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El problema de Netflix con las adaptaciones de comics

A pesar de lo incorrecto de la afirmación, el mundo del comic y en concreto el comic de superhéroes siempre ha sido considerado de alguna manera el “hermano pequeño” del cine y la televisión.  Y es incorrecto porque antes incluso que Stan Lee, Jack Kirby, Steve Ditko y otros autores dieran inicio a la Marvel Age of Comics en 1961, los comics de superhéroes ofrecían en las páginas impresas un nivel de espectáculo, épica, ambientaciones fantásticas y acción más grande que la vida imposible de recrear en imagen real, ofreciendo un tipo de entretenimiento que el resto de medios no podía igualar.

Esto fue así durante más de 40 años, hasta que el director Sam Raimi nos mostró en 2002 a un Spiderman en imagen real que miraba de tú a tú a su versión comiquera.  El avance exponencial de la calidad de los efectos especiales no se ha detenido y la ventaja en espectacularidad de los comics respecto al cine se ha ido acortando con cada film. En 2019 se estrena Avengers Endgame y pocos podrán discutir que su batalla final es mucho más espectacular que la mayoría de las peleas que podemos encontrar en los comics. Pero para conseguir este nivel de espectáculo visual, es necesaria la inversión de enormes sumas de dinero, algo que no está al alcance de todas las producciones.

El avance de los efectos especiales desde los años 90 y sobre todo en el siglo XXI ya permiten crear cualquier cosa que un director pueda imaginar. Los comic con temática fantástica y superheroica se han convertido de esta manera en un filón de historias en las que los grandes estudios de cine invierten grandes presupuestos que suelen ser recompensados con buenos resultados de taquilla y rentabilidad.

En los últimos años los superhéroes también han saltado a la pequeña pantalla y cada vez hay más series de este género en la televisión. Las primeras series de este tipo también solían ser éxitos, a pesar de tener presupuestos menores, ya que la curiosidad que generaba el poder ver a tus personajes favoritos en imagen real suplía la falta de efectos especiales y medios. Pero cada vez hay más series superheroicas y cada vez más series fracasan en su búsqueda de audiencia debido a la saturación de contenidos que ofrecen todos los canales.

Y esto es lo que le ha pasado a Jupiter´s Legacy, la serie de Netflix que adapta los comics de Mark Millar y Frank Quitely. Como ha quedado demostrado, Netflix no es infalible y la serie ha sido cancelada tras la emisión de su primera temporada. En mi opinión este es el último ejemplo de una forma de hacer televisión que busca aprovecharse de la popularidad de las obras originales del mundo del comic, pero olvidándose en muchos casos de los motivos por los que esos comics son queridos y populares en primer lugar. Y no es un caso único. En los meses previos los lectores de comics sufrimos numerosas decepciones con las adaptaciones a imagen real de comics muy queridos como The Umbrella Academy (comic creado por Gerard Way y Gabriel Bá) o Locke and Key (de Joe Hill y Gabriel Rodríguez), entre otros muchos.

El primer y más obvio motivo de queja es que el comic es ante todo un medio visual en el que el lector disfruta de la acción espectacular que viven los personajes. Partimos que trasladar las aventuras y peleas de seres super poderosos a imagen real resulta muy caro, en caso de que quiera hacerse bien. Y excepto casos muy puntuales como el final de Juego de Tronos, The Mandalorian o las series de Marvel Studios estrenadas en Disney+, las cadenas de televisión no tienen a su disposición150-200 millones de dólares para producir una serie de televisión. De forma que lo que en los comics es un despliegue de imaginación y acción más grande que la vida, en las adaptaciones a la pequeña pantalla quedan convertidos en sitcoms con cabezas parlantes que ocupan el 90% del metraje del episodio, repletos de diálogos redundantes que repiten situaciones que funcionarían mejor con una imagen potente.

Esa limitación presupuestaria acaba convirtiendo las historias superheroicas en dramas en los que los personajes verbalizan sus sentimientos y la trama avanza a partir de dichos diálogos, no de la acción que se supone deberían mostrarnos. Casi parece que Netflix sabe que los espectadores durante los fines de semana tenemos la televisión puesta mientras limpiamos, cocinamos o hacemos labores de la casa, por lo que la sensación que están creando “series para escuchar” aumenta con cada nuevo visionado decepcionante.

La prueba del algodón para separar las buenas series de televisión del fast-food es muy sencilla: ¿Cuánto tiempo pasan estas series en las mismas tres localizaciones? ¿Cuánto metraje se destina a conversaciones rodadas en plano-contraplano genéricos? Cuando ves The Mandalorian o Wandavision, es imposible despegar los ojos de la pantalla porque las imágenes son las que cuentan la historia y consiguen que a los espectadores nos interese lo que está sucediendo. Con Jupiter´s Legacy, puedes tender la ropa o poner el lavaplatos y no te pierdes nada esencial porque los personajes verbalizan las situaciones y convierten lo que debería ser especial en mundano y sin chispa.

Esto por supuesto es todo lo contrario de lo que debería ser, y acaba generándose una sensación pobre, de un producto que no está a la altura del original. Si hay una constante que debería ser obligatoria es la aventura y el espectáculo. Y lamentablemente, cada vez es más habitual ver una serie con capítulos de 50 minutos en los que la falta de presupuesto hace que sólo muestren una única escena de acción y efectos especiales por episodio.

Existe otro problema añadido que es el de las escenas de acción. Te gustarán más o menos, pero son algo consustancial al género y no rodarlas bien transmite un feeling mediocre. Puestos a tener que mostrar acción espectacular, querer rodarla bien debería ser lo más importante para los productores y creativos, y sin embargo habitualmente se nota que se plantea como un trámite que hay que despachar de la forma más mecánica, impersonal y barata posible, copiando la película de moda en ese momento. Por ejemplo, John Wick.

Otro de los elementos fundamentales que explica las diferencias entre las series de televisión y los comics es la capacidad de síntesis. En las 20 páginas mensuales del comic los autores tienen que condensar las escenas más potentes y los mejores diálogos que ayuden a contar la historia, con la obligación añadida de dejar a los lectores con ganas de volver a comprar el comic el mes siguiente gracias a unos cliffhangers que son otro elemento consustancial del medio. Sin embargo, cuando ves que un comic de 6 números que se lee en 30 minutos se intenta convertir en una serie de televisión de 8-10 episodios  y al menos 45/50 minutos de duración, ya puedes intuir que la cosa no puede acabar bien.

El virus «Lost» es otro problema que aqueja a una parte de la narrativa televisiva de género. Debido a la influencia de la histórica serie creada por Damon Lindeloff, las series dividen en dos sus historias, una mitad en el presente de los personajes y la otra en un pasado que explica su origen y los posibles problemas emocionales que sufren, y que debería servir para dar pistas del misterio al que se enfrentan. Realmente esta técnica narrativa es correctísima si se utiliza bien, pero lamentablemente en los casos a los que me refiero su mala utilización hace que las historias queden partidas en dos y ninguna de las dos contiene elementos interesantes que me apetezca saber cómo terminan.

Netflix cambió el paradigma televisivo con su concepto de “binge-watching” o estrenar sus series en su totalidad el día del estreno para permitir que los espectadores puedan verse la serie entera en modo maratón. Al principio, poder ver series como House of Cards o la primera temporada de Daredevil se convirtió en un vicio tremendamente adictivo. Pero lo que antes era un acontecimiento ha mutado a una saturación de contenidos en los que Netflix estrena cada semana varias series y películas simultáneamente que hace imposible estar al tanto de todo. Mucho menos verlo.

La sensación de “serie de la semana” y que a Netflix le da igual qué serie emite mientras sigamos conectados, genera una sensación “montonera” e intercambiable en la mayoría de sus estrenos recientes de fantasía y género superheroico. Con el añadido (a peor) que en Disney+, Prime Video o HBO el estreno semanal ayuda a que el boca a boca de los espectadores genere interés por su estreno, de forma que las audiencias en muchos casos crecen semana a semana a medida que se va emitiendo. Sin embargo, Netflix prácticamente sólo promociona una serie o película la semana de su estreno y, excepto pelotazos puntuales, pasan a segundo término casi inmediatamente ante la necesidad de promocionar el estreno de la semana siguiente, con lo que el posible impacto que pudiera tener se reduce, quedando oculto entre el propio catálogo. Jupiter´s Legacy se estrenó en Mayo y a los 15 días nadie se acordaba de ella. Loki terminó en Julio y aún seguimos analizando las consecuencias de lo que ha sucedido en esa serie y sus repercusiones en el MCU.

Y esto no quiere decir que Netflix no tenga series muy disfrutables, El Método Kominsky o Gambito de Dama por ejemplo me han encantado. Pero en lo referido a adaptaciones en imagen real de historias nacidas en el mundo del comic, la cadena de streaming está mostrando una preocupante falta de calidad y personalidad.

La personalidad, o la falta de ella, es otro problema recurrente en estas adaptaciones de Netflix. Los comics reflejan ante todo la personalidad de sus autores, y no se entiende Locke & Key sin la imaginación oscura de su dibujante Gabriel Rodríguez o Jupiter´s Legacy sin el poderío visual de Frank Quitely y los golpes de efecto de Mark Millar. Sin embargo, cuando se estrenaron las series de televisión, buscando un producto que pueda gustar a un público mayoritario de todas las edades eliminaron precisamente todo lo que hacía especial el comic, consiguiendo unos personajes planos y un aspecto visual mediocre, que casi podría intercambiarse con el de otras series de la cadena.

Quizá lo primero que habría que pedir a Netflix es que si realmente quieren seguir produciendo series basadas en comics de superhéroes o de temática fantástica, que inviertan en ellas para que luzcan de la mejor manera posible. Pero no es sólo cuestión de dinero, también influye la calidad de los profesionales contratados y si realmente son fans del género y conocen qué es lo que hace que la historia sea especial, o estamos ante alguien con un contrato “alimenticio” al que le da igual hacer esto mientras le paguen y probablemente estuviera más a gusto en otro tipo de historias.

También es importante recordar que el aspecto visual por supuesto es importante, pero lo es incluso más crear historias potentes que resalten los valores que poseen los personajes. Superman o el Capitán América no han sobrevivido 80 años desde su creación por lo llamativo de sus uniformes o sus poderes, sino por el carisma y la personalidad que han transmitido a varias generaciones de lectores que queremos seguir leyendo sus aventuras, porque nos interesan Clark Kent y Steve Rogers.

Lamentablemente, mientras la política de Netflix siga siendo la de inundar la parrilla de novedades en lugar de cuidar cada uno de sus estrenos, no veo un final feliz a la vista. Si mantienen esta tendencia y no saben crear personajes interesantes que se enfrenten a amenazas originales con historias visualmente atractivas, tal vez sea mejor seguir disfrutando de los superhéroes en su medio natural, el comic.

**Escribí este texto el pasado mes de junio para la revista – fanzine El Colmo editada en Alcora (Castellón). Problemas de producción han provocado que la revista aún no haya sido publicada por lo que, debido el tiempo transcurrido, he decidido compartirlo en el blog para que llegue a más lectores y no se pierda. Espero que os guste.

Espero vuestros comentarios. Y si gustó este artículo, te invito a que lo compartas en redes sociales, y que te suscribas al blog para que te lleguen las notificaciones de las próximas publicaciones.

¡Saludos a todos!

¿Qué simboliza el Capitán América del MCU?

Si algo puede decirse del Capitán América del Marvel Cinematic Universe (MCU), desde que Steve Rogers despertó en 2012 tras pasar más de 60 años en el hielo, es que ha sido un héroe anti-establishment centrado en hacer lo correcto, no lo más conveniente para el poder.

En Capitán América: Soldado de Invierno (Hermanos Russo, 2014), Steve Rogers se enfrentó a SHIELD cuando descubrió que Hydra la había colonizado. Steve creyó que Shield estaba demasiado corrupta y tenía que caer, sin importar los problemas que ello generara, en contraste con un Nick Fury que inicialmente quería salvarla, aunque tuvo que rendirse ante las palabras de Steve.

En Capitán América: Civil War (Hermanos Russo, 2016), Steve se enfrentó a la ONU y a sus propios compañeros al creer que los Acuerdos de Sokovia iban en contra de la libertad individual. Lo fácil hubiera sido ceder, pero cuando uno sabe que tiene razón, se mantiene firme en sus convicciones. “No, muévete tú”, en palabras de Sharon Carter. Esa negativa a renunciar a sus valores, unido a intentar salvar a Bucky Barnes cuando había sido incriminado injustamente por Zemo y las autoridades habían puesto una diana a su cabeza, fueron lo que provocó que Steve, Sam Wilson y Bucky Barnes entre otros pasaran varios años en la clandestinidad convertidos en fugitivos, tras liberar Steve a sus amigos de La Balsa.

En Vengadores: Infinity War (Hermanos Russo, 2018), Steve le dice al Secretario de Defensa / General Ross “Yo no busco el perdón, y ahora ya paso de pedir permiso… Hemos venido a luchar, y si quiere interponerse, lucharemos contra usted.” Steve, el Capitán América en el MCU, jamás se ha aliado con el poder. Siempre que tuvo que elegir entre mantener el status-quo o hacer lo correcto, la balanza siempre cayó del lado de lo que moralmente había que hacer.

Como dijo el Doctor Erskine, lo importante no era ser un buen soldado, “sino ser un buen hombre”. Esa es la clave del Capitán América, no su fortaleza física. Y estoy hablando exclusivamente del MCU y lo que se ha visto en sus películas, no de los más de 60 años de historias de los comics. Por eso no puedo dejar de pensar en la serie Falcon y el Soldado de Invierno emitida hace unas semanas en Disney+ y en cómo su guionista en jefe Malcolm Spellman tergiversa la figura del Capitán América para intentar convertirlo en lo que no es para forzar su mensaje identitario.

El guionista demuestra que no conoce ni entiende al Capitán América, cuando hace que varios personajes malinterpreten su figura repetidamente en la serie sin réplica alguno de aquellos que sí le conocen. Y como digo, ni siquiera se le pedía a Spellman que leyera los comics, hubiera sido suficiente con haber visto las películas y entender la figura heroica que los anteriores directores y guionistas habían construido.

¿Qué simboliza el Capitán América? Que un buen hombre, no el más fuerte ni el más listo, sino alguien con el corazón en el sitio adecuado, puede marcar la diferencia. En este sentido, NUNCA se ha dicho que tenga que ser un hombre BLANCO, sino una BUENA persona. Sam Wilson encaja sin duda en esta definición. Soldado, veterano, trabajador social y hombre comprometido en ayudar siempre que puede, en la medida de sus posibilidades. Y si, también afroamericano.

Por eso, cada vez que un personaje verbaliza lo problemático que es que un afroamericano sea el Capitán América en este MCU, es un diálogo que no funciona porque ¡El Capitán América nunca fue el defensor del sistema que ellos dicen que es! La forma en que intentan colar elementos del mundo real y del Black Lives Matter en el MCU es terriblemente errónea.

Cuando en el tercer episodio Sharon Carter dice “sabes que ese rollo del héroe es una coña. La forma en que renunciaste a ese escudo, en el fondo es hipocresía. No os tragáis toda esa chorrada de las barras y estrellas…” La respuesta de Sam debería haber sido: “Pero ¿de qué estás hablando. Sharon? ¡Claro que Steve es un héroe! De hecho, tú estabas allí viéndole enfrentarse al gobierno de los USA en manos de Hydra. ¿Qué me estás contando? Que el gobierno se comporte bien o mal no tiene nada que ver con el Capitán América.”

En el cuarto episodio, Sarah, la hermana de Sam le dice a KarlyYo no le elegí (al Capitán América). A América no le preocupa mi mundo, ¿por qué iba a preocuparme por su mascota?” En este caso puede entenderse que está hablando de John Walker, nombrado por el gobierno. Pero al final es otro mensaje contra la figura del Capitán América, que se une a los ya expresados durante la serie por otros personajes. Y aunque Sarah no llegara a conocer a Steve Rogers, no puede no saber que Sam y él se convirtieron en fugitivos por oponerse al gobierno. Sarah sabe que el Capitán América NO es una mascota de los poderosos.

De hecho, recordando Capitán América: El Primer Vengador (Joe Johnson, 2011), incluso en su primera aventura en la 2ª Guerra Mundial vimos una primera muestra de rebeldía, cuando desafiando sus órdenes y a unos políticos que le querían usar únicamente con fines propagandísticos, Steve se escapó de su base para salvar al batallón de Bucky que había sido hecho prisionero. Ni siquiera entonces, cuando era un miembro de las fuerzas armadas americanas y se debía la jerarquía militar, Steve fue la mascota de nadie.

Pero claro, Spellman nos coloca su mensaje, reforzando la idea de que los afroamericanos no deben apoyar a un Capitán América blanco, ya que no les representa. Algo que no se corresponde con las acciones de Steve Rogers y si con el mensaje identitario más radical que está imponiéndose en los USA.

Por esto, el diálogo clave del quinto episodio entre Sam y Bucky no funciona. Porque el Capitán América NO es un símbolo del gobierno de los USA, sino el ideal de que un buen hombre en el sitio justo en el momento adecuado puede cambiar la historia y mejorar la vida de la gente. Un buen hombre no movido por partidismo alguno, sino por lo que es correcto. Que Steve Rogers le diera el escudo a Sam enfatizaba el mensaje que un buen hombre continuaría su trabajo porque Sam lo merece por méritos propios, algo para lo que la raza no tuvo jugó ningún factor. La idea que porque existe racismo sistémico en los Estados Unidos “ningún negro con amor propio querría serlo”, en palabras de Isaiah Bradley, es sencillamente ofensivo para los fans del personaje entre los que me encuentro.

Pero esa idea es repetida por varias personas en varias ocasiones sin obtener una réplica adecuada por parte de Sam. “Se hace raro cogerlo otra vez. El legado de este escudo es complicado.” Dice Sam. ¡FALSO!!! Es justo al revés, aceptar el escudo es la demostración que no es un tema de raza, sino de valores morales. ¿Por qué es complicado? De nuevo, es falso que el Capitán América represente al gobierno o al racismo en los USA. Justo porque existe racismo es importante que un afroamericano se convierta en el Capitán América.

Cuanto Steve me contó su plan, ninguno de los dos nos dimos cuenta lo que significaba para un hombre negro recibir este escudo. ¿Cómo podíamos? Te debo una disculpa. Lo siento.” Dice Bucky. ¡¡FALSO!! Darle el escudo a Sam confirmaba que un AFROAMERICANO MERECE SER EL CAPITÁN AMÉRICA y puede inspirar a TODOS los americanos, independientemente de su raza. Transmite un mensaje de concordia entre todos los americanos. Cualquier persona normal no fanatizada que haya visto las películas entendiendo lo que ha simbolizado el Capitán América vería que esto es así. A no ser claro que vengas con un prejuicio previo de casa. ¿Verdad, Malcolm Spellman?

Esto conecta con el primer episodio y el discurso de Sam en el Smithsonian “El mundo ha cambiado para siempre. Necesitamos nuevos héroes. Adecuados para los tiempos que corren. Los símbolos no son nada sin las personas que les dan significado. No creo que exista un símbolo mejor, pero es más por el hombre que lo sostenía, y él ya no está. Así que hoy honramos el legado de Steve, pero también miramos hacia el futuro. Así que gracias Capitán América, pero esto te pertenece.” Realmente, esta decisión abría unas posibilidades interesantes, porque sugería que Sam quería ser un héroe en sus propios términos, forjarse su propio futuro y su propio legado. Además, como vimos en ese episodio, Sam es un héroe que sigue haciendo lo correcto y trabaja con la Fuerza Aérea de los Estados Unidos como Falcon. Sam NO ha abandonado su trabajo como super-héroe en ningún momento, por lo que en ese contexto tiene sentido que quiera seguir siendo Falcon y no quiera desprenderse de la que ha sido su identidad durante todos estos años.

Sin embargo, tras los numerosos mensajes repetidos en todos los episodios sobre por qué Sam, un afroamericano NO debería ser el Capitán América, realmente no llegamos a escucharle por qué cambia de idea y ahora SÍ elige empuñar el escudo y convertirse en el Capitán América. ¿Qué le ha hecho cambiar de opinión? ¿Ahora ya no cree eso de “Necesitamos nuevos héroes. Adecuados para los tiempos que corren.”?

Desde luego, que toda la justificación que se nos dé a los espectadores sea “¿de qué serviría todo el dolor y el sacrificio si no estuviera dispuesto a seguir luchando?”, no es suficiente para justificar este cambio de opinión. Y, como decía antes, es un momento y una justificación que no funcionan porque él nunca ha dejado de luchar como FALCON al lado del ejercito americano. ¿Por qué ahora sí toca ser el Capitán América? ¿Qué espera conseguir Sam como Capitán América que no puede hacer como Falcon? Esas preguntas quedan sin respuesta en la serie. Y si al final todo se redujera a algo tan sencillo como «para que el gobierno le de el escudo a Walker o a otra persona, me lo quedo y lo utilizo yo», ¿por qué no se dice y ya está?

En esa misma conversación, Sarah le dice “¿Dejarás que Isaiah Bradley se meta en tu cabeza, que él decida qué harás a continuación?” Y momentos antes, Sam le había dicho a Bucky “Deja de mirar a los demás para que te digan quién eres”. Algo que se entiende que también se lo dice a sí mismo. Y es una idea perfecta super adecuada tanto para Bucky como para Sam, pero finalmente fracasa narrativamente porque no llegan a decirnos nunca quién es ahora Sam Wilson y por qué ha tomado las decisiones que toma.

La pregunta clave de ¿por qué un afroamericano SÍ que puede ser el Capitán América?, queda sin respuesta en la serie. No solo puede, sino que DEBE. Y la sensación que da la narración es que no se responde porque Malcolm Spellman no sabe la respuesta. O que esa respuesta no encajaría con su discurso identitario, expresado repetidamente. En este sentido, es importante que Spellman dice explícitamente no querían que la serie dijera que Isaiah Bradley pudiera estar equivocado en sus ideas. Sam de hecho expresa que “Isaiah ha vivido un infierno, si yo hubiera pasado por lo que él, opinaría lo mismo que él”. Me parece alucinante que Sam confirma y entiende a Bradley aunque no opine igual. Y al mismo tiempo, no llegamos a saber realmente bien cual es el punto de vista de Sam en este tema tan importante para la serie.

De hecho, Antony Mackey sí da una respuesta a esta pregunta y la expresa de maravilla en el documental Marvel Studios REUNIDOS: Así se hizo Falcon y el Soldado de Invierno: “Sam, al ser un soldado, un veterano y un consejero, se da cuenta de que como pueblo, todos somos estadounidenses. Yo no soy el Capitán América negro, Steve no era el Capitán América blanco, era el Capitán América, a secas. Y como sociedad y como pais, tenemos que darnos cuenta que las personas que son ciudadanos aquí, sin importar sus orígenes, son estadounidenses. Sam ve que se merece el derecho, que se ha ganado el ser el Capitán América, y que eso no tiene nada que ver con su raza o con su pasado.“ Diez segundos de diálogo, no hacía falta más. Pero por alguna razón a Spellman no le debió parecer tan importante, porque evitó incluir una idea tan sencilla y evidente en la serie.

Por supuesto, está bien querer transmitir un mensaje anti racismo y pro igualdad de derechos de todos los americanos, independientemente de tu raza. Disney / Marvel sin duda son empresas que pueden ser consideradas “progresistas” en ese sentido. Pero la forma en que introducen el problema racial asociado a la figura del Capitán América sencillamente no funciona. Y no lo hace porque todo resulta falso y maniqueo.

Otro problema es que Spellman se ha demostrado como un pobre dialoguista, algo que se ve también en el fallido discurso de Sam tras su primera aventura como Capitán América. Cuando TODO el mundo a su alrededor le ha vitoreado en su primera misión, negros, blancos, asiáticos, hispanos… y claramente nadie está enfadado porque él sea el Capitán América, sin embargo el guión le hace decir que “Soy un hombre negro que lleva las barras y estrellas… Cada vez que cojo este escudo… (inciso, ¿cada vez?. ¡Si es la primera vez que llevas las barras y estrellas! Pues si, hay que lamentar lo flojos que son sus dialogos), sé que hay millones que van a odiarme por ello. Incluso ahora, aquí, lo noto. Las miradas, juzgándome, y no puedo hacer nada para cambiarlo. Y aún así, aquí estoy sin super suero, sin pelo rubio u ojos azules.” Obviamente, lo que dice no se corresponde con lo acabamos de ver, un Sam ovacionado por todo el mundo, por eso no puede resultar más falso y panfletario.

Si está bien y me gusta la frase en la que dice “El único poder que tengo es que YO creo que podemos hacerlo mejor.” Esa es la frase SI es lo que se espera del Capitán América, ese momento estuvo genial. Lo malo es que queda ensombrecida, ya que va acompañada con “No podemos exigirle a gente que de un paso adelante y no encontrarles a medio camino”, lo cual podría estar bien si no fuera que se está aplicando en un contexto en el que acaba de pedir compresión por unos terroristas que han puesto bombas y matado a gente inocente. ¿Hay que encontrarse a medio camino con terroristas y asesinos? Eso no suena muy correcto ni muy moral. Exagerando el símil, ¿se encontraría Steve Rogers a medio camino con Adolf Hitler? ¿Intentaría comprender sus ideas supremacistas? Obviamente no. ¿Qué quedó del «no, muévete tu» cuando alguien quería forzar a Steve Rogers a cambiar cuando él pensaba que su idea era la correcta?

Me parece terrible la forma en la que una serie familiar de Marvel / Disney ha colado al espectador la idea de que hay determinadas violencias que pueden ser justificables siempre que se hagan “por nuestro bien” o si la causa “es justa”, aunque la sufran personas inocentes. Al igual que el mensaje de que hay que entender por qué se han cometido estos delitos, en lugar de perseguirlos. Porque de hecho, no son hechos excluyentes, puede detenerse a un criminal y analizar los motivos que le llevaron a cometer dichos delitos.

¿Es esto una burda metáfora sobre los incendios, los saqueos y la destrucción que puntualmente se produjeron durante las manifestaciones del BLM en los Estados Unidos el año pasado tras la muerte de George Floyd? Unos delitos que, aunque sea una obviedad decirlo, no fueron cometidos por todos los manifestantes, sino por una pequeñísima minoría amparada en el poder del anonimato en medio de las multitudes que se manifestaban, y que empañan a un movimiento mayoritariamente pacífico. Movimiento que, también hay que decirlo porque es lo que pasó, evitó condenar estos delitos y de alguna manera se intentaron justificar. ¿Nos están diciendo que esos delitos no deben perseguirse porque su ira estaba justificada? Esa sensación da. Como el racismo es malo (y nadie duda que lo es), estoy legitimado a hacer cualquier cosa si digo que “estoy luchando contra el racismo”. ¿Es ese el mensaje que Disney nos acaba de ofrecer en esta serie mainstream?

Como veis, he centrado todo el hilo en la figura del Capitán América. Ni siquiera entro en el resto de problemas narrativos de la serie. Si queréis saber más sobre ellos, os recomiendo que leáis los posts semanales que fui publicando analizando cada uno de los capítulos de Falcon y el Soldado de Invierno.

Pero un elemento básico de cualquier narrativa es explicar la motivación del protagonista. Y eso es algo que Malcolm Spellman jamás llega a hacer de una forma correcta. Un error garrafal tremendo que explica que si esto no se considera importante como para ser expresado para el espectador, ¿por qué preocuparse de todo lo demás?

Falcon y el Soldado de Invierno me ha parecido un fail como una casa. Y no sólo en lo accesorio como es la motivación del villano, si me gustan o no las escenas de acción o si el traje de Sam siendo clavado al comic queda bien en imagen real, sino en el núcleo de la historia y porqué tras seis episodios no llegamos a saber realmente lo que piensa Sam Wilson y por qué cambió de opinión en algo fundamental que altera completamente su realidad.

Y por eso no puedo entender como a muchos fans del Capitán América, tanto del MCU como de los comics Marvel, no les ha importado este error tan tremendo en lo relativo a la caracterización del personaje clave sobre el que probablemente se construyan las siguientes fases cinematográficas y televisivas. Y es por este motivo por el que ahora mismo no puedo más que desconfiar ante la posibilidad que Spellman vaya a escribir el guion de Capitán América 4, película que de momento no tiene director ni una fecha de estreno confirmada. Alguien que no entiende a su protagonista no debería seguir escribiéndole.

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¡Saludos a todos!

¿Se pueden publicar críticas negativas en redes sociales?

Comienzo el mes de abril compartiendo el artículo de opinión que el fanzine El Colmo, una revista cultural de ámbito local en la provincia de Castellón, ha publicado en su último número de marzo. Un texto que escribí el pasado mes de enero pero que por motivos editoriales no ha visto la luz hasta hace apenas un par de semanas.

En los días posteriores al estreno de Wonder Woman 1984 el pasado mes de diciembre, se produjo en las redes sociales un fenómeno anómalo que es la primera vez que he visto en mis más de 40 años de afición al cine y a los comics. Numerosas personas a las que sigo incluidos algunos redactores de blogs de comics o cine expresaron abiertamente que NO les había gustado la película, pero no iban a desarrollar su opinión ya que no querían crear negativismo hacia la película que pudiera arruinar la experiencia a los fans de Wonder Woman que fueran a ver la película. Dada la existencia de haters en redes sociales, tampoco estaba en su ánimo dar “munición” a campañas contra un personaje del que son fan. Y por último, teniendo en cuenta el drama que vivimos todos los días en el mundo real por culpa del COVID, también había gente pensando que prefería centrarse en el ámbito friki en aquello que ayudara a transmitir buen rollo o positivismo a sus seguidores.

El debate resultante en el ámbito fan hizo que algunas personas plantearan no hablar de WW84 o, en caso de hacerlo, sólo decir lo positivo, ocultando aspectos negativos que leyéndoles entre líneas ellos sí habían sentido viendo la película. Hasta el punto llegó la cosa que leí a gente con gustos, edades y sensibilidades diferentes plantearse si no sería mejor hablar en redes sociales sólo de las cosas que les gustan y evitar escribir críticas negativas que en lo personal no les aportaban nada positivo. Y reconozco que algunas opiniones me resultaron interesantes y me hicieron pensar sobre ello. Este artículo es fruto de esta reflexión y más cosas que me llevan revoloteando en la cabeza desde hace tiempo.

Pero no estamos hablando sobre la discrepancia legítima y a tener opiniones diferentes sobre una película, algo lógico y normal que ha pasado y siempre pasará. A mi no me gustó la película y a mucha gente si, y ya se sabe que para gustos, colores. Lo anómalo es reconocer que tu opinión es una pero te sabe mal expresarla por los motivos que sean. Esta ¿auto-censura preventiva? (no sé ni como llamarla), es una locura que expresa la polarización extrema que está afectando a nuestra sociedad actual. No quiero alargarme más de lo necesario sobre Wonder Woman 1984, aunque si te interesa conocer mi opinión sobre la película, te invito a leer mi reseña.

Pensar que hay gente que llega a esos extremos porque Wonder Woman 1984 (en este caso) es de alguna manera de “mi bando” y por eso no puede decir nada que no sean alabanzas para no dar “munición al otro bando” me parece incomprensible y una autentica locura. ¿De qué bandos estamos hablando? ¿La gente se ha vuelto loca? Aparte que estamos hablando de una película de entretenimiento, no un complejo dilema moral. Tan válido es que algo te guste como que no lo haga, tu vida en lo fundamental no va a cambia por esta valoración. Y desde luego, no vas a dejar de ser fan de un personaje de ficción por decir que una película suya no te gustó. ¿Les sabía mal a dichas personas criticar una película dirigida por una mujer por miedo a ser tachados de machistas, sin importar lo justificadas que fueran sus opiniones? ¿Estamos ante un concepto de sororidad mal entendido? Si ese fuera el caso, sería  ilustrativo de los tiempos en que vivimos.

Es cierto que hay campañas de haters que critican películas antes del estreno para boicotearlas y que intentan provocar su fracaso económico. Estas campañas son asquerosas y hay que denunciarlas públicamente cuando se produzcan. Pero eso no se debería combatir con “fanboyismo” extremo que también oculta la realidad. La única opción razonable, en mi opinión, es que el espectador pueda disponer de todos los datos y las opiniones más contrastadas y objetivas (dentro del subjetivismo que todos tenemos) que ofrezcan puntos de vista diferentes, para que puedan hacerse una idea de si va a conectar con sus gustos particulares y en su caso, si le merece la pena ver o no la película en cuestión.

Y no es que los medios de comunicación tradicionales sean garantes de ningún tipo de objetividad o imparcialidad, para qué nos vamos a engañar. Sin ir más lejos, uno de los más veteranos críticos de cine que escribe en un periódico de ámbito nacional ha expresado pública y repetidamente que determinados géneros cinematográficos no le gustan, así que para sorpresa de nadie sus críticas sobre dichas películas son prácticamente siempre negativas. O en el caso de series de televisión, resulta difícil leer una crítica negativa en un medio cuyos propietarios sean también accionistas del canal de televisión que emite esa serie.

Todos tenemos nuestros propios sesgos que nos hacen interpretar la realidad de formas muy diferentes y totalmente respetables, mientras dichas opiniones se realicen desde el respeto y la educación. En mi caso, ni se me pasa por la cabeza pensar que yo de alguna manera puedo “arruinar” a nadie el visionado de una película por expresar mi opinión, entiendo que la gente es suficientemente madura e inteligente para que eso no pase. También creo que es malo dejarte arrastrar ciegamente por las corrientes de opinión en redes sociales, que pueden llegar a convencerte de no ver una película porque alguien la calificó de desastre, o hacerte ir al cine a ver una película “mala” porque es lo más. Al final, si vi Wonder Woman 1984, fue precisamente para poder crearme mi propia opinión.

Normalmente me interesa conocer la opinión de algunos críticos concretos que exponen sus puntos de vista de formas razonadas e interesantes alejados del extremismo y de las trincheras, y a los que no les supone un problema o un trauma ver cine de género. Pero no me condicionan hasta el punto hacerme no ver una película que me apetece ver.

Sin embargo, sí que me fío de familia o amigos (ya sea en la vida real o en redes sociales), con los que comparto gustos y saben qué cosas son las que más me interesan. Gracias a ellos he descubierto comics, series y películas geniales que no hubiera visto de no ser por ellos. En el caso de estas personas, sí que he decidido no ver series o películas fiándome de su opinión, porque normalmente vamos en la misma onda. La idea que la gente empecemos a no dar nuestra opinión sincera sobre productos de entretenimiento por algún tipo de presión social incomprensible me parecería lamentable.

Por otro lado, ser fan, ser cinéfilo, no es una competición, no se trata de ser más que nadie. O al menos así es como yo planteo mi afición. No creo que todos los productos de entretenimiento deban tener en cuenta mis gustos como consumidor y por eso mismo es imposible que todo lo que se estrene me vaya a gustar. Me parece maravilloso que se planteen conceptos que busquen conectar con diferentes tipo de espectadores y si algo bueno a tenido el desarrollo de los canales de streaming, ha sido la ampliación de la oferta disponible para que cada uno elija de acuerdo a sus intereses.

Volviendo al comienzo y a la pregunta que motivó esta columna de opinión, por supuesto que se pueden escribir críticas negativas. De hecho, cuantos más puntos de vista hayan planteados con educación y respeto, mejor. Eso si, si vas a opinar de algo, no te creas más inteligente que tus lectores o en la obligación de “educar” a nadie creyendo que tu punto de vista es la palabra de Dios y los demás están equivocados.

Soy ferviente seguidor del “vive y deja vivir”, opina tratando a todo el mundo como te gustaría que te trataran a ti. Separa al autor de su obra, que alguien haya hecho una película que no te haya gustado no le convierte en mala persona. Y desde luego, a él no le interesa tu opinión al respecto, no le etiquetes para que sepa lo poco que te gustó su trabajo. Ni se te ocurra insultarle o acosarle, no sólo es moralmente reprobable, puede ser delito, así que no hagas el tonto. Es sano y hasta deseable escuchar puntos de vista contrapuestos que nos separen aunque sea un momento de las campanas de resonancia en las que se han convertido las redes sociales. Incluso es posible ser amigo de alguien que no siempre esté de acuerdo contigo.

También soy el primero al que cuando algo me entusiasma quiero compartirlo con todo el mundo, como The Mandalorian en Disney+ o  el comic Wonder Woman: Tierra Muerta de Daniel Warren Johnson recién publicado en España por ECC Ediciones. Si te gusta Wonder Woman, este comic tiene muchas posibilidades de que se convierta en tu favorito de 2021. Prefiero centrarme en lo positivo que hay mucho a nuestro alrededor si nos molestamos en buscarlo. Y sobre todo, si algo te gusta, si realmente te consideras fan, debes apoyarlo comprándolo y consumiéndolo legalmente. Eso si te convertirá en un “buen fan”.

Espero vuestras opiniones en la zona de comentarios. Y si te gustó el artículo, te invito a que lo compartas en redes sociales, y que te suscribas al blog para que te lleguen las notificaciones de las próximas publicaciones.

Análisis y opinión de Dinastía de X y Potencias de X de Jonathan Hickman, Pepe Larraz, R.B. Silva y Marte Gracia

Han pasado ya varias semanas desde que Panini publicó el final de las maravillosas Dinastía de X y Potencias de X de Jonathan Hickman, Pepe Larraz, R.B. Silva y Marte Gracia. Estos comics consiguieron que mi cabeza estallara en mil pedazos mientras insuflaban nueva vida a los mutantes de Marvel Comics, cuya franquicia parecía agotada desde hace años. El futuro no puede ser más ilusionante, y por este motivo me he decidido a escribir este artículo una vez he reposado mis impresiones sobre esta obra.

(Artículo de opinión full spoilers)

¡Enfréntate al futuro! ¡Jonathan Hickman toma el trono de los mutantes! Desde su nacimiento, La Patrulla-X ha vivido cuatro momentos fundamentales: su fundación, la Segunda Génesis, “La Era de Apocalipsis” y la época de New X-Men. Ahora, Charles Xavier revela su plan maestro… el que sacará a los mutantes de la oscuridad y los llevará, una vez más, hacia la luz.

Dinastía de X (HoX) con Pepe Larraz y Marte Gracia nos cuenta el mes en la vida de los mutantes en que todo cambió, mientras que Potencias de X (PoX) con R.B. Silva y Marte Gracia es la serie hermana que nos cuenta la historia secreta de los mutantes que hará que cambie radicalmente la forma en que los vemos, una historia que empieza en el pasado (X0 – Año 1 para los mutantes) sigue en el presente diez años después (X1) y se lanza hacia los futuros de dentro de 100 (X2) y 1.000 años (X3) en los que la raza mutante ha sido prácticamente erradicada de la faz del planeta Tierra.

La publicidad nos vendía estos comics indicando que “No puedes perderte este momento crucial de la vida de La Patrulla-X.” Y pocas veces un anuncio ha cumplido tan satisfactoriamente con lo que prometía.

Si algo ha quedado claro sobre Jonathan Hickman es que es un gran fan y un increíble conocedor de la historia mutante. A pesar de plantear un nuevo comienzo para los mutantes tan impactante como en su momento debió ser el Giant-Size X-Men de 1975, Hickman usa este reinicio para homenajear la rica historia de los mutantes, adornando toda la narración de personajes, espacios y situaciones que nos recuerdan momentos clave de los comics de toda la vida. Empezando por el uso de Krakoa como nueva residencia de la nación mutante, isla viviente mutante que fue el villano de dicho Giant-Size X-Men nº1 cuya “Segunda Génesis” cambió el mundo del comic americano.

Es curioso que se haya publicado a la vez en España este reinicio mutante y la excelente Historia del Universo Marvel de Mark Waid, Javier Rodríguez y Álvaro López. Digo que es curioso porque podría decirse desde cierto punto de vista que Hickman en Dinastía y Potencias plantea precisamente eso, hacer un quien es quien de los principales personajes y líneas narrativas de estos 57 años de vida editorial de los mutantes. Magneto, Apocalypsis, Bolivar Trask y sus Centinelas que luego evolucionaron en Nimrod, Mr. Siniestro, la Hermandad de Mutantes Diabólicos liderada por Mística, el Club Fuego Infernal, Genosha, House of M, la Falange, Dientes de Sable, Exodo, Gorgon, los Cosechadores, Bastión o los purificadores… Todos estos y más son mencionados y tenidos en cuenta de una forma u otra durante este enorme historia.

Y eso en cuanto a los villanos, pero si pensamos en los mutantes, aparte del sorprendente papel otorgado a Moira MacTaggert, encontramos en estas páginas a Proteo (hijo de Charles y Moira), Cifra, Forja, Monet de Generación X, Hope Summers y un montón más. Incluso personajes como Fabio Medina (Bolas Doradas) o Eva Bell (Tempus) creados por Brian Michael Bendis que parecía que nadie sabía que hacer con ellos tienen una importancia fundamental para esta historia. La labor de bibliotecario que Hickman ha realizado en estas series es una maravilla que creo vamos a recordar muchos años.

La obra de Jonathan Hickman tiene como una de sus características distintivas el uso de una narración fragmentada que hace que una historia que contada linealmente resultaría relativamente sencilla se complique con los sucesivos saltos temporales atrás y adelante, dotándola de una mayor complejidad y personalidad, consiguiendo que su lectura sea mucho más satisfactoria.

Y resumiéndolo mucho, la historia de Hickman plantea el cambio de paradigma de Charles Xavier tras décadas de ser el optimista mentor mutante que cree en la coexistencia pacífica de humanos y mutantes. Tras conocer que los mutantes al final siempre PIERDEN, acepta por fin que no puede seguir poniendo la otra mejilla tras años de genocidios sufridos por su raza. Este cambio en Xavier -provocado por la Wild-Card de la historia, Moira McTaggert- pone en marcha una revolución que esconde un concepto muy simple y nunca antes visto: Unir a toda la raza mutante bajo el objetivo común de sobrevivir.

Hablemos de Moira. De ser un personaje secundario de poca importancia en los últimos años (de hecho, se la creía fallecida), Hickman nos rompió la cabeza con su idea de que en realidad es una mutante con el poder de revivir tras su muerte recordando lo vivido en vidas anteriores. Si no hace nada diferente los sucesos se repiten de forma que no se anulan años de continuidad, mientras que puede provocar el cambio si modifica proactivamente su vida. Tras 9 vidas gastadas, ha fracasado en todas sus vidas en su intento de evitar la caída de los mutantes, a pesar de intentar en cada vida cosas diferentes. Las posibilidades y la imaginación mostrada en el número 2 de Dinastía de X es alucinante y a la vez está desarrollada de forma sumamente didáctica. Y es que, a menudo la idea aparentemente más sencilla suele acabar siendo la que mejor funciona.

Moira es el motor del cambio, pero la sensación final que ha controlado maliciosamente a Charles y a Magneto para que hagan su voluntad abre unas posibilidades super interesantes de cara al futuro. Porque por un lado, la explicación de que los genocidios que han sufrido los mutantes en los años pasados y el conocimiento del futuro que Moira le mostró en el que los mutantes son exterminados explican en mi opinión más que sobradamente el cambio de postura de Charles y que propugne junto a Magneto el cambio de paradigma para la raza mutante. En mi opinión, este cambio, evolución o como lo queramos llamar está más que justificado. Pero a la vez entiendo perfectamente a los lectores que opinan que Charles puede haber sufrido un lavado de cerebro y esté controlado por Moira, de forma que Hickman se guardaría más sorpresas y giros para el futuro de la franquicia.

Y además, saber que posiblemente aún puede quedarle por vivir una última vida, la undécima, me parece otra idea magistral de Hickman, ya que en caso de su muerte el continuo espacio temporal sufriría un nuevo reseteo y todo retornaría al momento 0, algo que el inevitable retorno de Destino podría precipitarlo en los próximos meses. Además de narrativamente, veo clarísimo que esto es una posible válvula de escape en caso de que de aquí a cinco o seis años este reinicio acabara siendo fallido y Marvel quisiera resetearlo todo y devolverlo todo a la Escuela de Jóvenes Talentos de Westchester. Ahora mismo esto es algo que no parece posible, pero la vida da tantas vueltas y sobre todo dado que el mundo del comic ha demostrado ser cíclico, es algo que no puede descartarse. Más vale prevenir, debió pensar Hickman y los editores, y es bestial que incluyo hayan pensado en esa posibilidad de forma tan elegante.

Una parte fundamental de la historia mutante de los últimos 40 años ha girado alrededor de la mítica “Días de futuro pasado”, en la que la Patrulla-X lucha por evitar que el futuro apocalíptico en el que los mutantes han sido casi aniquilados por los Centinelas llegue a hacerse realidad. Hickman utiliza también este argumento en Potencias de X ampliando el número de amenazas, Nimrod y los Centinelas en el futuro de dentro de 100 años y la Falange y los Homo Novissima evolucionados genéticamente dentro de 1.000 años. Al usar el truco narrativo de hacer que estos futuros no sean realmente el futuro al que está abocado la linea temporal del Universo Marvel sino el final de la novena y sexta vidas pasadas de Moira Mactaggert, triunfa en el triple objetivo de recordarnos la importancia de esta mítica historia para los mutantes, conseguir sorprender e impactar a medida que estos comics fueron publicados quincenalmente, y además plantear la clave final: por primera vez el futuro de los mutantes no está escrito, estamos en un mundo nuevo nunca antes experimentado y existe la posibilidad de un final feliz para nuestros héroes. Obviamente, llegar a él no va a ser fácil, pero ahí está la gracia.

Aunque Marvel ha publicado la historia de Hickman en dos grapas diferentes, realmente Dinastía de X y Potencias de X son la misma historia, construyéndose cada número a partir de lo anterior. La nueva lectura de estos 12 números de un tirón me ha confirmado la extraordinaria habilidad de Hickman al crear grapas que ofrecen sorpresas y momentazos y que sirven para armar la siguiente parte de la historia y el siguiente impacto en el espectador.

Así, en HoX 1 conocemos que Charles Xavier y Magneto han establecido en Krakoa la nación soberana de los mutantes que el resto de países se verán obligados a reconocer, mientras que en PoX 1 conocemos que esta historia tendrá lugar en 4 momentos temporales diferentes empezando por el momento en que Moira decidió presentarse a Charles en el año 1, centrándose en el futuro de dentro de 100 años dominado por Nimrod y los Centinelas, en el que los mutantes supervivientes han conseguido una información que es fundamental para sus planes. Así estos cuatro momentos son El Sueño ( X0 – Año 1), El Mundo ( X1 – Año 10), La Guerra ( X2 – Año 100) y La Ascención (X3 – Año 1000).

En HoX 2 conocemos las múltiples vidas de Moira MacTaggert guardándose Hickman varios ases en la manga mientras nos regala una de las mejores grapas del año y casi del siglo XXI, mientras que en PoX 2 vemos como Charles y Moira incorporan a Magneto a su causa en el año 1, nos explican la importancia de las misiones de Cíclope y su grupo en el año 10 y de Apocalipsis y el último equipo mutante en el año 100, además de conocer más detalles de la Tierra del año 1000.

La narrativa tuvo un giro al hacer que el siguiente número a leer fuera PoX 3, centrado en su totalidad en el año 100 en el que tendremos la siguiente sorpresa que nos rompe las expectativas. El plan de Apocalipsis es una misión suicida destinado a conseguir una información clave, el momento en que el Molde Madre evolucionó para poder crear los nuevos centinelas Nimrod. Y esa información es entregada a Moira MacTaggert, que se suicida con ayuda de Lobezno para terminar con su novena vida y llevar este conocimiento al presente hasta su décima vida, que es la que se está viviendo en el presente actual del Año 10. La narrativa de evitar el futuro apocalíptico de “Días de futuro pasado” queda superada al establecerse que ese futuro SI ha sucedido, pero en una vida pasada de Moira.

Lo cual nos lleva a HoX 3 y 4, en los que un grupo seleccionado de X-Men se dirige al sol para detener la activación por parte de ORCHIS del Molde Madre que hará realidad este futuro que acabamos de ver en el año 100. Aunque la misión también acaba siendo suicida, el equipo de Cíclope cumple su misión y lanza al Molde Maestro al sol, rompiendo este futuro predestinado, o al menos retrasándolo. HoX 4 es uno de los grandes números de esta serie gracias al espectacular dibujo de Pepe Larraz, creando un shock chulísimo pero un poco tramposo, al saber los lectores que estas muertes no podían durar. Lo importante en este caso no es el qué, sino como lo va a ejecutar, y en esto Hickman triunfa, además de regarlarnos algunos momentos de personajes para el recuerdo, como el último diálogo de Kurt y Logan, o todo lo relativo a Scott Summers.

PoX 4 se centra en el “making-of” del nuevo mundo de Moira, Charles y Magneto, poniendo en juego a otro de los villanos clásicos, Mr. Siniestro, en el año 1 mientras que Charles recluta a Cifra (Douglas Ramsey) en el año 10 para comunicarse con Krakoa y poner el marcha el que será el oasis mutante. Y mientras, seguimos pendientes del futuro de dentro de 1000 años en el que la Falange se muestra como la mayor amenaza de la galaxia y que amenaza con asimilar la Tierra.

HoX 5 es otro número importante, ya que muestra la resurrección de los Hombres-X fallecidos gracias al quinteto formado por Hope Summers, Proteo, Elixir, Bolas Doradas y Tempus, la aceptación de la ONU del nuevo status de Krakoa como país soberano y la llegada de todos los mutantes a la isla, incluidos villanos como Apocalipsis, Siniestro o Éxodo entre otros muchos. PoX 5 sigue con el making-of centrados en Forja (año 1), Emma Frost (año 10) y la trama de la Falange del año 1000.

HoX 6 es el gran fin de fiesta, explicando el funcionamiento de la sociedad de Krakoa, con un consejo de 12 personas que dirigirá la Isla: OTOÑO -Charles Xavier, Magneto y Apocalipsis-, INVIERNO -Mr. Siniestro, Éxodo y Mística-, PRIMAVERA -Emma Frost y Sebastian Shaw, con un miembro del consejo aún oculto (¿Destino?)- y VERANO -Tormenta, Jean Grey y Rondador nocturno-. El destino de Dientes de Sable y las 3 leyes sagradas de la nación mutante, “Hacer más mutantes, No matar a humanos y Respetar esta tierra sagrada”, nos lleva a la celebración final en la que Charles y Magneto pueden por fin descansar al haber conseguido lo que llevaban años buscando, un futuro mejor para los mutantes.

Pero aún quedan sorpresas en Pox 6. Por un lado conoceremos que Moira en el Año 1 oculta información a Charles y Magneto para dirigirles por el camino que ella ha planeado, que puede incluir elementos oscuros. Por otro lado, en el año 1000 Logan y Moira descubrirán que el gran enemigo para el futuro de los mutantes no son tanto las máquinas como hasta ahora se pensaba, sino una nueva especie, el Homo Novissima, fruto de la experimentación y de la ingeniería genética, que creará seres que sobrepasarán a los mutantes en el futuro. Este conocimiento es fundamental, y nos lleva a la sorpresa de que este futuro del año 1000 no es el real, sino el que Moira vivió en su sexta vida, que hasta ahora había estado oculta, y cuyo conocimiento sin duda ha incorporado en sus planes de la décima vida, que estamos viendo. Y aunque la fiesta en Krakoa es total, los nubarrones empiezan a formarse al confirmarse que Charles y Magneto han mentido a Mística y no tienen pensado cumplir con su acuerdo de revivir a la fallecida Destino, en cuyo poder se encuentra la debilidad de Moira.

Hickman ha creado un engranaje de relojería que funciona perfectamente, aunque hay que reconocer que tiene un eslabón débil en lo relativo a la resurrección de la Patrulla-X. Y tiene tan claro que el número 5 de Dinastía de X es todo un WTF! de proporciones épicas que nos lo adelanta ya desde la primera página del cómic en la que ya veíamos a Xavier llamar a unos X-Men renacidos de forma misteriosa, aunque en ese momento no sabíamos que iban a ser los personajes reales de nuestra realidad. El nuevo status-quo en la que el reino de Krakoa puede revivir a mutantes fallecidos tiene la valentía de enfrentarse a uno de los peores tópicos del género de superhéroes, nadie muere y todos los héroes acaban volviendo a la vida de una forma u otra, además de poner la limitación a este milagro, al tener que estar siempre juntos los 5 mutantes (Proteo, Elixir, Bolas Doradas, Tempus y Hioe Summers) para poder realizar la resurrección, algo que diría que Hickman se va a encargar que no vaya a suceder con la frecuencia que estas miniseries dan a entender.

En todo caso, el final de Hox y PoX es perfecto ya que ofrece un punto de inicio para los mutantes planteado desde el optimismo, por primera vez en 40 años los mutantes son dueños de su propio destino. Este cambio en la narrativa que sobrepasa “Días de Futuro Pasado” crea un lienzo en blanco en la que se pueden crear todo tipo de nuevas historias, algo inédito en los mutantes desde ni me acuerdo cuanto tiempo. ¡Qué gran momento para ser fan de los mutantes!

En el apartado artístico, hay que quitarse el sombrero ante Pepe Larraz, que probablemente sea el mejor dibujante actual del género de superhéroes. Sus páginas consiguen siempre mostrar la acción de la forma más clara y dinámica, con un lápiz que destaca por una extraordinaria narrativa y una atención a los detalles brutal. No sólo son las escenas de acción, incluso escenas enteras de gente hablando consigue que tengan un feeling dinámico. Y además, el carisma de los personajes, los momentos alucinantes, no son las grandes viñetas de acción, sino los pequeños momentos en los que Larraz consigue transmitir la conexión y el cariño que los personajes comparten. Momentos como la reunión de Cíclope con los 4 Fantásticos en HoX 1, Scott cerrando los ojos de Warren en HoX 4 y ver a Kurt y Logan por última vez, o cuando Jean y Emma comparten una cerveza en HoX 6 valen su peso en oro y casi justifican el precio del comic.

Marvel ha conseguido un enorme éxito editorial consiguiendo que los dibujantes Pepe Larraz en HoX y R.B. Silva en PoX hayan podido realizar los seis números de cada serie, junto al colorista Marte Gracia que ha coloreado la obra completa y unifica artísticamente ambas series. Silva ha realizado un gran trabajo y tiene un estilo muy similar al de Pepe Larraz, por lo que no desentonan. Sin embargo, hay que reconocer que está un peldaño por debajo de Larraz, sobre todo en lo referido a las expresiones faciales que tienen un toque marcadamente cartoon que hace que algunas viñetas y expresiones queden raras, sobre todo en lo relativo al año 1.

Dinastía de X es una barbaridad artísticamente, con Potencias un pelín por debajo. Sin embargo, para ser justos diría que R.B. Silva da un poco más de margen para que Marte Gracia se luzca, consiguiendo páginas increíbles que destacan por el coloreado, mientras que Larraz “llena” demasiado sus páginas son los lápices. No me malinterpretéis, son páginas todas increíbles, pero en Dinastía el color parece un pelín más “constreñido”, espero que se me entienda.

Todo esto está referido a la obra en si, pero me faltaría comentar la experiencia lectora que HoX y PoX me ha transmitido mes a mes. Comentaba recientemente en mi artículo sobre el estado de las grapas en España que hay una corriente de opinión que parece propugnar y casi desear la desaparición del formato de grapa. Sin embargo, Jonathan Hickman ha escrito una obra extraordinaria dentro del género superheroico que claramente ha sido planteada para que fuera leída de forma periódica y que demuestra que este formato está más vivo que nunca.

Una parte esencial del género de superhéroes es el cliffhanger y la espera entre números. De hecho, en mi opinión estos elementos son consustanciales con el género y no se entiende un comic de superhéroes sin ellos. Aparte de la calidad de cada grapa, un elemento que me ha roto la cabeza como lector ha sido la primera lectura, flipar con los conceptos de Hickman hasta el punto de no leer Potencias ese mismo día para reposar lo recién leído y poder volver a leer ese comic para descubrir detalles menos evidentes en la primera lectura. Este parón entre número y número permite además especular sobre lo recién leído y lo que está por llegar antes de pasar a la siguiente grapa.Y obviamente, cuando un comic es bueno, es bueno leído mes a mes o de un tirón, pero las sensaciones que he vivido durante estos 4 meses las recordaré durante mucho tiempo.

Creo sinceramente que el impacto que estos comics han provocado en los lectores leídos mes a mes es muchísimo mayor que el que hubiera provocado si lo hubiéramos leído de un tirón en formato tomo, de igual forma que Juego de Tronos o Chernobyl nos fliparon en su momento teniendo que esperar una semana entre episodios.

La segunda relectura de HoX y PoX que realicé para escribir este post me ha permitido ver y apreciar la complejidad narrativa de Hickman y lo bien hilado que está todo para ofrecer todos los meses nuevos conceptos con muchísima información, consiguiendo que los lectores acabáramos satisfechos de la lectura y con ganas de más. Pero nada mejora el cliffhanger tras el HoX 4 y el sacrificio de los Hombres-X, y la sensación que me dejó mientras intentaba adivinar cómo iba a arreglar Hickman el desaguisado que acababa de colarnos.

Jonathan Hickman ha conseguido un hito en la historia de Marvel Comics dando nueva vida a los X-Men y volviendo a colocarles en el centro de la conversación comiquera. ¡Qué contento estoy de haber podido vivir en directo esta revolución! Ojalá esta sensación que HoX y PoX me ha transmitido se pueda alargar con las nuevas series que acaban de empezar y que están englobadas bajo el lema “Dawn of X (Amanecer de X)”, que en breve reseñaré. Con que sean la mitad de buenas, tenemos asegurados años de grandes historias.

¡MAKE MINE MARVEL!

 

 

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¡Saludos a todos!

¿Cómo está el mundo de las grapas en España?

2020 ha comenzado con polémica en España con la subida de precios que Panini ha aplicado a sus comics Marvel. Esto ha generado un debate en redes sociales y medios comiqueros que se ha ampliado para incluso llegar a poner en duda la propia viabilidad de este formato como medio de publicación del género de superhéroes. Hoy quiero dar mi punto de vistas y explicar porqué pienso que las grapas siguen siendo el formato perfecto para el género.

 

Empezando por el principio, me uno al coro de lectores a los que les parece fatal el hachazo que Panini ha realizado este año. Aún entendiendo que llevaba muchos años sin tocar los precios de sus publicaciones (aunque ya en 2019 los subió algo), la subida que nos acaba de imponer me parece un error garrafal impropio de una gran empresa internacional como es Panini. Si esta misma subida la hubiera aplicado repartiéndola en 3-4 años, nadie nos hubiéramos quejado. Lástima que nadie del staff de Panini, ya sea aquí o en Italia, lo pensara.

Cuando analizaba los datos de ventas de comics en USA en 2019, comentaba que veo una tendencia clarísima por parte de Marvel de inundar de comics las librerías, entendiendo por un lado que si estas series se venden es porque hay demanda, pero también que teniendo en cuenta el presupuesto limitado de compra de los libreros y que también hay una limitación de espacio en las librerías, sacar muchas novedades puede conseguir el efecto a medio y largo plazo de acabar con la competencia al obligar a los libreros a ir pidiendo cada vez menos comics de otras editoriales para cubrir sus compras a Marvel.

Me da la sensación (sin datos que lo apoyen) que Panini ha pensado que dado que la mayoría de sus clientes somos adultos con trabajos e ingresos más o menos fijos, en el fondo sus ventas no iban a disminuir demasiado a pesar de la subida tan enorme. E incluso en caso de que las ventas cayeran, los ingresos no lo harían debido al propio aumento de precios de las grapas. Al menos en enero leí a algunas librerías comentar que no habían notado bajada de ventas en ejemplares. Sin embargo, si mi ejemplo es ilustrativo, es normal que dicha bajada no se note el primer mes sino de forma gradual en los próximos meses, dado que los lectores dejaremos las series a medida que terminen los arcos que están en marcha, nadie deja de comprar una serie en mitad de una historia. O al menos yo no lo hago.

No tengo duda que las ventas de los best-sellers como los mutantes de Hickman, la Historia del Universo Marvel o Inmortal Hulk no van a verse afectados y van a seguir vendiéndose igual de bien que lo estaban haciendo. Sin embargo, de aquí a junio sí creo que comics como Valquiria, Doctor Extraño o Cuatro Fantásticos van a notar el golpe y ya veremos si siguen teniendo ventas que justifiquen su publicación en grapa.

He comentado en muchas ocasiones que los lectores de comic estamos disfrutando de una edad de oro, con una oferta increíble de gran calidad y variedad para todos los gustos que no nos la acabamos. Justo por eso, no estoy dispuesto a abandonar mis lecturas variadas para invertir todo dinero en los superhéroes, por mucho que me gusten los comics Marvel y crea que La casa de las Ideas ha mejorado su calidad en los últimos años.

Por este motivo, he optado por mantener mi presupuesto mensual de Marvel, abandonando las series que no me lleguen con los nuevos precios que se encontraban en el fondo de mi pila de lectura y que menos me gustaban. No estoy dispuesto en dejar de comprar series de DC o indys por culpa de la subida de Panini. Esto significa que mis tomos americanos de Sea of Stars, Lazarus, Deadly Class, etc… o las grapas de Criminal, DCSos o Wonder Woman: Dead Earth de Daniel Warren Johnson no se tocan.

Creo que editorialmente 2020 va a ser un año muy movido en España y que van a haber sorpresas importantes. En lo referido a Marvel, ya veremos si esta subida de precios no acaba provocando a medio plazo una implosión en la oferta de grapas mensuales, quedándose las series principales y pasando a tomo la clase media. Y quien sabe si esto al final no va a provocar que los precios aún se incrementen para los lectores. Tiempo al tiempo.

En segundo lugar, en lo relativo al futuro del propio formato de las grapas, yo soy un lector veterano que me aficioné a la lectura en los años 80. Eso significa que me he criado con las grapas y sigo creyendo que es el mejor formato  para el género superheroico. No necesariamente para el medio del comic en su conjunto, pero sí para las publicaciones periódicas.

En sus orígenes, la grapa era un formato barato que se encontraba en quioscos y que permitía la entrada de nuevos lectores que podían probar un comic y recibir un buen entretenimiento por poco dinero en las 22 páginas (32 en las antiguas grapas de Forum). De hecho, la Marvel de los 60, 70 y 80 tenía como norma básica que dado que cualquier grapa podía ser la primera lectura de un chaval, dicha grapa tenía que dar la suficiente información para que pudiera ser entendida y disfrutada por si misma, aún en los casos de un número en medio de un arco, y por eso en todos los números tenía resúmenes de lo que había pasado y de las identidades y motivaciones de los diferentes personajes buenos y malos.

Todo eso ha cambiado en el siglo XXI. Empezando porque las grapas ya no se encuentran en los quioscos y un lector tiene que ir a propósito a una librería especializada para comprarlas. Ahora mismo, es más probable que un lector se aficione a los comics Marvel comprando un tomo de Civil War en la Fnac o el Carrefour que por medio de unas grapas que ni siquiera están disponibles en muchos pueblos de España. Este ejemplo para mi indica que el precio barato de las grapas de antaño ya no es la clave para la captación de nuevos lectores, sino que es más importante la disponibilidad de los comics en espacios donde los consumidores puedan encontrarlos. En mi opinión, aunque las grapas ya no son baratas, esto no afecta realmente desde el punto de vista de los nuevos lectores. Aparte que yo le he comprado grapas a mi hijo, diría que pocos niños pequeños se pagan ellos mismos sus comics, al menos al principio de iniciar su afición lectora, función que ya hacemos los padres.

El otro gran cambio en el mundo del comic ha venido provocado por la expansión de la venta de tomos recopilatorios, lo que ha creado la tendencia narrativa del “decompressing storytelling” centrada en crear arcos de grapas pensados para ser leídos en tomo más que mensualmente. De esta forma, muchas grapas (te miro a ti, Bendis), ofrecen sólo pocas escenas de una historia más grande y compleja que no da la sensación de lectura completa y satisfactoria que las grapas de antes sí tenían.

Y para poner las cosas más difíciles, Marvel optó hace unos años por publicar muchas de sus series más populares con una periodicidad quincenal o de 18 números anuales en lugar del clásico comic mensual de siempre, en la creencia que las nuevas generaciones más acostumbradas a la inmediatez de las redes sociales no aceptaban el mes de espera entre números. Obviamente, además de por este motivo, si Spiderman o los Vengadores son los personajes más populares, duplicarán su beneficio publicando 2 comics al mes en lugar de sólo uno y otro de una serie más minoritaria. El problema de esta decisión editorial es que es imposible dar una estabilidad artística a ninguna serie al tener que combinarse diferentes artistas para poder cumplir las fechas de entrega. Como lector, esto es un problema que globalmente hace que los comics pierdan calidad.

Todo esto es una realidad que no se puede ocultar. Sin embargo, no significa a mi entender que el formato de la grapa esté herida de muerte. Más bien al contrario, teniendo en cuenta algunos comics que estoy disfrutando en los últimos meses.

Si tuviera que decir qué es lo mejor de las grapas respecto a otros formatos, para mí lo que marca la diferencia es la inmediatez, el poder leer todos los meses a mis personajes favoritos, aunque sea en una pequeña dosis de 20 páginas (40 para las grapas dobles). Si vemos por ejemplo el ejemplo de Daredevil, ahora tenemos lectura satisfactoria todos los meses mientras que durante bastantes años, en los que estuvo publicándose en los tomos 100%, podían pasar 10 o 12 meses entre un tomo y el siguiente. Es decir, casi un año sin leer una nueva aventura del Hombre sin Miedo. Como lector y fan, para mi la diferencia es abismal.

Pero es que además, aún no siendo las grapas tan baratas como antes, sigue siendo la forma más económica de seguir un montón de aventuras de forma mensual. Aún con la subida de precios, con 40 €uros aún se puede comprar +/- 9-10 grapas de 10 personajes o grupos diferentes. Si estas mismas series se publicaran en tomo, sólo podrías comprar 2 ¿3? tomos al mes con ese mismo dinero y las otras series se quedarían en el limbo hasta el mes siguiente.

Por otro lado, como lector una parte esencial del género de superhéroes es el cliffhanger y la espera entre números. Los cómics, y cualquier obra periódica de entretenimiento, se realizan para dejarte colgado y en los tomos se pierde esa parte de la experiencia. Uno de los grandes comics de 2020 ha sido Dinastía de X / Potencias de X de Jonathan Hickman, Pepe Larraz, R.B. Silva y Marte Gracia. Y además de la calidad de la propia historia de Hickman, el otro factor clave de la experiencia lectora ha sido la espera de quince días entre números, flipar con lo que acabábamos de leer, volver a leer ese comic y descubrir detalles que quizá pasaron desapercibidos en la primera lectura y especular con como iba a continuar la historia. Creo sinceramente que el impacto que han provocado en los lectores estos comics leídos mes a mes es muchísimo mayor que el que ofrecen esas mismas historias leídas de un tirón en un tomo. Reconociendo eso si que el tomo queda más chulo en la estantería.

Esta polémica no se está viviendo sólo en el mundo del comic, en las series de televisión los modelos de negocio de Netflix o HBO / Prime Video están ofreciendo experiencias muy diferentes en los espectadores que creo que son similares a la experiencia grapa / tomo. Netflix y su “binge-watching” permite ver las series completamente a tu ritmo y pegarte maratones si quieres ver una temporada completa de un tirón. Sin embargo, la sensación de “usar y tirar”, de producto de consumo rápido y calidad cuestionable que quemas para poder ver el siguiente estreno de la cadena, que aún siendo entretenido olvidarás con la misma velocidad, está calando en una parte de los tele-adictos.

Por contra, el modelo HBO clásico de un episodio a la semana te obliga a ver la serie al ritmo que te marca la cadena, pero esto provoca también que una implicación mayor del espectador con la serie al tener que seguirla durante semanas en lugar de días como en Netflix. Al menos en el caso de Netflix, tener todos los episodios disponibles hizo que terminara de ver una serie mala como Locke and Key, mientras que si se hubiera estrenado en HBO sin duda la hubiera dejado a mitad.

Volviendo a los comics y hablando de Hickman, comentaba en la parte de puntos negativos el decompressing storytelling, el pagar 3 o 4 €uros por un comic que se lee en 5 minutos y que te deje sensación de no haber leído casi nada. Sin embargo, hay cada vez más autores que plantean sus comics mensuales con historias que cuestan leer, dan mucha información y ofrecen una experiencia satisfactoria en cada grapa. Criminal de Brubaker y Phillips, el Conan de Aaron y Asrar, Hulk de Ewing y Bennet o los comics de Hickman son historias pensadas y ejecutadas para su lectura periódica, y creo que esa es la mejor manera de leerlos para amplificar el disfrute.

Junto a esto, hay otros comics planteados para la lectura en tomo que también disfruto mucho, como por ejemplo Sea of Stars, Harrow County y muchos otros que son también geniales. Y no pasa nada, mola disfrutar de comics diferentes en diferentes formatos, por eso mismo no acabo de entender esa aparente obsesión de algunos por que se cancele todo un formato comiquero.

Pero incluso en el mundo del tomo o la novela gráfica estamos viendo cambios. En el tomo recopilatorio standard de 5 o 6 números, el ritmo se repite al tener que colocar al final de cada grapa (cada 20 páginas) un cliffhanger, lo que en parte convierte en monótonas muchas historias -en lo relativo al ritmo, ojo-. Frente a esto, estamos viendo como hay autores que cambian el formato para poder ofrecer comics con un ritmo propio que desarrollen la historia al ritmo deseado por los autores. Lo hemos visto en Lazarus de Greg Rucka o Michael Lark con grapas de 40 páginas, o en las novelas gráficas de Ed Brubaker y Sean Phillips (My heroes have always been junkies y Pulp de próxima aparición), de 80 páginas, con un ritmo que nada tiene que ver con lo que hubiera sido en caso de tener que publicarlo en 4 grapas.

Y ya por último y desde un punto de vista totalmente personal, he seguido toda la vida más de 20 cómics al mes recordando sin problemas donde se quedó cada grapa y personaje principal y secundario. Sin embargo, cada vez que compro un tomo de Image publicado cada 7 u 8 meses tengo que volver a leer el anterior porque no recuerdo nada de esa historia. No se si es algo que sólo me pasa a mi, pero creo que mi memoria a corto y medio plazo me empiezan a jugar malas pasadas. O posiblemente sea igual para todo el mundo, quien sabe.

Comentaba al principio de este largo artículo de opinión que como lector no doy a basto a comprar y leer todo lo que me apetece. A pesar de que teng claro que este 2020 va a ser un año complejo en el mundo comiquero, espero que nada impedirá que sigamos disfrutando de mi afición comiquera durante muchos años.

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¡Saludos!!