El nombre del viento de Patrick Rothfuss o el problema de la narrativa interrumpida

Llevaba varios meses en los que no me apetecía leer una novela. Gracias al Día del Libro y a un regado de mi mujer me he animado a leer la multipremiada y alabada novela de Patrick Rothfuss El nombre del viento, primera parte de la Crónica del asesino de reyes. Y provechando esta lectura quiero hablar un poco de la novela, que por supuesto me ha gustado bastante, pero sobre todo de la experiencia de no saber si llegaremos a leer el final de la historia. Y es que tras 10 años de la publicación de El temor de un hombre sabio, Rothfuss aún sigue escribiendo la que debe ser la tercera y última novela de la serie, que de momento sigue sin fecha prevista de salida.

PUNTUACIÓN: 7,5/10

Una maravillosa edición ilustrada y actualizada, para conmemorar el 10º aniversario de la publicación en español de la aclamadísima novela que ha consagrado a Patrick Rothfuss como fenómeno editorial.

Desde su publicación en español hace ya una década, El nombre del viento ha embelesado a millones de lectores de todo el mundo. Esta edición conmemorativa y actualizada nos brinda la oportunidad de profundizar en el universo inigualable de Patrick Rothfuss, con material inédito que incluye: notas del autor, del editor y de la reconocida escritora Jo Walton, veintiuna magníficas ilustraciones a página completa de Dan Dos Santos, mapas de Nate Taylor y apéndices ilustrados sobre la historia, las monedas y el calendario de los cuatro rincones de la civilización.

«Viajé, amé, perdí, confié y me traicionaron.»

En una posada en tierra de nadie, un hombre se dispone a relatar, por primera vez, la auténtica historia de su vida. Una historia que únicamente él conoce y que ha quedado diluida tras los rumores, las conjeturas y los cuentos de taberna que le han convertido en un personaje legendario a quien todos daban ya por muerto: Kvothe… músico, mendigo, ladrón, estudiante, mago, héroe y asesino.

Atípica, profunda y sincera, El nombre del viento es una novela de aventuras, de historias dentro de otras historias, de misterio, de amistad, de amor, de magia y de superación, escrita con la mano de un poeta que ha deslumbrado -por su originalidad y la maestría con que está narrada- a todos los que la han leído.

Patrick James Rothfuss (Wisconsin, 1973) es un escritor estadounidense de fantasía y profesor adjunto de literatura y filología inglesa en la Universidad de Wisconsin. Es el autor de la serie Crónica del asesino de reyes formada por El nombre del viento, publicada el año 2007, y El temor de un hombre sabio, de 2011. The Doors of Stone (Las puertas de piedra) es el nombre preliminar de la tercera novela de esta serie, que de momento sigue pendiente de que Rothfuss la termine.

Con El nombre del viento Rothfuss ganó numerosos premios, como el Premio Quill (Science fiction/fantasy/horror, 2007), Best Books of the Year (2007) – Publishers Weekly – Science Fiction/Fantasy/Horror, o el Best Book of 2007 para FantasyLiterature . Net . Además del respaldo de crítica, El nombre del viento ha sido leída y recomendada por millones de lectores de todo el mundo, convirtiendo a Rothfuss en uno de los principales escritores de Fantasía / Espada y Brujería junto a Brandon Sanderson o Joe Abercrombie.

El nombre del viento es una larguísima novela de más de 900 páginas que he devorado en cuatro días. Lo principal de la novela para mi es la forma en que Rothfuss me metió en la historia y cuenta esta biografía de una forma asombrosamente sencilla y directa, pero con una prosa no exenta de lirismo y poesía.

Kvothe, nuestro protagonista, es el paradigma de hombre que ha forjado su leyenda, buena o mala, por sus propios méritos. La novela tiene la estructura de historia dentro de historia, al dictar él mismo su propia biografía a un escribiente que busca descubrir qué verdad esconde la leyenda del “Mata-Reyes”. De esta forma, tenemos dos momentos temporales que se van alternando, el presente en la taberna de Kvothe, y en el pasado mientras conocemos su pasado de forma cronológica. El nombre del viento se convierte en una historia de fantasía heroica muy atípica, al tomar el punto de vista de personajes poco dados a tener el protagonismo en este tipo de género, primero una troupe de artistas itinerantes, luego un mendigo que malvive en la ciudad y por último un estudiante de la Universidad de la “magia” de este mundo.

La infancia y juventud de Kvothe conecta con los típicos libros “Young-Adults” tipo Harry Potter con los problemas derivados de su vida universitaria, los conflictos con otros estudiantes, su falta de dinero… Conoceremos a sus amigos y a la que parece va a ser el gran amor de su vida, Denna. La vertiente aventurera queda en un segundo plano pero creo que está bien construida mientras asistimos al misterio de los villanos en la sombra (los Chandrian) y como afectan la vida de nuestro protagonista. El hecho que sea el propio Kvothe adulto quien cuenta la historia y nos esté anticipando que muchas de sus historias no tienen un final feliz para muchos de los que le rodean aporta una tensión que se va acumulando a medida que avanza la lectura. En este sentido, más que una historia de triunfos, el arco general del personaje sugiere que estamos ante una tragedia, lo cual también diferencia este libro de la fantasía más convencional.

Como digo, la novela la he devorado y no puedo más que felicitar a Rothfuss por sus increíbles dotes como escritor que han convertido a Kvothe, por lo visto en esta novela, en un personaje maravilloso, inocente y complejo a la vez. En este sentido, la novela me parece un gran éxito, no sólo por lo que nos cuenta del joven Kvothe sino por lo que significa para el adulto y quemado personaje cuyos mejores tiempos ya pasaron y parece estar esperando su muerte. A no sea que tengamos una resurrección heroica en ciernes en los próximos libros.

Dicho todo esto, debo reconocer que el final de la novela no me ha acabado de cuadrar. Dentro que entiendo que es una historia biográfica de un personaje adulto que está contando su historia de niño, El nombre del viento termina en mitad de todo sin dar sensación real de que ha terminado este capítulo o que el protagonista ha adquirido un conocimiento fundamental de cara al futuro. Y quedarme con esta sensación tras más de 900 páginas leídas no mola nada. En toda trilogía de fantasía heroica la historia se divide en varias partes pero cada novela sí cierra una etapa concreta, abriendo en su caso puertas nuevas. Esto no pasa en la historia de Rothfuss, que termina en este momento como podría haber finalizado antes o después dentro de la etapa universitaria de Kvothe. Este no-final ha sido lo peor de la novela sin duda.

Unido a esto viena la parte en la que descubro que Rothfuss ha hecho un “George R.R. Martin” y lleva más de 10 años con la escritura de su tercera novela que debe cerrar la historia. Dado que leo ahora esta primera novela, descubrir que pasaron 4 años desde que se publicó El nombre del viento en 2007 y El temor de un hombre sabio en 2011 entra dentro de un tiempo lógico para novelas de esta complejidad y extensión. Sin embargo, estamos en junio de 2021 y Rothfuss no sabe cuando va a terminar la novela y ni siquiera si se publicará. Entendiendo que está poniendo de su parte para que el libro llegue a salir.

Y recuerdo el ya clásico “Martin is not your bitch” de Neil Gaiman con el que defendía al escritor de Canción de Hielo y Fuego, recordando que un escritor no tiene ninguna obligación con el lector en lo referido a sus obras futuras, y que el lector sólo puede “exigir” por el libro que ha pagado, pero no acosar a un escritor para que termine un libro que está a medio terminar. Es lógico pensar que si un autor sufre algún tipo de bloqueo de escritor, no se si es el caso también de Rothfuss, el primer interesado en sacar adelante su trabajo es él. Si no publica su nueva novela no será por gusto, ya que él es el primero en sufrir esta situación que le repercute económica y creativamente. Entiendo que Rothfuss debe ser el primero que no está satisfecho de no ser capaz de terminar su novela, he leído que es super perfeccionista, lo cual puede provocar que o la termina perfecta tal y como la imaginó o no la sacará.

Sin embargo, como lector realmente SI me parece una estafa que un autor plantee una biografía que forma un todo completo, en la que todo (aparentemente) cuadra y está pensado de antemano para tener un sentido, para luego descubrir que la historia puede quedar inacabada a falta de una novela. Como digo, si estuviéramos ante una novela de Sanderson o Abercrombie probablemente no estaría escribiendo esto ya que la novela hubiera dado cierre a este capítulo concreto de la historia general. Sin embargo, ahora me encuentro en la tesitura de comprar y leer la siguiente novela, a sabiendas que hay muchas posibilidades que la historia quede inconclusa. Y lo cierto es que… PREFIERO NO LEERLA. No le encuentro la utilidad de gastarme el dinero en una novela que me va a dejar colgado. De hecho, si en el futuro llegara a publicarse The Doors of Stone entonces no tendría problema en retomar la historia y leer las dos novelas de un tirón para saber cómo termina la historia.

Mi mujer me compró la edición especial Décimo Aniversario de la novela, y en los extras finales asisto a comentarios que me han flipado sobre lo bien hiladas que están las dos novelas de Rothfuss y como hasta las comas que uno pensaría que no tienen importancia se ven con nuevos ojos con leer la segunda novela. También descubro que hay una comunidad online de fans de estas novelas que analizan y especulan sobre todos los interrogantes que se encuentran abiertos. Y me parece genial, y no dudo que si leyera la siguiente novela seguro me va a gustar. Lo que no me veo es enamorado ni creyendo que esta serie va a marcar un antes y un después en mi vida, en ese sentido supongo que mi edad ha creado una barrera que me ha aislado en lo emocional. De forma que, si, El nombre del viento me ha gustado, pero mi prioridad son las historias con comienzo y final. Y de momento Rothfuss no mostró el suyo.

Pero ahora mismo, con la enorme cantidad de ocio a mi disposición en general, y de novelas que tengo ganas de leer en particular, es una locura plantearme siquiera la posibilidad de gastarme el dinero en otra novela de Rothfuss. Y es una pena porque me ha gustado mucho este El nombre del viento, pero en estas circunstancias es imposible.

PUNTUACIÓN: 7,5/10

Y vosotros. ¿habéis leído las novelas de Rothfuss, qué opináis de este tema? Espero vuestras opiniones en la sección de comentarios. Y si gustó este artículo, te invito a que lo compartas en redes sociales, y que te suscribas al blog para que te lleguen las notificaciones de las próximas publicaciones.

¡Un saludo!

Crítica de Seven Secrets Vol. 1 de Tom Taylor, Daniele Di Nicuolo y Walter Baiamonte (Boom Studios)

Cuando un escritor está on-fire, hay que subirse al tren porque todo lo que publica es oro puro. Esta ley del comic es totalmente aplicable a Tom Taylor y su nuevo comic Seven Secrets, cuyo primer volumen ha sido publicado recientemente por Boom Studios, con dibujo de Daniele Di Nicuolo y color de Walter Baiamonte. Comparto mis impresiones de este tomo inaugural.

PUNTUACIÓN: 6,5/10

SIETE SECRETOS CAMBIARÁN EL MUNDO.

Durante siglos, la Orden ha confiado en Guardianes y Poseedores para proteger los Secretos en siete maletines contra todo daño, pero cuando su fortaleza es atacada y los secretos se ponen en peligro, toda la Orden debe enfrentar su mayor temor: un enemigo que sabe demasiado y está dispuesto a matar para conseguir lo que quiere. Ahora, el miembro más nuevo de la Orden, Caspar, debe descubrir la verdad de los Secretos antes de que lo haga el enemigo, o arriesgarse a perderlo todo.

El autor bestseller del New York Times Tom Taylor (DCeased) y el artista favorito de los fans Daniele Di Nicuolo (Mighty Morphin Power Rangers) presentan una nueva serie sobre siete secretos poderosos, palabras, maravillas, armas y cosas peores, con el poder de cambiar el mundo.

Este volumen recopila los números 1-6 de la edición USA.

Las artes marciales vuelven a estar de moda. Esto es algo que me parece super curioso, la verdad. Y aunque cuentan con premisas totalmente diferente, hay un momento mientras leía este comic que no pude más que acordarme del excelente Fire Power de Robert Kirkman, Chris Samnee y Matt Wilson. Volveré a la comparación más adelante, pero no cabe duda que aparte de excelentes series de televisión como Warrior en HBO o escenas puntuales en Érase una vez en Hollywood que han mantenido viva la llama de las artes marciales, fue el anuncio de Marvel de una película de Shang-Chi lo que creo que consiguió asentar esta moda en la que nos encontramos dentro del ámbito mainstream. No es extraño que este verano también se estrene una película protagonizada por Snake Eyes, el G.I. Joe más cool de toda la vida.

Tom Taylor se ha confirmado en los últimos tiempos como un seguro de vida. Lobezna, Dcsos, Hellblazer, su serie más reciente de Nightwing o Escuadrón Suicida (que reseñaré en breve), todos sus comics me parecen una chulada que tienen clarísimo su objetivo de entretenimiento pero que consigue clavar a los personajes casi con una línea de diálogo. Cuando descubrí que tenía un nuevo comic independiente en Boom, tenía claro que lo quería tener, porque hay que “aprovecharse” de los escritores mientras están on-fire y en el momento de máxima creatividad.

Esta premisas de siete secretos, organizaciones secretas y conspiraciones que llevan sucediendo desde hace siglos me parece una premisa quizá no excesivamente original, pero que puede dar mucho juego, la verdad. Aparte del “high-concept”, Taylor marca en este comic las que son sus señas de identidad con una historia planteada desde la acción pero en la que consigue que empaticemos con el protagonista Caspar incluso antes de llegar a aparecer en el comic. La forma en que Taylor consigue que conectemos con él de forma inmediata, además de su complejo árbol genealógico, me parece la principal virtud de este primer volumen y la columna vertebral que va a hacer que nos enganchemos al comic.

Y junto a Caspar, que hayan siete secretos guardados por siete parejas de protectores, llamados a su vez Guardian y Poseedor por la función que realizan cada uno de ellos, puede permitir a Taylor alargar la historia de forma orgánica todo lo que le interese a poco que quiera mostrarnos el origen de estos Guardianes y el misterio del secreto que guardan. Aparte por supuesto de las historias de la Orden y sus enemigos.

Comparaba antes a Sietes secretos con Fire Power. Esto me vino a la mente justo en la página que acabo de compartir en la que Caspar empieza a entrenarse en la escuela secreta de la Orden. Y aunque está claro que son historias totalmente diferentes que llevan a sus personajes por sus propios caminos, de alguna manera las comparaciones son inevitables al tratarse de comics de acción centrados en el entretenimiento con personajes con habilidades marciales en los que organizaciones secretas se enfrentan en la sombra.

Y lamentablemente, en la comparación, Seven Secrets sale perdiendo en casi todo, siendo el elemento más flagrante es el apartado artístico. No me han gustado ni el dibujo de Daniele Di Nicuolo ni los colores de Walter Baiamonte. Y vaya por delante que casi todo el mundo sale perdiendo en la comparación con Chris Samnee, pero el estilo de Di Nicuolo sencillamente no está a la altura de la exigencia, en mi opinión. Sus páginas tienen una influencia clarísima del manga en la narrativa y las expresiones de los personajes, con un tono cartoon que no acaba de funcionarme casi en ningún momento que hace que el 99% de las caras del comic sean siempre la misma sin mostrar una correcta dramatización de las situaciones. El comic queda con una sensación de mezcla de manga y comic infantil / «all-ages» que no acaba de cuadran con la violencia que algunas escenas nos están contando.

Di Nicuolo intenta jugar en varios momentos con la estructura de página creando una narración en apaisado juntando las dos páginas, pero realmente falla a la hora de dotarlas de un mayor dinamismo respecto a una página normal, de forma que momentos pensados para generar un WHOAH!!! se quedan en escenas correctas sin más. Además, utiliza en exceso el uso de primeros planos de caras en mi opinión no con motivos dramáticos, ya digo que sus expresiones son el 95% de las veces las mismas, sino en mi opinión para intentar disimular de alguna manera su evidente falta de fondos y sus escenas sin chispa.

Con el elemento añadido que diría que el primer número está mucho mejor dibujado en todos los sentidos que el resto de números de este tomo, como si hubiera tenido más tiempo en el arranque de la serie pero luego los plazos de entrega le hubieran pillado, obligando casi a entregar lo que fuera con tan de llegar a imprenta.

El color en los comics debe ayudar a contar la historia, no sólo haciendo que luzca más brillante y/o emocionante, sino ayudando a transmitir estados de ánimo según cada momento concreto. En este sentido, valoro a Walter Baiamonte como meramente funcional, con unos colores que ahí están pero no colaboran a la hora de contar la historia ni ayudan a disimular los defectos del apresurado lápiz de Di Nicuolo o su falta de fondos. Hay veces que un color alucinante salva un dibujo montonero, por ejemplo en Wasted Space con un estupendo Jason Wordie, no es el caso de este Seven Secrets.

Y tengo claro que excepto honrosas excepciones, Dan Mora en Klaus, por ejemplo, cuando compro un comic de Boom se que el arte va a ser inferior a la media de un comic Marvel o DC, y lo asumo porque prefiero leer cosas nuevas y diferentes y no quedarme con la misma hamburguesa con queso de siempre (que por otro lado me encanta). Pero la realidad es que el apartado artístico de este comic me ha decepcionado mucho. Y si un comic es 50% historia y 50% arte, o incluso más, no puede puntuar bien un comic con un dibujo que no me gustó.

Por no acertar, Taylor no acierta con el cliffhanger de final del volumen, que es el menos potente de los seis comics que se recopilan en este tomo, algo en lo que Kirkman jamás hubiera fallado, de forma que han cortado aquí como hubieran podido cortar en el comic previo o el siguiente, y me ha parecido un detalle un poco chof.

Y no me entendáis mal, no me ha gustado el dibujo pero creo sinceramente que la historia tiene potencial y como me ha gustado y me ha dejado con ganas de saber como continúa la historia, no tengo duda que compraré el segundo volumen seguro.

Comparto las primeras páginas de este primer volumen, que como digo son algunas de las mejores que vamos a encontrar:

¡Qué pena no haber conectado nada con el dibujo de Daniele Di Nicuolo! Porque tengo claro que la historia de Tom Taylor va a darnos un montón de sorpresas y mucho entretenimiento. En todo caso, me quedo con ganas de saber cómo continúa la historia, ya os comentaré cuando salga el segundo tomo a final de año.

PUNTUACIÓN: 6,5/10

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¡Saludos a todos!

Crítica de El Método Kominsky temporada 3 (Netflix)

El estreno de la tercera y última temporada de El Método Kominsky me llena de alegría. La serie creada por Chuck Lorre sobre un septuagenario profesor de interpretación en Los Angeles interpretado por un maravilloso Michael Douglas es una maravilla llena de buen humor y mucho corazón.

PUNTUACIÓN: 8/10

Sandy Kominsky (Michael Douglas), es un actor que tuvo hace muchos años su minuto de gloria y que ahora vive de dar clases de interpretación en su estudio de Los Angeles junto a su hija Mindy (Sarah Baker).

El creador Chuck Lorre (Dos hombres y medio, Big Bang Theory) escribe los seis episodios de esta última temporada e incluso dirige el primer episodio, en el que asistimos al funeral de Normal (Alan Arkin) el gran amigo de Sandy y con el que Douglas formaba una pareja espectacular en pantalla. Este última temporada está centrada en lo que significa esta pérdida para Sandy, para su hija Phoebe (Lisa Edelstein) y su nieto Bobbie (Haley Joel Osment), el niño de El sexto sentido convertido en un miembro de la Iglesia de la Cienciología, consiguiendo dar un gran final a la serie.

El reparto de este temporada se completa con Paul Reiser como Martin Schneider, el novio de Mindy que tiene más en común con Sandy por su edad que con ella, una estupenda Kathleen Turner como Roz, la madre de Mindy y primera ex-esposa de Sandy y Melissa Tang como Margaret, una alumna de Sandy que va a conseguir un papel para una importante serie. Junto a todos ellos, tenemos con estupendos cameos interpretándose a si mismos, los de Morgan Freeman y el director Barry Levinson.

Le chifla El Método Kominski. Es una pena que Alan Arkin no salga en esta última temporada, pero me alegra cuando una serie termina de forma tan satisfactoria como lo ha hecho esta. Chuck Lorre maneja de forma brillante la mezcla de comedia alrededor del mundo de la interpretación de Los Angeles y el drama debido a la avanzada edad de la mayoría de protagonistas. Las gotas de humor negro me funcionan siempre y las relaciones de todos los personajes funcionan gracias al carisma que tienen todos los actores de este espectacular reparto.

Es cierto que estos 6 episodios me han sabido a poco, pero es que todo queda tan bien hilado que me ha parecido un final a la altura que nos deja a los personajes en lo más alto. Junto al carisma de Michael Douglas, que está espectacular, en esta temporada Lorre compensa la falta del brillante Alan Arkin con una Kathleen Turner  que está maravillosa. Esta elección me parece maravillosa, ya que aparte de lo bien que la hace permite añadir un elemento metatextual al formar ambos una espectacular pareja en los años 80 con películas como Tras el Corazón Verde o La Guerra de los Rose. Verles de nuevo juntos más de 30 años después es un plus añadido a toda la serie.

Todo en El Método Kominsky me parece que está bien hecho. Incluso el toque de tristeza mientras Sandy ve que el paso del tiempo es inevitable y que se está cobrando un precio en todos a su alrededor. Por suerte, estos momentos se compensan con unos diálogos buenísimos que ofrece situaciones divertidísimas. Ya digo que el único pero que le ponía a la serie a priori era la falta de Alan Arkin pero su ausencia hace que todo se sienta incluso más real. Y de hecho, su influencia se siente incluso en el satisfactorio final, que hizo que brotara una lagrimita, y que me pareció perfecto.

Comparto el trailer de esta tercera temporada:

El Método Kominski ya es historia de la televisión. Lo bueno es que gracias a Netflix tengo claro que volveré a verla más de una vez en el futuro, y a ti te recomiendo que lo hagas también.

PUNTUACIÓN: 8/10

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¡Saludos a todos!

Crítica de LOW Volumen 5 de Rick Remender y Greg Tocchini (Image Comics)

Tras más de tres años de espera, por fin se ha publicado el final de LOW, el carismático comic de ciencia ficción de Rick Remender y Greg Tocchini, con colores de Dave McCaig. Hoy analizo su quinto y último volumen «Light brings light» (La luz trae luz), que ha supuesto un satisfactorio aunque apresurado final de la historia.

PUNTUACIÓN: 7/10

En un futuro lejano, la expansión prematura del sol ha irradiado la Tierra, enviando a la humanidad a las profundidades más bajas de los mares, escondida dentro de ciudades protegidas contra la radiación, mientras las sondas recorren el universo en busca de mundos habitables donde reubicarse. Después de decenas de miles de años, una sola sonda regresa y se estrella contra la superficie de la Tierra, un lugar ahora extraño que ningún ser humano ha visto en muchos milenios.

En este quinto volumen, publicado en marzo de 2021 en USA, y que recopila los números 20 al 26 de la serie tenemos ¡El ARCO FINAL de LOW! Salus se levanta. La Legión Quemada ataca. Stel Caine enfrenta el mayor desafío a su esperanza hasta el momento: la rabia de su hija, la timonel, Delia. Todo termina aquí, ¡interpretado con amor por el legendario equipo artístico de GREG TOCCHINI y DAVE McCAIG!

Rick Remender es uno de mis guionistas favoritos del siglo XXI. LOW suponía en sus propias palabras un desafío, ya que la protagonista Stel Caine era su primer personaje optimista de toda su carrera (hasta ese moemnto), una eterna optimista que cree que hay futuro para la humanidad si se cree en ello. Esta creencia será puesta a prueba de las peores formas posibles a lo largo de la serie, al encontrarnos ante una sociedad que ha olvidado el significado de esa palabra, optimismo, y se encuentra en una espiral autodestructiva.

Y dentro que me gusta mucho Remender y sigo comprando encantado Deadly Class, reconozco que en el periodo de 2013-17 en el que compraba todos sus comics sufrí una sobredosis del nihilismo pesimista del guionista. LOW jugó una parte fundamental de esta sobredosis debido a los tremendos dramas que tuvieron que soportar todos los miembros de la familia Caine. Por este motivo, de momento no compré ni Death or Glory (junto a Bengal) ni su nueva serie Scumbag (con varios artistas).

LOW es la prueba palpable de lo difícil que es producir un comic. Lo digo porque el cuarto volumen se publicó en octubre de 2017, y han tenido que pasar tres años y medio para que Remender, Tocchini y McCaig terminaran los 7 números que se incluyen es este último volumen que cierra la historia. ¿Fue problema de Remender? No creo, él ha seguido durante todos estos años publicando sus diferentes series, no parece que simultanear trabajos sea un problema para el guionista. ¿El problema quizá vino por parte del artista brasileño Greg Tocchini? Ya sabemos que los guionistas pueden trabajar en varios comics a la vez, en ese sentido lo tienen mucho más fácil que el artista, que debe consagrarse casi en exclusiva a producir un comic como este. El paso del tiempo, la pérdida de interés si el trabajo no es lo suficientemente rentable, o la temática demasiado desoladora, pueden cobrarse su precio para el artista, que debe buscar siempre su mejor versión para realizar el trabajo.

Todo eso ya es agua pasada, ya que por fin tengo el ejemplar en mis manos y por fin pude leer el final de la historia. Dado el tiempo transcurrido, reconozco que tuve que volver a leerme toda la serie porque no me acordaba de nada. Y leído de un tirón lo primero que debo decir es que la historia hasta el número 22 se siente como un todo unitario por el que no han pasado los años, y la historia está bien cerrada y consigue dejar al lector con sensación satisfactoria. El camino de la familia Caine termina y nos ha ofrecido un viaje lleno de peligros y desafíos, antes los que han tenido que levantarse. El mensaje positivo queda perfectamente reflejado en este final que ante todo deja buen sabor de boca.

Sin embargo, en lo relativo a la historia, dentro que todo encaja perfectamente, quizá hay una excesiva sensación de apremio en los 3/4 últimos números finales en los que pasan demasiadas cosas con demasiados frentes abiertos simultáneamente. Todo queda apelotonado y no acabas de entender qué está pasando, donde se encuentra cada personaje, que pretenden hacer y con qué objetivo. Creo con dos o tres números más las cosas hubieran estado mejor contadas y la sensación es que, ya sea por culpa de Remender, de Tocchini o de ambos, la sensación ha sido «vamos a cerrar el comic como sea». En todo caso, dado el retraso de este tema, casi mejor que hayan ofrecido este final ya y no demoraran más el cierre.

Donde además se ha notado un montón el salto temporal ha sido en el dibujo. En los tres años y medio transcurridos Tocchini ha cambiado su estilo de dibujo optando por unas páginas con muchas más líneas que en los comics precedentes. Tocchini no es un buen narrador, pero tiene un estilo super expresivo de gran personalidad que engancha con su alucinante uso del color. Él coloreó los 7 primeros números, para ser coloreado a partir del octavo por Dave McCaig, con resultados aún mejores, manteniendo el carismática color y la personalidad que otorgaba a las páginas, pero haciendo que la historia de leyera un poco mejor. La colaboración de Tocchini y McCaig ha llegado hasta este último volumen, algo de lo que sin duda me alegro.

En este último volumen choca muchísimo el cambio del estilo en el dibujo de Tocchini. De hecho, más que entre el final del volumen 4 (Oct-2017) y el inicio del quinto con el número 20 de en enero de 2019, el cambio se nota más evidente entre los números 22, publicado en mayo de 2019, y el 23, que salió con más de un año de diferencia, en julio de 2020 (post COVID). En este año de diferencia, Tocchini parece que estuvo trabajando en formas de narrar con las que se sintiera más a gusto, con líneas de entintado más visibles comparado con lo visto hasta ese momento. Lamentablemente, este cambio en mi opinión NO mejora a lo que teniamos antes, ayudando a que me quede con la idea que Remender y Tocchini de alguna manera debieron llegar a algún tipo de acuerdo para cerrar el comic de la forma que fuera.

La sensación de «apelotamiento» que comentada antes es una parte culpa de Remender, que mete demasiadas cosas en cada página para terminar la historia, pero también debido al déficit como narrador de Tocchini. Esto hace que la sensación de confusión esté presente en varios momentos del climax final, de forma que aunque me parece que LOW es un buen comic con un buen final, se me queda muy lejos de mis favoritos como Fear Agent o Black Science.

LOW ha terminado y el camino recorrido ha merecido la pena, incluso cuando la ejecución de este final no haya estado a la altura. Si te gusta la ciencia ficción interesante centrada en los personajes, date un capricho y prueba a leer este comic. Te lo recomiendo.

PUNTUACIÓN: 7/10

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¡Saludos a todos!

¿Qué simboliza el Capitán América del MCU?

Si algo puede decirse del Capitán América del Marvel Cinematic Universe (MCU), desde que Steve Rogers despertó en 2012 tras pasar más de 60 años en el hielo, es que ha sido un héroe anti-establishment centrado en hacer lo correcto, no lo más conveniente para el poder.

En Capitán América: Soldado de Invierno (Hermanos Russo, 2014), Steve Rogers se enfrentó a SHIELD cuando descubrió que Hydra la había colonizado. Steve creyó que Shield estaba demasiado corrupta y tenía que caer, sin importar los problemas que ello generara, en contraste con un Nick Fury que inicialmente quería salvarla, aunque tuvo que rendirse ante las palabras de Steve.

En Capitán América: Civil War (Hermanos Russo, 2016), Steve se enfrentó a la ONU y a sus propios compañeros al creer que los Acuerdos de Sokovia iban en contra de la libertad individual. Lo fácil hubiera sido ceder, pero cuando uno sabe que tiene razón, se mantiene firme en sus convicciones. “No, muévete tú”, en palabras de Sharon Carter. Esa negativa a renunciar a sus valores, unido a intentar salvar a Bucky Barnes cuando había sido incriminado injustamente por Zemo y las autoridades habían puesto una diana a su cabeza, fueron lo que provocó que Steve, Sam Wilson y Bucky Barnes entre otros pasaran varios años en la clandestinidad convertidos en fugitivos, tras liberar Steve a sus amigos de La Balsa.

En Vengadores: Infinity War (Hermanos Russo, 2018), Steve le dice al Secretario de Defensa / General Ross “Yo no busco el perdón, y ahora ya paso de pedir permiso… Hemos venido a luchar, y si quiere interponerse, lucharemos contra usted.” Steve, el Capitán América en el MCU, jamás se ha aliado con el poder. Siempre que tuvo que elegir entre mantener el status-quo o hacer lo correcto, la balanza siempre cayó del lado de lo que moralmente había que hacer.

Como dijo el Doctor Erskine, lo importante no era ser un buen soldado, “sino ser un buen hombre”. Esa es la clave del Capitán América, no su fortaleza física. Y estoy hablando exclusivamente del MCU y lo que se ha visto en sus películas, no de los más de 60 años de historias de los comics. Por eso no puedo dejar de pensar en la serie Falcon y el Soldado de Invierno emitida hace unas semanas en Disney+ y en cómo su guionista en jefe Malcolm Spellman tergiversa la figura del Capitán América para intentar convertirlo en lo que no es para forzar su mensaje identitario.

El guionista demuestra que no conoce ni entiende al Capitán América, cuando hace que varios personajes malinterpreten su figura repetidamente en la serie sin réplica alguno de aquellos que sí le conocen. Y como digo, ni siquiera se le pedía a Spellman que leyera los comics, hubiera sido suficiente con haber visto las películas y entender la figura heroica que los anteriores directores y guionistas habían construido.

¿Qué simboliza el Capitán América? Que un buen hombre, no el más fuerte ni el más listo, sino alguien con el corazón en el sitio adecuado, puede marcar la diferencia. En este sentido, NUNCA se ha dicho que tenga que ser un hombre BLANCO, sino una BUENA persona. Sam Wilson encaja sin duda en esta definición. Soldado, veterano, trabajador social y hombre comprometido en ayudar siempre que puede, en la medida de sus posibilidades. Y si, también afroamericano.

Por eso, cada vez que un personaje verbaliza lo problemático que es que un afroamericano sea el Capitán América en este MCU, es un diálogo que no funciona porque ¡El Capitán América nunca fue el defensor del sistema que ellos dicen que es! La forma en que intentan colar elementos del mundo real y del Black Lives Matter en el MCU es terriblemente errónea.

Cuando en el tercer episodio Sharon Carter dice “sabes que ese rollo del héroe es una coña. La forma en que renunciaste a ese escudo, en el fondo es hipocresía. No os tragáis toda esa chorrada de las barras y estrellas…” La respuesta de Sam debería haber sido: “Pero ¿de qué estás hablando. Sharon? ¡Claro que Steve es un héroe! De hecho, tú estabas allí viéndole enfrentarse al gobierno de los USA en manos de Hydra. ¿Qué me estás contando? Que el gobierno se comporte bien o mal no tiene nada que ver con el Capitán América.”

En el cuarto episodio, Sarah, la hermana de Sam le dice a KarlyYo no le elegí (al Capitán América). A América no le preocupa mi mundo, ¿por qué iba a preocuparme por su mascota?” En este caso puede entenderse que está hablando de John Walker, nombrado por el gobierno. Pero al final es otro mensaje contra la figura del Capitán América, que se une a los ya expresados durante la serie por otros personajes. Y aunque Sarah no llegara a conocer a Steve Rogers, no puede no saber que Sam y él se convirtieron en fugitivos por oponerse al gobierno. Sarah sabe que el Capitán América NO es una mascota de los poderosos.

De hecho, recordando Capitán América: El Primer Vengador (Joe Johnson, 2011), incluso en su primera aventura en la 2ª Guerra Mundial vimos una primera muestra de rebeldía, cuando desafiando sus órdenes y a unos políticos que le querían usar únicamente con fines propagandísticos, Steve se escapó de su base para salvar al batallón de Bucky que había sido hecho prisionero. Ni siquiera entonces, cuando era un miembro de las fuerzas armadas americanas y se debía la jerarquía militar, Steve fue la mascota de nadie.

Pero claro, Spellman nos coloca su mensaje, reforzando la idea de que los afroamericanos no deben apoyar a un Capitán América blanco, ya que no les representa. Algo que no se corresponde con las acciones de Steve Rogers y si con el mensaje identitario más radical que está imponiéndose en los USA.

Por esto, el diálogo clave del quinto episodio entre Sam y Bucky no funciona. Porque el Capitán América NO es un símbolo del gobierno de los USA, sino el ideal de que un buen hombre en el sitio justo en el momento adecuado puede cambiar la historia y mejorar la vida de la gente. Un buen hombre no movido por partidismo alguno, sino por lo que es correcto. Que Steve Rogers le diera el escudo a Sam enfatizaba el mensaje que un buen hombre continuaría su trabajo porque Sam lo merece por méritos propios, algo para lo que la raza no tuvo jugó ningún factor. La idea que porque existe racismo sistémico en los Estados Unidos “ningún negro con amor propio querría serlo”, en palabras de Isaiah Bradley, es sencillamente ofensivo para los fans del personaje entre los que me encuentro.

Pero esa idea es repetida por varias personas en varias ocasiones sin obtener una réplica adecuada por parte de Sam. “Se hace raro cogerlo otra vez. El legado de este escudo es complicado.” Dice Sam. ¡FALSO!!! Es justo al revés, aceptar el escudo es la demostración que no es un tema de raza, sino de valores morales. ¿Por qué es complicado? De nuevo, es falso que el Capitán América represente al gobierno o al racismo en los USA. Justo porque existe racismo es importante que un afroamericano se convierta en el Capitán América.

Cuanto Steve me contó su plan, ninguno de los dos nos dimos cuenta lo que significaba para un hombre negro recibir este escudo. ¿Cómo podíamos? Te debo una disculpa. Lo siento.” Dice Bucky. ¡¡FALSO!! Darle el escudo a Sam confirmaba que un AFROAMERICANO MERECE SER EL CAPITÁN AMÉRICA y puede inspirar a TODOS los americanos, independientemente de su raza. Transmite un mensaje de concordia entre todos los americanos. Cualquier persona normal no fanatizada que haya visto las películas entendiendo lo que ha simbolizado el Capitán América vería que esto es así. A no ser claro que vengas con un prejuicio previo de casa. ¿Verdad, Malcolm Spellman?

Esto conecta con el primer episodio y el discurso de Sam en el Smithsonian “El mundo ha cambiado para siempre. Necesitamos nuevos héroes. Adecuados para los tiempos que corren. Los símbolos no son nada sin las personas que les dan significado. No creo que exista un símbolo mejor, pero es más por el hombre que lo sostenía, y él ya no está. Así que hoy honramos el legado de Steve, pero también miramos hacia el futuro. Así que gracias Capitán América, pero esto te pertenece.” Realmente, esta decisión abría unas posibilidades interesantes, porque sugería que Sam quería ser un héroe en sus propios términos, forjarse su propio futuro y su propio legado. Además, como vimos en ese episodio, Sam es un héroe que sigue haciendo lo correcto y trabaja con la Fuerza Aérea de los Estados Unidos como Falcon. Sam NO ha abandonado su trabajo como super-héroe en ningún momento, por lo que en ese contexto tiene sentido que quiera seguir siendo Falcon y no quiera desprenderse de la que ha sido su identidad durante todos estos años.

Sin embargo, tras los numerosos mensajes repetidos en todos los episodios sobre por qué Sam, un afroamericano NO debería ser el Capitán América, realmente no llegamos a escucharle por qué cambia de idea y ahora SÍ elige empuñar el escudo y convertirse en el Capitán América. ¿Qué le ha hecho cambiar de opinión? ¿Ahora ya no cree eso de “Necesitamos nuevos héroes. Adecuados para los tiempos que corren.”?

Desde luego, que toda la justificación que se nos dé a los espectadores sea “¿de qué serviría todo el dolor y el sacrificio si no estuviera dispuesto a seguir luchando?”, no es suficiente para justificar este cambio de opinión. Y, como decía antes, es un momento y una justificación que no funcionan porque él nunca ha dejado de luchar como FALCON al lado del ejercito americano. ¿Por qué ahora sí toca ser el Capitán América? ¿Qué espera conseguir Sam como Capitán América que no puede hacer como Falcon? Esas preguntas quedan sin respuesta en la serie. Y si al final todo se redujera a algo tan sencillo como «para que el gobierno le de el escudo a Walker o a otra persona, me lo quedo y lo utilizo yo», ¿por qué no se dice y ya está?

En esa misma conversación, Sarah le dice “¿Dejarás que Isaiah Bradley se meta en tu cabeza, que él decida qué harás a continuación?” Y momentos antes, Sam le había dicho a Bucky “Deja de mirar a los demás para que te digan quién eres”. Algo que se entiende que también se lo dice a sí mismo. Y es una idea perfecta super adecuada tanto para Bucky como para Sam, pero finalmente fracasa narrativamente porque no llegan a decirnos nunca quién es ahora Sam Wilson y por qué ha tomado las decisiones que toma.

La pregunta clave de ¿por qué un afroamericano SÍ que puede ser el Capitán América?, queda sin respuesta en la serie. No solo puede, sino que DEBE. Y la sensación que da la narración es que no se responde porque Malcolm Spellman no sabe la respuesta. O que esa respuesta no encajaría con su discurso identitario, expresado repetidamente. En este sentido, es importante que Spellman dice explícitamente no querían que la serie dijera que Isaiah Bradley pudiera estar equivocado en sus ideas. Sam de hecho expresa que “Isaiah ha vivido un infierno, si yo hubiera pasado por lo que él, opinaría lo mismo que él”. Me parece alucinante que Sam confirma y entiende a Bradley aunque no opine igual. Y al mismo tiempo, no llegamos a saber realmente bien cual es el punto de vista de Sam en este tema tan importante para la serie.

De hecho, Antony Mackey sí da una respuesta a esta pregunta y la expresa de maravilla en el documental Marvel Studios REUNIDOS: Así se hizo Falcon y el Soldado de Invierno: “Sam, al ser un soldado, un veterano y un consejero, se da cuenta de que como pueblo, todos somos estadounidenses. Yo no soy el Capitán América negro, Steve no era el Capitán América blanco, era el Capitán América, a secas. Y como sociedad y como pais, tenemos que darnos cuenta que las personas que son ciudadanos aquí, sin importar sus orígenes, son estadounidenses. Sam ve que se merece el derecho, que se ha ganado el ser el Capitán América, y que eso no tiene nada que ver con su raza o con su pasado.“ Diez segundos de diálogo, no hacía falta más. Pero por alguna razón a Spellman no le debió parecer tan importante, porque evitó incluir una idea tan sencilla y evidente en la serie.

Por supuesto, está bien querer transmitir un mensaje anti racismo y pro igualdad de derechos de todos los americanos, independientemente de tu raza. Disney / Marvel sin duda son empresas que pueden ser consideradas “progresistas” en ese sentido. Pero la forma en que introducen el problema racial asociado a la figura del Capitán América sencillamente no funciona. Y no lo hace porque todo resulta falso y maniqueo.

Otro problema es que Spellman se ha demostrado como un pobre dialoguista, algo que se ve también en el fallido discurso de Sam tras su primera aventura como Capitán América. Cuando TODO el mundo a su alrededor le ha vitoreado en su primera misión, negros, blancos, asiáticos, hispanos… y claramente nadie está enfadado porque él sea el Capitán América, sin embargo el guión le hace decir que “Soy un hombre negro que lleva las barras y estrellas… Cada vez que cojo este escudo… (inciso, ¿cada vez?. ¡Si es la primera vez que llevas las barras y estrellas! Pues si, hay que lamentar lo flojos que son sus dialogos), sé que hay millones que van a odiarme por ello. Incluso ahora, aquí, lo noto. Las miradas, juzgándome, y no puedo hacer nada para cambiarlo. Y aún así, aquí estoy sin super suero, sin pelo rubio u ojos azules.” Obviamente, lo que dice no se corresponde con lo acabamos de ver, un Sam ovacionado por todo el mundo, por eso no puede resultar más falso y panfletario.

Si está bien y me gusta la frase en la que dice “El único poder que tengo es que YO creo que podemos hacerlo mejor.” Esa es la frase SI es lo que se espera del Capitán América, ese momento estuvo genial. Lo malo es que queda ensombrecida, ya que va acompañada con “No podemos exigirle a gente que de un paso adelante y no encontrarles a medio camino”, lo cual podría estar bien si no fuera que se está aplicando en un contexto en el que acaba de pedir compresión por unos terroristas que han puesto bombas y matado a gente inocente. ¿Hay que encontrarse a medio camino con terroristas y asesinos? Eso no suena muy correcto ni muy moral. Exagerando el símil, ¿se encontraría Steve Rogers a medio camino con Adolf Hitler? ¿Intentaría comprender sus ideas supremacistas? Obviamente no. ¿Qué quedó del «no, muévete tu» cuando alguien quería forzar a Steve Rogers a cambiar cuando él pensaba que su idea era la correcta?

Me parece terrible la forma en la que una serie familiar de Marvel / Disney ha colado al espectador la idea de que hay determinadas violencias que pueden ser justificables siempre que se hagan “por nuestro bien” o si la causa “es justa”, aunque la sufran personas inocentes. Al igual que el mensaje de que hay que entender por qué se han cometido estos delitos, en lugar de perseguirlos. Porque de hecho, no son hechos excluyentes, puede detenerse a un criminal y analizar los motivos que le llevaron a cometer dichos delitos.

¿Es esto una burda metáfora sobre los incendios, los saqueos y la destrucción que puntualmente se produjeron durante las manifestaciones del BLM en los Estados Unidos el año pasado tras la muerte de George Floyd? Unos delitos que, aunque sea una obviedad decirlo, no fueron cometidos por todos los manifestantes, sino por una pequeñísima minoría amparada en el poder del anonimato en medio de las multitudes que se manifestaban, y que empañan a un movimiento mayoritariamente pacífico. Movimiento que, también hay que decirlo porque es lo que pasó, evitó condenar estos delitos y de alguna manera se intentaron justificar. ¿Nos están diciendo que esos delitos no deben perseguirse porque su ira estaba justificada? Esa sensación da. Como el racismo es malo (y nadie duda que lo es), estoy legitimado a hacer cualquier cosa si digo que “estoy luchando contra el racismo”. ¿Es ese el mensaje que Disney nos acaba de ofrecer en esta serie mainstream?

Como veis, he centrado todo el hilo en la figura del Capitán América. Ni siquiera entro en el resto de problemas narrativos de la serie. Si queréis saber más sobre ellos, os recomiendo que leáis los posts semanales que fui publicando analizando cada uno de los capítulos de Falcon y el Soldado de Invierno.

Pero un elemento básico de cualquier narrativa es explicar la motivación del protagonista. Y eso es algo que Malcolm Spellman jamás llega a hacer de una forma correcta. Un error garrafal tremendo que explica que si esto no se considera importante como para ser expresado para el espectador, ¿por qué preocuparse de todo lo demás?

Falcon y el Soldado de Invierno me ha parecido un fail como una casa. Y no sólo en lo accesorio como es la motivación del villano, si me gustan o no las escenas de acción o si el traje de Sam siendo clavado al comic queda bien en imagen real, sino en el núcleo de la historia y porqué tras seis episodios no llegamos a saber realmente lo que piensa Sam Wilson y por qué cambió de opinión en algo fundamental que altera completamente su realidad.

Y por eso no puedo entender como a muchos fans del Capitán América, tanto del MCU como de los comics Marvel, no les ha importado este error tan tremendo en lo relativo a la caracterización del personaje clave sobre el que probablemente se construyan las siguientes fases cinematográficas y televisivas. Y es por este motivo por el que ahora mismo no puedo más que desconfiar ante la posibilidad que Spellman vaya a escribir el guion de Capitán América 4, película que de momento no tiene director ni una fecha de estreno confirmada. Alguien que no entiende a su protagonista no debería seguir escribiéndole.

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