Crítica de Van Gogh, a las puertas de la eternidad, de Julian Schnabel (Prime Video)

Pudiera parecer que Van Gogh está de moda en 2020, teniendo en cuenta que en las últimas fechas se han estrenado en las plataformas online dos estupendas películas inspiradas en su figura, la excelente Loving Vincent estrenada en Netflix, y la película que hoy quiero recomendar, Van Gogh, a las puertas de la eternidad, con un excelente Willen Dafoe, que acabo de descubrir en Prime Video.

PUNTUACIÓN: 7.5/10

El pintor holandés post-impresionista, Van Gogh (Willem Dafoe), se mudó en 1886 a Francia, donde vivió un tiempo conociendo a miembros de la vanguardia incluyendo a Paul Gauguin (Oscar Isaac). Una época en la que pintó las obras maestras espectaculares que son reconocibles en todo el mundo hoy en día. (Filmaffinity)

El pintor y director neoyorkino Julian Schnabel dirigió esta película inspirado en la biografía Van Gogh: The Life, obra de Steven Naifeh y Gregory White Smith en la que se cuestionaba versión establecida de la muerte del artista, planteando que en lugar de un suicidio hubiera podido morir de forma accidental en un accidente con compañeros de bebida.

Schnabel planteaba la película como una historia sobre la relación entre el pintor y su obra, y como se relacionaba con la realidad a su alrededor. Schnabel escribió el guión con Jean-Claude Carrière y Louise Kugelberg, y además participó en el montaje de la película junto a Louise Kugelberg.

La película se rodó en 2017 en localizaciones de Arles, Bouches-du-Rhône y Auvers-sur-Oise, Francia, lugares donde Van Gogh vivió durante sus últimos años, contando con fotografía de Benoît Delhomme. Por último, merece también la pena destacar de música de Tatiana Lisovkaia.

La película se eleva de la media gracias a un reparto espectacular encabezado por Willen Dafoe, que realizó una extraordinario interpretación que fue premiada con la Copa Volpi al Mejor Actor en el 75 ° Festival Internacional de Cine de Venecia. Además, fue nominado para el Oscar al Mejor Actor y en los Globos de Oro al Mejor Actor en la categoría de drama.

Junto a Dafoe, tenemos a Rupert Friend como Theo van Gogh, hermano del artista, Mads Mikkelsen como El Sacerdote, Mathieu Amalric como el Dr. Paul Gachet que trató a Vicent, Emmanuelle Seigner como La Mujer de Arles/Madame Ginoux y por último, un ubicuo Oscar Isaac como Paul Gauguin.

Frente a la versión carismática, explosiva y airada de la versión de Kirk Douglas en la icónica película El Loco de pelo rojo (Vincent Minelli, 1956), lo que más me ha sorprendido de esta versión de Julian Schnabel es que retrata a un Van Gogh introspectivo y solitario, cuyo principal dolor provenía de la soledad, de no tener con quien hablar y compartir su arte, y de la incomprensión de los vecinos del pueblo donde vivió sus últimos meses, que le tomaban por un loco al no entender su arte, llegando a dudar incluso si realmente su obra tenía algún valor. Además, la película nos mete en la mente del pintor, sin rehuir su enfermedad mental y la confusión que le provocaba, aumentada por el abuso de la bebida.

Willen Dafoe expresó en varias entrevistas que “al interpretar a Vincent van Gogh , la pintura era la clave del personaje. Tenía que saber lo que estaba haciendo. El director, Julian Schnabel, decía: «Sostenga el pincel como una espada» y «No hay tal cosa como una mala marca». Empecé a pensar que pintar es hacer una acumulación de marcas. Actuar es lo mismo: creas un personaje escena por escena. Es una serie de marcas que comienzan un ritmo, y ese ritmo te envía a donde necesitas ir».

Rodar es escenarios reales me parece también un gran acierto, al poder mostrar los paisajes que probablemente vivió Van Gogh y que le sirvieron de fuente de inspiración, consiguiendo su excelente fotografía meternos de lleno en su obra.

La película me ha gustado y no le veo realmente nada negativo. Por decir algo, el visionado de dos películas tan similares en lo relativo a la historia como son Loving Vincent y esta Van Gogh, a las puertas de la eternidad, aunque visualmente sean super diferentes, hizo que varios elementos de la historia me resultaran un poco redundantes. No es problema de la película, que creo que cuenta todo muy bien, sino mío como espectados.

Comparto el trailer de la película:

Van Gogh, a las puertas de la eternidad es una notable película que arroja una nueva luz a la icónica imagen que tenemos del genial artista Vincent Van Gogh, y la recomiendo completamente, sobre todo si eres un amante de su obra.

PUNTUACIÓN: 7.5/10

 

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¡Saludos a todos!

Crítica de Akira de Katsuhiro Otomo

Estas semanas de confinamiento sin nuevos comics han hecho que recupere algunas de las obras maestras de mi librería. Y dentro de esa categoría sin duda entra Akira, la obra magna de Katsuhiro Otomo que me sirvió como puerta de entrada al manga.

Bienvenido a Neo-Tokyo, construida sobre las cenizas de un Tokio aniquilado por una explosión de origen desconocido que desencadenó la Tercera Guerra Mundial. La vida de dos amigos adolescentes callejeros, Tetsuo y Kaneda, cambia para siempre cuando unas extrañas habilidades paranormales comienzan a despertar en Tetsuo, convirtiéndolo en un objetivo para una agencia oscura que no se detendrá ante nada para evitar otra catástrofe como la que arrasó Tokio. En el centro de la motivación de la agencia se encuentra un miedo onsesivo y crudo a un poder monstruoso e inimaginable conocido solo como Akira.

La impresionante obra maestra de ciencia ficción de Katsuhiro Otomo es considerada por muchos como la mejor obra de ficción gráfica jamás producida, y su brillante versión cinematográfica de animación también dirigida por de Otomo es considerada como un clásico a nivel mundial.

Katsuhiro Otomo (Tome, 1954) es uno de los mangakas más celebrados de Japón. Ya en su primera obra, la inacabada Fireball (1979) anticipaba una historia de ciencia ficción con elementos que posterioremente desarrollaría en Akira, como era el uso de unos adolescentes que luchaban contra el gobierno. Pesadillas (Domu, 1980) ya recibió varios galardones como el premio a la excelencia del Japan Cartoonist Association Award. Fue el primer autor de manga que recibió el Gran Premio del festival de Angoulême de 2015, siendo también en el Hall of Fame de los Premios Eisneer, entre otros muchos premios.

Akira es por méritos propios uno de los mejores mangas jamás publicados. Katsuhiro Otomo publicó en Japón este manga entre 1982 y 1990 dentro de la revista Young Magazine, con más de dos mil páginas. Las recopilaciones posteriores de la obra en tomos recopilatorios han vendido millones de copias en todo el mundo.

La edición española que yo tengo fue publicada por Aragón – Glénat entre 1990 y 1996 en 38 tomos de 64 páginas utilizando la versión americana del manga, que fue publicado por el sello Epic de marvel Comics desde 1988, con orden de lectura occidental de izquierda a derecha y coloreada por el prestigioso Steve Oliff, siendo uno de los primeros comics en los Estados Unidos que empleó un coloreado digital. Posteriores ediciones españolas han ofrecído la versión en blanco y negro original con el orden de lectura japonés de derecha a izquerda.

Es interesante comentar como aunque AKIRA está considerada una obra Cyberpunk, realmente empezó a publicarse en Japón dos años antes de que William Gibson publicara su ya mítico Neuromancer (1984), que no llegó a Japón hasta un año después, en 1985. Akira fue instrumental en el aumento de la popularidad del manga fuera de Japón, especialmente en los Estados Unidos, ya que el lanzamiento de la edición a color de Epic Comics en 1988 coincidió con el estreno de la película de animación, que también estuvo dirigida por Otomo y marcó un hito en el mundo de la animación. Pero no solo en los Estados Unidos, también en Europa y especialmente en Francia y España Akira ayudó al auge del manga entre los lectores de comic.

En mi caso, yo descubrí AKIRA primero gracias a la película de animación que me voló la cabeza cuando la vi por primera vez en Barcelona en un cine de filmoteca aprovechando un viaje de fin de semana con motivo del Salón del Comic, una primavera de ¿1991 o 1992? No fue hasta bastante más tarde que descubrí este manga y empecé a comprar los volúmenes ya editados de cinco en cinco. Literalmente. Tal era mi ánsia de lectura.

Planeo escribir una reseñada de la película de Akira en próximas fechas, cuando vuelva a ver la película, pero me parece curioso como Otomo condensó en dos horas toda la larguísima historia del manga, que de hecho no había terminado en 1988 cuando se estrenó la película.

Entrando en la lectura del manga, la lectura de Akira sigue siendo espectacular. Por un lado, reconozco que (mal) acostumbrado como estaba hasta ese momento por la lectura de comics americanos, que en 24 páginas tenían que contar una historia con presentación, desarrollo y al menos una escena de acción de tres o cuatro páginas, o los tomos europeos tipo de Asterix, Tintín o Mortadelos que en un tomo de 48/64 páginas contaban una historia completa, leer una larga historia de 2000 páginas me alucinó de forma increíble, al tener un ritmo y una espectacularidad como nunca antes había leído.

Otomo muestra una obsesión hacia la arquitectura que convierte a Neo-Tokio en un personaje más de la historia, creando páginas que son una auténtica locura por su nivel de detalle. Además, 15 años antes de que el Authority de Warren Ellis y Brian Hitch, y posteriormente The Ultimates de Mark Millar y el propio Hitch popularizaran el término “widescreen” en el mundo del comic americano para clasificar los comics con enormes escenas de acción con planificación cinematográfica, Otomo había dejado en pañales al resto de comics, que palidecen aún hoy en día cuando se comparan con esta obra.

El formato manga permitía a Otomo mostrar grandes escenas de destrucción, empleando páginas y páginas simplemente para mostrar las consecuencias de la expansión de la destrucción en la ciudad provocado por el estallido psíquico de los protagonistas.

Al ser una obra tan larga, narrativamente Akira rompió también la estructura habitual de la historias de la época, permitiendo numerosas subtramas, un gran reparto coral y una gran parte central en la que desarrolla la sociedad de Neo-Tokio post-segundo apocalipsis. La ambientación de ciencia ficción recoge numerosas convenciones que luego veremos en el género cyberpunk y le permitió desarrollar su interés por historias en las que jóvenes inadaptados buscan combatir a un gobierno obsoleto y paralizado por la corrupción y las intrigas políticas. El aislamiento social de la juventud y la obsesión japonesa post-Hiroshima por las consecuencias de una gran destrucción en la sociedad son otros elementos claves de Akira.

La fluidez del dibujo crea secuencias realmente hipnóticas con las diferentes persecuciones, explosiones y escenas de acción con su increíble atención al detalle y su acción super cinética. No necesito ni siquiera un historia, puedo abrir un tomo aleatorio y quedarme embobado con los momentazos que hay en todos los volúmenes.

Quizá el único pero que le puedo encontrar a Akira es quizá la caracterización de los personajes. Entiendo que para el standard japonés Kaneda, Tesuo o Kai quizá son figuras complejas, pero personalmente me parecen apenas esbozados en esta historia en lo que lo principal es la acción de proporciones bíblicas. De hecho, Kaneda es un chaval que me cae especialmente antipático debido a su naturaleza siempre enfadada y con el único objetivo de matar a Tetsuo por traicionarle. Además, su intento de conquistar a Kai simplemente por ser la única mujer que aparece en ese momento ahora se ve super machista y un elemento que no ha envejecido demasiado bien.

Además de Kaneda, Testuo tiene también cero profundidad, un chaval que tiene envidia de su amigo y que durante una gran parte de la historia solo quiere tomar drogas y ver el mundo arder. Kai por su parte realmente es un arquetipo de figura luchadora que hace lo que el honor demanda, que al principio de la historia es luchar contra el gobierno corrupto dominado por el estamento militar. Y merece comentar como el personaje de Akira realmente es un secundario en su propia comic, sirviendo como mero arquetipo de la destrucción inminente de la sociedad y de las consecuencias de realizar investigaciones genéticas inmorales en niños.

En todo caso, esto en una obra tan monumental como Akira no desmerece su importancia ni el disfrute tan maravilloso que he tenido volviendo a leer de nuevo este manga 15 años después de la última vez.

Akira es una obra maestra del comic / manga que debería ser de lectura obligada para todos los fans de la ciencia ficción.

PUNTUACIÓN: OBRA MAESTRA

 

 

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¡Saludos a todos!

Crítica de Iron Man 2 de Jon Favreau (Marvel Cinematic Universe 3)

Continúo con mi revisionado de las películas clásicas del Universo Marvel Cinematográfico con Iron Man 2 (2010), de nuevo dirigida por Jon Favreau, a la que siempre he considerado la película más floja del MCU. ¿Qué tal ha estado el revisionado?

PUNTUACIÓN: 6.5/10

El mundo ya sabe que el multimillonario Tony Stark (Robert Downey Jr.) es Iron Man, el superhéroe enmascarado. A pesar de las presiones del gobierno, la prensa y la opinión pública para que comparta su tecnología con el ejército, Tony es reacio a desvelar los secretos de la armadura de Iron Man, porque teme que esa información caiga en en manos de irresponsables. Con Pepper Potts (Gwyneth Paltrow) y James “Rhodey” Rhodes (Don Cheadle) a su lado, Tony forja alianzas nuevas y se enfrenta a nuevas y poderosas fuerzas. (FILMAFFINITY)

El monumental éxito comercial de Iron Man dos años antes, recaudó casi 600 millones en todo el mundo a partir de un presupuesto de 140, aceleró la producción de esta continuación, sobre todo teniendo en cuenta que The Incredible Hulk fue una película deficitaria. Para Marvel, poner en marcha su Universo cinematrográfico era prioritario y para ello tenía que asegurarse la rentabilidad de sus películas, por lo que era lógico poner en marcha esta película antes incluso que el resto de películas de otros miembros de los Vengadores como Thor o Capitán América, que se estrenaron un año más tarde, en 2011.

Fruto de esta política de no cambiar lo que no estaba roto, Jon Favreau en seguida fue confirmado para dirigir la película. Además, la jerarquía de Robert Downey Jr. provocó que Marvel contratara al actor y guionista Justin Theroux para que escribiera el guión. Theroux coincidió con Downey Jr. en Tropic Thunder, y la experiencia fue tan positiva que apostó por él para Iron Man 2 y Marvel no tuvo problema en satisfacer a su gran estrella.

Lo que sí fue polémico fue la sustitución de Terrence Howard en el papel del Coronel James “Rhodey” Rhodes, que fue interpretado a partir de ahora por Don Cheadle. Los motivos nunca estuvieron del todo claros, aunque se comentó que un factor fundamental vino provocado por el elevado sueldo que tenía firmado al ser uno de los primeros actores contratado por Marvel. Teniendo en cuenta la conocida tacañería de Isaac Pellmutter, el dueño de Marvel de esa época y la menor importancia que se estimaba que iba a tener el personaje, se optó por sustituirle por otro actor más barato. Howard se lo tomó como una traición por parte de Downey Jr, teniendo en cuenta que aseguraba que consiguió el papel de Tony Stark gracias a él.

Aunque Disney compró Marvel en agosto de 2009, Iron Man siguió teniendo a Paramount Pictures como coproductora debido a los acuerdos previos firmados por ambas empresas, en las que Marvel realizaba la película y Paramount se encargaba de la distribución.

Para esta segunda película, Matthew Libatique fue el director de fotografía, mientras que John Debney también sustituyó a Ramin Djawadi en la banda sonora, que volvió a contar con canciones de AC/DC.

Si repitieron Gwyneth Paltrow como Pepper Potts, Samuel L. Jackson como Nick Fury y Clark Gregg como el agente de SHIELD Phil Coulson, añadiéndose en esta película a dos nuevos villanos: Sam Rockwell como Justin Hammer, un empresario del sector armamentístico rival de Tony; y Mickey Rourke como Ivan Vanko / Whiplash, un físico ruso hijo de un antiguo socio de Howard Stark que odia a Tony y quiere verle muerto.

Iron Man 2 supuso la presentación en el MCU de Scarlet Johansson como Natasha Romanoff (Viuda Negra), el tercer miembro de los Vengadores en ser mostrado en pantalla tras Iron Man y Hulk. En esta película Natasha se centrará en su figura de espía, aunque tiene una excelente escena de acción para su lucimiento que nos dejó con ganas de más.

Adi Granov, creador del diseño de Iron Man en los comics, también volvió a colaborar en esta segunda película en la que la ILM volvió a realizar la mayoría de efectos especiales. Debido a las peticiones de Jon Favreau, la construcción digital de la armadura de Iron Man fue más compleja que en la primera película. Durante el rodaje, Robert Downey Jr. o Don Cheadle llevaban una especie de traje de football americano que les cubría el pecho y una parte de los brazos, a lo que se añadía un casco en la cabeza. El resto de elementos hasta completar las armaduras que se ven en pantalla eran añadidas digitalmente en post-producción. Y por supuesto, las escenas con Máquina de Guerra y los drones fueron mucho más espectaculares.

Cubriendo el tópico de todas las secuelas, esta segunda parte fue mucho más espectacular y contó con mucha más acción que en la primera parte. Sin embargo, no logró ser un Spiderman 2 o X-Men 2 que mejoraban sus notables primeras partes, quedándose como una película entretenida sin más. En todo caso, las escenas en Mónaco durante el gran premio y todo el climax final incluido la batalla final en el jardín japonés son brutales y siguen siendo los momentos cumbre de la película.

Igual que pasó en Iron Man, el guión de Theroux toma varios elementos de los comics pero no realiza una traslación directa de ninguna historia concreta. En mi opinión mantiene perfectamente el espíritu correcto de lo que se espera de una película de Iron Man, pero está claramente planteada para colocar un nuevo ladrillo para la construcción del universo cinematográfico compartido que nos llevara hasta los Vengadores (2012).

La primera sorpresa al comienzo de esta Iron Man es que conocemos que Tony Stark está muriendo envenenado por el paladio que lleva en su núcleo del reactor de pecho, creándose la ironía que le está matando lo que le salvó meses atrás en Afganistán. Este envenenamiento provoca que estemos ante un Tony más desequilibrado de lo habitual, y se convierte en muchas partes de la película en un patán que toma siempre las peores decisiones. En todo caso, la película explica literalmente que el paladio también le provoca un desequilibrio mental, además del propio desequilibrio que le provocaría a cualquiera saber que va a morir, por lo que esta parte del arco está justificado. Sin embargo, el conocimiento que adquiere en la segunda mitad sobre su padre Howard y como esto le permite salvar la vida, es lo más destacado en su evolución como personaje.

Comentaba al principio que siempre he considerado Irom Man 2 como la peor película del MCU. Siendo cierto, debo también comentar que el nuevo visionado me he gustado más de lo que esperaba, y me ha parecido un más que buen entretenimiento. Dicho esto, me siguen chirriando el papel de la Viuda Negra en Stark International y, sobre todo, todo lo relacionado con Justin Hammer, cuyo personaje es todo una locura que no se sostiene en un análisis serio. Que un empresario sea expuesto como un traidor que trabaja con Corea del Norte y, sin embargo, siga trabajando con el Ejército como uno de sus principales contratistas en lugar de haber sido detenido es una auténtica locura. Dicho esto, entiendo que es la locura necesaria para que haya película, motivo por el que en parte no se lo tengo demasiado en cuenta.

Comentaba en mi crítica de Iron Man que uno de los muchos elementos que me gustó de la película la construcción de la armadura y su aspecto compacto y mecánico, creada mediante el ensamblado de muchos elementos complejos. Esta sensación se pierde en esta segunda película, pero tiene otro elemento muy chulo, la armadura de viaje que Tony usa en Mónaco que nos da uno de los momentazos de la película. El elemento de una armadura guardada en el maletín es uno de los elementos comiqueros más icónicos del personaje durante los años 70 y 80, y mola mucho verlo trasladado a la gran pantalla, con el detalle de que esta armadura es una versión inferior con menos funciones, algo lógico en el mundo real.

Frente al carisma, personalidad y humor de Tony en la anterior película, esta película en parte desaprovecha estas señas de identidad durante el arco del envenenamiento, en el que además de emborracharse se comporta como un estúpido aún mayor de lo habitual. Además, los intentos de humor están construidos sobre la relación de Hammer y Vanko, y globalmente diría que no funcionan demasiado bien. Y es este sentido, hay que reconocer que ambos personajes cumplen decentemente su función villanesca pero quedan como dos de los peores villanos de todo el MCU.

En todo caso, me parece que me está quedando una crítica muy negativa, y no cierto es que el visionado se me hizo super entretenido, la película tiene un ritmo frenético y sus múltiples sorpresas y momentazos no te dejan un segundo de respiro. Además, el climax de Iron Man y Máquina de Guerra contra los drones y Whiplash me parece excelente y nos deja con ganas de más.

Ah! Y además, se me había olvidado completamente la escena post-créditos, que enlaza con la siguiente película: Thor (2011), Escena que fue rodada por su director Kanneth Branagh y que me voló la cabeza en su momento y que nos vendió perfectamente a los fans la siguiente película del estudio.

Iron Man 2 recaudó 620 millones en todo el mundo, lo que significó un nuevo éxito de taquilla para Marvel que le permitió afrontar sus siguientes películas con mucha tranquilidad, al conseguir la estabilidad financiera. Además, las críticas mayoritariamente positivas y la buena reacción del público hizo que la anticipación ante la posibilidad de ver en imagen real a los Vengadores aumentó exponencialmente. Dicho esto, dado que su presupuesto creció hasta los 200 millones, algo que se transmite en pantalla, la película realmente fue menos rentable para Marvel que la primera Iron Man.

Comparto el trailer de la película:

Iron Man sigue estando dentro de mis 3 película que menos me gustan del MCU, siendo las otras dos Black Panther y Capitán Marvel. En todo caso, ofrece un buen entretenimiento y siguió preparando el camino para llegar hasta la histórica Vengadores dos años más tarde.

PUNTUACIÓN: 6.5/10

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Crítica de Watchmen de Damon Lindelof (HBO)

Este mes de mayo he decidido contratar un mes de HBO para ver varias series que me apetecían y que tenía pendientes. Gracias a esto he podido ver Watchmen de Damon Lindelof, continuación 34 años después de la obra maestra del comic obra de Alan Moore y Dave Gibbons. Y dentro que he encontrado numerosos elementos interesantes, aún no tengo claro si me ha convencido. Espero que escribir esta crítica me aclare las ideas.

Ambientada en un universo alternativo en el que los vigilantes enmascarados son tratados como criminales, Watchmen emplea la nostalgia del cómic original creado por Alan Moore y Dave Gibbons mientras intenta crear un contenido completamente nuevo. (Filmaffinity)

Damon Lindelof (Perdidos, The Leftovers) es el creador de esta serie que plantea, desde el amor por el comic original de Moore y Gibbons, plantear una nueva historia contemporánea que se centre en los temas de actualidad en los Estados Unidos igual que el comic usaba los miedos de la guerra fría en los años 80 como lienzo donde construir su historia.

La serie contó con 9 episodios, una elección poco habitual dentro del catálogo de HBO, y se estrenó con gran éxito de crítica y audiencia a finales de octubre de 2019. Lindelof escribe los guiones de todos los capítulos en colaboración con Nick Cuse, Lila Byock, Christal Henry, Cord Jefferson, Carly Wray, Feff Jensen, Stacy Osei-Kuffour y Claire Kiechel. Estos episodios han sido dirigidos por Steph Green, Nicole Kassell, Andrij Parekh, David Semel, Stephen Williams y Frederick E.O. Toye.

Los siempre estupendos Trent Reznor y Atticus Ross realizaron la banda sonora de la serie, que tuvo a Chris Seager, Xavier Pérez Grobet, Gregory Middleton y Andrij Parekh en labores de directores de fotografía.

La serie está protagonizada por Regina King como Angela Abar / Sister Night, una detective de la policía de Tulsa (Oklahoma) que usa un disfraz similar al hábito de una monja y que lleva una doble vida, ya que debido al complejo mundo de 2019 sus hijos no saben que ella es policía. Don Johnson es Judd Crawford, el jefe de la policía de Tulsa y amigo de Angela. Yahya Abdul-Mateen II es Calvin, el marido de Angela que la apoya en su doble vida y cuida de los niños mientras ella está de servicio.

El veterano Louis Gossett Jr. interpreta a Will Reeves, un anciano que consiguió sobrevivir a los disturbios raciales de Tulsa de 1921 y cuya relación con Angela es uno de los misterios de la serie. Tim Blake Nelson es Wade Tillman / Espejo, un detective de la policía de Tulsa que usa una máscara reflectante y que viendo las reacciones de los sospechosos sabe si mienten o dicen la verdad.

Junto a ellos, Jean Smart interpreta a Laurie Blake, la antigua Silk Spectre, que 34 años después es una agente del FBI que se dedica a detener a vigilantes enmascarados. Por último, la guinda del pastel de esta serie la ofrece el siempre perfecto Jeremy Irons como un misterioso señor aristocrático que vive en una mansión en el campo que cuenta con dos únicos sirvientes.

Entrando a valorar Watchmen y empezando por los elementos positivos, lo primero que me viene a la cabeza es que se nota que Damon Lindelof es un gran fan del comic de Alan Moore y Dave Gibbons. Empezando porque esta serie es continuación directa del comic y no de la versión cinematográfica de Zack Snyder de 2009 que cambió algunos elementos del comic y en general equivocó el tono al convertir la violencia de la película en algo molón. Centrarse únicamente en el comic ya es en si mismo un gran punto a favor de esta serie.

De hecho, había que tener muchas narices para atreverse ha escribir esta serie sabiendo la problemática que rodea el comic, al prometer DC Comics en 1985 a Alan Moore y Dave Gibbons que les cedería la propiedad de la obra cuando el comic dejara de publicarse… algo que 35 años después aún no ha sucedido. Lindelof sabía que una secuela televisiva de Watchmen sería polémica, por lo que poniendo la venda antes que la herida publicó en 2018 una carta abierta explicando que es precisamente su amor por el comic lo que propulsaba a hacer una continuación, que sería algo completamente nuevo. He leído artículos explicando que la importancia y relevancia de una obra artística se refleja cuando otros autores sienten la necesidad de inspirarse en esa obra previa para crear sus propios trabajos. En ese caso, la importancia e influencia de Watchmen (el comic) está fuera de toda duda.

El respeto expresado por Lindelof por el comic hace que a pesar del tiempo transcurrido, algunos personajes se sienten inicialmente correctos cuando los vemos por primera vez en esta adaptación televisiva y a medida que vamos conociendo más de ellos.

Además, el hecho que Lindelof haya contado su historia en estos 9 episodios y no planee hacer nuevas temporadas, al menos de momento, y que HBO lo haya aceptado es también otro hecho muy positivo en estos momentos en el que el mundo televisivo está cayendo en la sobreexplotación de contenidos, alargando series que hubiera sido mejor que quedaran como historias más cortas. Se agradece que Lindelof haya contado su historia y marche a nuevos pastos.

También me parece interesante la reflexión que hace Lindelof sobre cómo sería el mundo de Watchmen 30 años después, incorporando sus propios intereses y queriendo poner el foco sobre la realidad del racismo aún existente en los Estados Unidos. De esta manera, la serie está marcada por un suceso que sucedió realmente en la vida real, el ataque racista que en 1921 masacró a la comunidad negra de Tulsa (Oklahoma). Un hecho terrible sobre el que no conocía nada previamente que me ha dejado en shock. Al menos en ese aspecto, la serie cumple una función social y educativa indudable, presentando esta horrible matanza racista al público actual. Como efecto dramático, arrancar la serie con esta masacre es un elemento de gran potencia, aunque también debo comentar que esta escena inicial, sumado a un tiroteo que veremos más adelante en el episodio piloto dan una sensación de que estamos ante una serie de acción que no se corresponde con lo que en realidad vamos a ver.

Además del ataque racista de 1921, el otro hecho importante para la trama principal de este Watchmen es el conocido como la “Noche Blanca” en la Nochebuena de 2016, en el que el grupo racista Séptimo de Kaballería atacó en sus casas a más de 40 policías de Tulsa a los que habían identificado previamente. Sólo sobrevivieron al ataque el Jefe de Policía Judd Crawford (Don Johnson) y la propia Angela, resultando ambos heridos. Para proteger a la policía se aprobaron leyes que autorizaban a que los agentes de policía no revelaran su identidad mientras están an acto de servicio luciendo máscaras, lo que de hecho les convierten en cierta manera en “Vigilantes”. La aparición en 2019 de miembros de este grupo supremacista utilizando máscaras de Rorschach crea la interesante dicotomía de tener dos bandos enfrentados ambos utilizando máscaras para ocultar su identidad, lo que nos transmite el feeling del comic con superhéroes y supervillanos enfrentados. Estos son los puntos de partida de la serie, que serán desarrollados durante los nueve episodios.

El visionado de cada episodio genera una buena experiencia televisiva, ofreciendo partes un puzzle que a priori resultan interesantes y dejándote con ganas de más, algo fundamental en cualquier obra periódica de entretenimiento. A pesar de su ritmo lento, los saltos narrativos entre personajes hacen que cada episodio pasen en un suspiro, demostrando que Lindelof controla perfectamente la narrativa televisiva serializada.

El mejor episodio de toda la serie para mi es el sexto, “This Extraordinary Being” en el que conocemos la historia del joven Will Reeves, que tras sobrevivir al ataque racista en Tulsa se ha convertido en un joven oficial de la Policía de Nueva York en 1938. Su historia conecta y ofrece un giro inesperado e interesante de uno de los personajes secundarios del comic “Justicia Encapuchada”, el primer vigilante enmascarado que surgió en este mundo y que inspiró a todos los que posteriormente formarían los Minutemen. El tema del racismo ocupa toda la historia resaltando que una cultura creada sobre el racismo y la injusticia hace que un blanco enmascarado sea un héroe, mientras que un afroamericano enmascarado es visto como un monstruo y una amenaza.

Otro hecho que quiero resaltar como muy positivo de Watchmen es todo su elemento técnico. Todo su diseño de producción, vestuario, efectos especiales, etc… lucen de maravilla, y se nota que para la HBO Watchmen era su gran apuesta para el segundo semestre de 2019 tras terminar Juego de Tronos. No conozco el presupuesto exacto de la serie, pero sin duda cada fotograma transmite que no ha sido barata y que Lindelof ha contado con todo lo necesario para contar su historia de la mejor forma posible.

Y aquí termina lo bueno. En todo caso creo que Watchmen ofrece un más que correcto entretenimiento que puede gustar a un público variado que no necesariamente haya leído el comic, y el mensaje anti-racismo creo que está perfectamente transmitido de principio a fin. Dicho esto, hay un montón de elementos de la serie que analizados globalmente tras terminar de verla no me han convencido nada de nada y que me hacen preguntarme si me ha merecido la pena “gastar” ocho horas visto el decepcionante climax final.

Para hablar de estos elementos tengo que entrar a hablar CON SPOILERS. Entiendo que al ser una serie cuya emisión terminó en diciembre esto no supone ningún problema, pero prefiero avisaros para evitar malos entendidos. ¡Continuad leyendo bajo vuestra responsabilidad!!

Comentaba antes el problema que Alan Moore tiene con DC Comics debido a Watchmen. Al engaño provocado por el éxito sin precedentes de este comic que 35 años más tarde sigue imprimiéndose y vendiéndose sin parar, se ha sumado que Moore ha sufrido otras muchas decepciones ante las adaptaciones cinematográficas de otras historias suyas, hasta el punto que exige no ser acreditado y no ha querido cobrar los royalties, cediendo a Dave Gibbons (o eso es lo que se ha dicho) los ingresos generados por la película de Snyder. Alan Moore creó Watchmen como una historia cerrada y jamás planteó ni quiso su continuación, ya que lo que quería contar ya está reflejado en dichas páginas. Cuando DC Comics publicó “Before Watchmen” en 2012, unas series ambientadas en el mundo de Watchmen que servían de precuela contando la historia de varios personajes, ya se generó una gran polémica sobre si era ético que una editorial creara productos derivados de una obra a pesar de la manifiesta oposición de su autor, que en este caso no es su propietario. El gran éxito comercial de estos comics dieron la respuesta, y era únicamente económica. DC quiere ganar dinero y si puede hacerlo con Watchmen, iba a hacerlo. La ética quedó aparcada para otro momento.

Explico todo esto porque si DC sigue explotando la marca Watchmen, ¿por qué criticar a Lindelof por usar estos conceptos para hacer lo que quiera con ellos si Warner y la HBO están encantados de que lo haga? Legalmente no puede haber ningún reproche al respecto, pero como autor y creador que es Lindelof se me hace raro que pisotee los deseos de Alan Moore, de la misma manera que estoy seguro que a él no le gustaría que le hicieran algo similar con una obra propia.

Esta duda filosófica es lo que ha provocado que no quisiera ver esta serie de igual manera que nunca llegué a comprar los comics de “Before Watchmen”, aunque un amigo me los dejó y los leí años después, encontrando una aceptable calidad media pero una sensación global de intrascendencia que no aportaban nada realmente interesante al canon del comic original.

Dicho esto, reconozco que una vez pagada la suscripción de HBO y debido a estos días de confinamiento me decidí a darle una oportunidad a la serie. Y si realmente me hubiera parecido buena, nada de este largo razonamiento tendría sentido. Lamentablemente, la historia me ha parecido uno de los blufs más decepcionantes en mucho tiempo, lo que hace que recuerde por qué hacer esta serie igual no fue buena idea en primer lugar.

Aunque también tengo claro que el comic sigue en mi estantería y sigue siendo perfecto, independientemente de lo que me parezca esta serie de televisión, o los comics de “Before Watchmen” hace unos años.

En primer lugar, visto lo visto en estos nueve episodios, si Lindelof quería contar una historia que denunciara el racismo existente en la sociedad americana, y como sigue presente en todos los estamentos de la vida pública, incluidos los políticos y la policía, no necesitaba a WATCHMEN para nada. No dudo que esta crítica del racismo sea necesaria hoy en día, pero incluso este elemento que es para mi lo más destacado está construido en la serie completamente a brocha gorda, sin la sutileza y complejidad que se le supone a un autor “serio” como Lindelof.

Simplificándolo mucho, Moore y Gibbons planteaban en el Watchmen original una dura disección de la figura del superhéroe, creando no a héroes idealizados altruistas sino a unos seres rotos con traumas y demonios internos que resultaban dolorosamente humanos. Además, planteaban con inteligencia las repercusiones que la existencia de un ser superpoderoso como Doctor Manhattan tendría en el mundo real, planteando situaciones lógicas e interesantes como que los Estados Unidos habrían ganado la guerra de Vietnam provocando el aumento de la tensión armamentística entre EE.UU. Y Rusia.

Sin embargo, la historia de Lindelof carece de esta complejidad. De cualquier complejidad, diría. El uso de máscaras por parte de la policía y del grupo racista queda relegado completamente a un elemento estético que no aporta nada, desaprovechando el potencial del comentario sobre el uso de máscaras para hacer el bien o el mal.

Los agentes de policía normales llevan máscaras amarillas que nos sugieren el mítico “smiley” ensangrentado del comic, mientras que los detectives pueden personalizar sus máscaras convirtiéndose en un elemento freaky sin importancia. Angela lleva un traje de monja por motivos nunca aclarados pero que estéticamente le queda genial, mientras que un agente de aparente origen ruso (por su acento) lleva una máscara roja y se llama “Red”. Ese es el nivel de complejidad. Sólo el personaje interpretado por Tim Blake Nelson (Espejo), justifica su máscara reflectante al estar fabricado del material que supuestamente protege ante ataques psíquicos como el que sufrió Nueva York en 1985 que causó millones de muertos. Aunque luego junto a él encontramos a un policía con una enorme cabeza de Oso Panda como máscara que ofrece momentos un poco de vergüenza ajena. Elementos que, de nuevo, al notarse desde el comienzo como accesorios no tienen una importancia determinante para hacer que la serie me guste o no.

Por el otro lado, no tengo problema que los racistas del Séptimo de Kaballería usen una máscara de Rorschach, y de hecho, este personaje para Moore ejemplificaba el elemento fascista subyacente en el género de superhéroes, siendo para él unas personas que se creen por encima de la ley y de las normas que hemos creado en sociedad. Veo lógico que un grupo antisistema lo utilice como inspiración, a pesar que no tengan nada en común más allá del desafío de las leyes que consideran injustas.

Y hablando de Rorschach, entiendo que Lindelof pase de puntillas por el maravilloso final del comic en el que el diario de Rorschach era encontrado por un periodista del diario sensacionalista New Frontiersman, invitando a la especulación que el perfecto plan de Ozymandias podían derrumbarse cuando se supiera la verdad, y reforzando la idea expresada por Doctor Manhattan de que nada termina y no existen los finales perfectos.

Sin embargo, el comic ofrecía una gota final de optimismo ya que el mundo iba a sobrevivir y en apariencia el trabajo en equipo de Rusia y los EE.UU. podía llevar a la humanidad a una edad de oro de paz y prosperidad. Si el diario de Rorschach no salía a la luz, claro, y a pesar de haberse construido este paraíso a partir de una mentira y el asesinato de 3 millones de personas. Sin embargo, el mensaje de Lindelof sobre que el racismo ha existido siempre y lo sigue haciendo en el presente echa por tierra este final, y una vez descubrimos su alternativa en esta serie de televisión, no es mejor que lo que ya teniamos. De hecho, son la noche y el día en comparación.

Comentaba al comienzo que hay un misterio y que el visionado de los diferentes capítulos conseguía interesar mientras ofrecía una nueva parte del puzzle. Lamentablemente, cuando vemos la imagen completa es un suflé que se desinfla a poco que piensas en lo que nos acaban de mostrar. Empezando por el ridículo arco de Ozymandias, convertido en un snob sin profundidad con una historia que hace que nuestra suspensión de credulidad salte por los aires.

De nuevo, el comic ofrecía en su “milagro termodinámico” una historia maravillosa que formalmente hacía que todo encajara y que mostraba al personaje del Doctor Manhattan mientras que adquiría un conocimiento que explicaba su crecimiento vital, consiguiendo emocionar al lector. Sin embargo, Lindelof utiliza al Doctor Manhattan en su historia como un literal “deux-ex-machina” que justifica todo lo que sucede sin aportarle un crecimiento personal interesante. En este sentido, el octavo episodio “A God Walks into a bar” que ofrece su parte de la historia y su conexión con el resto de personajes, me parece un artificio vacío, como a veces me pasa con las historias de Nolan, un engranaje aparentemente perfecto desprovistos de vida y de calor humano.

Para acabar de empeorar las cosas, el plan de la que acaba siendo una de las villanas de la serie junto al racista líber del Séptimo de Kaballería, Lady Trieu, es otra ridiculez importante que ofrece un climax lamentable que es de largo lo peor de la serie. De hecho, dado que Trieu es de hecho más inteligente que Veidt, aún no tengo claro por qué es mala más allá de que toda historia de este tipo tiene que tener uno, y me hubiera resultado interesante comprobar qué hubiera hecho una mujer asiática con los poderes de Manhattan.

Porque si, a pesar de estar todo revestido de una impostada seriedad, al final el Watchmen de Damon Lindelof gira alrededor del plan de dos villanos que quieren robarle sus poderes al Doctor Manhattan para llevar a cabo cada uno sus planes particulares. Para flipar.

Angela Abar, interpretada por Regina King, es el corazón de la serie. Su vida y la de Will Reeves (Louis Gossett Jr.), son fundamentales en la serie para explicar el racismo de antes, pero también el que ha sobrevivido hasta nuestros días. Ella es uno de los pocos elementos salvables de la serie. Junto a ella, el personaje de Laurie Blake, la antigua Silk Spectre que ahora es una agente del FBI, también ofrece momentos super interesantes durante la serie y me parece un personaje complejo como el de Angela. Sin embargo, ambas están lamentablemente ausentes en el climax del último episodios, convirtiéndose en indefensas espectadoras de lo que pasa a su alrededor. Una pena y narrativamente un bajón.

Como comentaba más arríba, creo que Watchmen ofrece un más que correcto entretenimiento que puede gustar a un público variado que no necesariamente haya leído el comic. Sin embargo, a pesar del respeto que Lindelof dice tener hacia la obra de Moore y Gibbons, esta serie es una decepción muy grande que no consigue transmitir ninguno de los elementos que convirtieron a Watchmen en una obra maestra del comic, hasta el punto de hacer que dude de la conveniencia de haber realizado esta serie de televisión. Por contra, los buenos datos de audiencia indicarían que este Watchmen ha sido un éxito para la HBO, así que no sería descartable que la cadena amplíe su opuesta por las adaptaciones de comics, sobre todo teniendo en cuenta el próximo estreno de su HBO Max.

Comparto el trailer de esta serie:

https://www.youtube.com/watch?v=ZgtBSzt0EPE

Intelectualmente, entiendo que este Watchmen televisivo tiene elementos interesantes, pero emocionalmente se me queda muy muy lejos de ser una buena continuación del comic. E incluso vista de forma aislada sin tener en cuenta el comic, hay demasiadas cosas del guión de Lindelof con las que no he podido conectar.

PUNTUACIÓN: 5/10

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¡Saludos a todos!

Crítica de JLA: El Clavo, de Alan Davis

Hoy quiero destacar a uno de los mejores creadores del mundo del comic de superhéroes, el dibujante y guionista británico Alan Davis, y una de sus obras más recordadas, el Elseworlds JLA: El Clavo, publicado en 1998.

PUNTUACIÓN: 8/10

En una fascinante historia ambientada en una realidad alternativa en el que un pequeño accidente acaba provocando catastróficas repercusiones, el escritor y artista Alan Davis crea un mundo que nunca conoció a un Superman, y una Liga de la Justicia que está a punto de enfrentarse a su mayor desafío, que pondrá a prueba todo en lo que creen. Todo por algo tan simple como un clavo.

Por falta de un clavo se perdió la herradura,

por falta de una herradura se perdió el caballo,

por falta de un caballo se perdió al caballero,

por falta de un caballero se perdió la batalla,

por falta de una batalla, el reino se perdió.

Por tanto, un reino se perdió, todo por falta de un clavo.

A partir del proverbio tradicional «Por falta de un clavo», Alan Davis consigue sacar todo el partido del formato Elseworlds de DC Comics para crear una excelente historia destinada a recordarnos lo grandes que son los miembros de la Liga de la Justicia.

La línea Elseworlds de DC, al igual que la serie What If de Marvel Comics, saca a los superhéroes de su continuidad normal para presentarles en nuevos mundos, periodos temporales o situaciones que permiten a los escritores y artistas de estos cómics una extraordinaria libertad para crear historias que jamás hubieran podido realizarse en la continuidad tradicional.

Este formato nació a partir de Batman: Luz de Gas de Brian Augustin y Mike Mignola, que en 1989 situaba a Batman en la Inglaterra victoriana y le enfrentaba a Jack el Destripador. El éxito de este comic, y las posibilidades que daba a los autores de crear nuevas historias popularizó el formato en los años 90 y primeros años 2000, siendo Batman: Holy Terror de Alan Brennert y Norm Breyfogle el primer comic con el logo “Elseworlds” en su portada.

Aunque comparativamente una gran cantidad de estos especiales tuvieron a Batman como protagonista, bajo el abrigo del sello Elseworlds se han publicado algunos comics maravillosos super recordados como The Golden Age (James Robinson y Paul Smith, 1993), Superman & Batman: Generations (John Byrne, 1998), Superman: Red Son (Mark Millar, Dave Johnson, Killian Plunkett y otros autores, 2003). Incluso el monumental y super incónico Kingdom Come (Mark Waid, Alex Ross, 1996) es un Elseworlds.

Por desgracia, a partir de 2003 DC comic disminuyó hasta practicamente abandonar este concepto de “Otros Mundos”, aunque en la actualidad DC está publicando una gran cantidad de obras dentro de su sello “Black Label” en las que dan libertad a los autores para crear la historia que quieran sin las limitaciones de la continuidad que de hecho son Elseworlds de libro. Entre estas obras, encontramos recientemente la hasta ahora excelente Wonder Woman: Dead Earth de Daniel Warren Johnson.

Alan Davis es uno de los grandes dibujantes del medio. Nacido en 1956, empezó a trabajar en editoriales inglesas y coincidió con Alan Moore en Captain Britain para el subsello Marvek UK. Junto a Moore también dibujó algunos números de Marvelman para la editorial Warrior, antes de saltar a DC en 1985 para dibujar algunos comics super recordados como Batman y los Outsiders, sustituyendo al icónico Jim Aparo que había dibujado la serie desde su creación, saltando en 1986 a dibujar una de las series estrella de DC, Detective Comics, en ambos casos colaborando con el escritor Mike W. Barr.

Tras unos problemas con los editores de DC, entró a trabajar en Marvel por la puerta grande, colaborando con Chris Claremont en la franquicia mutante. Tras unos anuales de New Mutantes y algunos números de Uncanny X-Men. En 1987 creó junto a Claremont Excalibur, una de sus series más recordadas, aprovechando el interés de ambos de crear un comic ambientado en Inglaterra y los conocimientos de ambos, dado que Claremont también escribió al Capitán Britania. En las páginas de Excalibur, los “fan-favourite” Kitty Pryde, Rondador Nocturno y Rachel Summers se unían a Brian Braddock (Capitán Britania) y a su novia multiforme Meggan para vivir aventuras por el multiverso, en un comic planteado con un importante toque de humor. En esta serie, Davis empezó a colaborar con Mark Farmer, que ha sido su principal entintador durante los años siguientes.

En 1994, Davis creó para Marvel su primera serie con personajes de nueva creación: ClanDestine, una familia de inmortales superpoderosos residentes en Reino Unido. Lamentablemente, debido al crach de los 90, la serie fue cancelada tras su número 12, auqnue Davis ya había abandonado la serie en su número 8. Dos años más tarde David escribió y dibujó el crossover X-Men and the ClanDestine, y años más tarde, ya en 2008, Davis volvió a estos personajes con una segunda miniserie.

Como dibujante, Davis conecta con los dibujantes de la vieja escuela como George Pérez o Jose Luis García López, dibujantes de línea clara que son ante todo excelentes narradores de historias pero que saben dotar a sus personajes de una personalidad diferenciada. Sus páginas son siempre perfectas y siempre sabemos lo que está pasando porque lo principal es la historia, creando además unas coreografías chulísimas en las que todo fluye de forma maravillosa. Sus personajes son maravillosos siempre, En Excalibur, un Brian Braddock grande como una casa contrastaba con el delgado y atlético Rondador Nocturno, mientras que las mujeres de Davis son siempre mostradas en la cumbre de su belleza, con unas grandes sonrisas que transmitían una personalidad y un optimismo poco habitual en el “grim-n-gritty” de finales de los años 80. Tener a Davis como dibujante de cualquier comic es siempre un seguro de vida y garantía de que docho comic va a lucir espectacular.

Como guionista, Davis destaca por su falta de pretensiones artísticas. Ha creado algunos comics excelentes durante todos estos años, pero nunca ha pretendido otra cosa que entretener gracias a una buena historia de aventuras con buenos personajes. Nada más y nada menos. Sin embargo, creo que como guionista Davis siempre ha cumplido con nota los encargos que ha tenido. De hecho, quizá por este sentido “old-school”, al igual que hizo John Byrne durante varios años, Davis aprovechó su etapa como autor completo en X-Men en los años 90 para arreglar problemas de continuidad creados por autores previos, demostrando un gran conocimiento de los personajes y lo que necesitaban para que volvieran a brillar.

Por estos motivos, y quizá por no haber tenido más allá de Excalibur ninguna etapa larga en ninguna serie, aunque todos los lectores veteranos tenemos a Davis en un altar, en los listados de grandes autores mainstream, muchas veces el nombre de Davis queda en segundo lado. Es por este motivo, además de la propia calidad de este JLA: El Clavo, lo que me ha provocado el querer escribir esta reseña.

Entrando en materia, aprovechando el clásico proverbio «Por falta de un clavo», Davis idea su historia a partir de un concepto de gran simplicidad: Por culpa de una rueda pinchada por un clavo, los Kent nunca llegan a salir de su granja el día que Kal-El cayó a la Tierra procedente de Krypton. Sin la guía de los Kent y con la incertidumbre de donde está, Davis crea un mundo en el que la Liga de la Justicia se fundó sin Superman. Un mundo que, sin la guía moral de Superman, se conviere en un lugar cada vez más oscuro y peligroso en el que los héroes enmascarados se enfrentan a una sociedad que les empieza a ver como una amenaza y no como sus protectores.

JLA: EL clavo fue una miniserie prestigio de tres números que contó con Mark Farmer como entintador y Patricia Mulvihill en el color. A pesar del tono oscuro de muchas situaciones que vivirán los héroes en estas páginas, la narrativa de Davis es siempre perfecta y el color de Mulvihill parece indicar que este mundo siempre es una versión idealizada de nuestro mundo, con unas grandes explosiones de color.

Sin Superman, la Liga de la Justicia de América está formada por Batman, Wonder Woman, Green Lantern, Flash, Hawkwoman, Atom, Aquaman y el Detective Marciano, Y aunque esta es sin duda una historia de la Liga, por estas páginas pasarán prácticamente todos los héroes de DC Comics: los green Lantern Corps, los Metal Men, la Doom Patrol, los Outsiders, Robin o Catwoman, así como villanos como Joker, Amazo, Ra´s Al Ghul o Lex Luthor. Estamos sin duda ante un “quién es quién” del Universo DC, y a pesar de la gran cantidad de personajes y situaciones, incluso un lector no habitual de DC puede disfrutar completamente de la historia.

En el apartado artístico, comentaba antes que Alan Davis ha sido toda su vida un seguro de vida y en este comic es una gozada de principio a fin. De hecho, diría que se nota las ganas de Davis de dibujar a cuantos más personajes mejor pero presentándoles de forma orgánica para que aporten a la historia y no sean un pin-up vacío. Y hablando de pin-up, otro elemento super chulo de esta miniserie es que adorna cada número con unas increíbles splash-pages para cada uno de los miembros de la Liga de la Justicia, mostrándoles en momentos super icónicos.

Si tengo que comentar algo menos buenos, agradezco que Davis opte por plantear una historia original con un villano de nueva creación. De hecho, durante muchos momentos juega con nuestras expectativas para plantear la identidad del villano en la sombra. Lo malo es que aunque todo está contado de forma lógica, al final me quedó la sensación de que este villano no llega a ser lo potente que hubiera podido ser si hubiera utilizado a algún villano de toda la vida.

Además, aunque narrativamente todo encaja a la perfección, pasan tantas cosas y hay tantos personajes icónicos, también me quedé con la sensación que este El Clavo hubiera podido ser aún mejor si en lugar de tres números hubiera tenido un cuarto, de forma que la amenaza del villano en la sombra hubiera podido tener una mayor entidad y sensación de peligro. Dicho esto, esto son mis expectativas particulares y mis ganas de más, en ningún caso creo que el comic esté mal escrito, sino más bien todo lo contrario.

JLA: El Clavo fue un gran éxito de ventas, lo que “obligó” a DC a firmar con Davis una secuela “JLA: Otro clavo”, que fue publicado en 2004, y cuya reseña dejaré para dentro de unas semanas.

A pesar de ser un Elseworlds, JLA: El Clavo condensa toda la iconidad y personalidad de los personajes de DC Comics, y es un excelente comic que recomendar a un lector que busque una historia completa de la Liga de la Justicia.

PUNTUACIÓN: 8/10

 

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