Hace unos días realicé mi peregrinación navideña de los últimos años para ver en el cine en 3D El Hobbit, La batalla de los 5 ejércitos, la última película de Peter Jackson ambientada en la Tierra Media.
Y ¿el veredicto?
Aunque entretenida y espectacular, esta tercera película constata el principal problema que ha lastrado toda la trilogía de El Hobbit, que es la decisión creativa de adaptar el cuento de J.R.R. Tolkien con 3 películas, cuando 2 películas hubieran sido más que suficientes para contar la historia. Y este error es achacable tanto a Peter Jackson como a los estudios Metro Goldwyn Mayer y New Line Cinema que han producido esta trilogía.
Con 2 películas se hubiera condensado la esencia de la historia en lugar de tener que alargar artificialmente las 3 cintas, ya sea con escenas de acción interminables que terminaban por aburrir al no aportar nada al desarrollo de la historia, o metiendo a personajes que no aparecen en el cuento original de J.R.R. Tolkien, como los elfos Legolas y Tauriel.
Y por cierto, ¿cuales son los 5 ejércitos que se enfrentan en la película?
Tras 15 minutos iniciales para conocer el final del dragón Smaug (15 minutos que perfectamente deberían haber sido la conclusión de la segunda película «La desolación de Smaug»), vemos como antes de morir a manos de Bardo y su flecha Negra destruye la Ciudad del Lago. Ahora sin hogar, los humanos del lago deciden trasladarse hacia el hogar de los enanos a cobrar su deuda, con lo que el conflicto rápidamente se traslada a la Montaña Solitaria, donde tendrá lugar la parte más importante de la batalla.
Allí descubrimos que Thorin, al poseer por fín el tesoro de sus antepasados, sufre la misma locura que su abuelo antes que él, y es poseído por la codicia. Esta ceguera provoca que no cumpla su palabra dada al pueblo del lago, y a pesar de los intentos de Bilbo de que entre en razón, rompa el acuerdo de compartir su oro con ellos, lo que provoca un enfrentamiento que amenaza con desencadenar la guerra entre humanos y enanos.
Y para empeorar las cosas, la llegada de un ejército elfo liderado por el Rey Thranduil amenaza con acelerar el conflicto. Y es que Thranduil también parece sufrir cierta codicia ante el oro blanco y quiere su parte del tesoro. Pero justo entonces, el ejército enano liderado por el Rey Dáin, primo de Thorin, parece nivelar las cosas. Enanos, humanos y elfos. Ya tenemos 3 de los 5 ejércitos, antiguamente aliados y ahora enfrentados.
En este momento, legiones de orcos liderados por Azog el Profanador atacan la Montaña Solitaria para acabar con todos sus enemigos de un solo zarpazo y controlar este dominio estratégico. Si los Orcos de Sauron vencen esta batalla, su control sobre la Tierra Media se convertirá en inevitable.
De esta manera, los 3 ejércitos se unen frente al enemigo común que les amenaza a todos por igual. Y Thorin, que consigue vencer a su locura, lidera la defensa del ataque. Ya tenemos 4 ejércitos enfrentados… ¿y el quinto? Prefiero no desvelarlo para no chafaros el final.
No me olvido de Gandalf, que era prisionero de Sauron en la fortaleza de Dol Guldur. La unión de la Dama Galadriel, Elrond y Saruman, consigue liderarle, y expulsan a los Nazgul y a Sauron de la fortaleza. Gracias al mago Radagast, Gandalf llega justo a tiempo para unirse a la batalla en la Montaña Solitaria junto a Bilbo.
Otro problema importante de la película es la falta de carisma de la mayoría de personajes. Ninguno de los enanos, humanos o elfos tienen el mismo carisma de los Aragorn, Frodo, Sam, Legolas, Gimli y el resto compañía de la trilogía original de El Señor de los Anillos. De esta trilogía, solo destacan las actuaciones de Martin Freeman con el Hobbit Bilbo Bolsón y el incombustible Ian McKellen como Gandalf. Y a la falta de carisma de algunos personajes, se une el personaje de Alfrid, el consejero del anterior señor de Ciudad del Lago, personaje inventado también por Peter Jackson, y que está irritante e inexplicablemente presente en gran parte de la película, con un propósito que no acabo de entender, más allá de molestar.
A pesar de lo anterior, esta tercera película en ningún momento se hace larga, y visualmente tiene buenos momentos. Y tiene el acierto de cambiar, tras una hora de batallas masivas, a batallas individuales que aportan una mayor tensión y dramatismo en el último cuarto. Por tanto, a pesar de sus múltiples fallos, que no quiero extenderme en ellos, se puede decir que es un final digno y un buen (aunque no perfecto) nexo de unión entre las dos trilogías cinematográficas.
Por si aún no lo visteis, os paso el trailer final de la película:
Y aunque el resultado final no haya sido el que me hubiera gustado, prefiero quedarme con los buenos momentos que estas películas me han ofrecido, y por ello, os dejo con la canción «The Last Goodbye», cantada por Billy Boyd, el hobbit Peregrin Tuk en la trilogía de El Señor de los Anillos, y que sirve de emotiva despedida a la Tierra Media.
¡Saludos a todos!
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