Crítica de Lobezno 1, de Benjamin Percy, Adam Kubert y Viktor Bogdanovic

No tenía intención de comprar el inicio de la nueva serie de Lobezno, pero son muchos años sin saber (casi) nada del bueno de Logan, y al final no pude resistirme a comprarlo para ver qué tal. Y la lectura de este comic me ha dejado satisfecho y con ganas de saber cómo continúa la historia. Misión cumplida.

PUNTUACIÓN: 7.5/10

Ahora que Krakoa ha reunido a los suyos, ha llegado el momento de que Logan sea… ¿Feliz? Por primera vez en su vida, Lobezno tiene todo lo que quería, pero también puede perderlo. Descubre cómo en este monumental regreso por todo lo alto y después de cinco largos años sin colección propia.

Benjamin Percy, quien fuera el escritor del podcast y posterior adaptación al cómic de «La larga noche»,  así como el guionista de la actual etapa de X-Force; estará acompañado por un dibujante que tiene más de dos décadas de historia con Logan, Adam Kubert, que se alternará en las historias con Viktor Bogdanovic (con coloreado de Frank Martin y Matthew Wilson, respectivamente). Entre todos nos ofrecen un espectacular y muy extenso número de arranque de la nueva etapa, en el que se plantea el papel que va a tener el mutante de las garras retráctiles a lo largo de los próximos meses.

Logan es uno de los principales mutantes del Universo Marvel, y sin embargo en los últimos años la editorial parecía que no terminaba de saber qué hacer con él. Por suerte, eso se acabó gracias al guionista Benjamín Percy, que ya le está utilizando en X-Force y que parece empeñado en devolverle una gloria pérdida, precisamente, tras la marcha de Jason Aaron de esta serie, hace ya un montón de años.

Este número 1 es realmente un número doble con dos historias diferentes dibujadas por Adam Kubert y Frank Martin la principal y por Viktor Vogdanovic con Matthew Wilson la segunda, que ponen en marcha dos tramas que van a tener una gran importancia en los próximos meses.

Nunca fui demasiado fan de Adam Kubert, pero en este número de arranque le he visto muy entonado, con composiciones de página super imaginativas que aumentan el carisma de los personajes y la violencia que vamos a ver en estas páginas, consiguiendo momentos super impactantes. De hecho, vi tan bien a Kubert que Vogdanovic palidece en la comparación, a pesar de hacer un correctísimo trabajo mostrando la amenaza que la nación vampira representa para los mutantes.

Los dos cliffhangers de ambas historias me han gustado mucho y me confirman que el retorno de Logan ha llegado en el momento justo, y no se lo van a poner nada fácil en estas páginas.

A modo de bonus-track, adjunto el anuncio promocional que Marvel preparó para el lanzamiento de este comic, con

Lobezno ha vuelto a las librerías y sigue siendo el mejor en lo que hace. Espero muchos momentos de gloria con este comic, confío que no me fallen.

PUNTUACIÓN: 7.5/10

 

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¡Saludos a todos!

Crítica de Thor 1, de Donny Cates, Nick Klein y Matthew Wilson (Marvel Comics)

Se hace raro comprar un comic de Thor que no esté guionizado por Jason Aaron, pero debo reconocer que Donny Cates, Nick Klein y Matthew Wilson han empezado su etapa por todo lo alto.

PUNTUACIÓN: 8/10

Un nuevo equipo creativo conduce a Thor hasta nuevos reinos de gloria. El príncipe es ahora rey. Todo Asgard descansa sobre el Dios del Trueno. La paz ha llegado, pero no suele durar en el Reino Eterno. El Invierno Negro se acerca. Y Thor no puede hacer nada contra él.

Donny Cates demostró con la estupenda God Country en Image Comics que era el escritor perfecto para contar historias donde la épica y la acción más grande que la vida cobrara protagonismo. Y en este primer número de Thor sirve para demostrarnos que lo va a dar todo desde el minuto uno.

Este arranque de la nueva etapa de Thor me ha parecido modélico. Con una nueva amenaza para toda la realidad, el Invierno Negro, Cates construye desde donde quedó el personaje con Aaron, pero incorporando varios elementos de su mitología cósmica dentro del Universo Marvel, lo que hace que casi parezca que está escribiendo una única historia saltando entre series como Silver Surfer Black, Cosmic Ghost Rider, los Guardianes de la Galaxia, Thanos o incluso Veneno.

Fruto del actual panorama en los Estados Unidos, ya no es posible comenzar un comic construyendo poco a poco la tensión, hay que darlo todo desde el minuto uno o nada garantiza que tu comic no sea cancelado en el número 8 por falta de ventas. En esto, Cates es un maestro, porque plantea el arco al que deberá enfrentarse nuestro héroe, y nos deja con un cliffhanger final que va a hacer que obligatoriamente vayamos a comprar el próximo número.

En el apartado artístico, tenía alguna duda con el dibujo de Nick Klein, pero este número me las ha despejado de un plumazo. Klein sabe ofrecer junto al  colorista Matthew Wilson unas páginas super épicas y unas perfectas expresiones faciales de los personajes, además de no arrugarse con los momentos sangrientos, que también los hay.

Además, reconozco que si tenía alguna duda sobre este nuevo Thor era por culpa del nuevo diseño de su armadura, que no me cuadraba demasiado. Sin embargo, en este arranque Cates se las apaña para justificar este cambio de look, haciendo que sea mucho más que un elemento estético vacío.

La guinda del pastel de este comic lo encuentro en la sensación que a pesar de lanzar Cates y Klein a Thor contra Invierno Negro desde el principio, creo que tienen historias de sobra para abarcar varios años como está haciendo en Veneno, con lo que el disfrute puede ser espectacular.

Si eres fan del Dios del Trueno, este reinicio con un nuevo equipo creativa se ha convertido en lectura obligada. Te recomiendo que no te lo pierdas.

PUNTUACIÓN: 8/10

 

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¡Saludos a todos!

Crítica de El Colapso (miniserie de televisión)

Me habían vendido El Colapso como la serie de televisión del año, y a pesar de su virtuosismo técnico al estar rodado cada episodio en un plano secuencia, esta serie disponible en Filmin me parece un bluff de importantes proporciones.

PUNTUACIÓN: 5/10

¿Qué ocurriría con el planeta y con nuestra sociedad si el Sistema colapsara mañana? Qué principios regirían la nueva normalidad: la solidaridad, la igualdad o la supervivencia? ¿Supondría el fin de la Humanidad, o quizás una oportunidad para cambiar y dar carpetazo a una sociedad industrial que parece haber llegado al límite?

En 8 episodios filmados en plano secuencia, «El Colapso» nos ofrece la experiencia audiovisual más angustiosa y clarividente del año. Una proeza técnica que capta el espíritu de este año de pandemia con mayor precisión que los informativos de televisión. Una serie que parece llamada a hacer historia.

El colapso es una producción de Canal+ Fancia que está escrita y dirigida por Jérémy Bernard, Guillaume Desjardins y Bastien Ughetto, que forman el colectivo Les Parasites. Cuenta con música de Edouard Joguet y puede verse en España gracias a Filmin.

Con un reparto coral, los 8 episodios están protagonizados, entre otros, por Bellamine Abdelmalek, Lubna Azabal, Lola Burbail, Thibault de Montalembert, Audrey Fleurot, Samir Guesmi, Claire Guillon, Caroline Piette, Philippe Rebbot, Pierre Rousselet, Bastien Ughetto.

Tras haber visto El Colapso, no se que me molesta más. Si sus ínfulas pretenciosas que la llevan a venderse como «Una serie llamada a hacer historia», o a la nada argumental que esconde su brillantez formal maquillada en un excelente plano secuencia.

Como indica la sinopsis disponible en Filmin, esta serie son 8 capítulos de unos 20 minutos de duración. Esto hace que el visionado sea sencillo para el espectador, además que el plano secuencia ayuda a transmitir una mayor sensación de angustia y dramatismo a cada uno de estos episodios.

Los 8 capítulos muestran diferentes momentos de un colapso nunca explicado: El Supermercado (día 2), la gasolinera (día 5), el aeródromo (día 6), la aldea (día 25), la central (día 45), la residencia (día 50), la isla (día 170) y la emisión (día 5). Aunque los capítulos son autónomos y se pueden ver casi en cualquier orden, hay ligeras conexiones entre ellos, al ver a una extremista en el primer capítulo en el supermercado que días más tarde llega a la Aldea buscando refugio, como el policía del episodio 2 también aparece fugazmente en el último, o que el rico millonario que aparece en el tercer episodio intenta contactar con su esposa que se encuentra fuera del país, a la que luego veremos en el séptimo episodio.

Lo mejor de el colapso es sin duda sus planos secuencia y su espectacular diseño de producción, que consiguen meter al espectador en medio de la tensión de cada uno de los momentos. Entre todos destacaría por su complejidad técnica el séptimo episodio rodado casi en su totalidad en un barco, con escenas rodadas bajo el agua.

También las interpretaciones me parecen que están todas muy bien y muestran el desconcierto que la gente viviría en esos momentos, y como aunque en la mayoría de los casos el egoísmo y el sálvese quien pueda marcaría el devenir de la sociedad francesa, también hay gente que intenta ayudar a sus semejantes hasta el último día. Sin embargo, estos intentos acaban siendo infructuosos, lo que acreciente la sensación super nihilista de toda la serie.

¿Por qué ahora? ¿Qué mensaje, que enseñanza esconde esta serie? El gran problema es este. Como digo, como opción de ocio formado por cápsulas de 20 minutos seguro va a resultar impactante para el espectador. Pero esta premisa de mostrar un colapso provocado por una crisis indeterminada me parece super tramposo, porque aparte de que una crisis es esta envergadura la veo completamente imposible a día de hoy, sirve para mostrar sin tapujos mensajes anticapitalistas, contra la sociedad democrática, los partidos políticos, la energía nuclear, los medios de comunicación y en general contra los empresarios y los ricos.

Que en estos momentos de COVID se estrene esta serie con este mensaje me parece una estafa y un intento de alarmar a la sociedad para de alguna forma querer normalizar mensajes que en cualquier otro contexto serían vistos por todos como desastrosos, como la formación de comunas autosuficientes, que me suenan al colectivismo comunista, o la sensación que trasmiten de que hay que derribar esta sociedad actual. Un mensaje que veo recurrente en muchas obras actuales y en algunos partidos políticos, que sin embargo nunca nos dicen en qué querrían convertir ellos nuestra democracia, algo que seguro no mejoraría lo presente. Por muchos defectos que sin duda tenga nuestra sociedad democrática de consumo capitalista.

Este El colapso me parece una estafa por su propia pretenciosidad. Hay muchas series que muestran a partir de un cataclismo cómo nuestra sociedad se adapta a la nueva realidad, realizando críticas legítimas contra nuestro modelo de individualismo salvaje. The Walking Dead sin ir más lejos, o Mad Max: Fury Road. Pero sus productores no se califican a si mismos de «importantes» o de estar haciendo historia, y El Colapso es, aparte de su brillantez formal, un bluff que presenta anécdotas sin historia, sin profundidad de caracterizaciones o una conclusión coherente, más allá del peligroso mensaje inherente de «hay que derribar la democracia actual porque está condenada al colapso». Mensaje que a día de hoy no podría ser más falso.

Comparto el trailer de la serie:

El colapso me ha parecido un bluf. Unos fuegos artificiales de gran brillantez formal que esconden la nada, o casi peor, un mensaje anti-sociedad occidental muy peligroso en estos momentos. Gracias a su corta duración se pueden ver, pero me ha llevado un chasco importante, y desde luego no la recomendaría a nadie, menos aún en los tiempos en los que vivimos en pleno COVID.

PUNTUACIÓN: 5/10

 

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¡Saludos a todos!

Crítica de Hey Kids! Comics!, de Howard Chaykin

Howard Chaykin crea una de sus obras más personales en Hey Kids! Comics! un repaso nada amable a la historia de la industria del comic ameriano, dominada por las malas artes y por la explotación de los profesionales que trabajaron en el medio en esos años. Ahora que Dolmen lo ha publicado en España, ya no hay excusa para leer este comic.

PUNTUACIÓN: 7/10

En 1961, Stan Lee y Jack Kirby crearon los Cuatro Fantásticos para Marvel y el cómic cambió para siempre. No, perdón, no es eso, volvamos a empezar En 1961, Bob Rose y Sid Mitchell crearon el Cuartero Cósmico para Verve y el cómic cambió para siempre. Fue el paso definitivo, tras la creación de Powerhouse en 1938, para que los superhéroes acabaran convirtiéndose en el género por excelencia.

HEY, KIDS! COMICS! cuenta casi un siglo de turbulencias y triunfos, desesperación y drama en el mundo del cómic. Guionistas y dibujantes, timadores y payasos, crearon las bases del mayor negocio actual de entretenimiento, o al menos inventaron lo que lo hizo posible. Hay partes que sucedieron tal y como se cuenta aquí, por lo que se han cambiado los nombres para proteger a inocentes y culpables aunque, al final, todo el mundo fuera culpable de ALGO.

Howard Chaykin es un autor en el sentido más literal del término, creando obras que sólo él podría crear con una sensibilidad y un tono totalmente personales e intransferibles. Desde los clásicos American Flagg, The Shadow o Black Kiss, siempre ha sido un autor más cómodo fuera del mainstream comercial. A pesar de estar rondando los 70 años, en lugar de retirarse Chaykin se encuentra en un momento de interesante abullición creativa, contado lo que quiere contar de la forma que quiere sin pedir perdón a los estúpidos ofendidos que no entienden el concepto de obra crítica.

Si en Los Estados Divididos de Histeria ponía el foco en la cada vez más fragmentada y dividida sociedad americana, en Hey Kids! Comics! Dirige una mirada tremendamente despiadada hacia la historia de la industria del comic americana del pasado siglo, dominada por el desprecio a los autores que ayudaron a crear los mayores mitos americanos y que les explotó en condiciones de casi esclavitud.

Chaykin plantea Hey Kids! Comics! A partir de una historia con numerosos saltos temporales, algo habitual en otras obras previas, para ir presentando gotas de información que sirven para completar un puzzle que no pretende dar respuestas, solo presentar con bastante mala baba y cierta dosis de nihilismo la realidad de esta industria que los fans probablemente tengamos idealizad, en la que probablemente la mayoría de relaciones laborales fueron traumáticas y de explotación.

Para ello, veremos el estado de la industria en 1945, pocos años después del nacimiento de Superman (Powerhouse en este comic, cambiando DC por Yankee Comics) y con la 2ª Guerra Mundial recién finalizada; 1955 y la Caza de Brujas que echó del negocio a los comics de crimen y terror del mercado a partir del desastroso “Seduction of the Inocent” del Doctor Fredrik Wertham; 1665, tras la explosión de Marvel Comics de Stan Lee y Jack Kirby entre otros, (aquí convertidos en Verve Comics, Bob Rose y Sid Mitchell, respectivamente). Por último, asistiremos en 2001 al declive de toda una generación de autores que fueron falleciendo sin recibir el justo premio que merecerían por crear unos personajes que se han convertido en fábricas de hacer dinero, gracias a las películas, series de televisión y el desarrollo de todo tipo de elementos de merchandinsing.

A partir de 3 personajes principales, la secretaria, editora y escritora Benita Heindel y los dibujantes Ted Whitman y Ray Clarke, que no quieren ser traslaciones exactas de ningún profesional concreto sino servir de arquetipos en los que proyectar lo que significaba ser un profesional en esos años, Chaykin crea una narración fragmentada que muestra las miserias de unas personas llenas de complejos que no se creían lo bastante buenos y que pensaron que en los comics podrían ganarse la vida, teniendo en cuenta que eran publicaciones para niños de bajísima calidad. Y que, sin embargo, consiguieron de alguna manera, que ni siquiera ellos saben cómo, trascender sus limitaciones para convertir su obra, los comics de superhéroes, en la autentica mitología americana.

Chaykin no tiene reparos de mostrar a la industria del comic como unos explotadores con prácticas de casi esclavitud. Pero esto no fue un hecho puntual de DC Comics, sino que se convirtió durante décadas en la norma de la industria, con autores que se quejaban mientras eran trabajadores pero que luego se convertían en déspotas cuando llegaban a ser editores. Además, gracias a los personajes de Benita y Ted, comprobaremos que se trataba de un sector en el que las prácticas machistas y racistas eran la norma y, o agachabas la cabeza y lo asumías, o mejor que te buscaras otro trabajo.

Mención especial merece la figura de Stan Lee, aquí convertido en Bob Rose, a quien Chaykin despedaza al convertirle en un aprovechado que cimentó una fama planetaria construida sobre el trabajo de los autores que realmente hicieron lo más difícil que fue crear los comics con una imaginación desbordante, entre los que se encuentra Jack Kirby, entre otros. Algo que probablemente no sea algo tan descabellado, cuando nos ponemos a pensar en ello. Y del que incluso llega a decir que si tuvo trabajo en los comics en primer lugar fue gracias a ser el sobrino del editor de la Marvel de la época, otro hecho por otro lado cierto e incontestable.

Pero Chaykin no sólo tiene cera para las empresas, ya que muestra a unos autores ambiciosos y traidores que no dudaban en pegar puñaladas traperas a sus amigos con tal de conseguir un trabajo, que tenían aventuras extra matrimoniales, y que incluso llegaban a robar páginas originales de otros autores de las editoriales que revenderlas sin el menor escrúpulo.

Que en medio de este panorama, pudieran crearse los personajes más famosos del siglo XX no deja de ser un milagro, y quizá a pesar de todo lo anterior, Chaykin plantea de alguna manera esta historia para que sirva de carta de amor, amor tóxico si se quiere, al medio al que Chaykin ha dedicado la mayor parte de su vida.

En este sentido, da mucha de pena ver la forma en que Chaykin nos cuenta cómo unos jovencísimos Joe Shuster y Jerry Siegel “regalaron” a Superman a DC Comics (en ese momento National), pensando incluso que ese era el mejor día de sus vidas, al recibir un cheque y encontrar trabajo pagado. Triste e incluso con un punto de patetismo, que personifica claramente las miserias de los autores que trabajaron en este medio.

En el plano artístico, Chaykin es el autor del dibujo y tinta, contando como colores de Wil Quintana. Nunca fue excesivamente fan del estilo de dibujo de Chaykin, que siempre me ha parecido excesivamente estático, a parte de dibujar siempre las mismas caras, pero creo que en este Hey Kids! Comics! Realiza una gran trabajo de narrativa. Por un lado, por crear a unos reconocibles Stan Lee y Jack Kirby (entre otros), así como por mostrar el paso de los años de forma super convincente, lo cual no está nada mal para empezar. Además, el uso de escenas casi calcadas en momentos temporales diferentes, o en los funerales, sirve para resaltar como a pesar del paso del tiempo, todo seguía prácticamente igual. En este caso, creo que el apartado artístico cumple con nota el desafío que esta historia planteaba.

Hey Kids! Comics! Me ha gustado, aunque también debo reconocer que la narración fragmentada de Chaykin en ocasiones me ha parecido deslavazada, más centrada en contarnos anéctodas que en hacer un hilo narrativo coherente. Además, la historia al final es completamente desoladora, no encontrando ni un solo elemento positivo en toda la historia, todos los personajes son amorales y egoistas, las editoriales ni te cuento, y me cuenta pensar que Chaykin no haya conocido a nadie honrado en el mundillo que le inspirara a colocar algún rayo de esperanza en la historia.

Encuentro además que en los últimos años se está realizando un revisionismo de la historia para echar por tierra la contribución de Stan Lee en la creación de algunos de los comics más incónicos de la historia y en la expansión del hobby de la lectura de estos comics. Me cuesta aceptar la versión actual que se nos quier vender sin ir más lejos en este comic de un Stan Lee aprovechado que  no hacía nada relevante en los comics. Primero porque si Jack Kirby o Steve Ditko lo hacían todo y luego Lee ponía unos bocadillos por encima, ¿cómo es que ninguno de sus comics posteriores (o anteriores) han tenido ni la mitad de repercusión que tuvieron su obra junto a Lee? El comic es un mundo colaborativo, y creo que Lee supo entender el momento histórico que se etaba viviendo y dio al público uno contenido diferente a lo que se hacía en ese momento que significó una revolución. Dicho esto, obviamente que se adueñara del éxito de Marvel Comic y casi lo monopolizara fue algo muy sucio. Pero, por otro lado, lo que hizo Lee no es más que un reflejo de las prácticas habituales de la industria, como bien muestra el propio Chaykin en los años previos, por lo que no siendo bueno, no es ni mejor ni peor que lo que hacía todo el mundo.

Dicho esto, si el mensaje clave de este comic era poner de relevancia las prácticas corruptas y despóticas del sector durante más de 60 años, me parece que el éxito es arrollador.

Comparto a continuación las primeras páginas de este comic sacadas de la web de Dolmen, para que os hagáis una idea de lo que os váis a encontrar:

Hey Kids! Comics! De Howard Chaykin no es un comic para todo el mundo. Sin embargo, en una lectura obligada para todos los amantes de los comics de superhéroes interesados en la intra-historia, en como estos comics llegaron a ser creados.

PUNTUACIÓN: 7/10

 

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Crítica de Dragged across concrete de S. Craig Zahler

La tercera película de S. Craig Zahler tras las notables Bone Tomahawk y Brawl in cell block 99 es un espectacular ejercicio de género negro crepuscular con un modélico Mel Gibson como un policía al borde de su jubilación.

PUNTUACIÓN: 8/10

Dos policías, un veterano del cuerpo (Gibson) y su joven compañero (Vaughn), son suspendidos cuando un vídeo de sus duras tácticas de detención de delincuentes se convierte en la noticia del día en los medios de comunicación. Ambos con problemas personales que podrían solucionarse con dinero, deciden aprovechar su condición de civiles para hacer algo al margen de la ley.

Dragged across concrete (arrastrado por el hormigón) es un interesante e ilustrativo título que sirve para resaltar el tema y el tono de lo que vamos a ver. Su director y guionista S. Craig Zahler, que también realiza la música junto a Jeff Herriott, muestra una gran lucidez y creatividad en esta su tercera película. Si Bone Tomahawk me pareció un interesante ejercicio de estilo para llamar a las puertas  de los festivales y Brawl in cell block 99 una estupenda serie B que sabía en qué liga jugaba y se enorgullecía de ello sacando el máximo partido en lo relativo a su violencia over-the-top, Dragged across concrete me ha traído a un autor mucho más comedido y maduro que pone la historia por encima del efectismo.

La película cuenta con fotografía de Benji Bakshi y montaje de Greg D´Auria, y tiene una duración de 153 minutos, que aunque a mi me ha gustado y no se me ha hecho larga, reconozco que quizá con 10 o 15 minutos la experiencia hubiera mejorado.

Mel Gigson y Vince Vaughn son los grandes protagonistas de la película, y una vez más muestra su imponente presencia en pantalla. Iba a poner que también son el principal «reclamo comercial», aunque dado el acoso y los intentos de cancelación que Gibson lleva sufriendo en los últimos años, aunque creo que Gibson está enorme en la película probablemente tenerle de protagonista pudo jugar en su contra comercialmente. De hecho, a pesar de un interesante presupuesto de 15 millones, la película solo se estrenó en cines de forma limitada en marzo de 2018 en Estados Unidos, llegando a VOD tan solo un mes después.

Gibson interpreta al detective Brett Ridgeman, un veterano policía que no ha sabido ascender en el cuerpo porque prefiere el trabajo de calle y detener a los malos. Aunque se encuentra al borde de la jubilación, se encuentra que con su ridículo salario no puede costear el traslado de su familia a un barrio mejor, tras sufrir su hija adolescente Sara (Jordyn Ashley Olson) varios acosos en el barrio y con una mujer Melanie (Laurie Holden) ex-policía que tuvo que abandonar el cuerpo probablemente tras ser herida de bala.

El personaje de Ridgeman, un veterano que consigue resultados aunque sus métodos no son del agrado de los nuevos jefes, quedando de alguna manera obsoleto, es una metáfora de todos los tipos duros del cine de los 80 y 90 que ya no tienen sitio en el nuevo cine comercial, y en concreto del propio Gibson, que a pesar de seguir siendo un actor increíble, no le perdonan que insultara a los judíos que controlan los grandes estudios.

S. Craig Zahler realiza también un interesante análisis de algunos de los clichés del négro negro y los muestra con una luz que me ha parecido muy interesante. Tras suspender el jefe de policía Calvert (Don Johnson) al detective Brett Ridgeman (Gibson) y a su joven compañero Anthony Lurasetti (Vince Vaughn) por ser grabados mientras hacían un arresto, a pesar de pillar a un narco con las manos en la masa de un alijo de drogas, estos se encuentran en la tesitura de tener que hacer durante sus 2 semanas de suspensión un último golpe para conseguir algo de dinero para la jubilación y traslado de Gibson, y para que Vaughn le pueda pedir en matrimonio a su novia. NO se trata de robar ellos a nadie honrado, sino quitarle el dinero a un criminal, lo que les sitúa, dentro de su amoralidad, en un gris colocado más en la zona de luz que la de oscuridad.

Gibson y Vaughn ya habían trabajado juntos en la notable Hacksaw Ridge, aunque Gibson sólo dirigió, mientras que Vaughn protagonizó Brawl in cell block 99 de S. Craig Zahler, y se nota la química y complicidad que todos comparten, formando un equipo perfectamente engrasado. En la película, vemos la total ausencia de glamour mientras que ambos realizan un seguimiento de un criminal interpretado por Thomas Kretschmann, con la intención de robarle el botín. Las horas pasan lentas sin nada interesante que hacer o decir,con una monotonía cansina pero necesaria para llevar a cabo su plan, y esa parte me gusta al romper algunos mitos del género.

Junto a la pareja protagonista, tenemos en la película a Tory Kittles como Henry Johns, un ex-convicto que a pesar de intentar alejarse del mundo del crimen se verá envuelto al tener que cuidar de un hermano parapléjico y una madre alcohólica. Michael Jai White es Biscuit, amigo de Henry que ha cuidado de su familia pero ahora necesita algo de él, y completa el reparto Jennifer Carpenter como  Kelly Summer, una madre primeriza que debe separarse por primera vez de su hija recién nacida para volver a su trabajo en un banco de la ciudad.

El buen género negro de perdedores es el que te presenta unos personajes en rumbo de colisión con la vida a los que no puedes dejar de mirar a pesar que sabes que su historia no puede acabar bien. Eso es justo lo que tenemos en la película, que está construida a fuego lento y que incluso durante el climax hay una intencionada falta de espectacularidad, manteniendo todos los elementos muy pegados a la realidad del asfalto. De nuevo, le metáfora del título.

Gibson como «héroe» crepuscular me parece que está fantástico en el papel, mostrando una obsesión con los porcentajes que indican que habla para parecer más listo de lo que es en realidad, que no sabe en qué se está metiendo y que las cosas son más grandes que lo que él puede ya manejar. El personaje de Vaughn aparte de su presencia constante me parece que aporta menos a la trama porque diría que S. Craig Zahler busca poner el foco en el personaje de Gibson, alguien que no entiende que su momento ha pasado y que debería echarse a un lado si no quiere verse atropellado en la carretera.

Creo que la película hace además una crítica hacia los «buenistas» de salón que dan lecciones morales desde su mansión alejada de la vida real a gente que sufre día a día los crímenes que acosan la sociedad americana. Esto lo vemos en un diálogo de la mujer de Gibson, cuando dice «jamás pensé que este barrio me iba a convertir en racista», ante el quinto ataque sufrido por su hija al bajar del autobús escolar, en contraste con el Jefe de Policía que le dice a Gibson que le falta «empatía» hacia los criminales. Sé que han acusado a la película de racista, pero me parece que reflejar la realidad no puede ser jamás racista, además que siempre en mucho peor no querer enfrentarse a los problemas y envolverse en papel burbuja para que nada te incomode.

Dentro del ritmo lento de Zahler, me llama la atención como guarda tiempo para detenerse en cada personaje secundario para darles cierta profundidad y humanidad, de forma que el espectador nos preocupemos un poco por ellos, a pesar de que algunos claramente son carne de cañón. Entiendo que puede haber espectadores que entiendan que estos momentos no aportan nada a la trama principal, pero a mi me han gustado y me han trasmitido un intento de Zahler de dotar a la película de una personalidad propia.

Conecto en este momento con el que para mi es el principal problema, que es su duración. A pesar de verla en VO en sesión de medianoche, a mi no se me hizo larga y me mantuvo super entretenido. Dicho esto, reconozco que probablemente si en lugar de 153 minutos hubiera durado 140, la película no hubiera cambiado y su ritmo hubiera sido mejor.

Además, hay una escena super sangrienta en la que buscan una llave al final de la película que no pega nada con lo visto hasta ese momento y que me pareció que molestaba más que otra cosa. Una escena que me recordó el momentazo de Bone Tomahawk, un shock pensado para llamar la atención del público de festivales, que sin embargo aquí no me aporta nada.

En todo caso, me ha gustado este Dragged across concrete y voy a seguir muy pendiente de la carrera de S. Craig Zahler, aunque sus películas no lleguen al circuito comercial en España.

Comparto el trailer de la película:

https://www.youtube.com/watch?v=NyjIXWXPCFo

Dragged across concrete es una estupenda película de género negro con un toque de metatextualidad con la que he conectado desde el minuto uno y que recomiendo a todos los fans del noir.

PUNTUACIÓN: 8/10

 

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