que descubrió como combatirles y que controla y educa a los adolescentes dotados sería la culpable de todo, y se benefició de ello convirtiéndose en super millonarios y super poderosos. Dentro de la especulación, esta es la historia que se sugiere que realmente me hubiera gustado que se contara, cosa que no se ha hecho en absoluto. Y justo esto, sumado al misterio de los padres fallecidos de Lockwood, es de lo que no tenemos nada en esta temporada.

Puedo imaginar que sobre todo el misterio del cómo surgieron los fantasmas puede ser el climax final de las novelas y por tanto de la serie de televisión, pero que no se se trate o sugiera más a lo largo de la temporada me parece una pena. En este sentido, siempre recuerdo una de mis series favoritas The Shield, y cómo su creador Shawn Ryan comentaba que nunca se guardaban nada y siempre buscaban contar la mejor y más potente historia ahora, en lugar de guardarla para más adelante (o para el final de la temporada que estuviera en marcha en ese momento). Está claro que eran otros tiempos, y el streaming invita a alargar tramas a la búsqueda de múltiples temporadas.

Y es que si es cierto que Netflix lanza varias series de una misma temática para un mismo target a ver cual funciona mejor entre su audiencia, para luego sólo renovar la más popular, la sensación es que Miércoles ha tenido muchísimo mejor audiencia y boca a boca del que va a conseguir esta correctísima serie, a la que entre otras cosas le falta el carisma que sí tiene la actriz Jenna Ortega en su papel de la hija de la Familia Addams. Con lo cual nos quedaremos sin saber si mis suposiciones eran correctas.

Dentro de todo, como digo Agencia Lockwood es entretenidilla, y realmente no da miedo, por lo que puede ser vista sin problemas por chavales preadolescentes. Pero siendo todo correcto, quizá se me queda cierta sensación que las historias de esta temporada podrían haber sido más interesantes. Aunque realmente, para un fin de semana tonto en el que no sabes qué poder, la serie cumpliría su función.

Comparto el trailer de esta serie:

Agencia Lockwood está bien, aunque reconociendo que va de más a menos.

PUNTUACIÓN: 6/10

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¿Marvel Comics vs Punisher?

Estoy leyendo la actual etapa de Castigador de Jason Aaron, Jesús Saiz y Paul Azaceta, con color de Dave Stewart, y aunque el comic en si es super entretenido con una buena historia de Aaron y con un dibujo top, no dejo de pensar que Marvel está boicoteando conscientemente a uno de sus principales personajes. Reflexiono sobre ellos aprovechando que Panini acaba de publicar la primera mitad de esta etapa.

Punisher fue creado por el escritor Gerry Conway y los artistas John Romita Sr. y Ross Andru, con Stan Lee dando luz verde al nombre del personaje. El personaje hizo su primera aparición en The Amazing Spider-Man # 129 (febrero de 1974). Se dice que su creación vino inspirada del personaje de las novelas de Don Pendleton El Ejecutor, un personaje creado en 1969 y que disfrutó de una serie de novelas durante esos años de cierto éxito. A esto habría que sumar la moda de películas de justicieros que se toman la justicia por su mano que tan de moda se pusieron en los años 70. Sin ir más lejos, la primera película de Harry El Sucio dirigida por Don Siegel se estrenó en 1971, tres años antes de la primera aparición del personaje en los comics.

Marvel Comics añadía una vertiente trágica a Frank Castle que no tuvo el Ejecutor, al plantear que Castle es un veterano de la guerra de Vietnam que al volver de un permiso vio como su mujer y sus hijos fueron asesinados por un fuego cruzado de unos mafiosos que estaban realizando un ajuste de cuentas en Central Park mientras la familia Castle celebraba un picnic. Tras recuperarse de sus heridas, Castle pierde la cabeza y decide lanzar una guerra sin cuartel contra el crimen.

Marvel mantuvo durante los años 70 a Punisher como secundario o villano de varias series, dado que alguien que mata a gente, aunque sea criminales, era visto como un villano por parte de la comunidad superheróica, y el standard moral planteado por Stan Lee, Jack Kirby y Steve Ditko para los comics Marvel.

No fue hasta los años 80 cuando Marvel se animó a darle colección propia. Primero fue su mítica primera miniserie obra de Steven Grant y Mike Zeck en 1986, a la que siguió en 1987 su serie regular a cargo de Mike Baron y Klaus Janson (entre otros artistas). El comic rompió las cifras de ventas y convirtió al personaje en uno de los más populares de la editorial junto a Lobezno, provocando que sus apariciones se multiplicaran en el universo Marvel. El éxito de la primera serie, que contó con 107 números más anuales entre 1987 y 1995, dio lugar a otras dos colecciones adiciones The Punisher War Journal (80 números, de noviembre de 1988 a julio de 1995) creada por Carl Potts y un primerizo Jim Lee entre otros, y The Punisher War Zone (41 números, de marzo de 1992 a julio de 1995) a cargo de Chuck Dixon Y John Romita Jr. Aprovechando el filón, Marvel publicó además una revista en blanco y negro The Punisher Magazine (16 números, de noviembre de 1989 a septiembre de 1990) o The Punisher Armory (10 números a partir de 1990), con fichas de armamento y vehículos que utilizaba el personaje en su guerra contra el crimen. La sobre-explotación del personaje provocó que todas sus series acabaran cerrando en 1995, en medio de la implosión de la editorial.

Aunque Punisher tuvo otras series regulares y limitadas con resultados más bien cuestionables, fue a partir de 2004 cuando el personaje disfrutó de una segunda edad de oro gracias a la versión para adultos que Garth Ennis hizo del personaje en su serie PUNISHER MAX, con artistas como Lewis Larrosa, Leandro Fernández, Goran Parlov o Lan Medina. En los 60 números de esta etapa publicada entre 2004 y 2008, Ennis planteaba la que para muchos es la versión definitiva del personaje, mostrando un mundo realista sin superhéroes en los que Punisher era un asesino de masas que no se transformó por un trauma causado por la muerte de su familia, sino que él ya tenía una oscuridad interior que encontró en Vietnam el espacio perfecto para crecer en su interior y que utilizó la tragedia para dar rienda suelta a sus instintos más oscuros.

Tras una etapa perfecta, Jason Aaron planteó algo diferente para el segundo volumen de Punisher Max en 2009, planteando el último combate de un anciano Frank Castle en un universo marvelizado adulto con Kingpin, Bullseye, Elektra o Nick Fury. Tras dos años y 24 números, la serie concluyó en 2011 con un impactante final, siendo un comic estupendo cuyo único problema fue que vino después de la histórica etapa de Ennis.

En los últimos años, la sensación que los editores de Marvel Comics no acababan de saber qué hacer con el personaje, uniéndole por ejemplo a los Thunderbolts de Norman Osborn con Hulk Rojo o Elektra entre otros anti-héroes. Sin embargo, la popularidad de Punisher se ha mantenido intacta independientemente del hecho que el personaje tuviera o no colección de comics en publicación. Aparte de sus películas protagonizadas por Dolph Lungren, Thomas Jane y Ray Stevenson, el personaje disfrutó de una nueva vida gracias a las series urbanas de Netflix, con una versión super popular interpretada por Jon Bernthal, que fue presentado en Daredevil pero luego disfrutó de dos temporadas en solitario.

En paralelo a esto, la iconografía del Punisher y su potente logo con el cráneo blanco sobre fondo negro se ha convertido en un objeto super icónico sobre todo en ámbitos militares y paramilitares de Estados Unidos. Recuerdo la película El Francotirador de Clint Eastwood de 2014, y en este biopic de Chris Kyle, el tirador más letal de la historia del ejército de los EE.UU. que sirvió en Irak, vimos como tanto él como sus compañeros lucían el emblema de Punisher del cráneo blanco sobre fondo negro en su indumentaria.

En los últimos años, Marvel Comics se ha mostrado bastante molesta al conocerse que muchos policías usan el logo de Punisher a modo decorativo, al igual que grupos de la derecha republicana afines a la Asociación Nacional del Rifle (NRA). Que republicanos usen a uno de los personajes de Marvel, o al menos su símbolo, como icono de unas actividades en algunos casos cuestionables (pero no siempre), ha debido parecerles algo inconcebible, aparentemente. Creo recordar que en medio del Black Lives Matter, uno de los policías detenidos tenía el cráneo de Punisher en su equipación o ¿en su coche? No lo recuerdo exactamente. También pudo verse el cráneo de Punisher durante la toma del Congreso de los Estados Unidos por parte de simpatizantes de Donald Trump. La respuesta de Marvel, a pesar de la innegable demanda que existe del personaje y su iconografía, ha sido quitar el logo de la circulación. Y quien sabe si también el personaje.

Llegamos a 2022, y con el nuevo volumen de Punisher Marvel Comics ha realizado un cambio sin duda polémico. En lugar de reforzar con hechos lo que ellos creen que es el Punisher alejándole de posibles extremismos, por ejemplo planteando una historia en la que Castle se enfrente a un caso de corrupción / brutalidad policial, Marvel plantea la solución del cobarde al forzar un cambio de logo en el personaje como intento de alejarse de hechos y personas que Marvel entiende que no le interesa que sean asociados a su marca. Digo que es una solución cobarde porque Punisher siempre va a estar asociado a su cráneo, después de 50 años de vida del personaje y cientos de comics, tres películas y dos temporadas de la serie de televisión, por mucho que tu digas que el personaje tiene otro logo, eso no va a impedir que sea asociado con la que es su imagen más reconocible. Es más, es que los comics siguen están ahí, empezando por las míticas portadas de Mike Zeck.

Valorando el primer volumen de Castigador, como ya expliqué en mi reseña de hace unos días, el comic de Jason Aaron, Jesús Saiz y Paul Azaceta me gusta. Me gusta mucho. Aaron coge una idea que no es nueva que Ennis ya la planteaba en su versión MAX, y es que Frank Castle ya tenía la oscuridad en su interior mucho antes que su familia fuera asesinada. De hecho, en la propia versión de Aaron del Punisher Max también se incidía en esta idea, hasta el punto que Bullseye descubre que el pecado de Castle es que justo antes que los mafiosos mataran a su mujer y a sus hijos él planteó a su mujer el divorcio porque quería volver al frente. Esto que no es nuevo en las versiones MAX del personaje creo que nunca se había contado de esta manera tan impactante dentro de continuidad del Universo Marvel, lo que puede chocarle a algunos lectores. Sin embargo, a mi la verdad es que me ha gustado mucho y creo que es 100% congruente con el personaje. Ningún problema ahí.

El comic está super bien dibujado, planteando a Jesús Saiz como dibujante de la acción en el presente, mientras que Paul Azaceta se encarga de las escenas ambientadas en el pasado de Frank, empezando en su niñez cuando realizó su primer asesinato. Todo ello con el estupendo color de Dave Stewart. Aaron en esta historia lleva el tema un paso más allá al plantear que La Mano cree que Castle es la reencarnación del Puño de la Bestia, su Maestro de Asesinos reencarnado. Y aunque Castle está intentando deshacerse del control de La Mano, a lo que tiene que añadir su brutal enfrentamiento contra Ares, Dios de la Guerra, la sensación que estamos viendo de alguna manera un camino del héroe inverso. O más bien la confirmación que Castle nunca fue un héroe sino un asesino sanguinario. Analizando el comic por su apartado artístico y la historia que plantea, la valoración no puede ser más positiva.

Se nota que Aaron plantea esta historia como un arco cerrado contado en trece partes bajo la premisa de cambiar para siempre al personaje. Y dentro que como digo el comic en si está muy bien, hay una idea que no deja de asomar cada vez que pienso un poco hacia donde nos dirige el arco que nos están contando. Entrando en el terreno de la especulación, sólo veo dos opciones posibles y ninguna de las dos plantea nada bueno para Frank.

En la primera opción Castle acaba sucumbiendo a su oscuridad interior de asesino sanguinario y abraza su función de Señor de La Mano, planteando una guerra abierta contra Daredevil, que en paralelo está planteando en su colección la destrucción de La Mano. De esta forma, Punisher dejaría de ser un antihéroe para pasar a ser un villano de pleno derecho, quitándole al público republicano a uno de sus iconos favoritos. Este es el camino del héroe inverso a lo que antes me refería.

La segunda opción es aún peor para Castle, ya que veo bastante claro que Marvel ha planteado esta miniserie para matar a Punisher y dejar de publicar comics con Frank Castle de protagonista. Como no les gusta que lectores (y gente que no compra comics, las cosas como son) con valores republicanos y de creencias que conectan con el derecho al uso y tenencia de armas le usen de icono, la solución de Marvel es eliminarle de la ecuación. Quien sabe si más adelante incluso plantearían la creación de un nuevo Punisher que fuera un personaje totalmente diferente, con otra indumentaria y un nuevo origen. Lo único que hace que dude de esto es que Aaron ya narró la muerte de Frank Castle en su versión MAX, por lo que me extraña que haya aceptado contar dos veces la misma historia. Dentro que son historias super diferentes entre si, este Punisher no tiene nada que ver con la versión Max que escribió hace 14 años. Pero es otro motivo para pensar si no le habrán llamado para hacer lo mismo que hizo en Max en la versión del Universo Marvel tradicional. Darle un final potente y satisfactorio al personaje.

Ambas opciones me parecen penosas, y esto es compatible con que creo que Aaron, Saiz y Azaceta puedan ejecutar satisfactoriamente esta idea y crear unos buenos comics. Partimos de una falacia que no entiendo cómo Marvel puede creerla. La idea que si ellos matan al personaje en los comics eso va a tener algún impacto en el mundo real. Los comics de Frank Castle siempre estarán en nuestras estanterías, los fans del personaje seguirán siéndolo aunque no se publiquen nuevos comics. Pero es que la mayoría de espectadores de cine y televisión no lectores de comics tiene la serie de televisión de Jon Bernthal para revisionarla siempre que quieran en Disney+. O las películas, siguen existiendo quiera Marvel o no. La muerte de Castle y la desaparición de Punisher del catálogo de comics de Marvel no va a impedir que los fanáticos del NRA sigan usando su iconografía. De la misma manera que cambiar su imagen en estos últimos comics no impedirá que el cráneo blanco vaya a estar asociado ahora y en el futuro a Punisher. Por cierto, en ese sentido, que Ares lleve ahora el cráneo clásico de Castigador como indumentaria deja claro de forma muy poco sutil que esa es ahora la iconografía de un villano.

Este elemento me parece clave, aparte que la muerte de una personaje de Marvel hace tiempo que dejó ser algo definitivo. Aparte del final de la etapa Max que comentaba antes, Castle dentro del Universo Marvel tradicional ha muerto al menos en dos ocasiones (que recuerde). La primera a finales de los 90 para justificar su relanzamiento dentro de la línea Marvel Knights con una etapa totalmente fallida obra de Christopher Golden, Ton Sniegoski y Berni Wrightson en la que convirtieron a Castle en un Ángel de la Venganza que luchaba contra demonios del Infierno. Ya en el siglo XXI, Castle también murió en su colección de 2006 para ser relanzado durante una corta etapa por Rick Remender como FRANKENCASTLE, un comic super loco y divertido que sin embargo obviamente no pegaba con el espíritu del personaje. Que un personaje muera en los comics Marvel actuales dejó de ser un final definitivo hace ya tiempo, tan sólo significa que espera la llegada de un autor y un editor que quieran al personaje y se decidan a revivirlo. Algo que sin ir más lejos podría suceder si Garth Ennis expresara su interés en contar alguna nueva historia protagonizada por él.

Siempre comento que me parece que a grandes rasgos creo que los lectores de comics vivimos una edad de oro de variedad y calidad a nuestra disposición. Sin embargo, esto en lo que creo a nivel general del medio comiquero no es algo que sea trasladable al catálogo que están publicando en la actualidad la principales editoriales Marvel y DC. Sobre los problemas de DC Comics ya escribí hace unos días cuando reflexionaba con los problemas que los comic Black Label creaban para el Universo DC tradicional. En el caso concreto de MARVEL, una cosa que hace años que me llama a atención es la forma en que buscando captar a un nuevo tipo de lector «diverso» están alienando a sus clientes compradores veteranos actuales y pasados que son los que hemos aguantado el chiringuito abierto todos estos años con nuestro dinero. De hecho, la sensación que tengo es que ese lector diverso que tanto busca todo en mundo realmente NO EXISTE, al menos no en el canal de las librerías especializadas que sigue siendo la base de las ventas mainstream en Estados Unidos. Y desde luego no para la obligación de tener que comprar comics con periodicidad mensual. Otra cosa son la venta de tomos en FNACs y similares, algo que sigue yendo viento en popa, o las ventas digitales, que aunque significan un % minúsculo del total del negocio, siguen creciendo año tras año.

No entiendo que Marvel siga ofertando comics de personajes de todo tipo creados por autores desconocidos que no saben narrar una historia con imágenes, no conocen a los personajes que se supone escriben y están condenadas a ser canceladas a los pocos meses, y por ejemplo no le den una colección regular a Larry Hama con el personaje que sea EN CONTINUIDAD que apele al lector veterano que no encuentra ahora mismo personajes reconocibles que le apetezca comprar. Pongo de ejemplo a Hama por sus muy recordadas etapas en G.I. Joe o Lobezno en los 80 y 90, pero realmente habrían un montón de autores que siguen siendo super válidos y que podrían entrar en esta lista. Si la idea es producir comics variados que apelen a todo tipo de lectores, ¿Cómo es que justo se olvidan de los gustos de los lectores compradores presentes y pasados? Es algo que me resulta incomprensible. O quizá lo malo es que en parte sí que lo entiendo, al enemigo ni agua. Y recuerdo que de vez en cuando Marvel si publica one-shots o especiales realizados por autores clásicos, pero en muchos casos son historias ambientadas en el pasado, no el presente, que transmiten cierta sensación de intrascendencia, de comic de relleno que no pasa nada si no lees. Lo contrario que deberían transmitir. Publicar comics dirigidos a lectores veteranos es perfectamente compatible con no querer publicar obras que fomenten el machismo, el racismo o cualquier tipo de odio o discriminación contra nadie. Hay que negar también la mayor en ese respecto.

Uno pensaría que Marvel estaba en el negocio de VENDER COMICS a un público lo más amplio posible, pero parece que no es el caso. Hace unos meses, el primer número de BRZRKR de Keanu Reeves, Matt Kindt y Ron Garney vendió 600.000 ejemplares en el canal de las librerías especializadas americanas. Obviamente, el reclamo de Keanu Reeves fue fundamental para este éxito arrollador, pero este comic de Boom! Studios demuestra que existe una gran audiencia que quiere leer comics de acción con calificación para adultos como lo son las películas de John Wick. Y para los que Castigador funcionaría seguro. Lo asombroso es que Marvel vea este enorme nicho de mercado y elija no publicar nada dirigido a este público que si compraría estos comics. No como los montones de comics «diversos» que no interesan a nadie y que son cancelados a los pocos meses debido a sus ventas ridículas. Que son seguidos por nuevos comics diversos que interesan aún a menos compradores actuales.

Las ventas han bajado tantos en los últimos años que Tom Brevoort admitió en su Newsletter hace unas semanas que Marvel actualmente prefiere publicar miniseries de 5 números de personajes y grupos de 2º nivel, que renuevan en caso que las ventas sean aceptables, que lanzar una serie regular ilimitada. De forma que es mejor plantear dos miniseries de cinco números con dos números unos, que una serie abierta de 10 ejemplares, dado que los números uno siempre venden más que un hipotético número 6, aparte que los cinco ejemplares parece ser el formato ideal para Marvel para recopilar en tomo. Esto no es más que la confirmación que Marvel puede seguir siendo la principal editorial mainstream americana a mucha distancia de DC y el resto de editoriales, pero está muy lejos del éxito que disfrutaba hace 10 años durante su primera iniciativa Marvel Now!, o el que se vivió en los años 80 en los que se cimentó la popularidad de Castigador.

Yo mismo he comentado mis problemas con los mutantes de Krakoa y como en muchos casos no reconozco en esos personajes a los iconos de los que me enamoré hace 40 años y me hicieron aficionarme al mundo del comic. Aunque siempre es posible encontrar buenos comics dentro del enorme catálogo editorial de Marvel, por ejemplo la sorpresa que ha supuesto el nuevo volumen de Caballero Luna, lo cierto es que estoy en el momento que menos comics de Marvel compro de toda mi vida. Veo el catálogo mes tras mes y a pesar de intentarlo, nada me llama la atención y las series que pruebo no siempre acaban de cuajar. De hecho, es muy sintomático que me emocione más el lanzamiento de la nueva Biblibioteca Marvel por parte de Panini que cualquier anuncio de un comic actual.

Volviendo a Punisher, todo lo anterior es especulación y me encantaría equivocarme y que Castle al final de la serie de Aaron vuelva a ser uno de los principales personajes de la Casa de las Ideas como lo fue a finales de los años 80. Quien sabe si con una nueva serie regular que no sea una maxiserie como la actual. Pero en este mundo polarizado veo clarísimo que bajo el prisma woke dominante, han debido pensar que al enemigo ni agua. Antes que darle a los tejanos un comic que puedan querer comprar, han optado por quitarlo de en medio como forma definitiva de evitar que la empresa sea asociada a los actos que realizan estas personas llevando el logo de Punisher en su manga o en su gorra. Y debería ser al contrario, si no te gusta que asocien a tu personaje a una determinada ideología, la solución no es esconder el juguete, sino sacarlo y mostrar a todo el mundo lo que tú (MARVEL) crees que es o defiende. Si por algún casual Marvel no matara a Punisher y dentro de seis meses otro policía se viera envuelto en otro disturbio llevando el nuevo logo de Punisher en su brazo, ¿Qué va a hacer Marvel? ¿Desechar este logo y crearle un tercero? La situación es ridícula, como poco.

En este sentido, los superhéroes Marvel no matan. Al menos, ese era el mantra de los años 60-70 que en muchos casos ha llegado hasta nuestros días y que defienden personajes como Spiderman. Es normal que en su momento Punisher fuera visto como un villano o, en el mejor de los casos, un antihéroe. Gracias ello tuvimos comics maravillosos por ejemplo enfrentado a Daredevil, en los que además de los puños se enfrentaban formas de ver el mundo. Pero con la llegada de los años 80 y 90, cada vez más personajes han roto esta norma y no parece que hubiera problema con estos personajes que sí matan. Empezando por mutantes super populares como LOBEZNO o Masacre, pero pasando por Blade, Elektra y un montón más.

Hay que recordar que esta norma de NO matar es una anomalía en el entretenimiento mainstream. Los personajes más populares del cine lo hacen sin problemas, normalmente en defensa propia o para salvar a alguien del peligro. Desde John McClane de Jungla de Cristal hasta el más reciente John Wick, lo normal en el entretenimiento son los héroes (o antihéroes, pensando en Wick) que matan. Por eso Punisher o Lobezno fueron y son tan populares, porque conectan con los fans del cine de Stallone, Van Damme o el propio Clint Eastwood al que nombraba al comienzo del artículo. Que sea problemático que Frank Castle se tome la justicia por su mano y ajusticie a mafiosos y miembros de carteles de la droga pero haya barra libre para que Logan masacre a sus enemigos de la forma más salvaje y gore posible me parece de una muestra de hipocresía absoluta. Es paradigmático que Lobezno y Masacre en solitario o X-Force como grupo sean una unidad paramilitar que matan enemigos antes de que sean un problema mayor para los mutantes. Eso cuenta con todas las bendiciones de Marvel, por lo que son unos de los personajes más promocionados de la editorial. Esto indica que no es un tema de matar o no matar, sino de quien lo hace y, aparentemente, quienes son los fans declarados del personaje en cuestión.

Dentro de la especulación, me parece que Marvel en los últimos años se está pegando un tiro tras otro en el pie alienando lectores compradores, y es por esto que la cosa me pinte tan mal para Punisher. Si a la menor crítica de alguien sobre que encuentra ofensiva una portada Marvel siempre se ha achantado agachando la cabeza y retirando el objeto de la crítica, veo clarísimo que estos tiempos de corrección política no está bien visto un hombre blanco masacre a sus enemigos. Sobre todo si muchos de ellos (mafiosos, traficantes, miembros de bandas) pertenecen a alguna minoría racial. Es triste decirlo de forma tan directa, pero las cosas son como son.

Panini ha publicado este pasado mes de enero el sexto número de trece. Eso quiere decir que como tarde a final de año sabremos si acerté en algo o si me he lanzado a la piscina sin agua. Podéis estar seguros que cuando llegue el momento escribiré mi reseña sobre ello y volveremos a hablar. Pero me temo que la forma en que parece que Marvel se olvida de sus clientes no invita al optimismo en este caso. Ojalá me equivoque.

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